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La Macro post-crisis...

Hay una suerte de revuelo sobre esta pieza de Krugman que salió hace unos días en su diario favorito.

Actualización: Krugman da un post-script a su texto aquí, en el que menciona aquél artículo de Discover puesto arriba... El asunto se relaciona con una entrada que lleva un rato en el almacén, añejándose (sin necesariamente ponerse buena... no es vino)...Espero retomar...

Nueva actualización:

Cochrane le da con todo a Krugman

Levine hace lo propio

...si los días fueran de 36 horas...

Econometría y Ciencia: Las ideas al vuelo de Ricardo Medina


Con todo respeto. No se puede resistir el juego de palabras con el título de su columna.
Pero es que no se puede estar de acuerdo con su columna "El Enigma de la Recuperación." Yo no soy econometrista. Pero no por ello desestimo el poder analítico de dicho conjunto de herramientas. Hay que responder a estas críticas mal fundadas pues a veces funcionan como pretextos autoreforzadores entre estudiantes que no quieren quemarse las pestañas estudiando econometría o matemáticas...





Aquí el vínculo

Aquí la columna, comentada en rojo, que ya hacía tiempo no lo hacíamos...

El enigma de la recuperación

La econometría es una herramienta más en la lucha de los economistas por entender la realidad de la que se ocupan – que no es otra que discernir cuáles asignaciones de recursos resultan más o menos eficientes, entre varias opciones, para enfrentar la escasez- e incluso, para algunos optimistas incorregibles, la econometría podría ser útil para elaborar pronósticos acertados.

[Pero entonces estamos llenos de optimistas incorregibles...]

Esto último es mero abuso de la econometría. Es ponerle numeritos a los horóscopos. Una variante del “wishful thinking”, ensoñación que el diccionario Webster describe así: the attribution of reality to what one wishes to be true or the tenuous justification of what one wants to believe

Mero abuso de la econometría! ¡Ponerle numéritos a los horóscopos! ¿Quién iba a decir que la política económica mundial estuviera diseñada por aprendices de Walter Mercado?]

Hay indicios de que los mercados mundiales creen que lo peor del golpe recesivo ya pasó. Los mercados – que no son otra cosa que personas de carne y hueso arriesgando recursos propios- suelen ser más acertados que los econometristas de laboratorio y mucho más certeros que los profetas interesados en que la realidad se ajuste a sus cartabones ideológicos.

[Los mercados: personas de carne y hueso arriesgando recursos propios que suelen ser más acertadas que los econometristas... ¿Y se ha tomado la molestia Medina de preguntar qué usan "los mercados" para elaborar pronósticos y determinar en dónde arriesgar los recursos propios? Digo, no creo que usen econometría, que puesta a adivinar es pura chapucería barata.... (Aquí aplica el "Si no se ha dado cuenta, Srita., estoy siendo irónico"...)]

La economía, comparada con otras ciencias, tiene pocas certezas que ofrecer. En el terreno de las disciplinas que estudian la conducta humana, con el auxilio de herramientas matemáticas y a través de métodos más o menos experimentales, terreno al que pertenece la economía, el principio de incertidumbre del físico Werner Heisenberger (enunciado en 1927) se vuelve algo así como el principio de lo incognoscible.

[La economía no tiene certezas que ofrecer, claro, comparada, digamos, con la física cuántica :o) No quiero ser necio, pero no veo cómo el principio de incertidumbre de Heisenberg se aplique a cualquier cosa en ciencias sociales. Me parece que Medina cae en el lenguaje: es más o menos sabido que "principio de incertidumbre" es mala traducción del alemán, que más bien qusiera decir "principio de indeterminación". Indeterminación no es no-cognición (no es lo mismo no saber cosas, que saber que no se pueden saber cosas...para muestra, el desarrollo tecnológico basado en el avance teórico cuántico...). Es común, pero erróneo, trasladar la "incertidumbre" de Heisenberg, que es más indeterminación, a la incertidumbre de la que se ocupa la economía, que es más estadística y probabilística...y ZAZ que creen? Una excelente herramienta para lidiar con esta incertidumbre es..tamborileo... la econometría!!!...]

Sabemos que habrá recuperación, sospechamos, gracias a los mercados y a un puñado de indicadores – digamos la venta de nuevas casas en Estados Unidos –, que ya se “tocó piso” o casi, pero no sabemos mucho más. Ponerle numeritos a esas u otras conjeturas podrá ser, en todo caso, un juego divertido o una estratagema para defender o atacar a tal o cual gobierno, a tal o cual ideología, a tal o cual creencia, pero nada tiene que ver con la ciencia.

[Sospechamos que habrá recuperación. Pero "sospecha" no es lo mismo que "pronóstico". Pero ¡aguas Ricardo!, no vayas a hacer un pronóstico basado en mera adivinanza... Ah! "Lo dicen los mercados". Ah bueno, ya con eso. "Los mercados" sí saben, ya se ve. Así que hay que prestar atención a la venta de nuevas casas para saber si indica recuperación. Para eso hay que ver cómo se ha comportado dicha variable en pasadas recesiones (ya provocadas por crisis financieras, ya por asuntos cambiarios) y hacer pruebas de hipótesis para ver si tiene o no tiene un efecto estadísticamente significativo antecediendo la recuperación... Chin! eso quiere decir que hay que ponerse a hacer econometría! Pero Medina dice que eso es "ponerle numeritos a las conjeturas"... "hacer un juego divertido para defender o atacar gobiernos". "Nada que ver con la ciencia". Caray. Que proposición mas desafortunada e incorrecta. Pocas herramientas son tan transmisibles y tan poderosas como la econometría. Estirando las palabras, es una herramienta que democratiza la ciencia de la predicción (aunque la "democratización" requiera de un año de estudio fuerte para aprender sus virtudes y sus limitaciones). No por nada otras disciplinas "fuertes", como las ingenierias, las matemáticas aplicadas, o la física estadística, estén recurriendo más y más a ese artificio que se perfeccionó en el gremio... Qué lástima que Ricardo sólo vea en algo que no comprende a cabalidad herramientas ideológicas...]

Mucho menos hemos logrado, en economía, dilucidar con exactitud la cadena de causas y efectos detrás de las recuperaciones.

[A riesgo de que los 4 lectores (Catón dixit) me recenten el "neoliberal", bien haría Medina en leer a Friedman y Schwartz con su recuento de la gran depresión y de la recuperación posterior. También podría revisar el trabajo de Bernanke, experto él mismo en depresiones y recuperaciones. Pero también haría muy bien en explicar qué quiere decir con "exactitud". Si exactitud es "Un auto a 100km por hora hace 2 horas recorriendo 200 kilometros" pues entonces está peleando con enemigos a modo.]

Cuando se verifique el repunte de la actividad económica en Estados Unidos no sabremos a ciencia cierta si fue por las carretadas de dinero público o porque alguien atinó a las palabras que hicieron recobrar la confianza o simplemente porque millones de personas siguieron trabajando, se ajustaron el cinturón, aceptaron pérdidas y se levantaron…

[No pues ¿quién está acudiendo a la conjetura indemostrable? Con todo respeto, si no se entera Medina "a ciencia cierta" de las razones de la recuperación, bien podría ponerse a revisar el debate del gremio, sobre el que hemos venido hablando en esta bitácora y precisar, de nuevo, qué quiere decir con "a ciencia cierta". Certeza en ciencias sociales no es lo mismo que certeza en ciencias duras. ]

Es la “ciencia” de muchos enigmas no resueltos. Por lo pronto, hay indicios de recuperación y la mayor parte de las carretadas de dinero público aún no se ejercen…Tal vez lo más honesto sería ahorrarle todo ese dinero a los sufridos contribuyentes.

