Rayuela
El FMI ha quedado reducido al más abyecto de los papeles: el de agorero del desastre.
"...el miedo a la verdad, a la manifestación de la realidad, es uno de los sentimientos más extendidos entre los sectarios, igual si son de derechas que si son de izquierdas..." Manuel Sacristán Luzón, 1978
El FMI ha quedado reducido al más abyecto de los papeles: el de agorero del desastre.
Crisis financiera internacional
¿Buenos días, Mr. Keynes?
Carlos A. López Morales*
En el portal del semanario británico The Economist apareció hace unos días una fotografía en la que Ben Bernanke pareciera estar rezando para que el reciente recorte en la tasa de los bonos federales, que la dejó en su valor nominal más bajo en 5 años, tenga resultados mejores a los esperados. Paul Krugman, apenas galardonado con el Premio Nobel en economía, ha sugerido que eso es ya indicio de ocurrencia de la trampa de liquidez. En otra imagen que seguramente será explotada hasta el hastío, Alan Greenspan, el antecesor de Bernanke, aparece acongojado ante el Congreso de Estados Unidos al reconocer que su visión del funcionamiento de la economía, arraigada por décadas de experiencia profesional en el diseño de la política monetaria de la primera potencia económica mundial, ha estado fundamentada, según dice, en una “creencia fallida” en la capacidad auto-reguladora de los mercados, en especial los financieros. Como en avalancha, la opinión pública internacional ha señalado al “Maestro” como el responsable de promover política monetaria (y de regulación financiera) muy laxa en el primer quinquenio de la presente década, en parte como respuesta ante la perspectiva de recesión después de los eventos de septiembre de 2001. La soltura en el crédito de bajo costo y la poca regulación, entre otros factores, pudieron contribuir al surgimiento de burbujas financieras (como la de bienes raíces, caracterizada por la multiplicación de “activos tóxicos”, como se le denominaron en el argot) que, ahora se ve, acabarían por desinflarse llevándose consigo la relativa estabilidad financiera internacional y ampliando las posibilidades de una recesión global para algunos comparable a la de la Gran Depresión.
Algunos académicos, como Dani Rodrik y Jeffrey Sachs, consideran que la situación financiera en Estados Unidos ya ha tocado fondo. Pero eso no es nada alentador: las repercusiones en la economía real apenas comienzan, y ya el diario español El País se ha aventurado a pronosticar una caída en el producto interno estadounidense de aquí al primer trimestre de 2009 que podría significar un aumento de la tasa de desempleo para ubicarse hasta en 8%. En el sentido de amortiguar el impacto en la economía real, el gobierno de Estados Unidos acaba de anunciar el diseño de un plan de apoyo hipotecario mediante transferencias que casi equipara en monto al rescate financiero mismo: 600 mil millones de dólares (mmdd). Pero el mayor riesgo no se corre en la mayor economía del mundo. Claudi Pérez, periodista de aquél diario español, lo resumió bien: “la globalización es para lo bueno y lo malo, y ha llegado la hora de lo malo.” Como si todo lo que se ha visto en septiembre y octubre fuera poco, tanto Rodrik como Sachs han advertido que, en efecto, lo peor aún puede estar por venir, pero manifestándose no en el epicentro de la debacle, sino en la periferia, sea esta desarrollada o no. Alemania, por ejemplo, anunció un plan de rescate y de apoyo a sus empresas que asciende a 50 mil millones de euros.1 Tres países ya han quebrado, y algunos más albergan crisis esperando ocurrir. El Fondo Monetario Internacional (FMI) otorgó en los últimos días de octubre 2 mmdd a Islandia, no necesariamente una economía en desarrollo, después de que sus autoridades económicas declararan la bancarrota (los préstamos bancarios ascendían a 9 veces el producto interno islandés). Días después, el parlamento ucraniano aceptó la recepción de 16.5 mmdd provenientes del organismo multilateral “con el fin de superar el escenario de la crisis”, según las palabras del presidente del parlamento. Casi al mismo tiempo, Hungría acreditaba la recepción de 25 mmdd con acreedores varios (15 mmdd provenientes del FMI, 8.5 mmdd de la Unión Europea y 1.5 mmdd del Banco Mundial).
A la hora de redactar esta nota, Turquía y Pakistán figuraban en la lista de próximos receptores. Las cosas con el FMI han cambiado, según asegura el mismo Fondo y algunos comentaristas, aunque no para todos los países. Para aquellos considerados bajo “buena administración” el FMI ofrece un nuevo producto: un préstamo de corto plazo con condiciones mínimas que asciende a 5 veces el monto de la cuota nacional. México figura dentro de la lista de países que podrían beneficiarse con esta nueva línea de crédito, y ya el gobierno mexicano ha anunciado que se encuentra analizándola. Para algunos, como Rodrik, la mínima condicionalidad de esta línea de crédito es algo positivo, pues muestra que el Fondo ahora sí asumió el carácter de prestamista de última instancia que el sistema internacional requiere en estos días aciagos. Aunado a éste nuevo producto financiero, la Reserva Federal estadounidense (Fed) ha anunciado la creación de una línea swap para contribuir a la disponibilidad de dólares para aquéllos países también considerados bajo buena administración. México, junto con Brasil, Corea del Sur y Singapur, aparece en la lista corta de Washington. Con todo, el mes de octubre culmina para México con una fuente potencial de recursos que ascienden a 50 mmdd (20 mmdd de la línea del Fondo, 30 mmdd de la línea de la Fed) y que equivalen a un 70% del volumen de reservas observado después de la intervención cambiaria.
