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Sobre el oportunismo anti-economía a raíz de la mini-protesta en Harvard

Realmente, el evento en el que 1 de cada 10 estudiantes del curso de Mankiw en Harvard hayan protestado saliéndose del curso es casi irrelevante sino fuera por que los que mantienen una posición de descalificación hacia la economía, muchas veces infundada y basada en desconocimientos, han hecho de eso un escándalo.

En la entrada previa están algunos vínculos al respecto, que son el trasfondo de esta reflexión. Solo se puede añadir esta breve entrevista de Mankiw en NPR en la que habla del asunto en cuestión.

http://www.npr.org/2011/11/03/141969009/economics-class-protests-perceived-bias

Sobre el evento en sí, valga solo leer primero la carta abierta de los que protestan y luego la respuesta estupenda que otro estudiante hace. Pone los argumentos en su lugar. Sin aceptar 100% lo que Jeremy Patashnik escribe, poco se puede añadir. Habla del curso, de los objetivos, de preguntas normativas y positivas, del papel de los libros de texto, tan odiados por quienes no los estudian. Vaya, no voy a repetir los argumentos.

Lo que motiva seguir poniéndole atención a un asunto que queda ya resuelto en sí mismo por los documentos ya vinculados es la algarabía que esto trae ante quienes mantienen una posición de descalificación de la economía contemporánea, una gran mayoría no-economistas, aunque también hay egresados de escuelas de economía (no necesariamente practicantes de la disciplina en sentido positivo). Es decir que no es el evento en sí, sino lo que los observadores hacen del evento en sí. Las descalificaciones a la economía contemporánea suelen ocurrir, desde el conjunto muestral que es mi propia experiencia, con amigos y conocidos, ya por mera pose de estar siempre en contra de algo, por corrección política o, los menos, por alguna fundamentación epistemológica (aunque, pienso yo, mal localizada). El primer y el segundo motivos caen por su peso, no vale la pena detenerse. Sólo decir que todos ellos tienen en este evento, que ocurre "en la tripa del imperio", "muy desde dentro", "incluso en Harvard hay tremenda indignación", un aliciente para posiciones que cumplen una agenda desconectada de lo ocurrido (y por tanto oportunistas). ¿Por qué es desconectada? Porque los argumentos de los que protestan son débiles, tanto que otro estudiante recién egresado o por egresar (no lo tengo claro) puede responder a ellos con soltura y precisión. Vale la pena tener en mente que la única vinculación de este acto de protesta con el movimiento de ocupas es el mero hecho de que los estudiantes que protestan así lo dicen. Pero para repetir esa sabiduría mexicana "así como dicen una cosa dicen la otra". No hay una transversalidad decidida centralmente entre las acciones de protesta, como es normal en un movimiento descordinado y descentralizado como éste. Si ante eso los críticos escuchan el tolón-tolón de las campanadas de la historia, pues allá ellos.

Lo anterior deja entonces para reflexión la crítica oportunista que se basa en algunas consideraciones epistemológicas que ya se tenían anteriormente, y que se relanzan con oportunidad ante el evento. Pues es un debate que hay que dar, pero no a propósito de lo ocurrido en el salón de Harvard, sino por mérito propio. Ante eso, pues, el hecho de que la descalificación metodológica de la economía (pongo metodológica para distinguirla de la descartada en el párrafo previo) tenga que recurrir a este evento, más bien débil metodológicamente, al punto tal de que el estudiante Jeremy les dice a los que protestan que simplemente no leen, habla mucho de la pobreza de argumentaciones precisas sobre la supuesta debilidad teórica de la economía contemporánea. Es decir, antes que un golazo de escándalo, es más un autogol. Suelen criticar los supuestos, los modelos, lo términos, sin hacer una valoración de su poder analítico, de teoría positiva, sin mostrar, por ejemplo, cómo las teorías alternativas que tanto defienden son mejores a la hora de rechazar o no rechazar hipótesis, digamos, sobre la detención de las hiperinflaciones, sobre las variables significativas en el crecimiento económico, o sobre la preferencia de un impuesto al CO2. La crítica se suele hacer en términos mucho más generales. Y está bien, sirve para depurar, pero no se meten al detalle del asunto, a criticar en el mismo terreno. Si lo hicieran se darían cuenta que la economía contemporánea no es un monolito, y que hay debates con alta precisión, numérica, matemática, entre diferentes escuelas. Se darían cuenta, vaya, que Mankiw, quien ahora aparece como el neoliberal, neoclásico, mainstream de mala calaña y demás adjetivos, está en verdad bastante inclinado al ala keynesiana, y que está mucho más cerca de a quien ponen como faro en la oscuridad, Krugman, a pesar del pleito cotidiano, que de otros académicos como Barro, Sargent, y anexas. Si lo hicieran, se darían cuenta que no están todos en el mismo saco, y acaso entenderían lo desubicado de la protesta de los estudiantes. Pero no lo hacen. Ni modo.

