Dossier sobre Manuel Sacristán, parte 1

Imagen tomada de aquí.

En una entrada anterior se incluyen vínculos a textos sobre Sacristán del Seminario de Credibilidad Macroeconómica, del que los miembros del colectivo editor de Intervenciones/Otros artificios formamos parte. Ahora se iran incluyendo los vínculos a los textos que el semanario Canarias-semanal publicó como dossier de homenaje al filósofo español.
Aquí el vínculo a la página del dossier.

¿Por qué leer a Manuel Sacristán?
Cristóbal García vera

Para el debate sobre la Universidad pública (y subsidiada)...


Imagen tomada de aquí.








En una entrada reciente se reprodujo un artículo del Dr. Santos Mercado de la UAM-Azcapo. El artículo sugiere la pertinencia de la eliminación de los subsidios estatales a las universidades públicas. Comentamos aqui en puntos algunos detalles políticos, y luego nos referimos al aspecto social y económico con un poco de teoría básica.

  1. Los subsidios, dice el Dr. Mercado, son la fuente de los vicios que se obervan en las universidades públicas. En desacuerdo. Si bien hay subsidios en universidades públicas de otros países (y si bien hay ciertos vicios también en ellas) no quiere decir que en las privadas no haya vicios. Serán de otra índole, tal vez. Me parece que antes que el esquema de subsidios lo que determina los vicios es la estructura de incentivos (que no necesariamente se determina por dicho esquema) y, ni más ni menos, la cultura política de la comunidad involucrada. La teoría estándar prueba en sus modelos básicos que los subsidios son sinónimo de poca eficiencia económica en ambientes muy controlados. Sacar conclusiones de ese resultado y extrapolarlas al mundo real y político me parece aventurado. Resumiendo: no hay que asumir necesidad entre existencia de "vicios" y existencia de subsidios.
  2. Puede haber una asociación entre el subsidio y lo que él llama "riesgo-cero". De acuerdo. Puede haberla, pero no veo necesidad. Una cosa, para decirlo rápido, es el esquema de financiamiento (los subsidios) y otra el "esquema regulatorio" (las reglas del juego institucionales). Cuando algo trabaja bajo el riesgo-cero, dice Mercado, tiende a deteriorarse. Esto depende, insisto, en las reglas institucionales que fijen los incentivos que guían la acción individual y colectiva.
Ahora veámos el siguiente pasaje, para ver un argumento económico:
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"¿Por qué casi todos los países proveen educación gratuita?

"Todos los países industrializados proveen a sus ciudadanos educación pública gratuita hasta la preparatoria, y muchos subsidian la universidad y otras escuelas post-secundarias. ¿Por qué?

"Los estadounidenses están tan acostumbrados a la educación pública gratuita que esta pregunta puede sonar rara. Pero ¿por qué los gobiernos deben proveer educación gratuira cuando no provee gratuitamente, excepto para los más necesitados, otros bienes y servicios aún más esenciales, como alimentos o seguridad médica? Más aún, los servicios educativos pueden ser, como de hecho ocurre, proveídos y demandados en los mercados privados, sin la ayuda del gobierno.

"Un argumento importante para la educación gratuita, y al menos subsidiada, es que la curva de demanda privada por servicios educativos no incluye todos los beneficios sociales de la educación. (...Recordar que un mercado en equilibrio puede no explotar todas las ganancias alcanzables por la acción colectiva). Por ejemplo, el sistema político democrático se basa en una ciudadanía educada para poder operar efectivamente -lo que es un factor que un individuo que demanda servicios educativos no percibe necesariamente. Desde una perspectiva económica cuidadosa, se puede argumentar que los individuos no capturan la totalidad de los beneficios económicos que su educación provee. Por ejemplo, personas con alto capital humano, y por ende percepciones monetarias elevadas, pagan más impuestos -que constituyen fondos que pueden financiar servicios públicos y ayuda a los menos afortunados. Gracias al gravamen al ingreso, el beneficio privado de desarrollar capital humano es menor al beneficio social, por lo que la demanda por educación en el mercado privado es menos que óptima desde el punto de vista social. Similarmente, es más verosímil que las personas con educación contribuyan más al desarrollo tecnológico, y por tanto al crecimiento de la productividad general, lo que beneficia a mucha gente, además de a ellos mismos. Finalmente, otro argumento a favor del apoyo público a la educación es que la gente pobre que quiera invertir en capital humano no podría hacerlo de otro modo debido a ingresos insuficientes.

"El premio Nobel Milton Friedman, entre muchos otros, sugirieron que estos argumentos pueden justificar los fondos gubernamentales de apoyo a la educación, llamados vouchers educativos, para ayudar a los ciudadanos a comprar servicios educativos en el mercado privado, pero que no justifican la provisión directa por el gobierno, como ocurre en el sistema escolar público. Los defensores de la educación pública, por otro lado, argumentan que el gobierno debiera tener control directo de la educación de forma tal que sea capaz de fijar estándares y de monitorear la calidad. ¿Qué piensa?"
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Vemos que existen argumentos económicos para favorecer la acción pública en la provisión de los servicios educativos. La razón es simple: existen externalidades positivas en dicha provisión, y por tanto el mercado privado "se queda corto" con respecto a lo que se puede considerar como socialmente óptimo. Una vez justificado dicho punto, la discusión radica en la forma en que dicha intervención pública debe ocurrir. Los subsidios pueden no funcionar en otros mercados, pero el argumento de que no lo hagan en este caso no es necesario lógicamente.

Me parece que el hecho de que los subsidios a la universidad mexicana coexistan con los vicios no quiere decir necesariamente que unos son la causa de otros. Los vicios, me parece, se pueden explicar también culturalmente, por lo que la pregunta no es ¿subsidiar o dejar de subsidiar?, sino más bien ¿qué tipo de reglas del juego con qué tipo de incentivos pueden mejorar la situación presente en la interacción colectiva al interno de una universidad?

