La economía fácil de Krugman para un mundo complejo...

Hay gente que quiere complicar la discusión sobre el mercado petrolero, dice Paul Krugman en una entrada de su blog. La suya es una explicación sencilla que prueba una de las hipótesis sobre el alza de los precios, la de la existencia de una burbuja. La burbuja es una situación de desequilibrio con precios altos, de modo tal que hay una sobreoferta. Krugman argumenta "una de dos": o te consumes el excedente, o lo guardas. Los datos no indican acumulación de inventarios por ningún lado, dice Krugman, por lo que hay que rechazar la hipótesis de la burbuja petrolera... Reproducimos aquí la breve entrada:
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More on oil and speculation

One of the things I find puzzling about the whole oil market discussion is how complicated people seem to make it. They get all wrapped up in stuff about forward markets, hedge funds, etc., and lose sight of the fundamental fact that there are only two things you can do with the world’s oil production: consume it, or store it.

Here’s my picture:

INSERT DESCRIPTIONIt’s not complicated

If the price is above the level at which the demand from end-users is equal to production, there’s an excess supply — and that supply has to be going into inventories. End of story. If oil isn’t building up in inventories, there can’t be a bubble in the spot price.

Now it’s true that oil supply responds very little to price, and that empirical estimates of the short-run price elasticity of demand, like this one, suggest that it’s low — say -.06. But even so, the math of a sustained, large bubble quickly becomes daunting. Say the demand elasticity is -.06, and that you believe that the current price is 40% above the level at which end-use demand equals supply. Then you have to believe that 2 million barrels a day is disappearing into secret hoards somewhere — secret, because it’s not showing up in the OECD inventory data. That’s a lot of oil. And bear in mind that people have been claiming that there’s an oil bubble for years.

So my challenge to people who say there’s an oil bubble is this: let’s get physical. Tell me where you think the excess supply of crude is going.

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Buen modo de intervenir en la discusión (sencillo, y con un argumento analítico simple y que sirve como buen vehículo para llevar el mensaje). Si la hipótesis de Krugman tiene relevancia (la de la no-existencia de la burbuja petrolera) entonces el reto que lanza es díficil y, en efecto, tendría que ser atendido por los que sugieren que sí hay burbuja. Sin embargo, Krugman parece basar su argumento suponiendo que el precio "spot" del crudo depende únicamente de los fundamentales clásicos del mercado (es decir, precios y cantidades corrientes), sin abrir la posibilidad de que dicho precio pueda estar influído también por los futuros del mercado. Los comentaristas de la entrada de Krugman parecen argumentar este punto.

En su columna en El Universal se ofrece el argumento. Esta vez en español, y lo reproducimos aquí:

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Mirada al mundo
Paul Krugman
22 de mayo de 2008

La no burbuja petrolera

“¿Está a punto de estallar la burbuja petrolera?” Este fue el encabezado de un reportaje de octubre de 2004 en la revista National Review, que sostenía que los precios del petróleo, entonces en 50 dólares el barril, pronto se derrumbarían

Diez meses después, el petróleo se cotizaba en 70 dólares el barril. “Es una enorme burbuja”, declaró Steve Forbes, el editor, que advirtió que el próximo hundimiento de los precios petroleros haría que el estallido de la burbuja tecnológica “parezca un día de campo”.

A lo largo de los cinco años que lleva el repunte petrolero, que ha llevado el precio de 25 a 125 dólares el barril la semana pasada, han surgido muchas voces que declaran que se trata de una burbuja sin respaldo en los fundamentos de la oferta y la demanda.

Ante esta posición existen dos preguntas: ¿son los especuladores los principales responsables de los precios del petróleo? Y si no es así, ¿por qué tantos comentaristas han insistido, año tras año, en que existe una burbuja petrolera?

Es cierto que los especuladores en ocasiones empujan los precios de las materias primas muy por encima del nivel justificado por los fundamentos. Pero cuando eso sucede, existen indicios que simplemente no se ven en el mercado petrolero actual.

Imagine qué pasaría si el mercado petrolero registrara, con la oferta y la demanda en equilibrio, un precio de 25 dólares el barril y entonces un grupo de especuladores lo manipulara para llevar el precio a los 100 dólares.