[De nuevo. Sobre los supuestos indicios de recuperación: http://gregmankiw.blogspot.com/2009/03/wanna-bet-some-of-that-nobel-money.html También vaya este artículo, cuyo anuncio vi en el blog de Mankiw, sobre recesiones y recuperaciones. Aquí el abstract:
Abstract
Using panel data for a large set of high-income, emerging market, developing, and transition countries, we find robust evidence that the large output loss from financial crises and some types of political crises is highly persistent. The results on financial crises are also highly robust to the assumption on exogeneity. Moreover, we find strong evidence of growth over optimism before financial crises. We also find a distinction between the output impact of civil wars versus other crises, in that there is a partial output rebound for civil wars but no significant rebound for financial crises or the other political crises. (JEL D72, D74, E32, E44, O17, O47)

A lo mejor Medina es la versión doméstica de ese "sobre optimismo" sobre la recuperación. La literatura económica, en su conjunto, es bastante menos conclusiva. Pero a lo mejor Medina no quiere prestar atención a la literatura económica porque usa econometría, como el estudio referido. También sería honesto de su parte anunciar a sus lectores que su desestimación por la econometría le lleva a desestimar a la disciplina casi en su completitud, pues es la herramienta mas usada, aunque no la única, en sus estudios empíricos]

El mito de la recuperación económica...

El debate académico respecto la crisis financiera internacional podría ser dividido en tres etapas.
  • El desenvolvimiento de la crisis (Regulación excesiva vs regulación laxa)
  • El paquete de estímulo (¿Qué tanto es tantito?)
  • El inicio de la recuperación (Crecimiento rápido o crecimiento lento, "if any")
A pesar de lo diverso y disperso del gremio, pareciera que el debate ha sido llevado a cabo por un conjunto muy pequeño de personajes ubicados en el corazón mismo del mainstream (Gente asociada a la FED, en la vertiente monetaria, académicos "estrella", en la fiscal y "general," por así decir) (Bernanke, Taylor, Mankiw, Krugman, DeLong, Fama, Rubini, Rodrik, Acemoglu, Samuelson, Stiglitz, Lucas, ...)

Y para añadirle candela al asunto, el intercambio entre Mankiw y Krugman ha subido de tono aún. Mankiw retó a Krugman a apostar plata sobre sus respectivos pronósticos de recuperación. Krugman, pa decirlo rápido, se rajó.

http://gregmankiw.blogspot.com/2009/05/paul-krugman-concedes.html




Sobre el decrecimiento sostenible de Martínez Alier


Martínez Alier, aunque catalán, es uno de los fundadores y divulgadores en lengua castellana más importantes de la economía ecológica. Además, tiene participación en las izquierdas españolas y catalanas...De allí resalta un intercambio epistolar sobre anarquismo que mantuviera con Manuel Sacristán y que fuera publicado en el número 8 de Materiales. No cuento con ningún enlace a alguna versión electrónica a dicho intercambio. Pero aquí Fco. Fernández Buey discute un poco sobre eso.

Pues bien, ahora, en el año 2009, Martínez Alier disctute un poco sobre la crisis, el keynesianismo como moda renovada, y sobre ese artefacto llamado decrecimiento sostenible...

Aquí reproducimos el artículo, que se comenta brevemente más abajo...

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Decrecimiento sostenible
Joan Martínez Alier · · · · ·
22/02/09

La crisis económica actual ha puesto a John Maynard Keynes de moda porque existe capacidad industrial en las economías occidentales que no se aprovecha. Ante el aumento del desempleo, la receta adecuada es un mayor gasto público. Así habrá dinero para cambiar de automóvil y comprar el exceso de viviendas que deprime la industria de la construcción en Estados Unidos, en Reino Unido y en España. Keynes quería que la economía saliera de la crisis de 1929. Dijo explícitamente que lo que ocurriera a largo plazo, una vez la economía se recuperara de las dificultades, no le importaba. Fueron economistas posteriores como Harrod y Domar los que convirtieron el keynesianismo en una doctrina de crecimiento económico a largo plazo. Más tarde llegaron o resucitaron los neoliberales como Hayek, quienes aseguraron que el mercado sabía mucho más que el Estado. Ahora estamos escuchando a banqueros que piden que nacionalicen sus bancos, por favor. Estamos viendo la resurrección de Keynes (o su reencarnación en Krugman y Stiglitz). Pero podemos preguntarnos, ¿un Keynes de corto plazo, para salir de la crisis, o un Keynes también de largo plazo para seguir una senda virtuosa de crecimiento económico?

Es ahí donde entra la actual crítica de la Economía Ecológica. El crecimiento económico se ha basado en la energía del carbón, el petróleo y el gas natural. Parece aconsejable un keynesianismo verde que aumente la inversión pública en conservación de energía, en instalaciones fotovoltaicas, en transporte público urbano y rehabilitación de viviendas, en agricultura orgánica. Pero no lo parece continuar en la fe del crecimiento económico. En los países ricos debe darse un ligero decrecimiento económico que sea socialmente sostenible. Debemos entrar en una transición socio-ecológica. La economía ha de decrecer en términos de materiales y de consumo energético. Existe ya un acuerdo social en Europa para que las emisiones de dióxido de carbono se recorten un 20% con respecto a las de 1990, pero lo que no se había previsto es que, de hecho, al decrecer el PIB esas emisiones ya están disminuyendo.

Pero no sólo hay razones ecológicas para el decrecimiento. Hay psicólogos que han averiguado que la felicidad no aumenta con el aumento del PIB per cápita. Mejor dicho, sí que aumenta a niveles muy bajos, pero no después. Ahora bien, el decrecimiento económico provoca dificultades sociales que hemos de afrontar para que la propuesta antes citada pueda ser socialmente aceptada. Si la productividad del trabajo (por ejemplo, el número de automóviles que un trabajador produce al año) crece el 2% anualmente pero la economía no hace lo propio, eso llevará a un aumento del desempleo. La respuesta ha de ser doble. Los aumentos de productividad no están bien medidos. Si hay sustitución de energía humana por energía de máquinas, ¿los precios de esta energía tienen en cuenta el agotamiento de recursos, las externalidades negativas? Sabemos que no es así. Además, hay que separar el derecho a recibir una remuneración del hecho de tener empleo asalariado. Esa separación ya existe en muchos casos (niños y jóvenes, pensionistas, personas que perciben el seguro de desempleo), pero debe ampliarse más. Hay que redefinir el significado de 'empleo' -teniendo en cuenta los servicios domésticos no remunerados y el sector del voluntariado- y hay que introducir o ampliar la cobertura de la Renta de Ciudadano o Renta Básica.

Cabe plantear otra objeción. ¿Quién pagará la montaña de créditos, las hipotecas y la deuda pública si la economía no crece? La respuesta debe ser que nadie. No podemos forzar a la economía a crecer al ritmo del interés compuesto con que se acumulan las deudas. El sistema financiero debe tener reglas distintas de las actuales. En Europa y Estados Unidos lo que es nuevo no es, pues, el keynesianismo, ni tan sólo el keynesianismo verde. Lo nuevo es el movimiento social por el decrecimiento sostenible. La crisis abre expectativas para nuevas instituciones y hábitos sociales. El objetivo en los países ricos debe ser vivir de forma óptima dejando de lado el imperativo del crecimiento económico.


Joan Martínez Alier es catedrático del Departamento de Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona


Las provincias, 21 febrero 2009
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Me parece que no es el primero en señalar las "virtudes" ecológicas de cualquier crisis [las emisiones caen al caer la actividad económica]- En mi opinión, esta cuestión de cantidades no tiene importancia práctica: sin transición tecnológica, las emisiones regresarán a su nivel y tendencia [alcista, por cierto] una vez la actividad económica retome el dinamismo. Si es que ocurre, habremos retrasado con eso algun tiempito la catástrofe climática, para lo que eso sirva. ¿Por qué no cacareamos? Martínez acierta al tocar el punto de las posibilidades de cambio tecnológico como parte del estimulo [lo que llama "keynesianismo verde"]. Para desgracia de esta posición, la cuestión de costos relativos y de oportunidades de sustitución efectiva no siguen las necesidades de los burócratas que asignarían el presupuesto a cuestiones "verdes"... A pesar de todo lo que se habla al respecto, me parece que no hay mucha perspectiva de un estímulo verde de verdad...Mucho menos cuando es prioridad del equipo de Obama quemar el carbón que existe en el territorio estadounidense.