Por cierto, el texto reproducido aquí no proviene de ningún estudio sofisticado sobre el sistema educativo público, al menos no directamente. Está incluido en el excelente libro introductorio Principios de economía de Ben Bernanke y Robert Frank. Aquí la ficha,

Bernanke, B. y Robert Frank (2005), Principles of Economics, McGraw Hill, Nueva York. (Ejemplo 20.4, pp 525; Traducción mía.)

La sociedad abierta y sus enemigos en España


La sociedad abierta y sus enemigos en España

[Cambien nombres y se está hablando de México.]


¿Por qué la oligarquía socialista no quiere una sociedad abierta como la esbozada por Popper y otros muchos pensadores demócratas?

Pedro de Tena


Sociedad abierta es aquella que no gusta absolutamente nada a la oligarquía socialista porque en ella triunfa la competencia personal y social, las libertades civiles, la solidaridad libre y voluntaria y la división de poderes, la misma que defendiera Montesquieu cuya muerte intelectual y política anunció Alfonso Guerra.
Aquella famosa profecía, afortunadamente, tuvo como resultado inmediato la caída del muro de Berlín, el ensanchamiento del espacio de las democracias liberales en el mundo y su propio batacazo desde el sillón de la vicepresidencia del Gobierno. Falta le hubiera hecho dentro del PSOE una instancia, diferente al poder de la ejecutiva de su partido e independiente a la manera del sagaz e inteligente Montesquieu, que lo defendiera de manera noble y justa del acoso de su ya no amigo González, que lo trituró de manera inmisericorde y minuciosa.
¿Por qué la oligarquía socialista no quiere una sociedad abierta como la esbozada por Popper y otros muchos pensadores demócratas? Por muchas razones. Sobre todo por una. La oligarquía socialista está íntimamente convencida de su superioridad intelectual, ética e histórica sobre el resto de los mortales. Lejos de reconocer la imposibilidad de un conocimiento exacto de las leyes de la historia, de la sociedad y de la convivencia, esta oligarquía está segura de poseer la clave "científica" de la realidad, incluso del universo (hay que recordar el famoso libro de Engels Dialéctica de la Naturaleza, que sus antaño adoradores hoy hacen desaparecer por pudor de todas las bibliotecas).
Este convencimiento dogmático deviene en práctica totalitaria en cuanto se trata, para esta oligarquía, de regir los destinos de un mundo que sólo ellos conocen "científicamente". La libertad no es buena para ese propósito, ni la economía libre, ni una justicia independiente, ni una prensa digna y rebelde ni instituciones neutrales. Y así, descendiendo, ni unas oposiciones libres y abiertas al mérito y la capacidad, ni una enseñanza crítica antes que sectaria. Todo debe estar contagiado del sectarismo ideológico que propugnan. Es en eso, justamente en eso, en lo que coinciden con el nacionalismo hoy galopante en esta España de principios del siglo XXI. Por eso son socios.
Frente a esto, hay que proponerse una actitud más crítica, racional y libre. Aquí se exponen reunidos los elementos críticos de un racionalismo democrático, esbozados por Popper:
Nuestro saber conjetural objetivo va siempre más lejos del que una persona puede dominar. Por eso no hay ninguna autoridad. Esto rige también dentro de las especialidades.
Es imposible evitar todo error o incluso tan sólo todo error en sí evitable. Los errores son continuamente cometidos por todos los científicos. La vieja idea de que se pueden evitar los errores, y de que por eso se está obligado a evitarlos, debe ser revisada: ella misma es errónea.
Naturalmente sigue siendo tarea nuestra evitar errores en lo posible. Pero precisamente, para evitarlos, debemos ante todo tener bien claro cuán difícil es evitarlos y que nadie lo consigue completamente. Tampoco lo consiguen los científicos creadores, los cuales se dejan llevar de su intuición: la intuición también nos puede conducir al error.
También en nuestras teorías mejor corroboradas pueden ocultarse errores, y es tarea específica de los científicos el buscarlos. La constatación de que una teoría bien corroborada o un proceder práctico muy empleado es falible puede ser un importante descubrimiento.
Debemos, por tanto, modificar nuestra posición ante nuestros errores. Es aquí donde debe comenzar nuestra reforma ético-práctica. Pues la vieja posición ético-profesional lleva a encubrir nuestros errores, a ocultarlos y, así, a olvidarlos tan rápidamente como sea posible.
El nuevo principio fundamental es que nosotros, para aprender a evitar en lo posible errores, debemos precisamente aprender de nuestros errores. Encubrir errores es, por tanto, el mayor pecado intelectual.
Debemos, por eso, esperar siempre ansiosamente nuestros errores. Si los encontramos debemos grabarlos en la memoria: analizarlos por todos lados para llegar a su causa.
La postura autocrítica y la sinceridad se tornan, en esta medida, deber.
Porque debemos aprender de nuestros errores, por eso debemos también aprender a aceptar agradecidos el que otros nos hagan conscientes de ellos. Si hacemos conscientes a los otros de sus errores, entonces debemos acordarnos siempre de que nosotros mismos hemos cometido, como ellos, errores parecidos. Y debemos acordarnos de que los más grandes científicos han cometido errores. Con toda seguridad no afirmo que nuestros errores sean habitualmente perdonables: no debemos disminuir nuestra atención. Pero es humanamente inevitable cometer siempre errores.
Debemos tener bien claro que necesitamos a otras personas para el descubrimiento y corrección de errores (y ellas a nosotros); especialmente personas que han crecido con otras ideas en otra atmósfera. También esto conduce a la tolerancia.
Debemos aprender que la autocrítica es la mejor crítica; pero que la crítica por medio de otros es una necesidad. Es casi tan buena como la autocrítica.
La crítica racional debe ser siempre específica: debe ofrecer fundamentos específicos de por qué parecen ser falsas afirmaciones específicas, hipótesis específicas o argumentos específicos no válidos. Debe ser guiada por la idea de acercarse en lo posible a la verdad objetiva. Debe, en este sentido, ser impersonal.
Pero, claro, creer que Zapatero y sus secuaces serán capaces de entender algo de esto es mucho creer.

