La circulación sin trabas de los capitales golondrinos tuvo consecuencias inesperadas para la economía mundial y para las teorías económicas. A esto se refiere un artículo previo de la misma revista ("What went wrong with economics?", 16 de julio 2009). "¿Qué es lo que falló en la ciencia económica?". Ignorar las realidades sociales que no se dejan reducir a ecuaciones estadísticas. La estrechez mental de los economistas no vio la catástrofe posible, y ahora la realidad "humilla a una profesión arrogante". Cita al premio Nobel de economía Paul Krugman: Mucha ciencia macroeconómica de los últimos 30 años ha sido "espectacularmente inútil, en el mejor de los casos; y, en el peor, francamente nociva".
[The Economist se une así, para consumo de los críticos de la economía estándar, al señalamiento en contra de la economía teórica liderado por Krugman. Me parece que decir que la ciencia en 30 años ha sido inútil y, peor aún, nociva, es muy erróneo. No veo por qué hay que comprar esos argumentos si no es para sumarse al señalamiento simplón y evitarse la pena de ponerse a estudiar la "inútil" ciencia y tratar de comprenderla. Yo no creo que haya teoría inútil. Es erróneo poner las cosas en ese terreno. Ahora, sobre lo nocivo: Hay misiles que se guían con rayos láser y matan gente. ¿Se vale concluir que entonces la teoría física detrás del láser es nociva? ¿O nocivos son más bien los intereses a los que sirve? [este ejemplo lo tomamos prestado de Sacristán] Así como ninguna teoría es inútil (aún siendo muy incorrecta -y no es que piense que la macro moderna lo esté, es sólo para seguir el argumento- una teoría mala tiene la virtud de aglomerar razonamientos incorrectos, como si fuera un grupo de variables de control que captura las ideas no fructíferas), no hay teorías nocivas per se. Krugman se lanzó en aquella pieza con su agenda política. Muchos lo criticaron y lo pusieron en su lugar. Pero otros toman su palabra como verdad eterna, por el simple hecho de decir "Lo dice un Nobel". A los de Sin Permiso y demás que se ubican en lo que queda de las izquierdas, se unen ahora The Economist y el mismo Zaid]
Contra los teóricos de pizarrón, ya se había pronunciado Austin Robinson, creador de la Oficina Central de Estadísticas del gobierno británico, que vivió lo suficiente para ver que disponer de estadísticas alejó a los economistas del contacto con la realidad. En mis tiempos, se esperaba de un economista que conociera las operaciones agrícolas e industriales, los procesos, tecnologías, mercados y localidades. Sabíamos más de la economía en la práctica, aunque nos apoyáramos en estadísticas. "No hay economista más peligroso que el purista teórico, sin experiencia práctica ni comprensión instintiva del mundo real" (The Economist, 5 de junio 1993). La economista Joan Robinson, su mujer, dijo famosamente: Hay que estudiar economía para cuidarnos de los economistas ("The second crisis of economic theory").
Quizá lo más notable de todo es que The Economist había propuesto descontinuar el premio Nobel de economía porque muchos premiados han sido teóricos de pizarrón ("The unsuccesful science", 29 de diciembre 1979).
[Bueno. Uff. Qué decir. Vayamos todos corriendo a gritarles a los economistas de pizarrón y a echarles la culpa de todos los males. Mejor aún si nos acompañan los secretarios y ministros de hacienda, finanzas, comercio, economía, y, en el colmo de la apoteósis para llegar al nirvana, los gobernadores de los bancos centrales. Está claro, clarísimo, que los del pizarrón son los culpables. ¡A ellos!]
Esta autocrítica gremial no se ha visto en México, con la excepción notable de Edmundo Flores. [A Zaid parece darle pena que su Mexiquito no se una acríticamente a ese movimiento.] Siendo economista, se atrevió a decir que la economía mexicana había funcionado bien hasta que llegaron los economistas. Tenía razón. El crecimiento económico más estable y prolongado del siglo XX estuvo a cargo de un abogado: Antonio Ortiz Mena. Pero ni los economistas postgraduados en Inglaterra (que llegaron despreciando a Ortiz Mena y anunciando que lo superarían) ni los postgraduados en Estados Unidos (que llegaron despreciando a los de Inglaterra y anunciando el retorno al "desarrollo estabilizador"), han aceptado su fracaso profesional y su contribución a los desastres de la economía mexicana. El milagro económico mexicano lo construyeron los abogados y lo destruyeron los economistas.