Pero este asunto queda disminuido cuando se toma en cuenta la verdadera tesis que avanza Martínez. Un decrecimiento sostenible en los países ricos. Sin duda, una tesis interesante, aunque en mi opinión ha dejado fuera un par de consideraciones que pueden matizar cualquier apoyo a dicha idea. Sin duda, habrá quienes desde un ecologismo entusiasta apoyen esta noción, y hagan por tanto activismo político. Esto es positivo al tener el efecto de cuestionar los impactos indirectos del consumismo occidental en los países ricos... No obstante, esta crítica estaría mal orientada, sobre todo cuando buena parte del crecimiento económico planetario no ocurre en los países ricos, sino en las naciones que se desarrollan, en particular India y China. No se trata de que los estadounidenses, los ingleses o los españoles no cambien el auto cada año, o no se compren el tercer ipod, sino de que los chinos, los indúes, los latinoamericanos (y mas tarde los africanos) querrán participar de ese "consumismo irracional". Para ser sostenible, cualquier decrecimiento tendría que enfocarse en las clases medias de las economías en desarrollo. Pero las implicaciones éticas de esto no son tan sencillas como las implicadas en pedirle a los ricos que ya no consuman tanto...o peor aún: imagínense al primer mundo, tan ostentoso como es, diciéndole a los que se desarrollan que ellos ya no pueden aspirar al desarrollo, y que tendrán que conformarse con un menor consumo... Estas consideraciones internacionales, a mi juicio, restan relevancia a esta noción del "decrecimiento" sostenible en los países ricos...

Otra cuestión que no se toca en la idea de Martínez: gran parte de los productos de exportación de los países en desarrollo se venden en los mercados de los países ricos. Un decrecimiento en estos mercados tendrá el efecto de reducciones en el empleo en los países periféricos. Martínez no dice nada sobre cómo resolver esta cuestión.

Por último, viene la cuestión poblacional. Enfocarse en el crecimiento económico muchas veces lleva a olvidar el asunto demográfico. España misma tiene ahora una política que incentiva el incremento demográfico. Gran parte de Europa se encuentra en esa situación. Habrá crecimiento económico, aunque no quieran, por esta razón. Es mucho más sostenible apoyar políticas poblacionales que decir "no hay que consumir tanto"... Ahora somos sólo dos tercios los que seremos en una generación adelante. El tercer tercio que hace falta nacerá en Asia, América Latina y Africa, allí donde el crecimiento económico, antes de ser sostenible o no, es una necesidad por ser la diferencia entre la vida y la muerte para mucha gente. Considerando esto último, pedir un "decrecimiento sostenible" en los paises ricos nada más parece muy cómodo. Mejor sería pedir que una mayor parte del crecimiento económico en el mundo desarrollado se aplique como asistencia al desarrollo. Luego, sí, podemos hablar sobre un cambio en los patrones de consumo en el mundo rico, y sus posibilidades en el mundo desarrollado... Pero no creo que sea adecuado avanzar la noción de que no hay que crecer cuando una fracción sustancial de la población mundial no tiene agua potable, muere de enfermedades curables, no tiene accesso a la educación, etc., etc.

El debate sobre el estímulo fiscal.

Parece que el debate sobre la crisis financiera, que ahora ha tomado al estímulo fiscal como objeto central, se dirime no en la investigación económica de frontera, sino en sus cuestiones elementales. Muchos, como Krugman, argumentan que ya no hay modo de sacar política monetaria. La razón? Le economía de EEUU está en la trampa de líquidez, de forma tal que no hay modo de sacarse una expansión monetaria de la manga. Otros, como Lucas, argumentan que sí, que aún hay modo utilizando a la política monetaria. Y más aún: que ese, el monetario, es el único modo. 

El debate, pa decirlo pronto, se pone bueno. 


MV=PY

  • Y con esa ecuación, Brad DeLong, de la UC en Berkeley, se desespera por lo que, en su juicio, es un error garrafal de John Cochrane, ni más ni menos. DeLong dice que es un error básico, de aquellos que cometen los estudiantes introductorios. Aquí, Cochrane dice que una vez que no hay política monetaria, y si Y=C+I+G, cualquier incremento en G lleva a disminiciones de C o I. Hay crowding-out uno a uno. Por eso, dice Cochrane, el estímulo fiscal es mala idea. Pero, como se ve, eso sólo se sostiene si uno ha supuesto que V es constante junto con M y P. Y ese, dice Delong, es un supuesto heroico. Aquí, Delong da un breve ejemplo de cómo V puede cambiar. 

  • Aquí, Mario Rizzo documenta alguna incredulidad del mismo Keynes respecto la pertinencia de la expansión en el gasto público.

Política, analísis e ideología: Krugman y Mankiw

Krugman y su diario favorito

Antes ya habíamos visto que los dos se llevan bien, a pesar de algún malentendendido. Pero hay ocasiones en que las fricciones pueden cambiar las cosas. Esta crisis, tan llevada y tan traída, ha provocado, en efecto, reacciones inesperadas de muchos economistas, incluidos los de "calibre" como Krugman y Mankiw, entre muchos otros. Después de ver durante varios meses las reacciones de ambos, me parece que Krugman se ha dejado llevar más por la pasión política que por la fundamentación analítica. Por lo menos eso es lo que se destila de su bitácora. 


Krugman tiene los reflectores encima (no sólo por su influencia bien ganada en una deslumbrante carrera académica, sino por la que viene de más por haber recibido el Nobel), acaso un poco más que Mankiw, y es por ello que sus opiniones y críticas suelen viajar por el cyberespacio con más velocidad. Krugman se queja ahora de que la ideología y la política han opacado el análisis de los economistas en torno al paquete de estímulo fiscal. Los economistas mencionados en la crítica han defendido argumentos analíticos contrarios a los que defiende Krugman. Esos economistas, además, son "conservadores", a decir del Nobel 2008. En esa lista Krugman incluye a Mankiw por el simple hecho de ser conservador, pues incluso K revela que no sabe la opinión de M sobre el mencionado paquete. Uff! 

O sea que si eres un economista que has defendido un punto de vista contrario al de Krugman, y si para colmo eres "conservador", pues te habrá sucedido que tu ideología y tu agenda personal te han opacado la vista y han sesgado tu análisis. O peor aún, si eres nomás conservador, pues ¡ni modo! seguro tu inocultable agenda política te impide hacer buena economía. Lo curioso es que, de seguro, a Krugman mismo no le pasa eso mismo, ni a los economistas que defiendan puntos de vista con los que él concuerde. Rogoff criticó esa misma actitud (la certeza de estar siempre en lo correcto) a otro Nobel, a Stiglitz, en una carta abierta que debiera ser un clásico. 
Desde esta trinchera habíamos visto con buenos ojos el beneficio potencial de tener a Krugman entre los Nóbeles. Por de pronto, me parece que no está aprovechando ese capital, y acaso se acerca peligrosamente al comportamiento de Stiglitz, por lo menos en lo que hace a las relaciones con sus pares y algunas de sus opiniones de coyuntura, y que fue sucintamente descrito por Rogoff en esa carta abierta (que, parece, no tiene aún respuesta). 

A veces se suele pensar que los Nobeles son alguna especie de máquina tira-líneas a quienes hay que acudir para escuchar la última neta. Pues no. Los casos de Krugman y Stiglitz están allí para recordar que la figura del Nobel es, a final de cuentas, una figura humana, con sus gustos y manías, sus virtudes y sus agendas políticas personales y no tanto.

Aquí parte de la entrada del blog de Krugman:

What’s been disturbing, however, is the parade of first-rate economists making totally non-serious arguments against fiscal expansion. You’ve got John Taylor arguing for permanent tax cuts as a response to temporary shocks, apparently oblivious to the logical problems. You’ve got John Cochrane going all Andrew-Mellon-liquidationist on us. You’ve got Eugene Fama reinventing the long-discredited Treasury View. You’ve got Gary Becker apparently unaware that monetary policy has hit the zero lower bound. And you’ve got Greg Mankiw — well, I don’t know what Greg actually believes, he just seems to be approvingly linking to anyone opposed to stimulus, regardless of the quality of their argument.

Needless to say, everyone I’ve mentioned is politically conservative. That’s their right: economists are citizens too. But it’s hard to avoid the conclusion that all of them have decided on political grounds that they don’t want a spending-based fiscal stimulus — and that these political considerations have led them to drop their usual quality-control standards when it comes to economic analysis.

Aquí le responde Mankiw, más duro que antes.

If Paul really wants to know what I believe, he can read what I have written on the subject.