Ajustes de oferta...

¿Qué tan sostenidos parecen los cambios en el precio de los combustibles y en las preferencias de los consumidores que GM cierra 4 plantas?
La razón es que GM ha sido golpeada por las condiciones del mercado, y porque consideran que las camionetas, SUVs y anexas no tendrán ya el lugar preferencial en las preferencias del público, y que éste, más bien, cambiará hacia autos pequeños y más eficientes. Sería interesante conocer la situación de elasticidades en el mercado estadounidense de autos.

Mi conjetura es que la demanda cambia no por motivos sofisticados como los de cambio climático y la preocupación ecológica, sino por el simple y básico hecho de que el precio de la gasolina está muy arriba, y que los consumidores esperan que allí se va a quedar, y no están dispuestos a echarle a las Hummers el sueldo entero en combustible. Ahora, me parece que la industria de automóviles en EUA tiene mucho espacio para mejoras en eficiencia. Es más o menos conocido que queda muy mal parada en las comparaciones de kilometraje por litro de combustible (de hecho, EUA está hasta abajo en el ranking internacional de estándares regulatorios). Ver aquí. Así que es probable que unos 5 años la figura de EUA alcance a la de Japón o Corea, por ejemplo, en este terreno. La industria se puede agarrar de ahí. No creo que haya un "más allá" de ese punto.

En otras palabras, se puede conjeturar que una vez que la industria alcance esa condición de eficiencia (como respuesta a una demanda exigente), llegará el punto en que las mejoras serán muy costosas (si se pasa a los autos eléctricos, se requiere un cambio masivo de infraestructura; si los híbridos se generalizan, los costos podrán sentirse en el mercado secundario -en este caso, el de los alimentos, y los costos sociales pueden ser mayores...) lo que suma al hecho de que la demanda puede exhibir elasticidad nula (o sea, ser muy inelástica) como corresponde a sociedades basadas en el automóvil privado. Tal vez una situación como esa, en la que los combustibles se disparan al cielo y ya no hay espacio para mejoras técnicas sustantivas que sean relativamente suaves, puede promover un cambio paulatino de oferta y en las preferencias, como el que ahora se observa, a fin de privilegiar el transporte público. A ese respecto, las imágenes que acompañan esta entrada (que encontré aquí) son muy ilustrativas. Las imágenes muestran el espacio ocupado por tres medios de transporte para 70 personas. Con la idea del automóvil privado, 70 personas bastan para crear un congestionamiento en esta calle alemana. La bicicleta hace un mejor trabajo, y el autobús ni se diga.




Ya se ha dicho algo sobre el mercado petrolero y las opiniones de que los elevados precios no se deben a una burbuja. Ahora hay señales de los impactos estructurales de lo que está ocurriendo y de las previsiones.
Aquí la nota de La Jornada. Las 4 plantas de GM son las de Toluca (aunque no está confirmado el cierre 100%), la de Ontario, la de Wisconsin y la de Ohio. Toluca, por ejemplo, está aterrada.

Basta de subsidios a la universidad pública


Basta de subsidios a la universidad pública

[Artículo que llama a la controversia. Esperamos sus comentarios]
Dr. Santos Mercado Reyes, Departamento de Ciencias Basicas, de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería UAM/Azcapotzalco.

Si queremos salvar a las universidades públicas, sus autoridades, su sindicato, sus profesores y alumnos deberían pedir, rogar o exigir al gobierno que ya no le mande recursos financieros, que no las subsidie, que corte ese hilo umbilical que sólo le proporciona vida artificial.

Reconozco que la propuesta es difícil de lograrla a corto plazo, pues implica un cambio de mentalidad, una nueva visión y mucho valor para hacer las transformaciones. Incluso, es posible que el gobierno mismo no entendiera por qué se le pide que ya no subsidie a estas instituciones, si siempre lo ha hecho y lo considera “un deber sagrado ordenado por la Carta Magna”.

LOS SUBSIDIOS INDUCEN CONDUCTAS Y GENERAN CONSECUENCIAS

La mayoría de los vicios que se observan en cualquier escuela o universidad pública se pueden explicar por el efecto subsidio: La burocratización de las actividades, la prepotencia de los funcionarios, la arrogancia de los profesores, la simulación de los investigadores, la deserción, el tiempo excesivo para hacer una carrera, la chatarrización de los vehículos, las paredes graffiteadas, entre otras se explican como consecuencia del sistema de subsidio.

No es un punto fácil de entender, pero puede considerarse, a manera de ejemplo, el caso del niño que recibe todo de su papá; cuando cumpla 40 años seguirá pidiendo subsidio pues nunca aprenderá a generar sus propios ingresos. O bien, considere al carpintero que le va a hacer una bonita mesa de 5 mil dólares. Si usted le paga todo antes de que él empiece, es posible que la mesa se la entregue en el doble del tiempo estipulado o a lo mejor nunca se la fabrique y desaparezca con el dinero.

El efecto es observable aún en escuelas privadas que son subsidiadas por el mismo sector privado. Se puede ver el caso de Fundación Azteca, una escuela que no es del gobierno pero los alumnos aceptados no pagan nada. Los sueldos de los profesores y de todo el personal no provienen de subsidios gubernamentales, sino de un empresario altruista que les da a los estudiantes hasta el uniforme, libros y cuadernos. Es cierto que esta institución ha ganado buen prestigio en las pruebas que aplican organizaciones externas, aparece en los mejores lugares, sin embargo, el sistema de subsidio les induce un comportamiento típico: se simula el mayor orden y limpieza mientras la visita el donante; todos se peinan y lucen sus uniformes limpios; pero cuando se va el mecenas vuelven a lo mismo: los profesores con su comportamiento burocrático, los trabajadores refunfuñando de los bajos salarios, los directivos en actitud despótica, los barrenderos perdiendo el tiempo, lo normal de cualquier escuela pública.