Las razones que motivan la disponibilidad de dichos recursos son relativamente claras: la probabilidad de que las autoridades de economías emergentes tengan que implementar planes de rescate de índole varia (ya al sistema financiero en su conjunto o a empresas identificadas, ya a la moneda doméstica) no es cercana a cero. Y a diferencia de Estados Unidos o de la Unión Europea, las economías emergentes no cuentan ni con la estabilidad financiera ni con la capacidad fiscal para hacer frente a la turbulencia aún cuando, por esta vez, no lleve el sello de la casa. Por ejemplo, en el caso mexicano ya se sabe que, por un lado, el banco central gastó en pocos días el 10% de sus reservas (unos 8 mmdd) en intervenciones en el mercado cambiario que evitaron, según la institución, que el dólar llegara a subastarse hasta en 20 pesos. También se sabe, por otro lado, que Nacional Financiera otorgó a Comercial Mexicana una línea de crédito de unos 3 mil millones de pesos para que pueda hacer frente a sus compromisos de corto plazo. Otros corporativos, como Cementos Mexicanos y Grupo Soriana, podrían necesitar medidas similares para evitar el desencadenamiento de cualquier crisis en el sistema mexicano de pagos. Si los recursos domésticos para todo ello llegarán a faltar, el gobierno mexicano podrá acceder a los externos gozando de la mínima condicionalidad en las líneas disponibles. Argumentos similares pueden ser aplicables para los casos de otras economías latinoamericanas y de otras regiones del mundo. Sin embargo, como resulta natural, el impacto potencial no es el mismo para las economías emergentes, y acaso se pueda defender la aparente paradoja de que aquellas que tengan índices de integración mayor con la economía global (medidos, por ejemplo, por el cociente de comercio exterior a producto interno, por la diversificación de dicho comercio, o por el acceso a los mercados de capitales) estén en mejor situación para hacer frente a la crisis global.2
De la gran depresión a la gran moderación ¿y viceversa?
La serie de rescates financieros alrededor del mundo, incluyendo los que se pueden vislumbrar en algunos países en desarrollo, ha llevado a la opinión pública internacional a atizar el viejo debate sobre la intervención del estado en la economía. Los presidentes de Iberoamérica, por ejemplo, han anunciado en San Salvador el fin del pensamiento neoliberal, para usar las palabras de Rodríguez Zapatero, y el regreso del estado a la economía, como en las palabras de Lula da Silva. En el mismo tono polémico, pero del otro lado, el influyente semanario británico The Economist, si bien reconoce la necesidad de socializar la pérdida privada cuando de ello depende la sobrevivencia del sistema, se opone a que la crisis derive en una ola global de nacionalizaciones. Pero la posición es mucho más compleja: el semanario sugiere también que los gobiernos, para combatir la recesión que se avecina, tendrán que mostrar un “coraje fiscal”, en forma de estímulos, recortes de impuestos, etc., similar al “coraje financiero” mostrado para evitar el colapso. En una posición similar, y también sin oponerse a la existencia de rescates pagados por los contribuyentes, Kenneth Rogoff, ex-economista del FMI y ahora profesor en Harvard, sugiere que la mejor política posible es la de no bloquear con la intervención una “dinámica saludable y normal” de consolidación y poda en el mercado financiero, pero insiste en que una mejor regulación es parte de la solución de largo plazo.
Incluso el contenido de la campaña presidencial en Estados Unidos (que sitúa a unos, los republicanos, como anti-intervencionistas y pro-mercado y a otros, los demócratas, como regulacionistas y centralistas) alimentó el debate, aunque no necesariamente proveyendo argumentos sólidos.3 Paul Krugman, en uno de sus primeros textos sobre la crisis, concluye tajante que “las tomas de control estatal pueden ser la única vía para hacer funcionar al sistema financiero.” Veamos: control estatal, supervivencia del sistema, estímulo fiscal, regulación e intervención pública, fracaso del “neoliberalismo”, etc. No son pocos los que podrían pensar que todo esto es un nuevo día para el keynesianismo, sobre todo aquellos que gustarían de asegurar que estamos frente a una nueva Gran Depresión. Pero en el detalle se ve que no hay mucho sentido en todo ello, pues mientras el origen de la Gran Depresión se suele ubicar en la operación del sistema económico de entonces, a la sazón muy diferente al actual, tanto tirios como troyanos sitúan el origen de la crisis actual en la esfera del diseño de política económica. Incluso Paul Samuelson, a quien también le tocó observar la Gran Depresión, incluye la errada política monetaria que dio lugar a la crisis actual junto a otras pifias de la política pública estadounidense (como el “asegurar” la victoria militar en Afganistán y en Iraq, o como la misma guerra de Vietnam). La crisis financiera es, en su opinión, un caso más de ese patrón (de éxitos seguidos de fracasos aún peores): al éxito en evitar la recesión después de septiembre de 2001 le sigue el fracaso asociado a la crisis actual.
