Sobre el decrecimiento sostenible de Martínez Alier


Martínez Alier, aunque catalán, es uno de los fundadores y divulgadores en lengua castellana más importantes de la economía ecológica. Además, tiene participación en las izquierdas españolas y catalanas...De allí resalta un intercambio epistolar sobre anarquismo que mantuviera con Manuel Sacristán y que fuera publicado en el número 8 de Materiales. No cuento con ningún enlace a alguna versión electrónica a dicho intercambio. Pero aquí Fco. Fernández Buey discute un poco sobre eso.

Pues bien, ahora, en el año 2009, Martínez Alier disctute un poco sobre la crisis, el keynesianismo como moda renovada, y sobre ese artefacto llamado decrecimiento sostenible...

Aquí reproducimos el artículo, que se comenta brevemente más abajo...

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Decrecimiento sostenible
Joan Martínez Alier · · · · ·
22/02/09

La crisis económica actual ha puesto a John Maynard Keynes de moda porque existe capacidad industrial en las economías occidentales que no se aprovecha. Ante el aumento del desempleo, la receta adecuada es un mayor gasto público. Así habrá dinero para cambiar de automóvil y comprar el exceso de viviendas que deprime la industria de la construcción en Estados Unidos, en Reino Unido y en España. Keynes quería que la economía saliera de la crisis de 1929. Dijo explícitamente que lo que ocurriera a largo plazo, una vez la economía se recuperara de las dificultades, no le importaba. Fueron economistas posteriores como Harrod y Domar los que convirtieron el keynesianismo en una doctrina de crecimiento económico a largo plazo. Más tarde llegaron o resucitaron los neoliberales como Hayek, quienes aseguraron que el mercado sabía mucho más que el Estado. Ahora estamos escuchando a banqueros que piden que nacionalicen sus bancos, por favor. Estamos viendo la resurrección de Keynes (o su reencarnación en Krugman y Stiglitz). Pero podemos preguntarnos, ¿un Keynes de corto plazo, para salir de la crisis, o un Keynes también de largo plazo para seguir una senda virtuosa de crecimiento económico?

Es ahí donde entra la actual crítica de la Economía Ecológica. El crecimiento económico se ha basado en la energía del carbón, el petróleo y el gas natural. Parece aconsejable un keynesianismo verde que aumente la inversión pública en conservación de energía, en instalaciones fotovoltaicas, en transporte público urbano y rehabilitación de viviendas, en agricultura orgánica. Pero no lo parece continuar en la fe del crecimiento económico. En los países ricos debe darse un ligero decrecimiento económico que sea socialmente sostenible. Debemos entrar en una transición socio-ecológica. La economía ha de decrecer en términos de materiales y de consumo energético. Existe ya un acuerdo social en Europa para que las emisiones de dióxido de carbono se recorten un 20% con respecto a las de 1990, pero lo que no se había previsto es que, de hecho, al decrecer el PIB esas emisiones ya están disminuyendo.

Pero no sólo hay razones ecológicas para el decrecimiento. Hay psicólogos que han averiguado que la felicidad no aumenta con el aumento del PIB per cápita. Mejor dicho, sí que aumenta a niveles muy bajos, pero no después. Ahora bien, el decrecimiento económico provoca dificultades sociales que hemos de afrontar para que la propuesta antes citada pueda ser socialmente aceptada. Si la productividad del trabajo (por ejemplo, el número de automóviles que un trabajador produce al año) crece el 2% anualmente pero la economía no hace lo propio, eso llevará a un aumento del desempleo. La respuesta ha de ser doble. Los aumentos de productividad no están bien medidos. Si hay sustitución de energía humana por energía de máquinas, ¿los precios de esta energía tienen en cuenta el agotamiento de recursos, las externalidades negativas? Sabemos que no es así. Además, hay que separar el derecho a recibir una remuneración del hecho de tener empleo asalariado. Esa separación ya existe en muchos casos (niños y jóvenes, pensionistas, personas que perciben el seguro de desempleo), pero debe ampliarse más. Hay que redefinir el significado de 'empleo' -teniendo en cuenta los servicios domésticos no remunerados y el sector del voluntariado- y hay que introducir o ampliar la cobertura de la Renta de Ciudadano o Renta Básica.

