qué nos pasa...




Vía Reforma

Estas son fotografías de una carretera en SLP que tiene ¡6 meses de inaugurarse! Puff... ahí está la lana del erario, echada a perder...Y claro, el gobernador se llena la boca con la gran obra de infraestructura...Me parece que no habría pretexto para que a 6 meses la obra esté en estas condiciones...Se ve que la ingeniería fue una pachanga. El hecho de que la obra fue licitada sugiere que no se trata solamente de la ineficiencia pública, como le hubiera gustado a Sala-i-Martin argumentar aquí.

Aunque habría que ver la forma en que se licitó, pues no cualquier licitación es garantía de que se evita la ineficiencia pública.

Pigou, Smith y la microeconomia



Hace ya varios anios, el colectivo que editaba Intervenciones publico una reflexion sobre la ensenianza de la microeconomia en el plan de estudios de economia de la Facultad de Economia de la UNAM. Alli se lee:

Notas sobre teoría microeconómica contemporánea
Hace 33 años, la Journal of Economic Literature publicó, en el número 4 de su volumen
10, un artículo de Oskar Morgenstern titulado “Thirteen Critical Points in Contemporary Economic Theory: An Interpretation”. En dicho artículo, Morgenstern, quien formuló, junto con von Neumann, la teoría de la elección bajo incertidumbre, se lamenta que el vínculo entre matemáticos y economistas se hubiese dado tan tarde. Muy a la manera en que David Hilbert presentó en 1900 la famosa lista de 23 problemas no resueltos en la matemática, Morgenstern sugiere, no sin dejar muy en claro que él no es Hilbert, y que su empresa no es tan ambiciosa, 13 problemas no resueltos en teoría económica, listados a continuación: \
1. Control de variables económicas,
2. Teoría de la preferencia revelada,
3. Óptimo de Pareto,
4. Tâtonnement,
5. La equivalencia Walras-Pareto,
6. La asignación de recursos,
7. Bienes sustitutos,
8. Oferta y demanda,
9. Análisis de curvas de indiferencia,
10. Teoría de la firma,
11. Agregación (“de regreso a Cantillon”),
12. Distribución del ingreso personal y funcional,
13. Relevancia de la teoría.
A pesar de que 10 de los 13 problemas son claramente concernientes a la teoría
microeconómica, Morgenstern no tituló su trabajo como “Trece problemas críticos de la teoría microeconómica contemporánea…”. Esto obliga una reflexión sobre la trascendencia de la microeconomía en teoría económica, pues los que son problemas microeconómicos resultan, a final de cuentas, en problemas de la teoría económica. Por ejemplo, con respecto a los fundamentos de la teoría del consumidor, Jehle y Reny, en su texto Advanced Microeconomic Theory, sugieren que tal teoría “es un cimiento de roca sobre el que se construyen muchas estructuras de la teoría económica”. Además, estos autores advierten al estudiante que “[m]ás tarde, en tus estudios de la teoría económica, empezarás a darte cuenta cuán central es la teoría [del consumidor] en la forma de razonamiento particular de los economistas. De vez en vez escucharás el eco de la teoría de consumidor en virtualmente todas las ramas de la disciplina –cómo se concibe, cómo se construye y cómo se aplica” (Jehle y Reny, 1995). Desde hace ya varios años, hoy en día incluso, la teoría microeconómica resulta literalmente fundamental en la construcción de la teoría económica. No representa una rama de la economía, sino su estructura teórica principal. No obstante lo anterior, la relevancia de la teoría microeconómica para el economista se debe, además, a diversas razones. Entre ellas se encuentra un tema central, por siglos, del estudio de la economía, y que se puede ilustrar en la siguiente pregunta: ¿Asegura el mercado el bienestar social? Un acercamiento parcial, incompleto, y por demás erróneo, podría sugerir que la teoría microeconómica “clásica” respondería afirmativamente de manera general. De tal premisa pueden surgir desafortunadas expresiones que terminarán por acotar el potencial teórico de la microeconomía, y, por tanto, terminarán por revelar su desconocimiento. En efecto, la cuestión sobre el mercado es crucial en la teoría microeconómica, y sus resultados, que son estándar actualmente, podrían sorprender a más de uno.