Pero Samuelson está muy lejos de afirmar que las crisis no se presentan si el sistema funcionara en su forma “pura”, es decir, en ausencia de regulaciones e intervenciones públicas de índole variada. Samuelson dice que dos de las lecciones que obtuvo de la Gran Depresión son, por un lado, que “el capitalismo no puede evitar los ciclos económicos” y, por otro, que “no puede contarse con que los mercados curen por sí solos sus males.” Hay que decir que ambas cosas son ya muy sabidas en macroeconomía contempóranea. De hecho, después de décadas de experiencia de administración macroeconómica, y a la luz del éxito de la misma en muchos sentidos, Samuelson rescata la noción de la “Gran Moderación”, presente en la literatura desde hace ya algún tiempo y entendida como un amortiguamiento del ciclo de negocios (de suerte tal que sus altibajos “son menos pronunciados.”) Ben Bernanke mismo ha sostenido la hipótesis de que dicha moderación se debe a la pericia en el diseño de la política macroeconómica, en especial la fiscal y la monetaria, cuyo análisis y teoría se han exactificado enormemente en las últimas décadas. El debate del gremio, por tanto, no es únicamente sobre términos generales (“intervención o no intervención”), sino sobre la naturaleza concreta de la relación de la entidad pública con los agentes privados (que ahora simula más un juego dinámico de estrategia que un sistema determinista de operación mecánica). Así, viendo las características de las tuberías del sistema económico contemporáneo, por así decir, en las que la interacción entre estado y mercado se encuentra ya enraizada, se puede avanzar la hipótesis de que esta crisis, por cierto ya bajo control relativo, no significa tanto una regresión paradigmática hacia esquemas relativamente superados (tanto teórica como históricamente) como la reafirmación de la vigencia de la analítica particular con la que se analizan dichas características.
De esta forma, por ejemplo, la crisis se hace mas entendible con la hipótesis que Kenneth Rogoff ha presentado recientemente, que da por descontada la importancia de la regulación publica y enfatiza su problemática en ambientes estratégicos. Rogoff, siguiendo a su vez al economista ingles Willem Buiter, sugiere que el caso de la crisis del sistema financiero estadounidense se puede caracterizar por exhibir “captura reguladora”, es decir, una situación en la que la agencia que regula (la Fed) establece reglas que atienden los intereses no del conjunto del sistema, sino de algún grupo particular (los bancos de inversión). Una vez reconocida la importancia de la interacción entre economía y política ya mencionada, el análisis resulta más rico, más potente y más preciso si se enfoca a la filigrana de los fenómenos observados y se trasciende por tanto el ámbito de las generalidades poco concretas, siempre imprecisas, de las campanadas de la historia.
*Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. Estudiante del programa doctoral en economía ecológica impartido en Rensselaer Polytechnic Institute, Estados Unidos. El autor agradece los valiosos comentarios de Carlos Faviel y de Hugo Contreras y los exime de cualquier responsabilidad sobre las opiniones y los posibles errores contenidos en esta nota.
1Aunque algunas de esas empresas no quieren tocar esos recursos públicos, por ser estos “fuente” de comportamientos ineficientes que puedan dañar su reputación, según la opinión de algunos de sus directivos. No obstante, con el paso de los días, uno a uno los bancos alemanes comenzaban a acceder a los recursos disponibles: a principios de noviembre, el Commerzbank, segundo en importancia, solicitó 8.2 mmde del fondo de rescate. Al mismo tiempo, se espera que el BayernLB reciba 5 mmde, y recién se hizo publico que el HSN Nordbank ha solicitado a las autoridades fondos de hasta 30 mmde.
2Casos de mayor vulnerabilidad relativa en la región latinoamericana son los de Venezuela, Bolivia y Argentina. Los primeros dos tienen enfrente un panorama nada alentador, pues las previsibles caídas en precios y cantidades de bienes primarios (dependientes, esos sí, del mercado internacional) afectarán a los ingresos por exportaciones y, por el régimen de propiedad, a los ingresos públicos. El caso argentino enfrenta tanto problemas por el lado de los precios de bienes primarios (que representan sus exportaciones principales y de las que depende gran parte de sus ingresos públicos) como problemas de acceso a los mercados de capital. En el contexto de acceso limitado a los flujos financieros internacionales, diversos analistas critican la intención del gobierno de Kirchner de nacionalizar el fondo de pensiones debido a que consideran que se utilizaría para hacer frente a las obligaciones de deuda de los próximos años.