Let me make one thing clear: When I link to another economist here on this blog, it is typically because I think his or her arguments are worth hearing and thinking about, not necessarily because I agree with all of them. I don't have the time (and, in some cases, expertise) to offer a refereeing service for every article I mention. So when I say, "Here is an article by Professor X," I mean "Here is an article by Professor X," not "Here is an article by Professor X, and I approve of everything he says."


Mankiw visto por el WSJ.

Crisis financiera internacional. El recuento de los daños...

...no sólo en la cuestión financiera, sino en la de la teoría económica. Hay por allí muchos quienes andan pregonando (a la sazón sin mucho conocimiento de causa) que esta crisis terminó con los famosos "paradigmas dominantes" de la teoría económica contemporánea. Antes ya habíamos sugerido la lectura de un documento de Romer, cuya hipótesis central dice que en el origen del debate académico en torno a la crisis están actitudes diferenciadas sobre la modelación en economía. Mi opinión está alejada de aquellos que piensan convenientemente en rupturas paradigmáticas. Yo no creo que el modo de hacer economía (de "pensar como economista", como dirían Frank y Bernanke, de crear modelos y probar hipótesis con herramientas matemáticas) vaya a cambiar con la crisis financiera. Tampoco creo que el contenido de los modelos estándar vaya a cambiar. No creo que en las universidades dejemos de enseñar teoría del consumidor, equilibrio general, elección social, y el modelo de Solow. No debiéramos hacerlo. Hay, no obstante, muchas lecturas. Se ha sugerido antes que sobre la crisis no existe una historia única que uno pueda ofrecer como explicación. Sobre la línea argumental de Shimer, que conocimos aquí, se puede concluir que ningún economista, ni Bernanke mismo, tiene información completa sobre la crisis por sí sólo. Me parece que Shimer acierta cuando sugiere que el conocimiento perfecto, si bien no concentrado en gurús, se encuentra distribuido en el gremio.

Pues bien, todo esto viene a colación por el siguiente texto, sacadito del horno, de Acemoglu, en el que discute estas y otras cuestiones. Valga decir que este texto, como el de Romer referido arriba, y como muchos otros, son muestras palpables del yerro de aquellos que piensan que los economistas "de la corriente principal" asumen acríticamente teorías y postulados. No señor. Hay en economía una fuerte tradición de autocrítica y de reflexión filosófica sobre las teorías y los métodos, sobre sus contenidos, sobre la labor general del economista.

Acemoglu: The crisis of 2008: Structural lessons for and from economics


Vía: Bitácora de Mankiw.

Las cosas suben de tono...

A riesgo de que se nos acumulen los documentos por comentar, esta entrada incluye los vínculos a dos textos. Los comentaremos en entradas posteriores...

Samuelson le sube el tono a su posición sobre la crisis financiera internacional:

Adiós al capitalismo de Friedman y Hayek

Aquí le responde Adrián Lavier, de la Fundación Hayek.

pero nos queda sentido del humor...Del Blog de Mankiw: Competing Alliteration

Greg Mankiw's Blog: Competing Alliteration

podríamos decir que el estímulo fiscal es oportuna oportunidad para oportunistas con agendas opuestas

Lo que se ve en estos días...

...en el contexto de la crisis financiera internacional

Una institución estadounidense débil y en problemas ve en su saludable filial mexicana la fortaleza necesaria para aplicar y pasar las condiciones para acceder a los recursos financieros que el gobierno estadounidense ofrece como parte del mega-rescate financiero...

La institución estadounidense es Citigroup, y su filial mexicana es Banamex.

Aquí la nota, extraída de El Universal.

Piezas sobre la crisis...

Nobeles, ni mas ni menos.

Via EconomistView.

Phelps
Lucas
Selten
Stiglitz
Samuelson

Las iremos comentando poco a poco, como ya hemos hecho antes. De entrada, me parece que la nota de Samuelson es la mejor por varias razones. Los "libertarios" anglosajones (Como los que se agrupan en el Cato Institute, pero hay entre ellos diversidad, incluso respecto la calidad de sus argumentos) tienen "enemigos" (entre los Nobeles mas visibles, estan Krugman y Stiglitz, por ejemplo). Pero el trabuco que les pone Samuelson (a quien estiman de manera distinta, me imagino) es de mayor calado, en mi opinion.

La regulacion...Un asunto sucio...

Esa es la idea de Cooley y Ohanan en "Obamanomics". Aqui un extracto potente:


"The lesson here: be careful what you wish for. There is a familiar urge to restrict those who got us into this mess, but regulation is a nasty business—nasty because the law of unintended consequences is always there to show us how we got it wrong."


La ley de las consecuencias imprevistas de la accion regulatoria. Muy buena nocion para pensar el problema regulatorio. Con ella se puede abordar la actual crisis: los congresistas (democratas) que relajaron el sistema de credito a traves de Fannie Mae y Freddy Mac no se percataron de que esto creaba incentivos para que el sistema bancario creara activos "basura" (toda vez que dichas firmas los compraban si o si). Esa generacion de activos significaba vivienda para los que no accedian al mercado convencional (vivienda que ahora estan a punto de perder, por cierto).

Ahora, esas posibles consecuencias no eran secreto escondido: congresistas (republicanos) quisieron aumentar la regulacion en el mercado hipotecario (lease regular la intervencion publica en el), pero los democratas se opusieron. Por que no regular a los bancos en lugar de a Fannie Mae y Freddie Mac? Probablemente porque si se regula la actuacion de los bancos comerciales en las hipotecas se pierde eficiencia en otras areas (se pueden crear, por ejemplo, incentivos perversos que pueden contagiar el conjunto de la accion financiera bancaria)... Por eso los republicanos, acorde ademas con su vision de la economia, no proponian regular al mercado, sino al gobierno que opera en el mercado. Los democratas pudieron haber pensado que esa regulacion era una limitacion del actuar publico, y por tanto oponerse a ella.

Como sea, los incentivos perversos estaban alli: si yo soy un banco comercial y tu te llamas Fannie o Freddie, se que me compras cualquier activo que genere respaldado en deuda hipotecaria, independiente de su calidad. Entonces encuentro motivos para generar activos de mucho riesgo, rapidamente tu me los compras, y yo hago ganancias muy buenas.

Esta idea de las consecuencias imprevistas, sin embargo, estimo que tambien se aplica a la ausencia de regulacion, aunque es cierto que hay mas estudios sobre las consecuencias del "libre mercado" que sobre las de la regulacion.

Como sea, los autores no hablan en el aire: proveen evidencias. El asunto esta, entonces, en la refutabilidad de las evidencias.

Concuerdo con ellos cuando dicen que, en el fondo, el asunto no es "regular o no regular", sino "buena regulacion o mala regulacion". Alli donde se identifiquen consecuencias no intencionadas por la actuacion del mercado, una buena regulacion puede mejorar la situacion. Cuestion muy simple y nada novedosa (se incluye, por ejemplo, en los manuales modernos de microeconomia y economia publica)...

Dos materiales sobre la crisis...

1) Frydman y Goldberg abonan sobre la hipotesis de la existencia de conocimiento imperfecto en el mercado financiero. Via EconomistView
2) Paul Romer habla sobre el gremio y aventura la hipotesis de que la ruptura fundamental respecto a la crisis se explica en actitudes diferenciadas respecto a la modelacion en economia. Via El Blog de Mankiw.

¡Es simplemente al revés!

José Blanco escribe:

..."Sume a ello el sector de origen de la crisis, el inmobiliario, otro sector fuertemente multiplicador, a la positiva o a la negativa, originado a su vez en la “burbuja financiera” (léase en adelante estúpida irresponsabilidad desregulatoria) que originara el robo en despoblado que significó el surgimiento del mercado subprime."

Veáse aquí y aquí.

Si no le quieren creer a esos dos vínculos, vean el sitio de Fannie Mae (empresa "patrocinada" por el gobierno) y vean este discurso de su presidente sobre su "cuidadosa" entrada en el mercado subprime. No es ninguna falta de regulación. Sino todo lo contrario.

sobre la crisis financiera internacional...segunda nota de discusión

Descarga el PDF.

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Crisis financiera internacional

Una (muy) breve radiografía de la crisis

Carlos A. López Morales*


Quisiera decirles algo a Milton y a Anna con respecto a la Gran Depresión:

Ustedes estaban bien. Nosotros la creamos. Lo lamentamos mucho,

pero gracias a ustedes, no lo haremos de nuevo.”