Prestemos atención a lo que Jehle y Reny (1995) sugieren a este respecto: “Muchos
académicos ubican el nacimiento de la teoría económica con la publicación de La Riqueza de las Naciones de Adam Smith. Detrás del caos superficial causado por incontables acciones de agentes independientes y egoístas, Smith percibió una fuerza armonizadora al servicio de la sociedad. La ‘mano invisible’ guía al sistema de mercado al equilibrio, y Smith creyó que éste poseía ciertas características socialmente deseables”. La teoría microeconómica contemporánea no toma esto como premisa, mucho menos como axioma, sino que destina su aparato formal a probar no sólo la existencia de una mano invisible, sino también la existencia misma de cualquier equilibrio. Sigamos con Jehle y Reny: “Uno podría preguntarse mucho acerca de los mercados competitivos. Una cuestión fundamental que surge inmediatamente es si la visión de Smith sobre el funcionamiento del sistema de mercado, compuesto por muchos agentes egoístas comprando y vendiendo en mercados impersonales –sin importarles nada más que su beneficio personal, es, acaso, una visión coherente. Si es así, ¿existe un estado particular al que se dirija el sistema, o existen, más bien, muchos de ellos? ¿Tales estados son situaciones frágiles que puedan ser fácilmente perturbadas, o son situaciones robustas? Estas son cuestiones relativas a
la existencia, unicidad y estabilidad del equilibrio general competitivo, y todas son en extremo importantes…”.

La mano invisible smithiana, y, con ella, las bondades de los mercados competitivos, son puestos a la lupa de la teoría microeconómica contemporánea. Las conclusiones de la teoría al respecto son, a grandes rasgos, que, en efecto, existe el equilibrio general competitivo, aunque no es único, y que existe cierta evidencia a favor de la existencia de la mano invisible smithiana, toda vez que se acepte el criterio de Pareto como medida del bienestar social. Tales conclusiones pueden interpretarse a partir de dos de los teoremas más importantes en teoría económica, y que han sido denominados como “teoremas fundamentales de la economía del bienestar”. El primero
de ellos demuestra que cualquier equilibrio competitivo genera una distribución de recursos que representa un óptimo de Pareto, es decir, una situación en la que ningún agente puede incrementar su bienestar sin afectar negativamente el bienestar de alguno otro. El segundo teorema demuestra que cualquier asignación que es óptima en el sentido de Pareto podrá ser un equilibrio competitivo para algún vector de precios pertinente. Como se ve, los teoremas del bienestar constituyen el resultado principal del análisis de los mercados competitivos y una base sobre la que se ha construido una vasta literatura especializada. Sin embargo, a pesar de que ambos teoremas son precisamente eso, proposiciones demostradas dentro de un marco formal, no son un resultado general, pues requieren del cumplimiento de diversos supuestos, muchos de ellos demasiado fuertes. El reconocimiento de la particularidad teórica de los teoremas del bienestar representa uno de los avances más significativos de la teoría microeconómica contemporánea, pues implica, entre otras cosas, un reconocimiento de que la mano invisible smithiana no necesariamente lleva a situaciones Pareto-óptimas. Lo que es más, cuando el mercado funciona con fallas, como la presencia de externalidades, está demostrado que la búsqueda del bienestar individual genera un resultado ineficiente en el sentido de Pareto.
Pero esto no implica un desmantelamiento de la microeconomía, sino su fortalecimiento
en tanto teoría del sistema económico. Yerran tanto aquellos que suponen que la teoría microeconómica estándar es una defensa de los mercados competitivos como aquellos que los defienden, pues ni unos ni otros estarán tomando en cuenta varios de los resultados principales de la teoría microeconómica en cuanto a las fallas de mercado. Tras el reconocimiento, por demás serio, de la existencia de fallas de mercado, la teoría económica tiene en la microeconómica una fuente de herramientas analíticas poderosas para el análisis de situaciones diversas de la actividad económica, como aquellas contenidas en la rama de la economía pública, la
organización industrial y la economía experimental, por nombrar algunas de las sobresalientes.
Por ejemplo, ante la presencia de fallas de mercado y la resultante no equivalencia entre el equilibrio walrasiano y el paretiano, la teoría estándar justifica la intervención del estado en el sistema económico, y la economía pública representa un cuerpo analítico dedicado a su análisis. Cabría esperar, entonces, que los cursos de teoría microeconómica en un plan de estudios para la licenciatura recogieran con fuerza estos resultados, no sólo porque varias de sus herramientas resultan cruciales en la formación del economista, sino porque por sí sola representa un esquema formal de análisis de la realidad económica contemporánea.
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Ahora, Greg Mankiw, entre las labores de su Club de Pigou (en el que estan, entre otros, Volcker, Greenspan, Rogoff y varios mas), formaliza la promocion de los impuestos pigouvianos a la gasolina, pues en su vision representan el mecanismo "menos intrusivo" en la economia para promover eficiencia energetica y menor dependencia a los combustibles extrernos. Pues bien, en una seccion de la fundamentacion se lee:

Market Efficiency and Corrective Taxes
One big lesson of basic microeconomics is that under certain conditions, markets allocate resources efficiently. I think of this as the magic of Adam Smith’s invisible hand. In more advanced courses in economics, the efficiency of market outcomes is derived with extraordinary rigor, and it is called the “first fundamental theorem of welfare economics.”
The job of economic theorists is to prove theorems. The job of policy economists is to figure out which theorems to apply. All theorems are based on axioms, so when applying any theorem to the world, one has to evaluate whether the axioms assumed by the theorem are valid. In the case of the fundamental welfare theorem, one key axiom is the absence of externalities. If an economic transaction imposes costs or benefits on individuals who are not part of the transaction, this theorem will not apply, and Adam Smith’s invisible hand will fail to lead to an efficient outcome. This is a key lesson taught in introductory economics courses.

There is, however, a simple way to remedy the market failure and restore the optimality properties from the fundamental welfare theorem: Individuals can be charged for the external costs they impose on others (and subsidized for the external benefits they give to others). The solution goes back to Arthur Pigou, the British economist from the early 20th century, who was sometimes friend and sometime nemesis to his more famous colleague John Maynard Keynes. In his honor, these corrective measures are called Pigovian taxes.
For at least two reasons, Pigovian taxes are popular among economists. First, they are often the least invasive way to remedy a market failure. They can restore an efficient allocation of resources without requiring a heavy-handed government intervention into the specific decisions made by households and firms. Second, they raise revenue that the government can use to reduce other taxes, such as income taxes, which distort incentives and cause deadweight losses.
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La regulacion...Un asunto sucio...

Esa es la idea de Cooley y Ohanan en "Obamanomics". Aqui un extracto potente:


"The lesson here: be careful what you wish for. There is a familiar urge to restrict those who got us into this mess, but regulation is a nasty business—nasty because the law of unintended consequences is always there to show us how we got it wrong."


La ley de las consecuencias imprevistas de la accion regulatoria. Muy buena nocion para pensar el problema regulatorio. Con ella se puede abordar la actual crisis: los congresistas (democratas) que relajaron el sistema de credito a traves de Fannie Mae y Freddy Mac no se percataron de que esto creaba incentivos para que el sistema bancario creara activos "basura" (toda vez que dichas firmas los compraban si o si). Esa generacion de activos significaba vivienda para los que no accedian al mercado convencional (vivienda que ahora estan a punto de perder, por cierto).

Ahora, esas posibles consecuencias no eran secreto escondido: congresistas (republicanos) quisieron aumentar la regulacion en el mercado hipotecario (lease regular la intervencion publica en el), pero los democratas se opusieron. Por que no regular a los bancos en lugar de a Fannie Mae y Freddie Mac? Probablemente porque si se regula la actuacion de los bancos comerciales en las hipotecas se pierde eficiencia en otras areas (se pueden crear, por ejemplo, incentivos perversos que pueden contagiar el conjunto de la accion financiera bancaria)... Por eso los republicanos, acorde ademas con su vision de la economia, no proponian regular al mercado, sino al gobierno que opera en el mercado. Los democratas pudieron haber pensado que esa regulacion era una limitacion del actuar publico, y por tanto oponerse a ella.

Como sea, los incentivos perversos estaban alli: si yo soy un banco comercial y tu te llamas Fannie o Freddie, se que me compras cualquier activo que genere respaldado en deuda hipotecaria, independiente de su calidad. Entonces encuentro motivos para generar activos de mucho riesgo, rapidamente tu me los compras, y yo hago ganancias muy buenas.