¿Habrá respuesta de los economistas que hacen economía positiva? No creo. Parte del asunto es que están en otra cancha, en otro estadio, luchando en su labor cotidiana contra las preguntas que motivan su investigación. Es decir, creo que con esto se hace evidente que la crítica que quiere ser metodológica no lo es por la simple razón de que están en canchas distintas, en terrenos distintos. Esto se explica por la reticencia de los críticos precisamente a practicar la disciplina, a en verdad mantener vivo el carácter positivo de la ciencia del que habla el estudiante Jeremy. Esa reticencia se expresa, no sólo pero sí decididamente, en su renuencia y descalificación a los libros de texto con los que se enseña economía en todo el mundo.

¿A quién prefiere? A un conjunto de herramientas teóricas que pasan cotidianamente por el escrutinio de cientos (miles?) de profesores y de miles (decenas de miles?) de estudiantes (que tal eso como arbitraje??), por tanto depurándose, o a un conjunto de argumentaciones que no se someten a escrutinio alguno en publicaciones o foros, pero que es bien políticamente correcto mantener, y que implican que la mayoría de los economistas viven (y también me toca, aunque hago economía ecológica, pero tal es el grosor de su coladera) en una suerte de delirio de masas. ¿Por qué los críticos se fascinan ante el hecho de que 70 estudiantes que más bien no han hecho su tarea protestan, y no se escandalizan ante el hecho que el 90% del curso se quedo en el auditorio para la clase? ¿Por qué no se escandalizan por las miles de ocasiones en que un acto de protesta así no ha ocurrido? Ḿi posición, creo yo, es clara.

Entrevista a Mario Bunge sobre Manuel Sacristán

Dos titanes de la filosofía (política, de la ciencia,...) contemporánea. Catalán y Bonoarense.

De http://moreno-pestana.blogspot.com/2007/04/filosofa-poltica-intelectuales-mario.html


Filosofía, política, intelectuales: Mario Bunge sobre Manuel Sacristán


Salvador López me ha hecho llegar este magnífico documento. Seguro que a las personas que leen el blog les interesa tanto como a mí.


Entrevista con Mario Bunge por Carles Muntaner

Trascripción y notas: Salvador López Arnal

Carles Muntaner tuvo la gentileza y generosidad de entrevistar a Mario Bunge para los documentales sobre la vida y obra de Manuel Sacristán que ha dirigido Xavier Juncosa (“Integral Sacristán”, El Viejo Topo, Barcelona, 2006). Por razones fílmicas, estrictamente cinematográficas, ningún fragmento de la entrevista con Bunge pudo ser incluido en los documentales. Se presenta aquí la trascripción completa de la entrevista entre Muntaner y Bunge que fue realizada en 2004, antes de que se celebraran las elecciones presidenciales en Estados Unidos con triunfo del mayor responsable del ataque e invasión de Iraq.
La conversación filmada con el filósofo argentino, junto con el resto de las entrevistas realizadas para Integral Sacristán, serán depositadas en Reserva de la Universidad de Barcelona, fondo Sacristán, y en la Biblioteca de la Universidad Pompeu Fabra.
* * *

CM: Profesor Bunge, ¿cuándo y dónde conoció a Manuel Sacristán?