3Aunque la contradicción discursiva de la campaña republicana, favoreciendo la no-intervención en el contexto de un rescate público de magnitudes épicas, no ayudó a contrarrestar el deterioro de las preferencias electorales por la dupla McCain-Palin en las semanas previas a la votación.
KENNETH ROGOFF 21/09/2008
Después de un año de crisis financiera mundial, varios bancos centrales clave siguen extraordinariamente expuestos a la flojedad de los sectores financieros privados de sus respectivos países. Hasta ahora, la estrategia de mantener los sistemas bancarios con la sonda de alimentación del crédito a corto plazo garantizado por el contribuyente tenía sentido. Pero con el tiempo, los bancos centrales tienen que desenchufar la máquina. De lo contrario acabarán ellos también en cuidados intensivos, cuando las pérdidas crediticias arrollen a sus balances de situación.
La idea de que las mayores economías del mundo sólo se enfrentan a un pánico poco duradero parece cada vez más forzada. Por el contrario, está quedando claro que tras un periodo de beneficios y crecimiento épicos el sector financiero necesita experimentar ahora un periodo de consolidación y poda. Hay que permitir que los bancos débiles se hundan o se fusionen (indemnizando a los depositarios ordinarios con los fondos de garantía estatales) para que los fuertes puedan resurgir con fuerza renovada.
Si éste es el diagnóstico correcto de la crisis financiera, los esfuerzos por bloquear una dinámica saludable y normal no harán más que prolongar y exacerbar el problema. No permitir la consolidación necesaria es debilitar los mercados crediticios, no fortalecerlos.
La Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra están particularmente expuestos. Colectivamente han concedido cientos de miles de millones de euros en préstamos a corto plazo a bancos tradicionales y a complejos bancos de inversión no regulados. Muchos otros bancos centrales observan el movimiento con nerviosismo, perfectamente conscientes de que pronto podrían encontrarse en la misma situación, porque la economía mundial sigue debilitándose y las tasas de morosidad en todo tipo de préstamos siguen aumentando.
Si los bancos centrales se enfrentan a un enorme golpe contra sus balances de situación no será necesariamente el fin del mundo. Ha sucedido antes, por ejemplo, durante la crisis financiera de la década de 1990. Pero la historia da a entender que recuperar el balance de situación de un banco central nunca es agradable. Enfrentado a las pérdidas crediticias, el banco central puede optar por la inflación o por esperar a que los contribuyentes lo recapitalicen. Ambas soluciones son extremadamente traumáticas.
Una inflación desatada causa todo tipo de distorsiones e ineficiencias. (Y no crean que los bancos centrales han descartado el impuesto de la inflación. De hecho, la inflación se disparó durante el año pasado, facilitando oportunamente la necesaria corrección del precio real de la vivienda). Los rescates fiscales, por su parte, rara vez son tranquilos, e inevitablemente ponen en peligro la independencia del banco central.
Está también el tema de la equidad. El sector financiero ha obtenido beneficios extraordinarios, en especial en los países anglohablantes. Y aunque calcular el tamaño de este sector es extremadamente difícil debido a su opacidad y complejidad, las estadísticas oficiales estadounidenses indican que las empresas financieras obtuvieron aproximadamente un tercio de los beneficios empresariales estadounidenses en 2006. Dividendos multimillonarios en Wall Street y en la City londinense se han vuelto algo habitual, y las empresas financieras dominaban las listas de donantes a los principales candidatos políticos a las elecciones presidenciales estadounidenses de 2008.
¿Por qué entonces iban los contribuyentes ordinarios a pagar para rescatar al sector financiero? ¿Por qué no al automovilístico o al siderúrgico, o a cualquiera de los otros sectores que han sufrido recesión en años recientes? Este argumento tiene más fuerza si los bancos centrales recurren al impuesto de la inflación,que recae de manera desproporcionada sobre los pobres, con menos medios para protegerse de los aumentos de precios que debilitan el valor de sus ahorros.
El economista británico Willem Buiter acusa sin rodeos a los bancos centrales y a las autoridades de las haciendas públicas de "captura reguladora" por parte del sector financiero, en especial en Estados Unidos. Es una acusación fuerte, sobre todo si tenemos en cuenta las enormes incertidumbres a las que se enfrentan los bancos centrales y las autoridades de las haciendas públicas. Pero si dichas autoridades no realizan ajustes a medida que avanza la crisis, la acusación de Buiter tal vez parezca menos extrema.
¿Cómo pueden entonces los bancos centrales salir de este profundo agujero? La clave es precisar la distinción entre las empresas financieras cuyas dificultades están causadas verdaderamente por el pánico (y por lo tanto son temporales) y los problemas que son más fundamentales.