Cabe plantear otra objeción. ¿Quién pagará la montaña de créditos, las hipotecas y la deuda pública si la economía no crece? La respuesta debe ser que nadie. No podemos forzar a la economía a crecer al ritmo del interés compuesto con que se acumulan las deudas. El sistema financiero debe tener reglas distintas de las actuales. En Europa y Estados Unidos lo que es nuevo no es, pues, el keynesianismo, ni tan sólo el keynesianismo verde. Lo nuevo es el movimiento social por el decrecimiento sostenible. La crisis abre expectativas para nuevas instituciones y hábitos sociales. El objetivo en los países ricos debe ser vivir de forma óptima dejando de lado el imperativo del crecimiento económico.


Joan Martínez Alier es catedrático del Departamento de Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona


Las provincias, 21 febrero 2009
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Me parece que no es el primero en señalar las "virtudes" ecológicas de cualquier crisis [las emisiones caen al caer la actividad económica]- En mi opinión, esta cuestión de cantidades no tiene importancia práctica: sin transición tecnológica, las emisiones regresarán a su nivel y tendencia [alcista, por cierto] una vez la actividad económica retome el dinamismo. Si es que ocurre, habremos retrasado con eso algun tiempito la catástrofe climática, para lo que eso sirva. ¿Por qué no cacareamos? Martínez acierta al tocar el punto de las posibilidades de cambio tecnológico como parte del estimulo [lo que llama "keynesianismo verde"]. Para desgracia de esta posición, la cuestión de costos relativos y de oportunidades de sustitución efectiva no siguen las necesidades de los burócratas que asignarían el presupuesto a cuestiones "verdes"... A pesar de todo lo que se habla al respecto, me parece que no hay mucha perspectiva de un estímulo verde de verdad...Mucho menos cuando es prioridad del equipo de Obama quemar el carbón que existe en el territorio estadounidense.

Pero este asunto queda disminuido cuando se toma en cuenta la verdadera tesis que avanza Martínez. Un decrecimiento sostenible en los países ricos. Sin duda, una tesis interesante, aunque en mi opinión ha dejado fuera un par de consideraciones que pueden matizar cualquier apoyo a dicha idea. Sin duda, habrá quienes desde un ecologismo entusiasta apoyen esta noción, y hagan por tanto activismo político. Esto es positivo al tener el efecto de cuestionar los impactos indirectos del consumismo occidental en los países ricos... No obstante, esta crítica estaría mal orientada, sobre todo cuando buena parte del crecimiento económico planetario no ocurre en los países ricos, sino en las naciones que se desarrollan, en particular India y China. No se trata de que los estadounidenses, los ingleses o los españoles no cambien el auto cada año, o no se compren el tercer ipod, sino de que los chinos, los indúes, los latinoamericanos (y mas tarde los africanos) querrán participar de ese "consumismo irracional". Para ser sostenible, cualquier decrecimiento tendría que enfocarse en las clases medias de las economías en desarrollo. Pero las implicaciones éticas de esto no son tan sencillas como las implicadas en pedirle a los ricos que ya no consuman tanto...o peor aún: imagínense al primer mundo, tan ostentoso como es, diciéndole a los que se desarrollan que ellos ya no pueden aspirar al desarrollo, y que tendrán que conformarse con un menor consumo... Estas consideraciones internacionales, a mi juicio, restan relevancia a esta noción del "decrecimiento" sostenible en los países ricos...

Otra cuestión que no se toca en la idea de Martínez: gran parte de los productos de exportación de los países en desarrollo se venden en los mercados de los países ricos. Un decrecimiento en estos mercados tendrá el efecto de reducciones en el empleo en los países periféricos. Martínez no dice nada sobre cómo resolver esta cuestión.