El efecto perverso del subsidio no solo ocurre en México. En la URSS se aplicó profusamente, no solo para sus escuelas y universidades, sino también para sus fábricas…y todas fracasaron. En los mismos Estados Unidos, por recomendación de Horace Mann, “El Padre de la Educación Pública” se aplicó el sistema de subsidio hasta que se dieron cuenta de los efectos destructivos y ahora las universidades públicas tienen que sobrevivir sin subsidio gubernamental.

Los subsidios federales, estatales, municipales eclesiásticos o privados causan un daño tan perverso a las instituciones educativas que debería considerarse el peor sistema de financiamiento a las instituciones educativas.

Es interesante investigar por qué subsidiar una escuela termina por destruirla. Seguramente existen mejores explicaciones que la de quien escribe, pero mi conjetura es la siguiente: Cuando se subsidia a una institución, se introduce un “sistema de riesgo cero”. La institución sabe que tiene el ingreso seguro, trabaje bien o mal. ¿Por qué habría de preocuparse por trabajar bien? Esto no solo funciona para la institución, sino para cada profesor o barrendero. Si el trabajador sabe que las quincenas son seguras ¿por qué habría de preocuparse por hacer mejor sus tareas? El profesor gana lo mismo si tienen 20 alumnos o tan solo dos, ¿Por qué habría de preocuparse por tener 50? En realidad, se trata de un comportamiento racional, donde trabajar menos es equivalente a ganar mejor, y todos quieren ganar mejor.

En muchas instituciones subsidiadas se ven prestaciones extraordinarias que son la envidia de las universidades privadas, pero eso se explica porque se juega a la “lucha de clases” donde los trabajadores se asocian para formar sindicatos y luchar contra “el burgués”, asignándole ese papel al Rector que no es mas que otro empleado de quincena segura y que circunstancialmente llega a ocupar el cargo. Con tal de no dejar una mala imagen, los rectores tienden a ceder en todo lo que pueden, después de todo, no están administrando recursos de su propiedad. Y por supuesto, los sindicatos quieren arrebatar todo lo que pueden. Es la lucha por la bolsa de dinero arrojado por el gobierno. Una vez que funcionarios y sindicatos se acaban la bolsa, piden más, hacen huelgas, marchas, peregrinaciones y no tienen límites. Cuando algo trabaja con un sistema de riesgo cero, tiende a degenerarse irremediablemente.

Hay quien piensa que el sistema de subsidio podría funcionar bien, si se tuviera “buenos funcionarios”, “buenos rectores”, “buenos trabajadores”, “buenos profesores”, si todos tuvieran amor a la camiseta, si se comportaran como buenos apóstoles de la enseñanza y tuvieran grandes deseos de cumplir con excelencia su trabajo, en una palabra: “si no hubiera corrupción”. Sin negar que hay casos excepcionales hay que reconocer que es un sueño utópico, es como pedirle piñas al pino; equivale a pensar que puede haber ángeles en el infierno. Lo que sugiero aquí es que el subsidio a las escuelas y universidades forma, obliga a que el buen profesor se transforme en malo, la secretaria eficiente empiece a ser descuidada y el funcionario honrado se haga corrupto. Repito, hay excepciones.

Bien estudiado y comprendido el “efecto del subsidio” debería ser suficiente para considerarlo como un delito de lesa humanidad y debería prohibirse absolutamente. Al menos se debe llegar a la conclusión de que cualquier alternativa que se elija, no debe implicar que la escuela pida recursos al Estado. La medicina es amarga pero es la correcta.

Pero antes de que algunos académicos se rasguen las vestiduras debo hacer las siguientes aclaraciones, aunque reconozco que necesitan argumentarse largamente.

La idea de que las escuelas y universidades públicas no reciban subsidios del gobierno, ni de la iglesia, ni de un particular:

1. No quiere decir que se está abogando por la destrucción de las escuelas y universidades públicas. Al contrario es un plan para rescatarlas de su hundimiento total.
2. No quiere decir que se está abogando por la eliminación de la gratuidad de la educación. Es perfectamente posible eliminar los subsidios y conservar la gratuidad, por ejemplo, aplicando la propuesta del Bono Educativo o el “Voucher system for education de Milton Friedman (Premio Nobel de Economía).
3. No se está abogando por la Privatización de las escuelas y universidades. En efecto, no se ha dicho aquí que se ponga en subasta a la UNAM , UAM, IPN para que la compre el mejor postor.
4. Nadie ha dicho aquí que se eliminen los sindicatos, ni las huelgas, ni los derechos “ganados con tanta sangre y sudor”.
5. No se ha dicho aquí que se quiere acabar con la vocación innovadora y de investigación que tienen las universidades públicas. Al contrario, podrían reorientar su investigación para hacerla productiva y no como ahora, que se hace porque burocráticamente se asignan presupuestos del gobierno.
6. Tampoco se está diciendo que hay que quitarle el derecho a la educación de los pobres. Al contrario, es para que los pobres empiecen a verse no como un pretexto para recibir subsidios del gobierno, sino como personas dignas de ser atendidas.

En fin, todo lo que se quiere dejar en claro es que los subsidios pervierten a las instituciones y que es necesario crear, idear y soñar con otros esquemas que nos permitan desconectarnos de la ubre del gobierno y que generen mayores virtudes que las actuales.

Colectivo Universitari@s / El Universal

Copyright © 2008 Fecha de publicación: 04/06/2008

Es una vida de perros, pero en Moscú no es tan mala

por Mark Schoofs Dow Jones Newswires
Imagen de www.purephoto.co.uk

Moscú, 20 de mayo – Al igual que los ciudadanos que emplean el transporte público, con frecuencia se ve a los perros callejeros de esta ciudad que viajan en el metro, esperan con paciencia a que llegue el tren y a que éste abra sus puertas.