Ben Bernanke, 2002.


Los economistas que han hecho pública su opinión ante la crisis se pueden clasificar en dos vertientes: aquellos que intentar dar una explicación más o menos detallada de lo ocurrido y aquellos que ofrecen explicaciones más generales sobre lo que puede significar. La primera parte de esta nota se basa en algunas reacciones del gremio para atender el primer objetivo. La segunda plantea brevemente una reflexión para aproximarse al segundo.

La burbuja hipotecaria. Si bien es cierto que ha habido un proceso desregulatorio en la economía estadounidense, también es cierto que éste se ha materializado en áreas especificas de la economía (telecomunicaciones, transportes, etc.). El sector financiero, en ese sentido, se encuentra rezagado. Los economistas suelen comenzar el recuento de la crisis actual mencionando la historia de intervenciones públicas en el sistema financiero, en especial a través de la dupla Fannie Mae y Freddie Mac (FyF). Como se sabe, ambas instituciones hipotecarias, aunque nominalmente privadas, se encuentran “patrocinadas” por el gobierno desde los años setenta. Durante la década de los noventa fueron obligadas por el gobierno a relajar los requerimientos de crédito para poder llegar a clientes marginales. En 1995, por ejemplo, el gobierno dio permiso a la dupla para que entraran en el mercado hipotecario llamado “subprime”, que aglutina a clientes con baja probabilidad de pago. El marco político de dicho mandato era el de un programa del Congreso que buscaba ampliar la disponibilidad de vivienda de bajo costo a sectores de la población que no calificaban normalmente al crédito en el mercado convencional.

La expansión resultante en el mercado de bienes raíces comenzó a operar frente a otro tipo de regulaciones, como la del uso del suelo en algunas ciudades (que hacían la oferta de lotes muy inelástica), provocando un aumento de los precios demasiado rápido (ver Figura 1). La sofisticación financiera permitió que aquellos cuya propiedad valiera más que la hipoteca generaran instrumentos financieros (llamados “equity”) que contribuyeron a la ola de recursos que inundaba el mercado. Mas aún, a la luz del “éxito” del programa, y como castigo ante algunas malas prácticas contables, en 2004 y 2005 el Congreso expandió la política de préstamos de FyF en un contexto de crédito de bajo costo, lo que elevo el riesgo y, por tanto, elevó los rendimientos. El sector bancario tuvo entonces incentivos para expandir el crédito hipotecario sabiendo que la dupla FyF adquiriría los activos así generados y sabiendo que existía una promesa implícita de rescate publico ante cualquier situación de colapso.

La diversificación de los portafolios hizo posible que el sector financiero estadounidense, y aun el internacional, se contagiara rápidamente. Dentro de poco, las instituciones financieras tuvieron muchos activos respaldados en promesas de pagos hipotecarios. Además, como consecuencia de la política financiera en FyF y de otras practicas de las calificadores, dichos activos solían ser calificados como “triple-A”, es decir, activos con un flujo de pagos estable y un riesgo mínimo de default. La buena calificación permitía que los activos se pudieran vender al valor presente del flujo prometido, lo que les otorgo liquidez. Con todo, esta situación representaba un negocio redondo para los bancos y los intermediarios. No obstante, con el tiempo surgieron dudas sobre la calidad de los activos respaldados con deudas hipotecarias, y con ellas comenzaba a operar un fallo de mercado elemental, el de la información asimétrica. Simplemente resultaba muy difícil discriminar los portafolios de acuerdo a su solvencia. Robert Shimer, de la Universidad de Chicago, ha notado que se trata del viejo problema de los “limones” del mercado de autos usados: los compradores no tienen información completa sobre la calidad de los productos que adquieren, mientras que los vendedores tienen incentivos para no revelarla. Cuando la desconfianza sobre la calidad de los activos se generalizó, lo cual ocurrió relativamente rápido, los precios de los activos se vinieron abajo alimentando los temores de que la calidad era mala por todos lados (ver Figura 1). Cuando la insolvencia y las pérdidas comenzaron a asomar la cabeza, la quiebra se veía en el horizonte. Y a pesar de que el gobierno dejó quebrar a Lehman Brothers, y de que “el mercado” se ocupó de Merrill Lynch, permitir la quiebra generalizada simplemente equivalía al colapso.

Figura 1

Fuente: Smith (2008).

El programa de rescate aprobado por el Congreso, que asciende a 700 mil millones de dolares (mmdd), busca resolver el problema en el balance de las empresas financieras inyectando liquidez en el sistema. Estos 700 mmdd, cabe decir, son adicionales a los 85 mmdd que el gobierno inyectó en el gigante de los seguros AIG para evitar su quiebra.1 Mientras que el rescate (que tuvo que sobrevivir dos rondas de discusiones en el Congreso, y una metamorfosis fundamental entremedio) ha detenido y controlado relativamente el aspecto financiero y de corto plazo de la crisis, todavía queda mucha incertidumbre respecto a sus resultados. El plan original de Henry Paulson, secretario del Tesoro, utilizaba los recursos públicos para comprar directamente los activos tóxicos y de esa forma eliminarlos de la hoja de balance de las firmas afectadas. No obstante, después de la enmienda en el Congreso, la Fed ahora tiene que llevar a cabo un proceso que se entiende mejor como una subasta convencional pero al revés. La Fed compra activos financieros (no necesariamente tóxicos) y los agentes financieros compiten por esos recursos sanos. Shimer, por ejemplo, no cree que esta subasta inversa resuelva el problema de los limones discutido arriba: ante la nueva demanda, el precio de los activos comenzara a subir, y las firmas tienen incentivos para vender primero los activos de la peor calidad y quedarse para ellas los mejores activos para venderlos en el futuro a precios más elevados. Por eso se ha señalado que el programa de rescate lleva un fuerte componente de riesgo, aunque esta vez se perciba por los contribuyentes, quienes no han tenido mucho que ver directamente con las malas prácticas financieras.2 En el mismo sentido, Anna Schwartz, coautora en muchas ocasiones de Milton Friedman, criticó el cambio en el plan de rescate: La Fed cambió el enfoque, y en lugar de salvar al sistema bancario está salvando bancos que deberían ser cerrados por malas prácticas. Schwartz concluye que Bernanke “esta peleando la última guerra” con la historia, sugiriendo que las medidas aplicadas ahora eran las adecuadas en la crisis de los treinta, de la que Bernanke mismo es reconocido estudioso. No obstante, dice Schwartz, es claro que esta crisis está muy lejos de parecerse a aquella.

¿Cómo aproximarse a la crisis? Todavía hay muchas dudas sobre la efectividad de mediano y largo plazo del rescate financiero, y la atención del gremio esta puesta en la pericia de las autoridades monetarias para implementarlo. Como es normal, la opinión suele dividirse conforme se van observando los fenómenos. Muchos economistas hacen pública su confianza en Ben Bernanke respecto a la administración de la crisis, y prefieren esperar a ver los primeros resultados. Otros, como ya vimos con los casos de Shimer y Schwartz, se aventuran un poco y emiten su juicio al considerar que el plan a implementar ha nacido con fallas fundamentales. Con todo, para decirlo rápido, el gremio esta dividido, lo que per se no es ninguna sorpresa. Es público, por ejemplo, que unos 300 economistas mandaron cartas abiertas dirigidas al Congreso apoyando o rechazando el plan de rescate (230 rechazando el plan,75 apoyándolo). Un mensaje importante de dichas cartas, y que trasciende un poco sus contenidos (que, si se ven de cerca, no son excluyentes ni necesariamente opuestos), es el reconocimiento de unos y otros en el contexto de la crisis con la mira puesta en debates más profundos y, si se quiere, más fundamentales, como el de la intervención del estado en la economía. Pero ese es un tema que requiere mayor atención que el que esta breve nota puede brindar.