Por último, viene la cuestión poblacional. Enfocarse en el crecimiento económico muchas veces lleva a olvidar el asunto demográfico. España misma tiene ahora una política que incentiva el incremento demográfico. Gran parte de Europa se encuentra en esa situación. Habrá crecimiento económico, aunque no quieran, por esta razón. Es mucho más sostenible apoyar políticas poblacionales que decir "no hay que consumir tanto"... Ahora somos sólo dos tercios los que seremos en una generación adelante. El tercer tercio que hace falta nacerá en Asia, América Latina y Africa, allí donde el crecimiento económico, antes de ser sostenible o no, es una necesidad por ser la diferencia entre la vida y la muerte para mucha gente. Considerando esto último, pedir un "decrecimiento sostenible" en los paises ricos nada más parece muy cómodo. Mejor sería pedir que una mayor parte del crecimiento económico en el mundo desarrollado se aplique como asistencia al desarrollo. Luego, sí, podemos hablar sobre un cambio en los patrones de consumo en el mundo rico, y sus posibilidades en el mundo desarrollado... Pero no creo que sea adecuado avanzar la noción de que no hay que crecer cuando una fracción sustancial de la población mundial no tiene agua potable, muere de enfermedades curables, no tiene accesso a la educación, etc., etc.

Agua en México: agotamiento, degradación y precios sombra imputados

El INEGI calcula el PINE, o producto interno neto ecológico y lo publica en el sistema de cuentas económicas y ambientales. El producto interno neto es el PIB menos la depreciación de los acervos de capital. En la literatura de economía ambiental y ecológica se piensa que el PIN debe también contabilizar la depreciación de los acervos de capital natural. De esta forma, el PINE, donde la "E"es por "ecológico", según la literatura, sería un indicador de la sustentabilidad de una economía (en el sentido, se pensaba, que el PINE sería el máximo nivel de consumo que podría ocurrir en un año sin que se agoten los acervos de capital, o "máximo consumo sustentable"). A
partir de un paper clásico de Weitzman se estableció, además, que el PINE equivalía a la función Hamiltoniana cuando se evaluaba en el óptimo. En una entrada nerd habíamos comentado que esta interpretación sólo se mantenía para funciones lineales de utilidad. Como sea, a pesar de que sea muy díficil víncular el PINE observado con economías que optimizan dinámicamente, es
posible usarlo como medida de bienestar en evaluaciones de política pública.

Así pues, viendo los datos del agua en el cálculo del PINE fue posible darse cuenta de dos cosas: 1) cuáles acervos se consideran para el agotamiento 2) los precios sombra imputados.

En lo que hace a lo primero, tenemos que hay dos acervos considerados únicamente: los acuíferos subterráneos y un acervo mucho más efímero que podríamos denominar "agua de calidad aceptable". Es fácil obtener los precios sombra imputados dado que INEGI da los datos en
metros cúbicos y en miles de pesos. Recuerden que el precio sombra es una evaluación del costo de oportunidad (en este caso, en unidades monetarias de ingreso) de una unidad adicional del acervo en cuestión. (Si están familiriazados con las técnicas de optimización, los precios sombra son los multiplicadores de Lagrange, en el caso estático, o las variables de coestado en específicos problemas de opt. dinámica)...

Así pues, tenemos el siguiente comportamiento para cada uno de estos acervos:

Agua subterránea
Fuente: elab. propia con datos del Sist. Nal. de Cuentas Eco y Eco.

Las barras indican volumen en m3. Las líneas punteadas son los precios sombra imputados. Hay un comportamiento esperado: a medida que se agota el acervo sube su valuación. En una economía a la Hotelling tendríamos que el precio de mercado sería igual al costo de producción más el precio sombra (también interpretado en este caso como la renta de escasez). Si asumimos que el "costo de producción" del agua (por infraestuctura, por escurrimiento, etc.) es constante, entonces el precio del agua debería estar subiendo paulatinamente.

Si asumimos que estos precios sombra son los adecuados, al compararlos con los precios que cobra la CNA vemos que hay una transferencia enorme de renta hacia los consumidores por cada metro cúbico. En el caso de lo agrícolas, la transferencia es total.

No obstante, el PINE construído con estos datos no está completo. No hay cálculo sobre el precio sombra imputable al agua superficial. Cada año el país tiene un acervo determinado de agua superficial que deriva de las precipitaciones. La ONU tiene porcentajes de uso "sustentables" de este flujo físico (pero que podría verse como un stock económico): sólo es posible usar alrededor de cierta fracción debido a que el resto se debe destinar a funciones ecológicas, etc. Así, el agua superficial (ríos, lagos, presas, etc.) se convierte en un acervo que bien podría tener un precio sombra positivo (representando escasez). Con todo, parece que es buena hora para cambiar la estructura de precios que se pagan por el agua.