Durante la era soviética, los perros estaban prohibidos en el metro moscovita. Sin embargo, hoy es tan común verlos ahí, acurrucados en los asientos vacíos, olfateando a sus vecinos y echados tranquilamente en las estaciones, que incluso existe una página electrónica dedicada a ellos: www.metrodog.ru.

Un pequeño grupo de zoólogos estudia a los perros callejeros de Moscú y cómo se adaptan a una ciudad que cambia de manera vertiginosa. Entre ellos está Alexei Vereshchagin, quien se dedicaba a estudiar lobos: “es una criatura tan romántica”, añade, pero cuando se desmoronó el financiamiento para las ciencias del gobierno soviético, ya no pudo hacerlo.

Por ello, Vereshchagin, un hombre de 31 años de barba rojiza, empezó a estudiar a los perros callejeros, y le encantó. “El comportamiento de los perros de la calle es como el teatro”, dijo.

En la medida que el número de los automóviles moscovitas crece de manera explosiva y que su velocidad aumenta con respecto a la de los vehículos viejos y anticuados de la era soviética, los perros callejeros aprenden a cruzar las calles con los peatones. También es posible verlos a veces mientras esperan la luz verde (los perros no distinguen los colores, por lo que los investigadores piensan que reconocen la forma o la posición del hombre que camina en los semáforos).

En la austera era soviética, los restaurantes y los ahora ubicuos kioscos de comida rápida eran escasos, por lo que era menos probable que los perros rogaran por comida y más probable que hurgaran en la basura, dicen los zoólogos. Los perros–pepenadores prosperaron más en las vastas zonas industriales de Moscú, donde llevaban una existencia semi-feral. Pero debido a que dependían sobre todo de que las personas tiraran comida a la basura, y menos de que se las dieran, se mantenían a cierta distancia de los seres humanos.

Ahora, las antiguas fábricas se transformaron en centros comerciales y bloques de departamentos, por los que los perros callejeros se han vuelto más habilidosos y codiciosos para pedir comida. Han desarrollado estrategias innovadoras, dicen los zoólogos, como la técnica de llegar por detrás por sorpresa: un perro se aproxima sigilosamente por detrás de una persona que come tranquilamente en la calle y de repente le ladra. Asustada, la persona deja caer la comida y el perro se la come.

En esto, la clave es la habilidad para determinar qué personas tienen mayor probabilidad de asustarse lo suficiente como para dejar caer su comida. Los canes callejeros se han vuelto maestros en psicología, dijo Andrei Poyarkov, de 54 años, decano de los investigadores de los perros callejeros de Moscú. “Conocen mejor a los moscovitas de los que los moscovitas conocen a los perros”.

De acuerdo con Vereshchagin, protégé de Poyarkov, tal vez el mayor cambio sea que, en la actualidad, los perros callejeros difícilmente necesitan hacer algo para obtener comida. Una de sus principales tácticas, que fue posible por lo cómodos que se sienten cada vez más entre las multitudes, es sencillamente echarse en un atestado corredor del metro, por donde pasan miles de personas, y esperar a que alguien les lance algo de comer. Son alimentados sin que ni siquiera tengan que molestarse en tener que olfatear la pierna de alguien.

Hoy, Moscú proporciona un entorno de “recursos ilimitados”, dijo Vereshchagin.

Caminando por un área de mercado, próxima a una estación del metro, señala que, aún cuando ahora hay más perros callejeros que nunca en Moscú, no están delgados y hambrientos. El líder de la jauría de esta zona, cuya piel blanca con manchas negras está sucia, se levanta de su siesta, se estira con pereza y se dirige a una carnicería. Permanece afuera por unos cuantos segundos, antes que le lancen un hueso con restos de carne a las patas. Se lo lleva, pero apenas y lo mordisquea.

De hecho, muchos perros ignoran los bocadillos descartados, ya que están tan ahítos que se pueden dar el lujo de ser exigentes, dijo Vereshchagin.

A diferencia de los perros callejeros a los que estudia, Vereshchagin no puede ser tan exigente. La ciudad apenas le ha proporcionado fondos para realizar censos esporádicos, el último en 2006, que calculó en cerca de 26,000 cabezas la población de perros callejeros. Por lo que Vereshchagin, quien aún tiene que terminar su tesis, complementa su presupuesto entrenando mascotas y trabajando como paramédico de tiempo parcial.

La adaptación de los perros se añade al dramático cambio que ha sufrido la cultura canina. Rogar por comida es una actividad sumisa, por lo que hay menos guerras generalizadas en el grupo, que en ocasiones acostumbraban durar meses, de acuerdo con Poyarkov. En los grupos hay jerarquías sociales más estables, que permiten que todo el grupo prospere.

Por otra parte, también hay ocasionales ataques contra los seres humanos, como uno en abril pasado, en el que murió un hombre de 55 años, por un grupo de perros callejeros que vivían en un amplio y descuidado parque. Vereshchagin dijo no tener información de primera mano acerca de este ataque, pero dice que los perros que viven en zonas boscosas no están familiarizados con las personas y es más probable que defiendan su territorio con mayor agresividad.

Esa muerte reinició una controversia. Si bien la ciudad asignó el equivalente a 63 millones de dólares para construir refugios para estos animales y programas relacionados, algunas personas exigen el regreso a la práctica soviética de sacrificar a los perros callejeros.

Sin embargo, muchos moscovitas parecen disfrutar, o por lo menos tolerar, a la población canina. La gran mayoría de los perros callejeros se aleja para evitar antagonizar con las personas, dijo Vereshchagin. Incluso es raro que aparezcan en el metro, dice.

Muchos moscovitas alimentan a los perros callejeros y les construyen refugios invernales sencillos. En particular, en la nueva economía capitalista de Rusia, que en ocasiones puede ser implacable, los ancianos buscan compañía perruna.

Traducido por Luis Cedillo
Editado por Juan Carlos Jolly
Copyright © 2008 Dow Jones & Company, Inc. All Rights Reserved
Fecha de publicación: 04/06/2008
Sentido Común - Negocios, Economía, Mercados

La economía fácil de Krugman para un mundo complejo...