Tras un periodo de expansión masiva durante el cual el sector de los servicios financieros casi duplicó su tamaño, lo natural y lo normal es que se produzca una reducción. El problema de los préstamos hipotecarios subprime ha provocado una caída en las líneas de negocio principales de algunas instituciones financieras, en especial sus actividades de derivados, opacas pero extremadamente rentables. Es inevitable que se produzca una contracción del sector. Los bancos centrales tienen que empezar a fomentar la consolidación, en lugar de ampliar indiscriminadamente el crédito.
En principio, el sector financiero puede reducir su tamaño haciendo que cada institución se contraiga de manera proporcional, pongamos, un 15%. Pero éste no es el patrón típico de ningún sector económico. Si los fondos de riqueza soberana quieren entrar y mantener a flote empresas hambrientas de capital con la esperanza de una gran recuperación, debería permitírseles. Pero dichos fondos deberían también comprender que los grandes accionistas extranjeros en empresas financieras pueden ser mucho menos efectivos que los locales a la hora de coaccionar a los bancos centrales para que concedan enormes líneas de crédito sin condiciones.
Es hora de hacer inventario de la crisis y reconocer que el sector financiero está experimentando cambios fundamentales y no es una simple víctima del pánico especulativo contra las hipotecas. Sin duda, una mejor regulación forma parte de la respuesta a largo plazo, pero no es la panacea. Los actuales propietarios de bonos y acciones de empresas financieras deben pagar el precio mayor o habrá pocas esperanzas de que se comporten de manera más responsable en el futuro. -
De El Universal.com.mx Interviene Banxico para frenar alza del dólar |
Ixel González El Universal Ciudad de México Miércoles 08 de octubre de 2008 |
Subastará hoy el Banco de México 2 mil 500 millones de dólares a fin de frenar el aumento del precio de la divisa frente a la moneda nacional |
El Banco de México anunció que subastará 2 mil 500 millones de dólares a partir de hoy a las 12:30 horas. En respuesta, el dólar mayoreo bajó casi 3% a 12.62 pesos por dólar, desde un máximo de 13.20 pesos reportado en la mañana. Además a partir del 9 de octubre y hasta nuevo aviso el Banco de México ofrecerá diariamente 400 millones de dólares mediante una subasta a un tipo de cambio Aunque, esta subasta debería resultar en asignaciones únicamente cuando el tipo de cambio presentara una depreciación superior al 2%. "Ante las condiciones de incertidumbre y falta de liquidez en el mercado cambiario, la Comisión de Cambios ha decidido instrumentar estas medidas", señaló en un comunicado Banxico. El nerviosismo resultante de la crisis financiera mundial está afectando más a los países en desarrollo como los de América Latina, en especial México, que está muy ligado a Estados Unidos. "Esto se explica por los movimientos globales hacia instrumentos de calidad, hacia refugios seguros, que traen como consecuencia pérdida de valor para las monedas de los mercados emergentes", señalaron analistas. Para frenar la incertidumbre los bancos centrales más grandes del mundo han intervenido con el fin de dar liquidez al sistema financiero. "Estos movimientos continuarán mientras el sistema financiero mundial siga sin operar y es posible que sigamos observando a los bancos centrales operar directamente en los mercados, saltándose el sistema financiero", indicó Raúl Feliz, investigador del Centro de Investigación y Docencia Económica. fllq |
PAUL A. SAMUELSON 21/09/2008
La humanidad es más ostra que búho sabio. Tanto en la macroeconomía contemporánea como en la geopolítica contemporánea, los optimistas piensan demasiado pronto que distinguen el comienzo de mejores tiempos.
Antes, Estados Unidos y sus aliados derrotaron a los talibanes en Afganistán. ¿De verdad? Los enemigos extremistas resucitan, como el ave fénix, con mucha frecuencia. Una y otra vez.
Consideren también que el envío de más tropas estadounidenses a Irak parece correcto ahora que ha suscitado esperanzas racionales de que un Irak cooperador (a tres partes) avanza hacia el autogobierno, algo que podría justificar una futura retirada del Ejército estadounidense de ese país. Sin embargo, a los estrategas experimentados no les sorprenderá que los beneficios del creciente aumento de tropas se evaporen de aquí a seis meses.
De Gaulle aprendió por las malas los altibajos franceses en Argelia y Vietnam. Los presidentes Eisenhower, Kennedy, Johnson y Nixon aprendieron lecciones similarmente graves en Vietnam. Al final, sin victoria ni honor vanaglorioso, toda la sangre y la hacienda sacrificados para derrotar al Gobierno izquierdista vietnamita no valieron para nada. [Palabras fuertes. "Para nada".]
