La sociedad abierta y sus enemigos en España


La sociedad abierta y sus enemigos en España

[Cambien nombres y se está hablando de México.]


¿Por qué la oligarquía socialista no quiere una sociedad abierta como la esbozada por Popper y otros muchos pensadores demócratas?

Pedro de Tena


Sociedad abierta es aquella que no gusta absolutamente nada a la oligarquía socialista porque en ella triunfa la competencia personal y social, las libertades civiles, la solidaridad libre y voluntaria y la división de poderes, la misma que defendiera Montesquieu cuya muerte intelectual y política anunció Alfonso Guerra.
Aquella famosa profecía, afortunadamente, tuvo como resultado inmediato la caída del muro de Berlín, el ensanchamiento del espacio de las democracias liberales en el mundo y su propio batacazo desde el sillón de la vicepresidencia del Gobierno. Falta le hubiera hecho dentro del PSOE una instancia, diferente al poder de la ejecutiva de su partido e independiente a la manera del sagaz e inteligente Montesquieu, que lo defendiera de manera noble y justa del acoso de su ya no amigo González, que lo trituró de manera inmisericorde y minuciosa.
¿Por qué la oligarquía socialista no quiere una sociedad abierta como la esbozada por Popper y otros muchos pensadores demócratas? Por muchas razones. Sobre todo por una. La oligarquía socialista está íntimamente convencida de su superioridad intelectual, ética e histórica sobre el resto de los mortales. Lejos de reconocer la imposibilidad de un conocimiento exacto de las leyes de la historia, de la sociedad y de la convivencia, esta oligarquía está segura de poseer la clave "científica" de la realidad, incluso del universo (hay que recordar el famoso libro de Engels Dialéctica de la Naturaleza, que sus antaño adoradores hoy hacen desaparecer por pudor de todas las bibliotecas).
Este convencimiento dogmático deviene en práctica totalitaria en cuanto se trata, para esta oligarquía, de regir los destinos de un mundo que sólo ellos conocen "científicamente". La libertad no es buena para ese propósito, ni la economía libre, ni una justicia independiente, ni una prensa digna y rebelde ni instituciones neutrales. Y así, descendiendo, ni unas oposiciones libres y abiertas al mérito y la capacidad, ni una enseñanza crítica antes que sectaria. Todo debe estar contagiado del sectarismo ideológico que propugnan. Es en eso, justamente en eso, en lo que coinciden con el nacionalismo hoy galopante en esta España de principios del siglo XXI. Por eso son socios.
Frente a esto, hay que proponerse una actitud más crítica, racional y libre. Aquí se exponen reunidos los elementos críticos de un racionalismo democrático, esbozados por Popper:
Nuestro saber conjetural objetivo va siempre más lejos del que una persona puede dominar. Por eso no hay ninguna autoridad. Esto rige también dentro de las especialidades.
Es imposible evitar todo error o incluso tan sólo todo error en sí evitable. Los errores son continuamente cometidos por todos los científicos. La vieja idea de que se pueden evitar los errores, y de que por eso se está obligado a evitarlos, debe ser revisada: ella misma es errónea.
Naturalmente sigue siendo tarea nuestra evitar errores en lo posible. Pero precisamente, para evitarlos, debemos ante todo tener bien claro cuán difícil es evitarlos y que nadie lo consigue completamente. Tampoco lo consiguen los científicos creadores, los cuales se dejan llevar de su intuición: la intuición también nos puede conducir al error.
También en nuestras teorías mejor corroboradas pueden ocultarse errores, y es tarea específica de los científicos el buscarlos. La constatación de que una teoría bien corroborada o un proceder práctico muy empleado es falible puede ser un importante descubrimiento.
Debemos, por tanto, modificar nuestra posición ante nuestros errores. Es aquí donde debe comenzar nuestra reforma ético-práctica. Pues la vieja posición ético-profesional lleva a encubrir nuestros errores, a ocultarlos y, así, a olvidarlos tan rápidamente como sea posible.
El nuevo principio fundamental es que nosotros, para aprender a evitar en lo posible errores, debemos precisamente aprender de nuestros errores. Encubrir errores es, por tanto, el mayor pecado intelectual.
Debemos, por eso, esperar siempre ansiosamente nuestros errores. Si los encontramos debemos grabarlos en la memoria: analizarlos por todos lados para llegar a su causa.
La postura autocrítica y la sinceridad se tornan, en esta medida, deber.
Porque debemos aprender de nuestros errores, por eso debemos también aprender a aceptar agradecidos el que otros nos hagan conscientes de ellos. Si hacemos conscientes a los otros de sus errores, entonces debemos acordarnos siempre de que nosotros mismos hemos cometido, como ellos, errores parecidos. Y debemos acordarnos de que los más grandes científicos han cometido errores. Con toda seguridad no afirmo que nuestros errores sean habitualmente perdonables: no debemos disminuir nuestra atención. Pero es humanamente inevitable cometer siempre errores.
Debemos tener bien claro que necesitamos a otras personas para el descubrimiento y corrección de errores (y ellas a nosotros); especialmente personas que han crecido con otras ideas en otra atmósfera. También esto conduce a la tolerancia.
Debemos aprender que la autocrítica es la mejor crítica; pero que la crítica por medio de otros es una necesidad. Es casi tan buena como la autocrítica.
La crítica racional debe ser siempre específica: debe ofrecer fundamentos específicos de por qué parecen ser falsas afirmaciones específicas, hipótesis específicas o argumentos específicos no válidos. Debe ser guiada por la idea de acercarse en lo posible a la verdad objetiva. Debe, en este sentido, ser impersonal.
Pero, claro, creer que Zapatero y sus secuaces serán capaces de entender algo de esto es mucho creer.