Hay gente que quiere complicar la discusión sobre el mercado petrolero, dice Paul Krugman en una entrada de su blog. La suya es una explicación sencilla que prueba una de las hipótesis sobre el alza de los precios, la de la existencia de una burbuja. La burbuja es una situación de desequilibrio con precios altos, de modo tal que hay una sobreoferta. Krugman argumenta "una de dos": o te consumes el excedente, o lo guardas. Los datos no indican acumulación de inventarios por ningún lado, dice Krugman, por lo que hay que rechazar la hipótesis de la burbuja petrolera... Reproducimos aquí la breve entrada:
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More on oil and speculation

One of the things I find puzzling about the whole oil market discussion is how complicated people seem to make it. They get all wrapped up in stuff about forward markets, hedge funds, etc., and lose sight of the fundamental fact that there are only two things you can do with the world’s oil production: consume it, or store it.

Here’s my picture:

INSERT DESCRIPTIONIt’s not complicated

If the price is above the level at which the demand from end-users is equal to production, there’s an excess supply — and that supply has to be going into inventories. End of story. If oil isn’t building up in inventories, there can’t be a bubble in the spot price.

Now it’s true that oil supply responds very little to price, and that empirical estimates of the short-run price elasticity of demand, like this one, suggest that it’s low — say -.06. But even so, the math of a sustained, large bubble quickly becomes daunting. Say the demand elasticity is -.06, and that you believe that the current price is 40% above the level at which end-use demand equals supply. Then you have to believe that 2 million barrels a day is disappearing into secret hoards somewhere — secret, because it’s not showing up in the OECD inventory data. That’s a lot of oil. And bear in mind that people have been claiming that there’s an oil bubble for years.

So my challenge to people who say there’s an oil bubble is this: let’s get physical. Tell me where you think the excess supply of crude is going.

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Buen modo de intervenir en la discusión (sencillo, y con un argumento analítico simple y que sirve como buen vehículo para llevar el mensaje). Si la hipótesis de Krugman tiene relevancia (la de la no-existencia de la burbuja petrolera) entonces el reto que lanza es díficil y, en efecto, tendría que ser atendido por los que sugieren que sí hay burbuja. Sin embargo, Krugman parece basar su argumento suponiendo que el precio "spot" del crudo depende únicamente de los fundamentales clásicos del mercado (es decir, precios y cantidades corrientes), sin abrir la posibilidad de que dicho precio pueda estar influído también por los futuros del mercado. Los comentaristas de la entrada de Krugman parecen argumentar este punto.

En su columna en El Universal se ofrece el argumento. Esta vez en español, y lo reproducimos aquí:

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Mirada al mundo
Paul Krugman
22 de mayo de 2008

La no burbuja petrolera

“¿Está a punto de estallar la burbuja petrolera?” Este fue el encabezado de un reportaje de octubre de 2004 en la revista National Review, que sostenía que los precios del petróleo, entonces en 50 dólares el barril, pronto se derrumbarían

Diez meses después, el petróleo se cotizaba en 70 dólares el barril. “Es una enorme burbuja”, declaró Steve Forbes, el editor, que advirtió que el próximo hundimiento de los precios petroleros haría que el estallido de la burbuja tecnológica “parezca un día de campo”.

A lo largo de los cinco años que lleva el repunte petrolero, que ha llevado el precio de 25 a 125 dólares el barril la semana pasada, han surgido muchas voces que declaran que se trata de una burbuja sin respaldo en los fundamentos de la oferta y la demanda.

Ante esta posición existen dos preguntas: ¿son los especuladores los principales responsables de los precios del petróleo? Y si no es así, ¿por qué tantos comentaristas han insistido, año tras año, en que existe una burbuja petrolera?

Es cierto que los especuladores en ocasiones empujan los precios de las materias primas muy por encima del nivel justificado por los fundamentos. Pero cuando eso sucede, existen indicios que simplemente no se ven en el mercado petrolero actual.

Imagine qué pasaría si el mercado petrolero registrara, con la oferta y la demanda en equilibrio, un precio de 25 dólares el barril y entonces un grupo de especuladores lo manipulara para llevar el precio a los 100 dólares.

Incluso si fuera una intervención puramente financiera de los especuladores, tendría serias consecuencias en el mundo material. Ante el alza de los precios, los conductores usarían menos el auto, los propietarios de casas le bajarían a su termostato, y los dueños de pozos casi agotados volverían a explotarlos.

Como resultado, el balance inicial entre oferta y demanda se desmoronaría y sería sustituido por una situación en la que la oferta rebasaría a la demanda. A su vez, este exceso de oferta empujaría los precios a la baja nuevamente, a menos que alguien estuviera dispuesto a comprar el exceso y sacarlo del mercado.

Por lo tanto, la única forma en que la especulación puede tener un efecto persistente sobre los precios petroleros es si provoca una acumulación física, esto es, un aumento en los inventarios privados de oro negro. Esto de hecho sucedió a finales de los 70, cuando los efectos de la interrupción del abastecimiento iraní fueron amplificados por la acumulación de reservas causada por el pánico.

Pero eso no ha sucedido esta vez: durante todo el periodo de la supuesta burbuja, los inventarios han permanecido más o menos en sus niveles normales. Esto nos dice que el alza de los precios petroleros no es resultado de una especulación desenfrenada, sino de la situación de los factores fundamentales, en especial la creciente dificultad para encontrar petróleo y el rápido crecimiento de economías emergentes como China. El aumento de los precios petroleros de los últimos años tenía que presentarse para evitar que el crecimiento de la demanda superara el aumento de la oferta.

Decir que los altos precios del petróleo no son una burbuja no implica que éstos nunca van a descender; no me sorprendería que un retroceso en la demanda, impulsado por los efectos retrasados de los altos precios, enviara los precios de regreso a un nivel inferior a los 100 dólares por un rato. Pero sí significa que los especuladores no son los únicos protagonistas de esta historia. ¿Por qué, entonces, seguimos escuchando declaraciones de que sí lo son?