MB: Sí. En el año 66 le conocí en Barcelona. Más precisamente, en la nueva sede de la editorial Ariel. Nos presentó Alejandro Argullós, uno de los dos directores de Ariel , y por supuesto simpatizamos enseguida.
Retengo una imagen muy nítida de él. Era un hombre de estatura mediana, un poquito más baja que la mediana, con el cabello cortado a lo Umberto Fimo, cabello cepillo, y conversamos un poco, primero al aire libre y después nos sentamos.
Me contó algo de lo que hacía. Se ganaba la vida traduciendo, porque obviamente como antifranquista que era no podía enseñar. Entonces le pregunté si no le gustaría, si no le convendría, irse a fuera durante un par de años, en particular le dije que yo tenía muy buena relación con la fundación Alexander von Humboldt en Alemania, y que podía ayudarle a conseguir una beca . Me dijo: “No, gracias, mi puesto está aquí en España, tengo que seguir luchando contra el franquismo”. Yo nunca había oído a una persona decirme algo parecido porque evidentemente comportaba un sacrificio personal muy grande.
Era un hombre de grandes dotes intelectuales. Podría haber hecho muchísimo más si hubiera tenido tranquilidad y una fuente de ingresos que le hubiese permitido dedicarse exclusivamente a la investigación.
Después tuvimos una correspondencia cuando yo le dejé el original de mi libro, La investigación científica, que por cierto tradujo espléndidamente . Creo que de todos mis traductores ha sido el mejor. No era fácil porque empleo palabras tomadas de varias ciencias y en aquella época, prácticamente, no había filosofía de la ciencia en castellano , de modo que él tenia que introducir neologismos para poder hacer la traducción.
Y después lo perdí de vista, completamente, hasta que nos reencontramos muchos años después. Debe haber sido en el año 79, en México, con ocasión de un congreso iberoamericano de filosofía, o mexicano, no recuerdo . Quise tener interacción con él pero en ese momento él se enamoró súbitamente de una chica mexicana. La recuerdo muy bonita, de pelo corto y ya entrecano. Entonces se les veía desaparecer de las reuniones y no reaparecían. Era muy fugaz la presencia de Sacristán. Desgraciadamente pudimos intercambiar unas pocas frases.
Como le digo, se le veía entusiasmado, a los dos se les veía entusiasmados, el uno con el otro. Acababan de descubrirse me pareció.
Ese fue muy único contacto con Sacristán. Desgraciadamente. Nunca recibí escritos suyos. Nunca me los mandó él ni ninguno de sus socios o discípulos, cosa que lamento.

C. M. Muchas gracias. Usted ha escrito críticas muy conocidas respecto al concepto y programa dialécticos, ¿tiene alguna opinión sobre la posición de Sacristán en este punto? Sacristán también impartió varios seminarios sobre sus obras en la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona, sobre Epistemología , por ejemplo, publicado por Ariel, sobre Materialismo y ciencia, sobre Filosofía de la física. ¿Hay alguna razón en particular por la cual cree que Sacristán estuviera tan interesado en estos aspectos de su obra?

MB: Yo sabía que Sacristán era un marxismo crítico y puesto que había estudiado lógica moderna no me extraña para nada que Sacristán haya sido muy crítico de la dialéctica y que haya tenido entonces afinidad con mis escritos al respecto, pero no sabía, usted me lo informó, no sabía que hubiera dictado seminarios sobre esos libros míos que usted menciona. Me hubiera gustado mucho interactuar con él en su momento. Sobre todo porque luego yo he ido a España con bastante frecuencia aunque la verdad es que solamente tal vez después de su muerte. ¿Cuándo murió Sacristán?

CM: En el 85 fue.

MB: En el 85. Yo empecé a ir a España en los ochenta, en 1980, o algo así. Podríamos habernos encontrado pero he hecho no nos encontramos.

CM. Cuando recibió el Príncipe de Asturias, ¿verdad?

MB. Sí, en el 82. Pero he ido muchas veces a Barcelona, a Madrid, a Valencia, a Oviedo, y a otras ciudades españoles, pero por algún motivo, no sé por qué motivo, no nos encontramos.

CM: ¿Llegaron a cartearse alguna vez?

MB: Sí, me hizo alguna consulta sobre problemas de traducción, problemas que encontró al traducir mi libro. Pero eso es todo, nunca pasamos de eso.

CM: Eso pudo ser seguramente durante los setenta y ochenta.

MB: Debe haber sido en los años… Mi libro apareció en inglés en el 67 y en castellano en el 69 creo. Debe haber sido entre el 66 o antes. No, en el 66 cuando nos encontramos y el 69. En esos tres años.

CM: ¿Qué opinión le merece la actitud de Sacristán ante su carrera como filósofo, como intelectual, y el hecho de que se sacrificase para luchar contra el franquismo? ¿Cree que es una actitud única? ¿Es algo que tiene relación con lo que se espera de un intelectual? ¿Cree que es independiente de ello?