Esta idea de las consecuencias imprevistas, sin embargo, estimo que tambien se aplica a la ausencia de regulacion, aunque es cierto que hay mas estudios sobre las consecuencias del "libre mercado" que sobre las de la regulacion.

Como sea, los autores no hablan en el aire: proveen evidencias. El asunto esta, entonces, en la refutabilidad de las evidencias.

Concuerdo con ellos cuando dicen que, en el fondo, el asunto no es "regular o no regular", sino "buena regulacion o mala regulacion". Alli donde se identifiquen consecuencias no intencionadas por la actuacion del mercado, una buena regulacion puede mejorar la situacion. Cuestion muy simple y nada novedosa (se incluye, por ejemplo, en los manuales modernos de microeconomia y economia publica)...

Dos materiales sobre la crisis...

1) Frydman y Goldberg abonan sobre la hipotesis de la existencia de conocimiento imperfecto en el mercado financiero. Via EconomistView
2) Paul Romer habla sobre el gremio y aventura la hipotesis de que la ruptura fundamental respecto a la crisis se explica en actitudes diferenciadas respecto a la modelacion en economia. Via El Blog de Mankiw.

¡Es simplemente al revés!

José Blanco escribe:

..."Sume a ello el sector de origen de la crisis, el inmobiliario, otro sector fuertemente multiplicador, a la positiva o a la negativa, originado a su vez en la “burbuja financiera” (léase en adelante estúpida irresponsabilidad desregulatoria) que originara el robo en despoblado que significó el surgimiento del mercado subprime."

Veáse aquí y aquí.

Si no le quieren creer a esos dos vínculos, vean el sitio de Fannie Mae (empresa "patrocinada" por el gobierno) y vean este discurso de su presidente sobre su "cuidadosa" entrada en el mercado subprime. No es ninguna falta de regulación. Sino todo lo contrario.

sobre la crisis financiera internacional...segunda nota de discusión

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Crisis financiera internacional

Una (muy) breve radiografía de la crisis

Carlos A. López Morales*


Quisiera decirles algo a Milton y a Anna con respecto a la Gran Depresión:

Ustedes estaban bien. Nosotros la creamos. Lo lamentamos mucho,

pero gracias a ustedes, no lo haremos de nuevo.”

Ben Bernanke, 2002.


Los economistas que han hecho pública su opinión ante la crisis se pueden clasificar en dos vertientes: aquellos que intentar dar una explicación más o menos detallada de lo ocurrido y aquellos que ofrecen explicaciones más generales sobre lo que puede significar. La primera parte de esta nota se basa en algunas reacciones del gremio para atender el primer objetivo. La segunda plantea brevemente una reflexión para aproximarse al segundo.

La burbuja hipotecaria. Si bien es cierto que ha habido un proceso desregulatorio en la economía estadounidense, también es cierto que éste se ha materializado en áreas especificas de la economía (telecomunicaciones, transportes, etc.). El sector financiero, en ese sentido, se encuentra rezagado. Los economistas suelen comenzar el recuento de la crisis actual mencionando la historia de intervenciones públicas en el sistema financiero, en especial a través de la dupla Fannie Mae y Freddie Mac (FyF). Como se sabe, ambas instituciones hipotecarias, aunque nominalmente privadas, se encuentran “patrocinadas” por el gobierno desde los años setenta. Durante la década de los noventa fueron obligadas por el gobierno a relajar los requerimientos de crédito para poder llegar a clientes marginales. En 1995, por ejemplo, el gobierno dio permiso a la dupla para que entraran en el mercado hipotecario llamado “subprime”, que aglutina a clientes con baja probabilidad de pago. El marco político de dicho mandato era el de un programa del Congreso que buscaba ampliar la disponibilidad de vivienda de bajo costo a sectores de la población que no calificaban normalmente al crédito en el mercado convencional.