[Los políticos se quedaron mirando desde la barrera, seguro. ¿Por qué no le echamos la culpa de una vez a las universidades británicas y estadounidenses de enseñar cosas que destruyen países? Zaid es un tipo inteligente. No me cabe duda. Me gustan muchos de sus textos de temática diversa que aparecen en Letras Libres. Pero no me gustan sus textos en economía. Ojalá fuera menos ambicioso en sus juicios sobre temas que, ya se ve, no conoce mucho. Este tipo de argumentación es relativamente común en La Jornada y en literatura similar.]
Cuando empezaban a graduarse los primeros licenciados en economía en México, su desempleo se explicaba diciendo que habían estudiado para secretarios de Hacienda, pero sólo había una plaza cada seis años y la ocupaba un abogado. Que el nombramiento de Ortiz Mena (1958-1964) se extendiera un sexenio más fue mal visto, ignorando que el crecimiento, los salarios, la inflación y el ahorro familiar habían mejorado como nunca. Pero ¿cómo apreciar los logros de un aficionado frente a las promesas de los especialistas doctorados en el extranjero?
Los economistas mexicanos llegaron al poder como asesores de la economía presidencial. Hasta hoy, no han reconocido que recomendaron una tontería tras otra, y que las cometieron al tomar altos puestos ejecutivos. La autocrítica profesional está bien para The Economist, no para el saber infalible con sólidos fundamentos: el poder impune.
A la tenebra tradicional del poder en México, la Secretaría de Hacienda y el Banco de México le dieron un toque de tenebra científica: un aire misterioso de ciencias ocultas. Nunca han sido proclives a la autocrítica, y ni siquiera a la transparencia que permite la crítica externa [Que Zaid señale cuántos bancos centrales y ministerios de economía y hacienda son bien proclives a la transparencia y crítica externa]. El resto de los mortales no puede asomarse a la cocina científica. [Si esto es cierto, es porque no quieren. Zaid se une a la mistificación del oficio. No señores. La cocina científica está abierta para todos. Podría empezar por tomar su manual de economía. La economía será la ciencia oscura, pero no oculta. Lo oculto sería la política que por lo generar hace fracasar a la política económica. Yo no pensaría que el relativo fracaso del TLC es culpa de la teoría económica. Mejor pregunto qué intereses estaban detrás de las muchas tonteras que se firmaron allí. Tampoco creo que las prescripciones de política de la teoría economíca siempre estén correctas, pero creo que decir que la culpa es de la teoría es como construirse hombres de paja como enemigo para ganarle todos los rounds.]
Pero lo superior de su tenebra no ha sido la mucha ciencia sino el mucho poder: una capacidad de soborno y de chantaje que hace callar y garantiza la impunidad de sus dogmas (que no siempre son los mismos, pero siempre son dogmáticos). [Ya ni merece la pena comentar en extenso esto.]
Sería extraño que tanto secreto no fomentara la arrogancia, la incompetencia y la corrupción.
Esquivel, fiel a su estilo, dice que es una crítica dura, pero no injusta.
Aquí un pedacito:
"Zaid critica a los economistas ´teóricos, "teóricos de pizarrón" o puristas teóricos. Efectivamente este es un tema central en la discusión académica, particularmente en macro. La fuerte formalización de los modelos y su impacto en cuanto a implicaciones de política económica. En lo personal yo me he inclinado por la urgencia de enfatizar la utilidad del desarrollo teórico en la implementación de las polítivas públicas y las implicaciones mencionadas. Si creo que ha existido un exceso en la formalización. Al menos ese es mi enfoque en mi desarrollo profesinal en el CIDE. Sin embargo, esto no descalifica el trabajo teórico, el cual constituye algo así como el equivalente a "ciencia básica" que es distinto a la fase en la cual este conocimiento es aplicado al mundo real."
Le da al clavo. El trabajo teórico es una fase distinta al trabajo empírico. Hay muchos pasos intermedios entre el modelo abstracto y la formulación de políticas. Cuando no los hay, entonces sí que hay problema y, como bien señala Villagomez, es un tema importante en economía (pienso, como ejemplo, en la "falacia de concreción injustificada" de Whitehead que Daly y Cobb discuten en el caso de la economía (ver aquí, aquí, aquí, y aquí), y que Dasgupta trajo a colación a propósito de la economía del cambio climático, ver sección 6 de este paper).