Intentar ofrecer una explicación comprensiva de la crisis, o una reflexión sobre lo que puede significar, no es, a final de cuentas, tarea fácil. La diversidad de fuentes informativas, la complejidad de los contenidos y la pluralidad intrínseca del gremio eleva los costos de transacción y alimenta los incentivos para presentar historias convincentes de acuerdo al público al que están dirigidas. Habrá que llevar mucho cuidado y evitar congraciarse cuando uno ha escuchado de su economista favorito precisamente lo que quería oír. Una mejor actitud es reconocer que ante la crisis, como ante todo, nadie esta perfectamente informado. Schimer mismo sugiere en este sentido que si bien Ben Bernanke puede tener más información que cualquier otro economista individual que observa los hechos desde la comodidad de su cubículo, es muy difícil que tenga más información que el grueso del gremio. Es decir, ya no se está (tal vez nunca se ha estado) en situaciones en las que el conocimiento se centraliza en gurús a los que se podía acudir en busca de la explicación final. Hay que reconocer ahora que el conocimiento se distribuye en colectivos con cierto grado de dispersión, como el es caso del de los economistas. Eso lleva consigo mayores costos de transacción, como decíamos, pero también eleva la calidad del debate y de los argumentos.


*Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. Estudiante del programa doctoral en economía ecológica impartido en Rensselaer Polytechnic Institute, Estados Unidos. El autor agradece los valiosos comentarios de Carlos Faviel y de Hugo Contreras y los exime, como es natural, de cualquier responsabilidad sobre las opiniones y los posibles errores contenidos en esta nota.

1Adicionalmente, el gobierno estadounidense contempla un programa de rescate hipotecario a tres millones de familias que podria ascender hasta los 600 mmdd, y que comenzaría a operar utilizando recursos del plan original.

2Aunque la historia de rescates que les generan ganancias a los contribuyentes no está vacía. Un ejemplo es el rescate de 30 mmdd que el gobierno de W. Clinton le hizo a México en lo más álgido de la crisis de 94-95. Tres años después de recibir los recursos, México pagó generándo una ganancia a los contribuyentes estadounidenses de alrededor de 600 mdd, como el mismo W. Clinton reconoció recientemente.


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pongámonos de acuerdo...

...aunque sea tarea imposible....

Crisis financiera internacional: ¿Buenos días, Mr. Keynes?


Aquí la captura de una primera versión de nota mía que saldría en la próxima edición de Cuartilla, publicación de la Facultad de Economía. 

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Crisis financiera internacional


¿Buenos días, Mr. Keynes?

Carlos A. López Morales*


En el portal del semanario británico The Economist apareció hace unos días una fotografía en la que Ben Bernanke pareciera estar rezando para que el reciente recorte en la tasa de los bonos federales, que la dejó en su valor nominal más bajo en 5 años, tenga resultados mejores a los esperados. Paul Krugman, apenas galardonado con el Premio Nobel en economía, ha sugerido que eso es ya indicio de ocurrencia de la trampa de liquidez. En otra imagen que seguramente será explotada hasta el hastío, Alan Greenspan, el antecesor de Bernanke, aparece acongojado ante el Congreso de Estados Unidos al reconocer que su visión del funcionamiento de la economía, arraigada por décadas de experiencia profesional en el diseño de la política monetaria de la primera potencia económica mundial, ha estado fundamentada, según dice, en una “creencia fallida” en la capacidad auto-reguladora de los mercados, en especial los financieros. Como en avalancha, la opinión pública internacional ha señalado al “Maestro” como el responsable de promover política monetaria (y de regulación financiera) muy laxa en el primer quinquenio de la presente década, en parte como respuesta ante la perspectiva de recesión después de los eventos de septiembre de 2001. La soltura en el crédito de bajo costo y la poca regulación, entre otros factores, pudieron contribuir al surgimiento de burbujas financieras (como la de bienes raíces, caracterizada por la multiplicación de “activos tóxicos”, como se le denominaron en el argot) que, ahora se ve, acabarían por desinflarse llevándose consigo la relativa estabilidad financiera internacional y ampliando las posibilidades de una recesión global para algunos comparable a la de la Gran Depresión.

Algunos académicos, como Dani Rodrik y Jeffrey Sachs, consideran que la situación financiera en Estados Unidos ya ha tocado fondo. Pero eso no es nada alentador: las repercusiones en la economía real apenas comienzan, y ya el diario español El País se ha aventurado a pronosticar una caída en el producto interno estadounidense de aquí al primer trimestre de 2009 que podría significar un aumento de la tasa de desempleo para ubicarse hasta en 8%. En el sentido de amortiguar el impacto en la economía real, el gobierno de Estados Unidos acaba de anunciar el diseño de un plan de apoyo hipotecario mediante transferencias que casi equipara en monto al rescate financiero mismo: 600 mil millones de dólares (mmdd). Pero el mayor riesgo no se corre en la mayor economía del mundo. Claudi Pérez, periodista de aquél diario español, lo resumió bien: “la globalización es para lo bueno y lo malo, y ha llegado la hora de lo malo.” Como si todo lo que se ha visto en septiembre y octubre fuera poco, tanto Rodrik como Sachs han advertido que, en efecto, lo peor aún puede estar por venir, pero manifestándose no en el epicentro de la debacle, sino en la periferia, sea esta desarrollada o no. Alemania, por ejemplo, anunció un plan de rescate y de apoyo a sus empresas que asciende a 50 mil millones de euros.1 Tres países ya han quebrado, y algunos más albergan crisis esperando ocurrir. El Fondo Monetario Internacional (FMI) otorgó en los últimos días de octubre 2 mmdd a Islandia, no necesariamente una economía en desarrollo, después de que sus autoridades económicas declararan la bancarrota (los préstamos bancarios ascendían a 9 veces el producto interno islandés). Días después, el parlamento ucraniano aceptó la recepción de 16.5 mmdd provenientes del organismo multilateral “con el fin de superar el escenario de la crisis”, según las palabras del presidente del parlamento. Casi al mismo tiempo, Hungría acreditaba la recepción de 25 mmdd con acreedores varios (15 mmdd provenientes del FMI, 8.5 mmdd de la Unión Europea y 1.5 mmdd del Banco Mundial).

A la hora de redactar esta nota, Turquía y Pakistán figuraban en la lista de próximos receptores. Las cosas con el FMI han cambiado, según asegura el mismo Fondo y algunos comentaristas, aunque no para todos los países. Para aquellos considerados bajo “buena administración” el FMI ofrece un nuevo producto: un préstamo de corto plazo con condiciones mínimas que asciende a 5 veces el monto de la cuota nacional. México figura dentro de la lista de países que podrían beneficiarse con esta nueva línea de crédito, y ya el gobierno mexicano ha anunciado que se encuentra analizándola. Para algunos, como Rodrik, la mínima condicionalidad de esta línea de crédito es algo positivo, pues muestra que el Fondo ahora sí asumió el carácter de prestamista de última instancia que el sistema internacional requiere en estos días aciagos. Aunado a éste nuevo producto financiero, la Reserva Federal estadounidense (Fed) ha anunciado la creación de una línea swap para contribuir a la disponibilidad de dólares para aquéllos países también considerados bajo buena administración. México, junto con Brasil, Corea del Sur y Singapur, aparece en la lista corta de Washington. Con todo, el mes de octubre culmina para México con una fuente potencial de recursos que ascienden a 50 mmdd (20 mmdd de la línea del Fondo, 30 mmdd de la línea de la Fed) y que equivalen a un 70% del volumen de reservas observado después de la intervención cambiaria.

Las razones que motivan la disponibilidad de dichos recursos son relativamente claras: la probabilidad de que las autoridades de economías emergentes tengan que implementar planes de rescate de índole varia (ya al sistema financiero en su conjunto o a empresas identificadas, ya a la moneda doméstica) no es cercana a cero. Y a diferencia de Estados Unidos o de la Unión Europea, las economías emergentes no cuentan ni con la estabilidad financiera ni con la capacidad fiscal para hacer frente a la turbulencia aún cuando, por esta vez, no lleve el sello de la casa. Por ejemplo, en el caso mexicano ya se sabe que, por un lado, el banco central gastó en pocos días el 10% de sus reservas (unos 8 mmdd) en intervenciones en el mercado cambiario que evitaron, según la institución, que el dólar llegara a subastarse hasta en 20 pesos. También se sabe, por otro lado, que Nacional Financiera otorgó a Comercial Mexicana una línea de crédito de unos 3 mil millones de pesos para que pueda hacer frente a sus compromisos de corto plazo. Otros corporativos, como Cementos Mexicanos y Grupo Soriana, podrían necesitar medidas similares para evitar el desencadenamiento de cualquier crisis en el sistema mexicano de pagos. Si los recursos domésticos para todo ello llegarán a faltar, el gobierno mexicano podrá acceder a los externos gozando de la mínima condicionalidad en las líneas disponibles. Argumentos similares pueden ser aplicables para los casos de otras economías latinoamericanas y de otras regiones del mundo. Sin embargo, como resulta natural, el impacto potencial no es el mismo para las economías emergentes, y acaso se pueda defender la aparente paradoja de que aquellas que tengan índices de integración mayor con la economía global (medidos, por ejemplo, por el cociente de comercio exterior a producto interno, por la diversificación de dicho comercio, o por el acceso a los mercados de capitales) estén en mejor situación para hacer frente a la crisis global.2

De la gran depresión a la gran moderación ¿y viceversa?