Parte de la respuesta podría ser el incontrovertible hecho de que muchas personas están invirtiendo ahora en contratos a futuro de petróleo, lo cual alimenta la sospecha de que son especuladores los que deciden el rumbo de la situación, aun cuando no hay evidencia convincente de que los precios se han salido de control.

Pero también hay un componente político.

Tradicionalmente, las denuncias contra los especuladores proceden del lado izquierdo del espectro político.

En el caso de los precios del petróleo, empero, los más vociferantes promotores de la opinión de que todo es culpa de los especuladores han sido conservadores, gente de la que normalmente no se esperaría que lanzara advertencias sobre las funestas actividades de los bancos de inversión y fondos de cobertura.

La explicación de esta aparente paradoja es que los buenos deseos han destronado a la ideología de mercado.

Después de todo, una lectura realista de lo sucedido en los últimos años sugiere que nos dirigimos a una época de petróleo cada vez más costoso y escaso.

Las consecuencias de esa escasez probablemente no serán apocalípticas: Francia consume solamente la mitad de petróleo per cápita que Estados Unidos y sin embargo la última vez que estuve ahí París no era un yermo desolado.

Pero lo más probable es que en el futuro la conservación de energía sea cada vez más importante y mucha gente incluso utilice el transporte público para ir al trabajo.

Esta visión no me parece particularmente aborrecible, pero para mucha gente, especialmente de la derecha, sí lo es y por lo tanto quiere creer que si solamente Goldman Sachs abandonara esa actitud tan negativa, rápidamente volveríamos a los viejos y buenos días del petróleo abundante.

Nuevamente, no me sorprendería que los precios del petróleo bajaran en el futuro cercano, aunque tomo seriamente la reciente advertencia de Goldman de que el precio podría alcanzar los 200 dólares.

Pero hagamos a un lado esa idea de la burbuja petrolera. (Traducción: Gregorio Narváez)

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Lo que sugiere Krugman es que los precios elevados en el mercado petrolero no se deben a la especulación sobre los futuros, sino a desplazamientos convencionales de las curvas de oferta y de demanda: la de oferta al noroeste debido a la presumida escasez en las reservas (Cantarell, por ejemplo), la de demanda al sureste por el empuje chino... Mientras que poco se puede decir sobre si estos desplazamientos provocan una reducción o un aumento en la cantidad de equilibrio (pues eso dependerá de la magnitud de los desplazamientos), no hay lugar a la ambigüedad en cuanto al precio: éste subirá.


A Core of Practical Macroeconomics

A Core of Practical Macroeconomics
JOHN B. TAYLOR

The American Economic Review, Vol. 87, No. 2, Papers and Proceedings of the Hundred and Fourth Annual Meeting of the American Economic Association, (May, 1997), pp. 233-235

Macroeconomics-the part of economics that focuses on economic growth and economic fluctuations-has always been an area of great controversy and debate. Over 150 years ago David Ricardo argued with Thomas Malthus over the importance of supply versus demand in growth and fluctuations, much as real-business-cycle economists have argued with monetarists and Keynesians in recent years. The Keynesian revolution of the 1930's and the rational-expectations revolution of the 1970's, both questioning macroeconomic ideas of the time, were two of the most contentious episodes in the history of economic thought. Some view recent macroeconomic debates as so intense that they see macroeconomics as nothing more than competing camps of economists with no common set of core principles.

I welcomed the opportunity to appear on this panel because, in my view, there is a set of key principles -a core -of macroeconomics about which there is wide agreement. This core is the outgrowth of the many recent debates about Keynesianism, monetarism, neoclassical growth theory, real-business-cycle theory, and rational expectations. The core is practical in the sense that it is having a beneficial effect on macroeconomic policy, especially monetary policy, and has resulted in improvements in policy in the last 15 years. In fact, new econometric models recently put in operation at the Fed largely reflect this core. This core is increasingly evident in undergraduate economics texts, and it also appears in graduate training, though in most Ph.D. programs there is much more emphasis on the newer and more controversial parts.
Although there are different ways to characterize this core, I would list five key principles. I would start with the most basic and least controversial principle, focusing on longterm economic growth and the supply side of the economy. Over the long term, labor productivity growth depends on the growth of capital per hour of work and on the growth of technology or, more precisely, on movements along as well as shifts of a production function, as Robert Solow pointed out many years ago. If one adds to this labor productivity growth an estimate of labor-force growth, one gets an estimate of the long-run growth rate of real GDP, or what is typically referred to as potential GDP growth. This principle, the essence of neoclassical growth theory, provides a way to estimate and discuss the sources of long-term economic growth within the organizing structure of the growth accounting formula. Key policy questions to address within this framework, of course, are why potencial GDP growth has declined and what can be done to raise it again.
Is this first principle practical? Yes. Public policy economists at the Fed and the Congressional Budget Office and private industry economists regularly use this approach to get estimates of potential GDP growth. Most now estimate this growth to be about 2-2.5 percent per year. Of course there are debates about how to apply this principle: Are there diminishing returns to information capital? How much would fundamental tax reform raise the capital-labor ratio? How much does a reducción in marginal tax rates increase labor supply? But these are more quantitative issues, concerning the size of elasticities, rather than matters of principle.

A second key macroeconomic principle is that there is no long-term trade-off between the rate of inflation and the rate of unemployment; a corollary is that a shift by the central bank to a higher rate of money growth will simply result in more inflation in the long run, with the unemployment rate remaining unchanged. Although controversial at one time, this does not appear to be controversial anymore; empirical and theoretical research provides strong support. In the 1960's inflación was low, and unemployment was between 5 percent and 6 percent; in the 1970's inflation was high, and unemployment was no lower; and in the 1990's inflation is low again, and unemployment has not increased. There are two qualifications to this principle: (i) inter-national evidence from different countries in-dicates that high rates of inflation appear to reduce the growth of potential GDP, and (ii) very low rates of inflation, in particular defla-tion, may be an impediment to the smooth op-eration of markets, both because of a lower bound on the nominal interest rate and because of the stickiness of prices and wages.