Un patrón muy similar a este patrón geopolítico -éxitos seguidos por derrotas cada vez peores- podría hacerse patente en el actual caos financiero. [Planteamiento que refuerza la importancia de la política. Siempre la política. La crisis no es tanto resultado no deseado, proceso emergente, de la interacción de multitudes, como sí lo son otras variables económicas (i.e., precios y cantidades de infinidad de mercados), sino que es más consecuencia de una serie de medidas de política que enmarca, a final de cuentas, esa interacción. Pero la interacción, por sí misma, queda en un segundo plano. Concuerdo con esta visión preliminar de Samuelson. La misma posición, es decir, de reivindicación de la política, se la leí recién a Jeffrey Sachs, en su libro Economía para un planeta abarrotado, que podríamos comentar cuando sea momento. Sachs critica al Banco Mundial y a los que él llama "ideologos del mercado" por suponer que toda la fabulosa infraestructura de comunicaciones en Estados Unidos es resultado de esa interacción masiva en los mercados. No. Es resultado de una medida de política, de un plan organizativo, de una intervención estatal directa, a veces construyendo propiamente la infraestructura, a veces determinando el marco y las reglas que gobiernan esa interacción masiva en el mercado. Él dice que al Banco Mundial y a esos ideólogos se les olvida ese detalle a la hora de sugerir la privatización de la infraestructura de comunicaciones en los países emergentes. Como sea, la política, en este caso de la crisis, levanta su fea cabeza] La Reserva Federal estadounidense y los bancos centrales extranjeros se vieron forzados a ampliar la oferta de crédito. No lo hicieron para proteger a los prestamistas hipotecarios temerarios y a los prestatarios temerarios de sufrir pérdidas de inversión y ejecuciones de hipotecas. Por el contrario, recordando lo gravemente que se hundieron las economías mundiales durante la gran depresión de 1929-1939, los Gobiernos modernos han actuado con rapidez para inclinarse contra los vientos adversos de la recesión.
Cuando la Reserva Federal ayudó al fondo de cobertura Long Term Capital Management mediante una ayuda financiera diseñada en 1998, la motivación fue mantener viva la prosperidad comercial de 1995-2000. Los seguidores de las actuaciones del presidente Herbert Hoover y del secretario del Tesoro Andrew Mellon en 1929 critican estas ayudas estatales porque fomentan el "riesgo moral", es decir, un aumento de la inversión arriesgada en el futuro debido a las expectativas de un rescate inmerecido.
La mayoría de mis compañeros macroeconomistas son en su mayoría demasiado jóvenes para recordar la gran depresión. Siendo alumno de la conservadora Universidad de Chicago, yo la percibí ampliamente dentro y fuera del aula. Y saqué varias lecciones permanentes:
1. El capitalismo puro no puede evitar algunos ciclos económicos. Y tampoco puede contarse con que los mercados curen por sí solos sus males. [Así, en menos de dos líneas, se percibe la madurez de la comprensión de Samuelson... ¿Qué se concluye de estas dos frases? La necesidad de la regulación y la intervención... Les haría bien a quienes piensan que Samuelson es uno de esos "ideólogos del mercado" leerle, ya sea en esta nota de diario, ya sea en este artículo, en el que pone a muchos de esos "macroeconomistas jóvenes" que piensan acríticamente en las bondades de la globalización en su lugar...]
2. Las medidas adoptadas por la Reserva Federal de subir y bajar los tipos de interés a corto plazo en una inclinación contra el viento pueden definitivamente amortiguar la volatilidad de la macroactividad comercial real. Éste no es un mero deseo académico. Desde 1989, nosotros y el mundo hemos disfrutado de hecho de una especie de gran moderación: ciclos empresariales con altibajos menos pronunciados. [La Gran Moderación. Demasiado interesante...¿A qué se debe? ¿A agentes más prudentes que han domado su espíritu animal? Ya vemos que en el mercado hipotecario de EU no había mucha prudencia...como no la hay en muchos otros lados... No, esa gran moderación, una suerte de "achatamiento" del ciclo de negocios se debería más a la regulación macroeconómica, a las políticas monetaria y fiscal, cuyo análisis y teoría se han exactificado enormemente en las últimas decadas... Ben Bernanke, el de la Fed, tiene la idea de que esa moderación se debe al aprendizaje de los "policymakers", y es probable que lleve mucha razón...]
3. Sin embargo, en momentos de alteraciones más graves -1929-1933 o 2007-2008-, las alteraciones por parte de los bancos centrales de sus objetivos de tipo de interés a largo plazo se vuelven cada vez más impotentes. Los tipos de interés cercanos a cero sólo sirven para fomentar la acaparación, no para gastar dinero.
4. Por último, en tiempos de severas crisis relacionadas con la oferta -como ahora y en la década de 1970-, cuando los precios del petróleo de la OPEP se cuadruplican de la noche a la mañana al mismo tiempo que las cosechas y la producción mundial de metales sufren y los precios de las materias primas se encuentran en una burbuja ascendente, una economía sufre una estanflación maligna: aumento del desempleo al mismo tiempo que la inflación total se desboca. [un momento...¿dijo 1970?]