La expansión resultante en el mercado de bienes raíces comenzó a operar frente a otro tipo de regulaciones, como la del uso del suelo en algunas ciudades (que hacían la oferta de lotes muy inelástica), provocando un aumento de los precios demasiado rápido (ver Figura 1). La sofisticación financiera permitió que aquellos cuya propiedad valiera más que la hipoteca generaran instrumentos financieros (llamados “equity”) que contribuyeron a la ola de recursos que inundaba el mercado. Mas aún, a la luz del “éxito” del programa, y como castigo ante algunas malas prácticas contables, en 2004 y 2005 el Congreso expandió la política de préstamos de FyF en un contexto de crédito de bajo costo, lo que elevo el riesgo y, por tanto, elevó los rendimientos. El sector bancario tuvo entonces incentivos para expandir el crédito hipotecario sabiendo que la dupla FyF adquiriría los activos así generados y sabiendo que existía una promesa implícita de rescate publico ante cualquier situación de colapso.

La diversificación de los portafolios hizo posible que el sector financiero estadounidense, y aun el internacional, se contagiara rápidamente. Dentro de poco, las instituciones financieras tuvieron muchos activos respaldados en promesas de pagos hipotecarios. Además, como consecuencia de la política financiera en FyF y de otras practicas de las calificadores, dichos activos solían ser calificados como “triple-A”, es decir, activos con un flujo de pagos estable y un riesgo mínimo de default. La buena calificación permitía que los activos se pudieran vender al valor presente del flujo prometido, lo que les otorgo liquidez. Con todo, esta situación representaba un negocio redondo para los bancos y los intermediarios. No obstante, con el tiempo surgieron dudas sobre la calidad de los activos respaldados con deudas hipotecarias, y con ellas comenzaba a operar un fallo de mercado elemental, el de la información asimétrica. Simplemente resultaba muy difícil discriminar los portafolios de acuerdo a su solvencia. Robert Shimer, de la Universidad de Chicago, ha notado que se trata del viejo problema de los “limones” del mercado de autos usados: los compradores no tienen información completa sobre la calidad de los productos que adquieren, mientras que los vendedores tienen incentivos para no revelarla. Cuando la desconfianza sobre la calidad de los activos se generalizó, lo cual ocurrió relativamente rápido, los precios de los activos se vinieron abajo alimentando los temores de que la calidad era mala por todos lados (ver Figura 1). Cuando la insolvencia y las pérdidas comenzaron a asomar la cabeza, la quiebra se veía en el horizonte. Y a pesar de que el gobierno dejó quebrar a Lehman Brothers, y de que “el mercado” se ocupó de Merrill Lynch, permitir la quiebra generalizada simplemente equivalía al colapso.

Figura 1

Fuente: Smith (2008).

El programa de rescate aprobado por el Congreso, que asciende a 700 mil millones de dolares (mmdd), busca resolver el problema en el balance de las empresas financieras inyectando liquidez en el sistema. Estos 700 mmdd, cabe decir, son adicionales a los 85 mmdd que el gobierno inyectó en el gigante de los seguros AIG para evitar su quiebra.1 Mientras que el rescate (que tuvo que sobrevivir dos rondas de discusiones en el Congreso, y una metamorfosis fundamental entremedio) ha detenido y controlado relativamente el aspecto financiero y de corto plazo de la crisis, todavía queda mucha incertidumbre respecto a sus resultados. El plan original de Henry Paulson, secretario del Tesoro, utilizaba los recursos públicos para comprar directamente los activos tóxicos y de esa forma eliminarlos de la hoja de balance de las firmas afectadas. No obstante, después de la enmienda en el Congreso, la Fed ahora tiene que llevar a cabo un proceso que se entiende mejor como una subasta convencional pero al revés. La Fed compra activos financieros (no necesariamente tóxicos) y los agentes financieros compiten por esos recursos sanos. Shimer, por ejemplo, no cree que esta subasta inversa resuelva el problema de los limones discutido arriba: ante la nueva demanda, el precio de los activos comenzara a subir, y las firmas tienen incentivos para vender primero los activos de la peor calidad y quedarse para ellas los mejores activos para venderlos en el futuro a precios más elevados. Por eso se ha señalado que el programa de rescate lleva un fuerte componente de riesgo, aunque esta vez se perciba por los contribuyentes, quienes no han tenido mucho que ver directamente con las malas prácticas financieras.2 En el mismo sentido, Anna Schwartz, coautora en muchas ocasiones de Milton Friedman, criticó el cambio en el plan de rescate: La Fed cambió el enfoque, y en lugar de salvar al sistema bancario está salvando bancos que deberían ser cerrados por malas prácticas. Schwartz concluye que Bernanke “esta peleando la última guerra” con la historia, sugiriendo que las medidas aplicadas ahora eran las adecuadas en la crisis de los treinta, de la que Bernanke mismo es reconocido estudioso. No obstante, dice Schwartz, es claro que esta crisis está muy lejos de parecerse a aquella.