La serie de rescates financieros alrededor del mundo, incluyendo los que se pueden vislumbrar en algunos países en desarrollo, ha llevado a la opinión pública internacional a atizar el viejo debate sobre la intervención del estado en la economía. Los presidentes de Iberoamérica, por ejemplo, han anunciado en San Salvador el fin del pensamiento neoliberal, para usar las palabras de Rodríguez Zapatero, y el regreso del estado a la economía, como en las palabras de Lula da Silva. En el mismo tono polémico, pero del otro lado, el influyente semanario británico The Economist, si bien reconoce la necesidad de socializar la pérdida privada cuando de ello depende la sobrevivencia del sistema, se opone a que la crisis derive en una ola global de nacionalizaciones. Pero la posición es mucho más compleja: el semanario sugiere también que los gobiernos, para combatir la recesión que se avecina, tendrán que mostrar un “coraje fiscal”, en forma de estímulos, recortes de impuestos, etc., similar al “coraje financiero” mostrado para evitar el colapso. En una posición similar, y también sin oponerse a la existencia de rescates pagados por los contribuyentes, Kenneth Rogoff, ex-economista del FMI y ahora profesor en Harvard, sugiere que la mejor política posible es la de no bloquear con la intervención una “dinámica saludable y normal” de consolidación y poda en el mercado financiero, pero insiste en que una mejor regulación es parte de la solución de largo plazo.

Incluso el contenido de la campaña presidencial en Estados Unidos (que sitúa a unos, los republicanos, como anti-intervencionistas y pro-mercado y a otros, los demócratas, como regulacionistas y centralistas) alimentó el debate, aunque no necesariamente proveyendo argumentos sólidos.3 Paul Krugman, en uno de sus primeros textos sobre la crisis, concluye tajante que “las tomas de control estatal pueden ser la única vía para hacer funcionar al sistema financiero.” Veamos: control estatal, supervivencia del sistema, estímulo fiscal, regulación e intervención pública, fracaso del “neoliberalismo”, etc. No son pocos los que podrían pensar que todo esto es un nuevo día para el keynesianismo, sobre todo aquellos que gustarían de asegurar que estamos frente a una nueva Gran Depresión. Pero en el detalle se ve que no hay mucho sentido en todo ello, pues mientras el origen de la Gran Depresión se suele ubicar en la operación del sistema económico de entonces, a la sazón muy diferente al actual, tanto tirios como troyanos sitúan el origen de la crisis actual en la esfera del diseño de política económica. Incluso Paul Samuelson, a quien también le tocó observar la Gran Depresión, incluye la errada política monetaria que dio lugar a la crisis actual junto a otras pifias de la política pública estadounidense (como el “asegurar” la victoria militar en Afganistán y en Iraq, o como la misma guerra de Vietnam). La crisis financiera es, en su opinión, un caso más de ese patrón (de éxitos seguidos de fracasos aún peores): al éxito en evitar la recesión después de septiembre de 2001 le sigue el fracaso asociado a la crisis actual.

Pero Samuelson está muy lejos de afirmar que las crisis no se presentan si el sistema funcionara en su forma “pura”, es decir, en ausencia de regulaciones e intervenciones públicas de índole variada. Samuelson dice que dos de las lecciones que obtuvo de la Gran Depresión son, por un lado, que “el capitalismo no puede evitar los ciclos económicos” y, por otro, que “no puede contarse con que los mercados curen por sí solos sus males.” Hay que decir que ambas cosas son ya muy sabidas en macroeconomía contempóranea. De hecho, después de décadas de experiencia de administración macroeconómica, y a la luz del éxito de la misma en muchos sentidos, Samuelson rescata la noción de la “Gran Moderación”, presente en la literatura desde hace ya algún tiempo y entendida como un amortiguamiento del ciclo de negocios (de suerte tal que sus altibajos “son menos pronunciados.”) Ben Bernanke mismo ha sostenido la hipótesis de que dicha moderación se debe a la pericia en el diseño de la política macroeconómica, en especial la fiscal y la monetaria, cuyo análisis y teoría se han exactificado enormemente en las últimas décadas. El debate del gremio, por tanto, no es únicamente sobre términos generales (“intervención o no intervención”), sino sobre la naturaleza concreta de la relación de la entidad pública con los agentes privados (que ahora simula más un juego dinámico de estrategia que un sistema determinista de operación mecánica). Así, viendo las características de las tuberías del sistema económico contemporáneo, por así decir, en las que la interacción entre estado y mercado se encuentra ya enraizada, se puede avanzar la hipótesis de que esta crisis, por cierto ya bajo control relativo, no significa tanto una regresión paradigmática hacia esquemas relativamente superados (tanto teórica como históricamente) como la reafirmación de la vigencia de la analítica particular con la que se analizan dichas características.

De esta forma, por ejemplo, la crisis se hace mas entendible con la hipótesis que Kenneth Rogoff ha presentado recientemente, que da por descontada la importancia de la regulación publica y enfatiza su problemática en ambientes estratégicos. Rogoff, siguiendo a su vez al economista ingles Willem Buiter, sugiere que el caso de la crisis del sistema financiero estadounidense se puede caracterizar por exhibir “captura reguladora”, es decir, una situación en la que la agencia que regula (la Fed) establece reglas que atienden los intereses no del conjunto del sistema, sino de algún grupo particular (los bancos de inversión). Una vez reconocida la importancia de la interacción entre economía y política ya mencionada, el análisis resulta más rico, más potente y más preciso si se enfoca a la filigrana de los fenómenos observados y se trasciende por tanto el ámbito de las generalidades poco concretas, siempre imprecisas, de las campanadas de la historia.


*Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. Estudiante del programa doctoral en economía ecológica impartido en Rensselaer Polytechnic Institute, Estados Unidos. El autor agradece los valiosos comentarios de Carlos Faviel y de Hugo Contreras y los exime de cualquier responsabilidad sobre las opiniones y los posibles errores contenidos en esta nota.

1Aunque algunas de esas empresas no quieren tocar esos recursos públicos, por ser estos “fuente” de comportamientos ineficientes que puedan dañar su reputación, según la opinión de algunos de sus directivos. No obstante, con el paso de los días, uno a uno los bancos alemanes comenzaban a acceder a los recursos disponibles: a principios de noviembre, el Commerzbank, segundo en importancia, solicitó 8.2 mmde del fondo de rescate. Al mismo tiempo, se espera que el BayernLB reciba 5 mmde, y recién se hizo publico que el HSN Nordbank ha solicitado a las autoridades fondos de hasta 30 mmde.

2Casos de mayor vulnerabilidad relativa en la región latinoamericana son los de Venezuela, Bolivia y Argentina. Los primeros dos tienen enfrente un panorama nada alentador, pues las previsibles caídas en precios y cantidades de bienes primarios (dependientes, esos sí, del mercado internacional) afectarán a los ingresos por exportaciones y, por el régimen de propiedad, a los ingresos públicos. El caso argentino enfrenta tanto problemas por el lado de los precios de bienes primarios (que representan sus exportaciones principales y de las que depende gran parte de sus ingresos públicos) como problemas de acceso a los mercados de capital. En el contexto de acceso limitado a los flujos financieros internacionales, diversos analistas critican la intención del gobierno de Kirchner de nacionalizar el fondo de pensiones debido a que consideran que se utilizaría para hacer frente a las obligaciones de deuda de los próximos años.

