
"...el miedo a la verdad, a la manifestación de la realidad, es uno de los sentimientos más extendidos entre los sectarios, igual si son de derechas que si son de izquierdas..." Manuel Sacristán Luzón, 1978
Artículo en Sociedad Latinoamericana
Vol.1 No.3
- La Ecología Política en Amrica Latina
Por Enrique Leff - Eco-socialismo: convergencia entre tradiciones utópicas y socialistas
Por Luis Martínez Andrade - Posmodernidad, Desarrollo sostenible y Posdesarrollo
Por Alma Delia Granda Ansastegui - Teoría de la delincuencia: Estado, Seguridad pública y Gobierno
Por Rolando Hernández Alducin - Contribuciones del marxismo clásico al estudio de la relación hombre-naturaleza
Por Adriana Ortiz Blanco - Notas para el debate sobre la historia ambiental latinoamericana
Por Guillermo Castro Herrera - El antagonismo insalvable entre el desarrollo sostenible y la economía de mercado
Por José Antonio Segrelles - Ecología política y tradición marxista
Por Carlos A. López Morales - Imágenes, historias e interacción en espacios sociales multiculturales
Por Rosa M. Soriano Miras - Sujeto y democratización en el contexto de la globalización
Por Yamandú Acosta
Al fin el concurso :o)
Reducen extracción del aquífero en el DF
De los 430 pozos que hay en el Distrito Federal, 53 dejaron de operar durante 12 horas diarias y otros 20, todo el día
Con ello se suspendió la extracción de cinco millones 270 metros cúbicos de agua al mes y se trabajará en su recuperación, detalló el funcionario, quien abundó que esta medida se pudo llevar a cabo gracias a que la demanda del líquido en la ciudad bajó 10 por ciento.
En conferencia, Aguirre Díaz detalló que esta temporada de lluvias hubo un importante almacenamiento del líquido en las presas del Sistema Cutzamala, que en los primeros días de agosto alcanzó 611 millones de metros cúbicos, lo que garantiza el abasto para 2011.
Por ello se dejarán de operar 53 pozos en seis delegaciones entre las 18:00 y las 6:00 horas, lo que permitirá un ahorro de tres millones 230 mil metros cúbicos de agua al mes.
También se redujo totalmente la extracción en 20 pozos de cinco delegaciones, con lo que se dejarán de extraer dos millones 40 mil metros cúbicos de agua mensualmente.
Aguirre Díaz comentó que con esas medidas se dejarán de sacar del acuífero una cantidad de agua que cubriría las necesidades de 800 mil habitantes, equivalentes a la población de ciudades como Saltillo, Hermosillo o Morelia.
El tiempo que durará la suspensión de 53 pozos durante 12 horas diarias dependerá mucho de la demanda en la ciudad; se espera que la medida no sea coyuntural, ya que el objetivo es que la demanda se reduzca en 30 por ciento para mantener el paro parcial de los pozos.
Respecto a los 20 pozos que salen de operación, expuso que la medida durará ocho meses, que coincide en el tiempo en que no hay tanta demanda por lo que entrarán en operación los primeros meses de 2011, cuando comienza la época de estiaje.
Aguirre Díaz recordó que dada la alta captación del líquido en el Sistema Cutzamala, se ha acordado con la Comisión Nacional del Agua aumentar el suministro a la ciudad en 800 litros por segundo, con lo que es factible suspender la operación total de 20 pozos.
El funcionario indicó que dejar de extraer agua evitará también a largo plazo que la ciudad de México se hunda por la sobreexplotación de mantos freáticos.
Comentó que ésta es la primera vez que se paran los pozos con el objetivo de disminuir la sobreexplotación del acuífero; la medida costará al gobierno capitalino seis millones de pesos al mes, porque el metro cúbico de agua del Cutzamala cuesta cinco pesos y la de los pozos sólo tres.
Sin embargo, esa medida llevará a disminuir el ritmo de sobreexplotación del acuífero del valle de México en 50 por ciento, para que se equilibre con lo que es la recarga natural.
A su vez, el director de Agua Potable, Héctor Reyes, detalló que los 53 pozos que dejan de operar 12 horas se ubican en las delegaciones Álvaro Obregón, Azcapotzalco, Benito Juárez, Miguel Hidalgo, Coyoacán y Tlalpan.
Los 20 que dejarán de funcionar las 24 horas se ubican en Álvaro Obregón, Benito Juárez, Coyoacán, Miguel Hidalgo y Tlalpan.