¿Cómo aproximarse a la crisis? Todavía hay muchas dudas sobre la efectividad de mediano y largo plazo del rescate financiero, y la atención del gremio esta puesta en la pericia de las autoridades monetarias para implementarlo. Como es normal, la opinión suele dividirse conforme se van observando los fenómenos. Muchos economistas hacen pública su confianza en Ben Bernanke respecto a la administración de la crisis, y prefieren esperar a ver los primeros resultados. Otros, como ya vimos con los casos de Shimer y Schwartz, se aventuran un poco y emiten su juicio al considerar que el plan a implementar ha nacido con fallas fundamentales. Con todo, para decirlo rápido, el gremio esta dividido, lo que per se no es ninguna sorpresa. Es público, por ejemplo, que unos 300 economistas mandaron cartas abiertas dirigidas al Congreso apoyando o rechazando el plan de rescate (230 rechazando el plan,75 apoyándolo). Un mensaje importante de dichas cartas, y que trasciende un poco sus contenidos (que, si se ven de cerca, no son excluyentes ni necesariamente opuestos), es el reconocimiento de unos y otros en el contexto de la crisis con la mira puesta en debates más profundos y, si se quiere, más fundamentales, como el de la intervención del estado en la economía. Pero ese es un tema que requiere mayor atención que el que esta breve nota puede brindar.

Intentar ofrecer una explicación comprensiva de la crisis, o una reflexión sobre lo que puede significar, no es, a final de cuentas, tarea fácil. La diversidad de fuentes informativas, la complejidad de los contenidos y la pluralidad intrínseca del gremio eleva los costos de transacción y alimenta los incentivos para presentar historias convincentes de acuerdo al público al que están dirigidas. Habrá que llevar mucho cuidado y evitar congraciarse cuando uno ha escuchado de su economista favorito precisamente lo que quería oír. Una mejor actitud es reconocer que ante la crisis, como ante todo, nadie esta perfectamente informado. Schimer mismo sugiere en este sentido que si bien Ben Bernanke puede tener más información que cualquier otro economista individual que observa los hechos desde la comodidad de su cubículo, es muy difícil que tenga más información que el grueso del gremio. Es decir, ya no se está (tal vez nunca se ha estado) en situaciones en las que el conocimiento se centraliza en gurús a los que se podía acudir en busca de la explicación final. Hay que reconocer ahora que el conocimiento se distribuye en colectivos con cierto grado de dispersión, como el es caso del de los economistas. Eso lleva consigo mayores costos de transacción, como decíamos, pero también eleva la calidad del debate y de los argumentos.


*Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. Estudiante del programa doctoral en economía ecológica impartido en Rensselaer Polytechnic Institute, Estados Unidos. El autor agradece los valiosos comentarios de Carlos Faviel y de Hugo Contreras y los exime, como es natural, de cualquier responsabilidad sobre las opiniones y los posibles errores contenidos en esta nota.

1Adicionalmente, el gobierno estadounidense contempla un programa de rescate hipotecario a tres millones de familias que podria ascender hasta los 600 mmdd, y que comenzaría a operar utilizando recursos del plan original.

2Aunque la historia de rescates que les generan ganancias a los contribuyentes no está vacía. Un ejemplo es el rescate de 30 mmdd que el gobierno de W. Clinton le hizo a México en lo más álgido de la crisis de 94-95. Tres años después de recibir los recursos, México pagó generándo una ganancia a los contribuyentes estadounidenses de alrededor de 600 mdd, como el mismo W. Clinton reconoció recientemente.


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pongámonos de acuerdo...

...aunque sea tarea imposible....