MB: Yo creo que es admirable y muy singular. Conozco muy, muy pocos casos de gente que se haya sacrificado, que haya sacrificado su carrera. Pocos casos se encuentran en movimientos de resistencia. Por ejemplo, en Francia, durante la ocupación alemana, son casos muy, muy contados, que yo creo admirables. Me parece que sí, que el intelectual tiene un deber para con su sociedad de dar ejemplo, no necesariamente en la lucha física, digamos, porque los intelectuales no estamos preparados para eso, pero sí, por lo menos, no ser cómplices con el régimen opresivo. Por lo menos.
Y a propósito de eso, yo me estoy quejando mucho de la actitud de los profesores de ciencias políticas en los Estados Unidos frente a las elecciones actuales. No he visto protestas de ninguno de ellos. Los críticos al gobierno de Bush son casi todos economistas o sociólogos. Y una de las raras excepciones es la American Sociological Association que acaba que publicar en la revista Contemporary Sociology su manifiesto sobre las elecciones [presidenciales en Estados Unidos, 2004], y hay cartas firmadas de profesores de sociología y uno de politicología. O sea, que es la primera vez que veo una cosa así. Los demás se han callado, no han denunciado, por ejemplo, las violaciones a las normas del derecho internacional, nadie ha protestado con esas dos guerras innecesarias .
Los intelectuales norteamericanos en general no se caracterizan por su combatividad y por su valentía. Cuando hace 30 años, en Argentina, renunciaron 1.000 profesores de distintas universidades por el golpe de Estado… En 1966, perdón, hace casi 40 años, por el golpe de Estado , renunciaron porque los militares se apoderaron de las Universidades. Cuando yo contaba eso a mis colegas norteamericanos se extrañaban. Pero, ¿y qué tiene que ver? ¿Por qué los científicos tienen que tomar partido, por qué no pueden seguir su trabajo? Yo les explicaba que era muy difícil seguir el trabajo normalmente si el gobierno intervenía en las facultades, si expulsaba a algunos de ellos y nombraba a sus propio serviles, etc, les extrañaba muchísimo, nunca habían visto cosas parecidas. Incluso cuando subió el nazismo la mayor parte de la gente que se fue, de los académicos que se fueron, se fueron no porque fueran antinazis meramente sino por ser judíos, sino porque temían que les expulsaran de todas maneras. Hubo muy pocos intelectuales, ha habido muy pocos intelectuales en el transcurso de la historia, muy pocos intelectuales que protestaron contra algo, contra las injusticias.
Durante la Primera Guerra Mundial hubo dos casos notables, bien conocidos. Ya a comienzos de la primera guerra mundial se opusieron a ella abiertamente Einstein, junto con otros dos científicos muy menores, y en Inglaterra Bertrand Russell. Nada más. Años después, en 1927, el escritor francés Julien Benda escribió todo un libro sobre la traición de los intelectuales. El libro se llamó La Trahison des Clercs, y tuvo oportunidad de ponerlo al día después de la segunda guerra mundial, cuando agregó una cantidad de intelectuales franceses y alemanes cómplices del fascismo.
Pero la denuncia de Julien Benda causó sensación. Yo me acuerdo de chico haber oído discutir ese libro en mi casa. Entre mis padres y sus amigos causó sensación. La gente tomaba partido. Era la primera vez que un intelectual acusaba a unos intelectuales de complicidad con lo que hoy en día se llama “las fuerzas del mal”.
En resumen, yo siempre he admirado a Sacristán desde el momento en que me lo presentaron por su actitud y, al mismo tiempo, lamento que no haya podido vivir más para producir más.

CM: Muchas gracias. Continuando con su observación ¿por qué cree usted que una figura como la de Manolo Sacristán es tan difícil de repetir, incluso en casos, aunque sean menos dramático, como el de Chomsky u otros intelectuales, que están al frente de la lucha contra lo que ellos consideran injusticia social, arriesgándose a manifestar públicamente sus opiniones? ¿Por qué cree usted que los intelectuales son tan reacios a arriesgarse o al menos así es como yo he entendido en general?

