Dotaciones de agua subterránea en África

Hace tres días se publicó en Environmental Research Letters un estudio titulado "Quantitative Maps of groundwater resources in Africa" (HT. Nat Springer) Se trata de un meta-análisis de estudios locales y regionales sobre agua subterránea en Africa. Allí se incluyen mapas como el siguiente.


Un continente azul. Por supuesto que no es común ver este color en los mapas del continente madre. Por debajo del Sahara se encuentran acuíferos fósiles de magnitud considerable, que se originaron cuando el Sahara estaba cubierto por oceános!! En Africa central parece no haber mucho almacenamiento subterráneo, pero es allí donde también se concentran los recursos superficiales.

El estudio puede cambiar por completo el panorama de los escenarios para el futuro en cuanto al desarrollo del continente y a la producción global de alimentos. ¿De cuánta agua estamos hablando? El rango de acervo estimado en el estudio es de 0.66 y 1.2 millones de kilometros cúbicos. ¿Es esto poco o mucho?

Es mucho, muchísimo. Este cuadro (incluído en mi tesis) muestra la distribución continental del agua renovable en el mundo, es decir, la suma del flujo superficial y de recarga subterránea (Son flujos y no los acervos. No se contabilizan aquí el agua almacenada en lagos y presas, ni el agua almacenada en acuíferos).


Un km3 de agua son mil millones de metros cúbicos. Un m3 de agua son mil litros. La oferta renovable global anda por allí de los 54 mil km3. La de África anda en 5.5 miles de km3. Y ya vemos la diferencia de magnitudes: tomando el límite inferior del rango, los acuíferos del continente africano contienen de menos 100 veces la magnitud del flujo renovable continental, y representan 10 veces la magnitud del flujo renovable global. Repita conmigo: los acuíferos de África contienen de menos 10 veces el agua del flujo renovable global.

¿Cómo tratar de forma sustentable este acervo nuevo? Es agua fósil. No se recarga. Una vez que se utiliza no está más. También, no se dice mucho sobre la accesibilidad del agua, ni mucho menos de su calidad. Aún suponiendo que la calidad del agua sea inmejorable, haciendo el tratamiento innecesario, la extracción supone un esfuerzo energético descomunal. África no está electrificada. África no puede proveer aún de esa energía. Se tiene que construir. ¿Cómo? No hay mucho para dónde hacerse: carbón, nuclear, presas, o renovables. Las primeras son las más costo-efectivas, aunque habría emisiones de CO2 y residuos nucleares, respectivamente. Las renovables (en particular la solar en el desierto) pueden ser más costo efectivas que en otras latitudes del planeta, pero no necesariamente son más baratas que el carbón y la nuclear. Las presas pueden ser, ay, el camino a seguir. África no ha iniciado aún el desarrollo de la "administración dura" del agua de Peter Gleick, y que en otras latitudes más desarrolladas se está ya abandonando (a favor de la "administración suave", de la demanda). África tiene que desarrollar esta infraestructura. Sólo que, por favor, no siguiendo a pie juntillas el patrón de desarrollo occidental. Las presas son monstruos administrativos, y allí tiene que haber innovación organizativa.

Son buenas noticias, sin duda. Casi comparable al evento en el que los países descubren otros yacimientos fósiles, de petróleo. Los yacimientos representan un reto administrativo: es como cuando alguien se saca la lotería. Lo puede usar e invertir inteligentemente (ie., Noruega), o lo puede desperdiciar en gasto corriente (ie, México).

Moraleja: Hay mucha incertidumbre respecto a lo reportado en el estudio. Es, a final de cuentas, un meta-análisis, y seguro está importando las incertidumbres de los estudios individuales en los que se basa. No obstante, es deseable que el panorama alentador que pinta motive el desarrollo agrícola en muchas regiones africanas. No sólo porque aliviana las presiones en otros lugares sobre la frontera agrícola (es probable que, si todo esto se desarrolla bien, África esté exportando alimentos al resto del mundo en una o dos generaciones), sino porque crea tejido social, porque permite acumular capital social. Y ese es el más escaso en el continente, y por ello impide la extracción de las condiciones infrahumanas en las que se vive en muchas regiones. La comprensión de las potenciales implicaciones es todo un reto.

La FE-UNAM de luto

Hoy ha sido un día muy fuerte. Cinco estudiantes y el Profesor Paulo Sheinvar, de familia brasileña que vino a México ante la dictadura de entonces, fallecieron en una tragedia en la México-Toluca. La irresponsabilidad muestra su cara más terrible. Un camión con toneladas de trigo se queda sin frenos, el chofer pierde el control y la caja doble impacta al autobús con casi 40 estudiantes, volcándolo. El curso de Investigación y Análisis Económico II, del segundo semestre, iba a Parangicutiro, Michoacán, a realizar práctica de campo con productores agrícolas. Todo lo que se aprende en esas visitas, no sólo de economía y agricultura sino de la vida y de la amistad, de uno mismo, sin duda fuente de recuerdos que los acompañarían el resto de sus vidas, quedará para mejor ocasión, para siempre. Los estudiantes rondan entre los 18 y los 27 años, el profe Paulo alrededor de los 60, Alethya, su adjunta, con quien compartí la generación como estudiante en la Facultad, incluyendo la huelga de 99-00, con 32. Ella resultó muy lastimada.

Comentando con amigos y colegas hoy en la Fac, me entero que el Profe Paulo realizaba estas prácticas de modo constante, una cada semestre, llevando a los chavos a enfrentar el mundo, dejando las ecuaciones y las gráficas en el pizarrón y en los textos para ver, de primera mano, cómo se produce en el campo. Nunca la vocación docente que asume la responsabilidad de treinta y tantos estudiantes debe terminar así. Nunca las ganas de compartir como estudiantes un buen momento con el grupo, nunca las ganas de aprender, nunca la emoción de salir a hacerle preguntas al mundo debe terminar así. En este país hay muchas tragedias. Unas se sienten más cerca que otras. Yo fui estudiante de INAE II también, en su momento también fui a prácticas de campo, aunque en el mismo DF, y también agradecí, y agradezco, la vocación y entrega de varios profesores de la Facultad a su labor docente. La docencia es un juego doble: uno se deshace en enseñar, y el otro se deshace en aprender. Es un juego virtuoso, en el que terminan aprendiendo tanto docente como estudiante. Un gana-gana como no hay otro. Nunca, nunca, debe terminar así. Goya para ellos.