La industria cosmetica del metrosexual. Una perspectiva microeconomica



La industria cosmética del metrosexual. Una perspectiva microeconómica

Javier Galán Figueroa*

En este trabajo se pretende busca dar una breve explicación sobre el comportamiento de los hombres metrosexuales como entes económicos a partir de la teoría económica y de esta manera no caer en perjuicios morales sobre las personas que integran este grupo social. Para lograr lo anterior el trabajo se compone en tres secciones; en la primera se describe al metrosexual como un ser social que busca encontrar un nivel de bienestar que vaya acorde a su vida cotidiana; en la segunda sección se explica el comportamiento de los hombres metrosexuales a partir de la teoría del consumidor haciendo hincapié que sus decisiones se basan en sus preferencias; en la tercera sección se proporcionan algunas cifras sobre el desempeño del mercado mexicano mostrando su importancia en la economía. Finalmente se dan algunos comentarios de tipo general.

I. El perfil del metrosexual

El arquetipo metrosexual es introducido por las agencias de publicidad y estudios de mercado para los hombres que quieren verse bien y que representan un sector de alto consumo para la industria cosmética. El hombre metrosexual, es metro porque en general se concentran alrededor de las grandes ciudades y sexual porque viven armoniosamente y sin complejos con su lado femenino.

El termino metrosexual se utilizó por vez primera por el ingles Mark Simpson[1] en el año de 1994, quien definió a este grupo social como los hombres del sigo xxi, más tarde, escribió un libro que lo tituló Meet the metrosexual donde describió las características y conducta del metrosexual definiéndola como el “narcisista que esta saliendo del closet”. Simpson recalca en su libro que la conducta sexual es muy independiente de esta clasificación, lo importante es el gusto de si mismo y de que los demás lo noten.

Entre las características más notables que definen a un hombre metrosexual estándar están: a) el gusto por la ropa o productos de firmas reconocidas, b) la preocupación por tratamientos para el cuidado de la piel o del cabello, c) uso de maquillaje para hombre, d) un cuerpo ejercitado, e) tener conocimiento de las tendencias actuales de moda, y f) originalidad y buen gusto. Con estas características se puede definir al metrosexual como el hombre de un nivel socio económico alto y que además resulta atractivo para las mujeres.

II. El comportamiento económico del hombre metrosexual

La conducta e influencia de la ola metrosexual en los hombres ha sido marcada por figuras públicas de gran impacto publicitario y de marketing, como es el caso del futbolista británico David Beckham, quien es considerado como el arquetipo del dandy contemporáneo, con una imagen que proyecta virilidad, seguridad, éxito, pero sobre todo, sin pena alguna por mejorar su apariencia rompiendo el tabú de que los tratamientos cosméticos son exclusivos para las mujeres.

Para la revista The Economist, en Estados Unidos aproximadamente entre el 30 y 35 por ciento de los hombres de entre 25 y 45 años tienen tendencias metrosexuales, mientras para la revista Mundo Ejecutivo, alrededor del 40 por ciento de los varones mexicanos de entre 20 y 40 años de edad utiliza al menos un producto cosmético.

El comportamiento del metrosexual como agente económico puede ser explicado a partir de la teoría del consumidor, donde se considera que todo individuo es racional en sus elecciones y de esta forma obtener la máxima utilidad de su función de utilidad, u(x), (ecuación 1) a partir de su restricción presupuestal (ecuación 2).

1)


donde 0 < θi <>iθi = 1 y i = 1, 2, …, n

2)

donde se supone que hay n productos en el mercado, por lo que i = 1, 2, …, n; p, es el precio del bien x, mientras m es el nivel de ingreso que tiene el consumidor. Lo anterior se puede expresar mediante la Figura 1a, donde se muestra la restricción presupuestal, mientras la Figura 1b indica el punto óptimo donde el consumidor elige la mejor opción que maximiza su función de utilidad.

Para ejemplificar la Figura 1a y el concepto de restricción presupuestal se considera la existencia de tres casos: el primero se ejemplifica con el Cuadro 1, donde se muestra el costo promedio que incurre un metrosexual mexicano para mantener su rostro “saludable” es alrededor de dos mil trescientos pesos ($2,300.00). Un segundo caso es aquel individuo que prefiere pagar un tratamiento básico trimestral que va desde los seiscientos pesos ($600.00) hasta los mil cien pesos ($1,100.00). Por ultimo sería el caso de un metrosexual que desea un tratamiento con productos especializados, entonces el costo va desde los mil quinientos pesos ($1,500.00) hasta los dos mil quinientos pesos ($2,500.00).