Por desgracia, el mismo zigzag entre el optimismo y el pesimismo es endémico en la batalla entre las paridades del dólar estadounidense y las del euro, el yen japonés o el won coreano. Hace un mes, la ligera mejora de las exportaciones estadounidenses revitalizó el nivel del dólar respecto al euro y otras monedas principales.
Genial, quizá, para los especuladores de gatillo fácil. Sin embargo, el gráfico a largo plazo de los déficits de la balanza de pagos total de Estados Unidos sólo muestra contoneos en su crónica tendencia ascendente. Si esto le produce pesadillas a Warren Buffett, quizá las masas de estadounidenses que gastan en exceso se percaten también.
Si a los economistas nos hubiesen dicho en 2007 lo dura que sería la tormenta perfecta de los mercados financieros que se ha producido de hecho en 2008, creo que habríamos predicho racionalmente una recesión económica global en Estados Unidos mucho peor de lo que ha sido hasta ahora. ¿Pero cuánto va a durar? No contengan la respiración.
Temo que debemos esperar nuevas debilidades macroeconómicas, y probablemente persistirán durante todo 2009. A mediados de septiembre nos llegaba la noticia de la quiebra de Lehman Brothers, el cuarto mayor banco de inversión estadounidense. Tengo que aprobar la decisión de no avalarlo como se había hecho antes con Bear Sterns.
De nuevo sufrieron golpes duros sociedades gigantes como Citigroup y American Investment Group (seguros). Cuando nadie salió en ayuda de Merrill Lynch, la mayor casa de corretaje minorista estadounidense, Bank of America la engulló.
Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal, admitía públicamente que la tormenta perfecta sufrida por Wall Street a mediados de septiembre es un suceso peor, de esos que se dan "una vez en un siglo" [bueno... a ver... esta afirmación debiera ser tomada más como una broma que como conclusión del análisis... en primera, la frase "una vez en un siglo" carece de significancia estadística, y, si a esas vamos, pues ya tuvimos el '29, el '73 y ahora el '08...sí, todo en menos de 100 años...] . Por eso es extraño que el 16 de septiembre el Comité de Mercado Abierto de la Reserva Federal se negara a reducir un poco sus tipos de interés y dijera que no a un nuevo crédito de apoyo. Aunque éste sea un pecado venial, no mortal, me sigue pareciendo que el mayor fallo del gobernador Ben Bernanke es el de no recordar que, ante todo, la razón de ser de los bancos centrales es la de constituirse en prestamista de último recurso cuando una sociedad de mercado democrática se ve golpeada por la calamidad más grave.
Espero que Bernanke acabe teniendo razón y que yo me haya equivocado. [Pues no...como se ve ahora, fácilmente, a dos semanas del lunes negro...los bancos centrales del mundo han anunciado reducciones a las tasas...aunque hay bancos centrales "atípicos", como el Banxico, que incluso podrían elevarlas...siempre a contracorriente, como acostumbran...]
JAQUE MATE Gasolinazo |
El sábado pasado, en diversas ciudades del país, miles de ciudadanos se manifestaron para protestar por el colapso de la seguridad pública y para exigir el fortalecimiento del combate policial y judicial a la delincuencia [decir miles está bien. pero bien pudieron decir decenas de miles, o más precisamente, centenares de miles...pero a lo mejor se veía muy masivo el asunto, y a lo mejor les echaba por tierra la hipótesis de que eran solo los fresas quienes marchaban...]. La gran mayoría de los participantes tuvo como motivaciones el dolor y la rabia por haber sido –en sus propias personas o en las de allegados– víctimas de la criminalidad organizada o bien por el deseo de solidarizarse con quienes han sido afectados por ella. Como ocurrió en demostraciones precedentes –1997 y 2004– la mayor parte de la concurrencia estuvo integrada por personas de clase media y alta, lo cual no resta legitimidad a la exasperación, pero sí produjo un sesgo conceptual inevitable: se marchó no contra la delincuencia y la corrupción en general, sino contra el asalto, el secuestro con demanda de rescate, los homicidios y las lesiones que se perpetran en el ámbito de esos ilícitos. [zaz... la manera de sacar conclusiones es increíble. de verdad es de no creer este párrafo. La Jornada no entendió el asunto de la movilización. Es una falta de respeto a los asistentes a esa marcha...La Jornada sencillamente piensa que las clases medias son cortas de miras y cortas de análisis. La Jornada no comprendió que otro de los motivos de la marcha era una protesta ante la clase política toda, que incluye al subconjunto con el que La Jornada tiene compromisos ideológicos y materiales...]