MB: Ante todo hay un motivo profesional digamos. El intelectual entregado realmente a su disciplina, para él, lo principal es su trabajo. Todo lo demás es accesorio, de modo que se entiende esta preferencia.
Lo que no se entiende es la insensibilidad moral, la insensibilidad social ante problemas tales como la guerra, la pobreza, etc. En particular, no se entiende cuando el intelectual es un científico social. Una cosa es un matemático, un físico, un químico, un biólogo, ellos no se ocupan de cuestiones sociales, pero que un sociólogo, un politólogo, economista se desentiendan de los gravísimos problemas de nuestro tiempo eso no tiene perdón. No tienen por qué rebelarse, no tienen por qué militar en ningún partido, pero por lo menos debieran estudiar esos problemas y vemos sin embargo que la mayoría de los economistas no se interesan por el problema de la desigualdad de ingresos, por el problema de la concentración enorme de acciones, por la concentración de capital, no se interesan por los problemas que causa la llamada globalización.
De hecho la globalización ha beneficiado solamente a los países del primer mundo. Como dijo Bill Gates, hace unos meses, por televisión, en su conversación con Bill Morris, el capitalismo ha sido una bendición para el primer mundo y una maldición para el tercer mundo, y en el tercer mundo viven cinco de cada seis personas. Ha sido un desastre. ¿Cuántos son los economistas capaces de tener el coraje de decir eso? Y Bill Gates, todos sabemos, no es pobretón ni tampoco es un santo, pero es una persona realista y además es un empresario con visión. Él querría que disminuyeran las desigualdades, porque él desearía que todos los habitantes del planeta comprasen una computadora, un PC. No es tonto. Él quisiera, por ejemplo, que 500 millones de chinos lo compraran. Pero cuando viajó a China hace algunos años y le preguntaron qué pensaba hacer en China, si pensaba difundir las maravillas de la computación, él dijo, no, ni siquiera voy a llevarme mi lector. La economía china, por lo menos en el interior del país, vive todavía en la Edad de Piedra. Necesitan arados antes que computadoras. Es realista. En fin, tiene defectos y tiene virtudes, pero creo que sus virtudes superan a sus defectos.

CM: Podemos decir que su oficio o su ocupación es hacerse rico, no justificar el sistema que les permite hacerse ricos. Eso es lo que hacen los profesores de política. Por eso se permite el lujo ser sincero. Es un caso un poco parecido al ilustrado George Soros. Se parecen. Sus ideas, paradójicamente, parecen críticas del sistema que les ha permitido ocupar un lugar único.

MB. SÍ, sí, se parecen mucho. Pero justamente la mayor parte de los ricos no dan parte de su fortuna para buenas causas. Y tanto Soros como Gates dan gran parte de su fortuna para buenas causas.

CM. Sí, Gates ha contribuido a la salud pública. Lo mismo Soros. Soros tiene muchos programas incluso de salud pública que intentan paliar un poco la falta de estructura social de salud pública en Estados Unidos. Por ejemplo, contra problemas urbanos.
Respecto a Sacristán, algunos que hemos seguido su vida, hemos identificado un período en el que sentía una tensión entre su dedicación política y una cierta duda respecto al tiempo que le hubiera gustado dedicarse a la investigación filosófica. ¿Es algo que usted ha encontrado en otras personas? ¿Tiene alguna observación sobre esta tensión entre la obligación moral de tomar una actitud activa respecto a la injusticia del mundo y esta pasión por el trabajo y el aislamiento que tienen algunos, muchos científicos? ¿Cuál es la forma de superar este problema si existe alguna?

MB: Es muy difícil. En escala muy menor yo también he tenido ese conflicto y he hecho algo. Por ejemplo, siendo estudiante universitario fundé la Universidad Obrera, que dirigí durante sus seis años de existencia. Dedicaba muchas horas a la organización. Allí daba unos cursos no solamente de técnicas sino también cursos de economía, de historia, de legislación obrera, de historia de movimiento obrero, etc. Y durante algunos meses me dediqué a la política, luchando contra la candidatura de Perón. Por supuesto, fracasamos, y allí vi que no sirvo para la política. Pero ese tiempo lo dediqué con mucho gusto porque creía que era mi deber de ciudadano.
De vez en cuando encuentras intelectuales que dedican su vida a una causa política. Un ejemplo, muy importante para Argentina es el de Juan B[autista] Justo. Justo era neurocirujano, uno de los primerísimos neurocirujanos que produjo la Argentina a fines del siglo XIX. Fue fundador del Partido Socialista y luego fue legislador socialista durante muchos años. A él se deben no solamente el Partido Socialista, con su editorial, su diario La Vanguardia, sino también muchas iniciativas legislativas. Él lo empezó.
Sobre todo fue un maestro. Sus discípulos lo llamaban “el maestro Justo”. Entre ellos se encontraba mi padre. Mi padre era un intelectual que dedicó gran parte de su existencia a las causas de la justicia social. Fue legislador socialista durante 20 años, y él encontraba la manera de hacer tres cosas al mismo tiempo: diputado, estudioso de cuestiones sociales, fue el primer sociólogo empírico en Argentina, y además profesional para ganarse la vida, médico.
Como él hubo varios otros intelectuales. Uno de ellos fue quien los llevó a él, a mi padre, al Partido Socialista, José Ingenieros. Ingenieros fue también médico, psiquiatra. Se afiliaron los dos al partido Socialista en el año 1898 y José Ingenieros escribió mucho sobre muchísimos temas, también muy preocupado por la cuestión social. Pero no militó tan activamente como mi padre o Justo, o algunos otros.
Desgraciadamente, algunos de esos intelectuales que de joven se habían hecho socialistas, de viejos se hicieron conservadores. Entre ellos, estaba Federico Pinedo, economista, Antonio de Tomasso, abogado, fueron ministros de gobiernos archiconservadores. De modo que parecería que la política fue para ellos nada más que una herramienta para subir, para adquirir poder personal. Es decir, no sacrificaron nada.