Cuadro 1

Precios promedio de los principales productos para el cuidado de la piel masculina

Producto

Precios en pesos

Crema o jabón limpiador

200

Gel hidratante

400

Exfoliante facial

350

Crema de día

480

Crema contorno de ojos

360

Crema antiarrugas

500

Total

2,290.00

Fuente: revista Mundo Ejecutivo (2006).

Nota: La duración aproximada de los productos es de tres meses en presentación estándar.

Para ejemplificar la Figura 1b, se considera que todo consumidor elige de acuerdo a sus preferencias la opción que maximice su función de utilidad con el menor costo posible, esto quiere decir, que un metrosexual elegirá aquel punto donde su elección le proporcione el mayor bienestar, por lo que en la Figura 1b, la intersección de la curva de indiferencia y de la restricción presupuestal representa la elección óptima.

III. La industria de los cosméticos en cifras

La explicación del porque el fenómeno metrosexual por el lado de la oferta se podría resumir como un verdadero negocio que genera grandes utilidades a las empresas que participan en este mercado. Por ejemplo, según cnnexpansión, la marca Biotherm quien produce productos para el cuidado de la piel (cremas anti-edad, geles hidratantes, correctores de imperfecciones, exfoliantes y limpiadores faciales, entre otras) sus ventas en México se pronostican en 2.6 mil millones de dólares para 2009, ya que el mercado mexicano representa 30 millones de hombres entre 20 y 75 años, 40 por ciento de ellos gastan 50 dólares mensuales en productos para su cuidado personal. Por otro lado, los hombres entre 25 a 45 años de edad que incurren al consumo de cosméticos para mejorar su apariencia personal son en promedio trabajadores, empresarios, de espíritu joven y dinámicos[2].

Para el cierre del año 2000 el valor mercado mexicano era alrededor de 3,700 millones de dólares y daba empleo directo a 27 mil personas, siendo el mercado metrosexual el más dinámico al crecer del 1996 al 2000 en un 55 por ciento y cuyas ventas pasaron de 176 millones a 273 millones de dólares, según datos de la Cámara Nacional de la Industria de la Perfumería, Cosmética y Artículos de Tocador e Higiene (canipec) y de Euromonitor International En el cuadro 2 se muestra la evolución del mercado de cosméticos y productos en México, en el cual es evidente su expansión y se puede afirmar que su evolución futura es de grandes expectativas.

Comentarios finales

El arquetipo metrosexual surge por la necesidad de la industria de la cosmetología para incrementar sus ganancias mediante la diversificación de sus productos, así como desarrollar nuevos mercados. El éxito de la moda metrosexual ha consistido en crear en la población objetivo (hombres de nivel intelectual y económico relativamente alto) una imagen de éxito profesional, seguridad varonil, pero sobre todo de una persona que ha dejado a un lado el tabú de que los cosméticos son exclusivos para las mujeres.

A nivel industrial, representa un mercado altamente lucrativo que podría generar más ganancias que el de las mujeres en el futuro, si se considera que las propias marcas ven al hombre tener más disciplina en iniciar y concluir tratamientos para mantenerse atractivos que las propias mujeres, entonces ante este supuesto, es de esperarse que el impacto publicitario de la industria tarde o temprano logre sacar al metrosexual que todo hombre lleva adentro.

Referencias

Varian, Harl (2006)/ Microeconomía Intermedia, Ed. Bosch, Barcelona, 7ª Edición.

Garcia de León, Veronica (2007)/ “El negocio de los metrosexuales”, revista cnnexpansión.com mayo, México.

Sandoval, Felipe (2004)/ “El negocio de los metrosexuales”, revista Denegocios, abril, México.

Yáñez, Roberto (2006)/ “Metrosexuales: de la cultura a los negocios”, revista Mundo Ejecutivo núm. 327, año XXVI, vol. XLIII, julio, México.


* El autor es profesor y miembro del Seminario de Credibilidad Macroeconómica de la División de Estudios de Posgrado de fe-unam.

[1] Mark Simpson fue quien acuño el término en un artículo publicado en el diario londinense The Independent en 1994.

[2] Hay hombres que consumen cremas denominadas “para el día después”, que prometen borrar todos los signos de una borrachera; también gotas que son utilizadas para borrar los síntomas de fumar marihuana u otra sustancia toxica.