Tal percepción superficial e incompleta del fenómeno delictivo que se extiende por el país armoniza plenamente con lo que ha hecho hasta ahora el grupo en el poder y alimenta, desde abajo, sus tentaciones de autoritarismo. [repitamos las palabras: "percepción superficial e incompleta", "armoniza plenamente"... es de no creer!!! A partir de este momento, los asistentes a la marcha no sólo quedan como mensos e iletrados, sino que quedan como "calderonistas"...pobres clase-medieros...que alguien los ayude] Resulta alarmante, por ejemplo, que en las manifestaciones se haya escuchado la insistente petición de establecer en México la pena de muerte, una práctica bárbara y regresiva que no sirve para disminuir la criminalidad, pero que degrada, en cambio, a la sociedad en su conjunto y la coloca en el mismo nivel moral que el de los delincuentes. [En algo tenía que haber acuerdo. Ya se dijo antes en esta bitácora que dicha demanda es reprobable. En todo caso, La Jornada no tendría por qué discriminar sociedades, y no olvidarse que de vez en vez publica los escritos de Fidel Castro, quien aplicó la pena de muerte por fusilamiento a algunos "detractores de la revolución" hace algunos años....Pero tal vez estiman que el "Así no" que sacó el diario como editorial entonces haya sido suficiente para curarse en salud...]
Ayer, los convocantes de las marchas llevaron a Los Pinos sus peticiones y lograron que el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, decidiera crear al vapor un Instituto de Prevención del Delito, en el que participarán ciudadanos que bien podrían ser los mismos organizadores de las manifestaciones. [pero bien podrían ser otros ciudadanos... ¿qué clase de editorial es éste? vaya manera de plantear los hechos...]
El establecimiento de una nueva instancia burocrática difícilmente podrá, por sí mismo, contrarrestar el pavoroso derrumbe de la seguridad pública. En cambio, las expresiones de descontento del sábado han dado un argumento a quienes, desde el poder público, pretenden profundizar, extender y consolidar las estrategias de “mano dura” en vigor, por más que éstas, si no han incrementado la inseguridad y el poderío de las bandas delictivas, han sido al menos inútiles para reducir tales fenómenos.
En contraste con las movilizaciones realizadas con el lema de “Iluminar México”, respaldadas por campañas publicitarias masivas y costosas, y promovidas y exaltadas por el conjunto de medios electrónicos privados, así como por la mayor parte de los medios impresos, [medios privados... como si La Jornada no lo fuera] el movimiento ciudadano en defensa del petróleo se congregó ayer en el Monumento a la Revolución en medio de un férreo bloqueo informativo, y sin más instrumentos regulares de convocatoria que volantes y correos electrónicos. [los buenos contra los malos] Al margen de las cifras de asistencia a actos de masas, siempre polémicas y cuestionables, las muchedumbres de uno y otro acto tendrían que ser medidas no entre ellas, sino en relación con los aparatos de promoción de que dispusieron. [a ver...¿cuántos somos?...¿cuántos son ustedes?...¿quién gana?...pareciera que esa es la medida de cualquier movimiento...la muchedumbre que concentra, y no el verdadero alcance y la factibilidad de plataformas, que es función de lo anterior, pero no solo...] Del efectuado ayer puede concluirse la persistencia de una porción de sociedad que no requiere de la televisión comercial para convocarse a sí misma y que mantiene viva su oposición frontal a las políticas gubernamentales en curso. [mmm....¿que tan frontal es una oposición que es cercana al PRD, partido que gobierna y legisla?... no creo que mucho]
Si bien las partes centrales del discurso de Andrés Manuel López Obrador, principal orador en esa concentración, fueron el llamado a rechazar la privatización de la industria petrolera y la denuncia de un posible desvío multimillonario de recursos en Pemex –en 2004 la dirección de la paraestatal invirtió mil 135 millones de dólares en la adquisición de un buque-tanque cuyo precio de mercado era de menos de 230 millones–[cuestión que al parecer se desmonorona por infundada, pero que sirve de momento para darle sentido a la concentración y al discurso...], el tema de la inseguridad y las marchas de la víspera estuvieron presentes en la alocución. En contraste con la insistencia oficial de combatir la delincuencia mediante recursos únicamente penales, policiales y militares, el ex candidato presidencial señaló que la violencia, la inseguridad y el poder logrado por la criminalidad son resultados inevitables de cinco lustros de estancamiento económico, políticas antipopulares, falta de empleo y deterioro sostenido de la educación pública. En consecuencia, dijo, para hacer frente al auge de la criminalidad es necesario revertir el modelo neoliberal aún vigente. [tesis que olvida que el asunto también tiene ya serios aspectos culturales]
Por lo que se refiere a la seguridad pública, en suma, como en otros tantos temas, el país está dividido, por más que el discurso oficial y los medios privados se empeñen en presentar como el todo de la sociedad a la parte que los respalda y que responde a sus convocatorias. ["No nos perroconfundan, que no todos somos iguales..." Una cosa es observar la división de la sociedad mexicana. Otra cosa es aceptar y promover esa división como si fuera deseable. ¿A qué le tiran?]