3Aunque la contradicción discursiva de la campaña republicana, favoreciendo la no-intervención en el contexto de un rescate público de magnitudes épicas, no ayudó a contrarrestar el deterioro de las preferencias electorales por la dupla McCain-Palin en las semanas previas a la votación.


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allí viene...

Dani Rodrik anunciaba hace 6 días que se requería que de una vez por todas el FMI asumiera su papel de prestamista incondicional de última instancia, pues las cosas peores vienen por el hemisferio sureño de la economía mundial. Un día después reconoció que había señales esperanzadoras de que así iba a ser. La razón es que Rodrik pronóstica que el tipo de rescate público al sistema financiero que se ha visto con frecuencia en los países avanzados puede ser necesario en economías emergentes. Sin embargo, a diferencia de las de aquellos, éstas no cuentan con sistemas financieros fuertes ni con capacidad fiscal para hacerlo. Curiosamente (lo que muestra que Rodrik le dió al clavo), el nuevo producto del FMI recién anunciado se vende para dos cosas: aumentar las reservas de los países y su capacidad de apoyar a empresas con problemas de líquidez.  

Ahora, el gobierno mexicano ha anunciado que evalúa recibir no los 2 mil millones de dólares que Islandia necesitó (ZAZ!! 2,000 millones de dls para un país de 300 mil habitantes, más o menos los que hay en la Portales de la Benito Juárez en el DF), sino 23 mil millones de dls en un préstamo sin las famosas cartas de intención.

¿La razón? Pues bueno, por allí dicen que el FMI es como ave de mal agüero: se aparece cuando las cosas pueden ir mal, y en las economías emergentes pueden ir muy mal (Para el caso mexicano considere el siguiente cuadro: exportaciones que caen, precio de petróleo que cae, salida de capitales, pérdida de valor de la moneda, mayor costo de importaciones, presiones inflacionarias (y no posibilidad de política anti-cíclica por el lado monetario), aumento del riesgo relativo (es decir, en comparación de sistemas financieros mas fuertes y, ahora, nacionalizados) que modificará el flujo de recursos a la región, finanzas públicas petrolizadas y clase política que simple y llanamente anda en otra... no muy esperanzador)

Banca central en turbulencia...

Con la promesa de comentarla en breve, ahora incluimos la nota de Ken Rogoff, que apareció en El País en la fecha que se lee abajo...


TRIBUNA: Laboratorio de ideas KENNETH ROGOFF

El reto de los bancos centrales

KENNETH ROGOFF 21/09/2008

Después de un año de crisis financiera mundial, varios bancos centrales clave siguen extraordinariamente expuestos a la flojedad de los sectores financieros privados de sus respectivos países. Hasta ahora, la estrategia de mantener los sistemas bancarios con la sonda de alimentación del crédito a corto plazo garantizado por el contribuyente tenía sentido. Pero con el tiempo, los bancos centrales tienen que desenchufar la máquina. De lo contrario acabarán ellos también en cuidados intensivos, cuando las pérdidas crediticias arrollen a sus balances de situación.

La idea de que las mayores economías del mundo sólo se enfrentan a un pánico poco duradero parece cada vez más forzada. Por el contrario, está quedando claro que tras un periodo de beneficios y crecimiento épicos el sector financiero necesita experimentar ahora un periodo de consolidación y poda. Hay que permitir que los bancos débiles se hundan o se fusionen (indemnizando a los depositarios ordinarios con los fondos de garantía estatales) para que los fuertes puedan resurgir con fuerza renovada.

Si éste es el diagnóstico correcto de la crisis financiera, los esfuerzos por bloquear una dinámica saludable y normal no harán más que prolongar y exacerbar el problema. No permitir la consolidación necesaria es debilitar los mercados crediticios, no fortalecerlos.

La Reserva Federal de Estados Unidos, el Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra están particularmente expuestos. Colectivamente han concedido cientos de miles de millones de euros en préstamos a corto plazo a bancos tradicionales y a complejos bancos de inversión no regulados. Muchos otros bancos centrales observan el movimiento con nerviosismo, perfectamente conscientes de que pronto podrían encontrarse en la misma situación, porque la economía mundial sigue debilitándose y las tasas de morosidad en todo tipo de préstamos siguen aumentando.

Si los bancos centrales se enfrentan a un enorme golpe contra sus balances de situación no será necesariamente el fin del mundo. Ha sucedido antes, por ejemplo, durante la crisis financiera de la década de 1990. Pero la historia da a entender que recuperar el balance de situación de un banco central nunca es agradable. Enfrentado a las pérdidas crediticias, el banco central puede optar por la inflación o por esperar a que los contribuyentes lo recapitalicen. Ambas soluciones son extremadamente traumáticas.

Una inflación desatada causa todo tipo de distorsiones e ineficiencias. (Y no crean que los bancos centrales han descartado el impuesto de la inflación. De hecho, la inflación se disparó durante el año pasado, facilitando oportunamente la necesaria corrección del precio real de la vivienda). Los rescates fiscales, por su parte, rara vez son tranquilos, e inevitablemente ponen en peligro la independencia del banco central.

Está también el tema de la equidad. El sector financiero ha obtenido beneficios extraordinarios, en especial en los países anglohablantes. Y aunque calcular el tamaño de este sector es extremadamente difícil debido a su opacidad y complejidad, las estadísticas oficiales estadounidenses indican que las empresas financieras obtuvieron aproximadamente un tercio de los beneficios empresariales estadounidenses en 2006. Dividendos multimillonarios en Wall Street y en la City londinense se han vuelto algo habitual, y las empresas financieras dominaban las listas de donantes a los principales candidatos políticos a las elecciones presidenciales estadounidenses de 2008.

¿Por qué entonces iban los contribuyentes ordinarios a pagar para rescatar al sector financiero? ¿Por qué no al automovilístico o al siderúrgico, o a cualquiera de los otros sectores que han sufrido recesión en años recientes? Este argumento tiene más fuerza si los bancos centrales recurren al impuesto de la inflación,que recae de manera desproporcionada sobre los pobres, con menos medios para protegerse de los aumentos de precios que debilitan el valor de sus ahorros.

El economista británico Willem Buiter acusa sin rodeos a los bancos centrales y a las autoridades de las haciendas públicas de "captura reguladora" por parte del sector financiero, en especial en Estados Unidos. Es una acusación fuerte, sobre todo si tenemos en cuenta las enormes incertidumbres a las que se enfrentan los bancos centrales y las autoridades de las haciendas públicas. Pero si dichas autoridades no realizan ajustes a medida que avanza la crisis, la acusación de Buiter tal vez parezca menos extrema.

¿Cómo pueden entonces los bancos centrales salir de este profundo agujero? La clave es precisar la distinción entre las empresas financieras cuyas dificultades están causadas verdaderamente por el pánico (y por lo tanto son temporales) y los problemas que son más fundamentales.

Tras un periodo de expansión masiva durante el cual el sector de los servicios financieros casi duplicó su tamaño, lo natural y lo normal es que se produzca una reducción. El problema de los préstamos hipotecarios subprime ha provocado una caída en las líneas de negocio principales de algunas instituciones financieras, en especial sus actividades de derivados, opacas pero extremadamente rentables. Es inevitable que se produzca una contracción del sector. Los bancos centrales tienen que empezar a fomentar la consolidación, en lugar de ampliar indiscriminadamente el crédito.

En principio, el sector financiero puede reducir su tamaño haciendo que cada institución se contraiga de manera proporcional, pongamos, un 15%. Pero éste no es el patrón típico de ningún sector económico. Si los fondos de riqueza soberana quieren entrar y mantener a flote empresas hambrientas de capital con la esperanza de una gran recuperación, debería permitírseles. Pero dichos fondos deberían también comprender que los grandes accionistas extranjeros en empresas financieras pueden ser mucho menos efectivos que los locales a la hora de coaccionar a los bancos centrales para que concedan enormes líneas de crédito sin condiciones.

Es hora de hacer inventario de la crisis y reconocer que el sector financiero está experimentando cambios fundamentales y no es una simple víctima del pánico especulativo contra las hipotecas. Sin duda, una mejor regulación forma parte de la respuesta a largo plazo, pero no es la panacea. Los actuales propietarios de bonos y acciones de empresas financieras deben pagar el precio mayor o habrá pocas esperanzas de que se comporten de manera más responsable en el futuro. -