This second principle has already had a majorpractical impact on policy. It implies that central banks should pick a long-run target range for inflation and stick with it. Many central banks around the world are doing just that either explicitly as with New Zealand and the United Kingdom or implicitly as with the United States and Germany. A third principle is that there is a short-run trade-off between inflation and unemployment. In my view this trade-off is best described as one between the variability of inflation and the variability of unemployment. There is still debate about the reason for this trade-off. One rationale is the sticky-price/staggered-wage theory which I favor; but there is also the information-based theory put forth by Robert Lucas. There is also an Chongoing debate about the monetary transmission mechanism: does monetary policy work through a money channel, a credit channel, or through a financial price channel (interest rates and exchange rates)?

Despite these debatable underpinnings, the existence of a short-run trade-off has practical implications for policy: monetary policy should keep the growth of aggregate demand stable in order to prevent fluctuations in real output and inflation. In fact, the improvements of monetary policy during the last 15 years have led to much more stable macroeconomic conditions. The United States is now experiencing, back-to-back, the two longest peacetime expansions ( 1982-1990 and 1991-1997) in U.S. history, separated by one of the mildest recessions in U.S. history (1990- 1991 ). A greater stability of monetary policy, including explicit discussions and actions consistent with the goal of keeping inflation low, is largely responsible for this record-brea King macroeconomic stability. Every recession since the 1950's has been preceded by a run up of inflation; by keeping inflation from ricino in the first place, the chances of such recessions are diminished. A fourth macroeconomic principle is that peoples' expectations are highly responsive to policy, and thus, expectations matter for assessing the impact of monetary and fiscal policy. The most feasible empirical way to model this response or endogeneity of expectations is the rational-expectations approach, though modifications to take account of differing degrees of credibility are necessary. By introducing rational expectations into fully estimated econometric models and then simulating the models for different policies, the response of expectations to changes in policy can be reasonably approximated (see Taylor, 1993).

Is this fourth principle having an impact on practice? Yes. For example, macroeconomic models with rational expectations now in use at the Fed are able to estimate the effects on interest rates of a multiyear plan to reduce the future budget deficit (see Flint Brayton et al., 1997). These models can help guide monetary decisions about interest rates when a plan for budget deficit reduction (like that in 1990 or 1993 in the United States) is being considered. Additional evidence for the practical relevance of this principle is the great emphasis placed on credibility by central banks today. According to rational-expectations models, there are advantages to credibility in both monetary policy and fiscal policy. For example, a disinflation will have lower short-run costs if policy is credible. Similarly, a plan to reduce the budget deficit will have a smaller short-run contractionary effect if it is credible. A fifth principle is that when evaluating monetary and fiscal policy one should not think in terms of a one-time isolated change in the instruments of policy, but rather as a series of changes linked by a systematic process or a policy rule. This fifth principle follows from many of the other principles. It is very evidente in academic policy-evaluation research during the past 15 years, where virtually all formal policy evaluation has been done in terms ofpolicy rules. To be sure there is debate about the form of the policy rules: Should the interest rate or the money supply be the instruments in the rule? Should the instrument react to the exchange rate or solely to inflation and real output? How large should the reaction of pol-icy be to inflation? Is the rule a guideline or should it be legislated and used to add ac-countability to policy-making?

Recently there has been increased practicali nterest in policy rules. For example, in recent speeches, Federal Reserve Board Governors Laurence Meyer ( 1996) and Janet Yellen (1996) have described in detail how policy rules can be helpful in the formulation of monetary policy. Speaking about her practical experience on the Federal Reserve Board, Yellen states (p. 10) that "... rules provide a simple but useful benchmark to assess the setting of monetary policy in a very complex and uncertain economic environment." The Federal Reserve Board staff now regularly does stochastic simulation of alternative policy rules. And many private-sector business economists have noted the similarity between the actions of the Fed and many other central banks to the outcomes implied by certain policy rules.

In conclusion, let me emphasize that this characterization of a core of practical macroeconomics is not meant to imply that everything is settled in macroeconomics. On the contrary, there are still great debates going on over the size of elasticities, the role of credit in the monetary transmission mechanism, the empirical relevance of "endogenous" growth models, whether staggered price-setting models with rational expectations fit satisfactorily the dynamic correlations that characterize the process of inflation in the United States, and many other issues. One question that will continue to be debated for many years is how much formal optimization is appropriate in order to provide a solid underpinning to macroeconomics. Many of the macroeconomic models I referred to in this discussion are economy-wide generalequilibrium models which have sticky-price equations as part of their structure; but there is still much more work to be done to fully establish the optimization basis for many of these sticky price structures. The current effort to incorporate money and sticky prices into real-business-cycle models will hasten the day when models with a more fully articulated optimization structure are used in practice for policy-making. I believe that this work will add much to economists' understanding of the macroeconomic principles summarized in this discussion, but in the meantime, there is a solid core of macroeconomic principles which is useful in practical policy work and which has already improved macroeconomic policymaking in the United States and other countries.

REFERENCES

Brayton, Flint; Levin, Andrew; Tryon, Ralph andWilliams, John. "The Evolution of MacroModels at the Federal Reserve Board." Carnegie Rochester Series on Public Policy, 1997 (forthcoming).

Meyer, Laurence H. "Monetary Policy Objectives and Strategy." Remarks before the National Association of Business Economists 38th Annual Meeting, Board of Governors of the Federal Reserve System, Washington, DC, 8 September 1996.

Taylor, John B. Macroeconomic policy in a world economy. New York: Norton, 1993.


Yellen, Janet. "Monetary Policy: Goals and Strategy." Remarks before the National Association of Business Economists, Board of Governors of the Federal Reserve System, Washington, DC, 13 March 1996.