CM. ¿Cree que esta evolución izquierda-derecha es algo que continúa hoy en día? ¿Hay menos casos, aunque antes haya habido muy pocos, parecidos a los de Sacristán, de una constancia y dedicación sin ningún aspecto oportunista políticamente? ¿Es algo que sigue observando? ¿Ve nuevas cohortes de estudiantes, dedicados a corregir desigualdades sociales que tengan una identificación y constancia en su esfuerzo para avanzar este cambio social a largo término? ¿O, en su opinión, es más bien un fenómeno de algunas décadas del siglo XX que ya no ocurre, como si hubiese habido una mayor derechización del estudiantado?

MB: Yo conozco algo acerca del estudiantado latinoamericano. Conozco las dos grandes erupciones estudiantiles. La de 1918, que empezó en Argentina, el movimiento “reforma universitaria”, que logró reformar algo, modernizar la universidad argentina. Fue un movimiento más bien de modernización de la Universidad que tenía muy poco que ver con la modernización de la sociedad.
Los partidos reformistas dentro de la política universitaria siguieron durante muchos años, pero cuando yo llegué a la cátedra los reformistas eran conservadores desde el punto de vista académico. Ellos creían que había que volver al 18. Yo en el 58, sostenía que había que vivir el 58, en lugar de volver al 18. Cuando yo proponía como miembro del consejo directivo de la Facultad de Filosofía reformas para mejorar los estudios, los estudiantes reformistas sistemáticamente se oponían a ello, estaban en contra de la ciencia oficial casi todos. Excepto en la Facultad de Ciencias. Los reformistas en la facultad de ciencias eran muy avanzados y ayudaron muchísimo a la reconstrucción de la Universidad después del desastroso período peronista. Y los estudiantes reformistas empezaron su lucha en los años cincuenta y la culminaron con la toma de la Universidades en el año 55 cuando contribuyeron a la caída del régimen peronista.
Hay cohortes, como usted decía, hay generaciones pasivas, como por ejemplo la actual en Norteamérica. Los estudiantes se preocupan principalmente por conseguir un título para después ejercer una profesión. No les interesan las cuestiones sociales. Hay alguna que otra excepción. Yo le puedo decir los nombres de las pocas excepciones entre mis estudiantes que sí tienen inquietudes y forman parte de organizaciones. Por ejemplo, los escépticos , pacifistas, antibélicos. Pero son muy pocos.
La tendencia hacia la derecha, la derechización incluso de los partidos socialistas, en particular, en Europa, se explica en parte creo porque las naciones de Europa occidental han conseguido muchas, han realizado muchas de las realizaciones de los partidos socialistas. Es decir, el estado del bienestar no es broma, es algo serio, existe, y hace que queden pocas reformas que los reformistas puedan exigir. Es decir, que el partido o el movimiento socialdemócrata se ha ido recluyendo a medida que ha ido venciendo. Su victoria ha coincidido… o mejor, su derrota ha coincidido con su victoria.