Foto de concurso
Percepción pública, libertad de prensa, y censura gubernamental
Por cada crimen en México hay 10 en Venezuela... [y 4 en Colombia]
Tranferencias intercuencas
nosotros y la historia
¿Libro batallas? (¿o mejor ya ni le muevo?)
Si yo fuera rico –que cantaba Manolo Fábregas sintiéndose Zero Mostel (referente que resultará completamente inescrutable para cualquier menor de 45 años, cosa que me tiene absolutamente sin cuidado y que no hace sino reafirmarme en mi marginalidad gerontofílica)–, renunciaría a todos mis trabajos salvo a uno. Ante la solvencia económica absoluta y eterna, presentaría mi dimisión a la televisión pública y a la privada (lo mismo a mi trabajo a cuadro que fuera de él), a los medios impresos en que colaboro (incluido, mucho me temo, éste: a fin de cuentas ya puedo preciarme de una vez y para siempre de haber sido columnista de EL UNIVERSAL) e incluso a la obligación estética / moral / ética / neurótica de publicar un libro de cuando en cuando (muchas veces lo he dicho: detesto escribir; lo que me gusta es haber escrito). De uno, sin embargo (me repito ya sólo para reiterar y, con ello, para refrendar), nunca abjuraría: de la escritura de crónicas de viaje que cada tantos meses me comisionan algunas revistas especializadas. Lo dicho: no me gusta escribir… pero tanto me gusta viajar que estoy dispuesto a pagar por ello el alto precio que es la ofrenda literaria. Y concedo al lector que, si yo fuera rico (yaja diri diri buba / buba diri diri dom), no necesitaría que revista alguna me invitara a escribir para poder viajar, pero concédaseme también que incluso en tan próspera y feliz situación me resultaría igualmente irresistible la idea de tomar unas vacaciones más o menos lujosas, más o menos gratuitas, y que encima me pagaran por presumir de ellas.
Todo esto para confesar que en este preciso momento (en el que escribo como en el que se publica esto) me encuentro en Santiago de Querétaro (o, puesto en buen pocho, en Querétaro City) entregado a la investigación de campo de un texto que todavía no tiene título pero que ha de estar dedicado a algo así como El Querétaro de la Corregidora (señora que, pese a su mote, no era una dominatrix… o, en todo caso, sí pero más de la política que del sexo). Ignoro todavía por qué me fue encargada tal encomienda, y es que de la Corregidora (quiero decir de Doña Josefa, no de la que vive conmigo ayer hace 13 años) no sé sino lo que cualquiera que haya pasado por el sexto de primaria. Pero soy un buen chico, diligente y disciplinado, por lo que siempre hago la tarea. Así, me precipito a una gran librería del Estado (no sólo es la más cercana a mi casa sino que imagino que, al tratarse de una empresa pública, su catálogo tendrá un especial interés en la divulgación de la Historia Patria, más en este año) y pido todo lo que tengan sobre Josefa Ortiz de Domínguez. Imagino biografías, ensayos históricos, alegatos feministas… pero nada; la búsqueda “Josefa Ortiz de Domínguez” en el catálogo de esta librería (como, por cierto, en el de su competencia directa de propiedad privada) arroja dos resultados: un ensayito de divulgación de una centena de páginas chiquitas editado por Grijalbo, un texto de divulgación histórica para niños con el sello de Selector. Y ya. Bonita manera de festejar el bicentenario.
Termino por comprar un par de ensayos históricos sobre la Independencia. Mientras aguardo mi turno para pagar, contemplo los títulos que la sucursal más vistosa y mejor ubicada de una de las dos cadenas libreras del Estado mexicano considera dignos de exhibición prioritaria. El nuevo de Stieg Larsson. El último Crepúsculo. La mafia que se adueño de México… y el 2012, por –¡adivine el lector!– Andrés Manuel López Obrador. Y, nomás pa’ que se note el respeto por los clásicos, dos pilas de ejemplares de El secreto. (Cierto: también están el nuevo de Pitol y muchísimos Monsiváis; aun así no puedo evitar arquear una ceja a un tiempo hierática y desolada.)
Primero trino de coraje: ¡cómo puede el Estado promover el consumo de semejante basura! Después habla el liberalote que me habita: aunque pública, ésta es una librería, ergo un comercio que se rige por las leyes del mercado. Antes de dirigirme a la salida llego a una conclusión conciliadora –las utilidades derivadas de la venta de mierda son lo que permite la edición de libros que las editoriales comerciales jamás tocarían y la multiplicación de librerías en todo el territorio nacional– pero el moralista que también vive en mí no se deja convencer con facilidad.
Asuntos como éste son lo que me hace preferir la escritura de viajes. Y, mejor todavía, viajar. Escapar.