Incluso si fuera una intervención puramente financiera de los especuladores, tendría serias consecuencias en el mundo material. Ante el alza de los precios, los conductores usarían menos el auto, los propietarios de casas le bajarían a su termostato, y los dueños de pozos casi agotados volverían a explotarlos.

Como resultado, el balance inicial entre oferta y demanda se desmoronaría y sería sustituido por una situación en la que la oferta rebasaría a la demanda. A su vez, este exceso de oferta empujaría los precios a la baja nuevamente, a menos que alguien estuviera dispuesto a comprar el exceso y sacarlo del mercado.

Por lo tanto, la única forma en que la especulación puede tener un efecto persistente sobre los precios petroleros es si provoca una acumulación física, esto es, un aumento en los inventarios privados de oro negro. Esto de hecho sucedió a finales de los 70, cuando los efectos de la interrupción del abastecimiento iraní fueron amplificados por la acumulación de reservas causada por el pánico.

Pero eso no ha sucedido esta vez: durante todo el periodo de la supuesta burbuja, los inventarios han permanecido más o menos en sus niveles normales. Esto nos dice que el alza de los precios petroleros no es resultado de una especulación desenfrenada, sino de la situación de los factores fundamentales, en especial la creciente dificultad para encontrar petróleo y el rápido crecimiento de economías emergentes como China. El aumento de los precios petroleros de los últimos años tenía que presentarse para evitar que el crecimiento de la demanda superara el aumento de la oferta.

Decir que los altos precios del petróleo no son una burbuja no implica que éstos nunca van a descender; no me sorprendería que un retroceso en la demanda, impulsado por los efectos retrasados de los altos precios, enviara los precios de regreso a un nivel inferior a los 100 dólares por un rato. Pero sí significa que los especuladores no son los únicos protagonistas de esta historia. ¿Por qué, entonces, seguimos escuchando declaraciones de que sí lo son?

Parte de la respuesta podría ser el incontrovertible hecho de que muchas personas están invirtiendo ahora en contratos a futuro de petróleo, lo cual alimenta la sospecha de que son especuladores los que deciden el rumbo de la situación, aun cuando no hay evidencia convincente de que los precios se han salido de control.

Pero también hay un componente político.

Tradicionalmente, las denuncias contra los especuladores proceden del lado izquierdo del espectro político.

En el caso de los precios del petróleo, empero, los más vociferantes promotores de la opinión de que todo es culpa de los especuladores han sido conservadores, gente de la que normalmente no se esperaría que lanzara advertencias sobre las funestas actividades de los bancos de inversión y fondos de cobertura.

La explicación de esta aparente paradoja es que los buenos deseos han destronado a la ideología de mercado.

Después de todo, una lectura realista de lo sucedido en los últimos años sugiere que nos dirigimos a una época de petróleo cada vez más costoso y escaso.

Las consecuencias de esa escasez probablemente no serán apocalípticas: Francia consume solamente la mitad de petróleo per cápita que Estados Unidos y sin embargo la última vez que estuve ahí París no era un yermo desolado.

Pero lo más probable es que en el futuro la conservación de energía sea cada vez más importante y mucha gente incluso utilice el transporte público para ir al trabajo.

Esta visión no me parece particularmente aborrecible, pero para mucha gente, especialmente de la derecha, sí lo es y por lo tanto quiere creer que si solamente Goldman Sachs abandonara esa actitud tan negativa, rápidamente volveríamos a los viejos y buenos días del petróleo abundante.

Nuevamente, no me sorprendería que los precios del petróleo bajaran en el futuro cercano, aunque tomo seriamente la reciente advertencia de Goldman de que el precio podría alcanzar los 200 dólares.

Pero hagamos a un lado esa idea de la burbuja petrolera. (Traducción: Gregorio Narváez)

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Lo que sugiere Krugman es que los precios elevados en el mercado petrolero no se deben a la especulación sobre los futuros, sino a desplazamientos convencionales de las curvas de oferta y de demanda: la de oferta al noroeste debido a la presumida escasez en las reservas (Cantarell, por ejemplo), la de demanda al sureste por el empuje chino... Mientras que poco se puede decir sobre si estos desplazamientos provocan una reducción o un aumento en la cantidad de equilibrio (pues eso dependerá de la magnitud de los desplazamientos), no hay lugar a la ambigüedad en cuanto al precio: éste subirá.


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