CM: Pero desde mediados de los setenta ha habido un retroceso en Europa aunque no tan acusado como los neoliberales hubiesen deseado respecto a los beneficios del estado del bienestar. Desde luego, en Estados Unidos la violencia en terminar con lo poco que hay o lo poco que había de estado de bienestar ha sido bastante exitosa. Por ejemplo, la reducción del Welfare que hubo en 96 bajo Clinton donde el derecho a recibir por los muy pobres una pequeñísima compensación les fue robada, reducida a cinco años bajo condiciones de trabajo casi inhumanas. ¿Usted cree que no va a haber un retroceso mayor en cuanto a las conquistas del siglo XX? ¿Cuál cree que puede ser el futuro inmediato para la estabilidad del Estado de bienestar?

MB: No soy profeta, no tengo dones proféticas pero se puede creo profetizar que si el Partido Republicano vuelve a ganar las elecciones este retroceso va a aumentar muchísimo. Van a tener tierra libre, luz verde, para destrozar lo poco que queda del Welfare State en los Estados Unidos.

Nota.
En su nota de “Agradecimientos” para la edición castellana de La investigación científica, escribía Bunge:
“[…] Ha sido un alto privilegio en que los ilustrados directores de Ariel, S.A. encomendaran la traducción de este libro al Profesor Manuel Sacristán. No escapará al lector que el traductor ha debido superar la dificultad que presenta la pobreza de nuestro vocabulario filosófico, dificultad que no hubiera podido encarar siquiera de no poseer una sólida versación y rica experiencia”


Mario Bunge es seguramente el filósofo de la ciencia de origen latinoamericano más importante del siglo XX. Gedisa ha anunciado la próxima publicación de su obra completa. Carles Muntaner es catedrático de Salud Pública y colabora actualmente con los programas de salud del gobierno venezolano. Salvador López Arnal es colaborador de El Viejo Topo.

Sobre la sociedad científica

Desde la segunda semana de intercambio de conocimiento de la conservación organizado por el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza.

Una alumna de la maestría de gestión integrado de cuencas hidrográficas, de la U A de Querétaro, dice:

"La ciencia es el sustento para la toma de decisiones."
"La multidisciplina no se aprende, se vive."

Moraleja. Sin duda, algo están haciendo muy bien en esa Universidad.

Enfriamento global, Cambio climático, y las narrativas de los medios

He encontrado el blog de David Stern, Stochastic Trend, ahora en Crawford School of Economics en ANU. David fue mi asesor doctoral durante mi primer año en RPI. Bajo su dirección hice las cosas sobre cambio climático que tengo. Fue bajo su motivación que me animé a mandar un trabajo a la conferencia de la sociedad estadounidense de economía ecológica en 2007, en NY, en la que me fue muy bien (recibiendo el premio a la mejor presentación estudiantil, e incluyeron el artículo como capítulo en el libro de las Proceedings, junto con sólo una docena de trabajos). Fue, a no dudar, una tremenda sacudida. No sé si me hubiera sentido tan seguro después participando en tanta conferencia de no haber sido por aquella experiencia. 

Revisando su blog encuentro este asunto sobre cambio climático

  • Hay una década (1998-2008) en la que el planeta no se calentó tanto
  • Los negacionistas la utilizan para negar (valga la redundancia), ya no digamos lo antropogénico, sino la existencia misma del asunto... En esta ola es muy triste ver que personajes culturales como Enrique Ganem cayeron en el pasado. Hace tiempo que no lo escucho, en parte, para qué negarlo, por los corajes que hacía al escucharlo equivocarse en sus interpretaciones de la literatura. (Y por los corajes de ver que, como en la canción, a todos les respondía sus correos, menos a mí).
  • Robert Kaufmann, a quien me parece haber conocido en algún seminario en RPI, es coautor de un nuevo estudio en el sugiere a) que dicha década sí presenta una disminución en la tendencia b) que los factores que la explican som tanto naturales (ciclo solar, el efecto de los infantes) pero, sobre todo, humanos (la emisión de partículas de azufre por las plantas de carbón en China están enfriando al planeta). Nada halagüeño, por lo demás.
  • El asunto es que el CC es tan apasionante que ya se están dando hasta con la cubeta, malinterpretando, tanto tirios como troyanos a decir de David, el trabajo de su profe.
  • Pero lo más lamentable y peligroso del asunto es la cobertura de medios, sobre todo de los mensos de Fox News, que dicen, tal cual, que el CO2 reduce el calentamiento global... Reímos todos? O lloramos todos??
  • En otras palabras ¿cómo vamos de aquí
  • ...a aquí?

Moraleja: It never ends!