Ajustes de oferta...

¿Qué tan sostenidos parecen los cambios en el precio de los combustibles y en las preferencias de los consumidores que GM cierra 4 plantas?
La razón es que GM ha sido golpeada por las condiciones del mercado, y porque consideran que las camionetas, SUVs y anexas no tendrán ya el lugar preferencial en las preferencias del público, y que éste, más bien, cambiará hacia autos pequeños y más eficientes. Sería interesante conocer la situación de elasticidades en el mercado estadounidense de autos.

Mi conjetura es que la demanda cambia no por motivos sofisticados como los de cambio climático y la preocupación ecológica, sino por el simple y básico hecho de que el precio de la gasolina está muy arriba, y que los consumidores esperan que allí se va a quedar, y no están dispuestos a echarle a las Hummers el sueldo entero en combustible. Ahora, me parece que la industria de automóviles en EUA tiene mucho espacio para mejoras en eficiencia. Es más o menos conocido que queda muy mal parada en las comparaciones de kilometraje por litro de combustible (de hecho, EUA está hasta abajo en el ranking internacional de estándares regulatorios). Ver aquí. Así que es probable que unos 5 años la figura de EUA alcance a la de Japón o Corea, por ejemplo, en este terreno. La industria se puede agarrar de ahí. No creo que haya un "más allá" de ese punto.

En otras palabras, se puede conjeturar que una vez que la industria alcance esa condición de eficiencia (como respuesta a una demanda exigente), llegará el punto en que las mejoras serán muy costosas (si se pasa a los autos eléctricos, se requiere un cambio masivo de infraestructura; si los híbridos se generalizan, los costos podrán sentirse en el mercado secundario -en este caso, el de los alimentos, y los costos sociales pueden ser mayores...) lo que suma al hecho de que la demanda puede exhibir elasticidad nula (o sea, ser muy inelástica) como corresponde a sociedades basadas en el automóvil privado. Tal vez una situación como esa, en la que los combustibles se disparan al cielo y ya no hay espacio para mejoras técnicas sustantivas que sean relativamente suaves, puede promover un cambio paulatino de oferta y en las preferencias, como el que ahora se observa, a fin de privilegiar el transporte público. A ese respecto, las imágenes que acompañan esta entrada (que encontré aquí) son muy ilustrativas. Las imágenes muestran el espacio ocupado por tres medios de transporte para 70 personas. Con la idea del automóvil privado, 70 personas bastan para crear un congestionamiento en esta calle alemana. La bicicleta hace un mejor trabajo, y el autobús ni se diga.




Ya se ha dicho algo sobre el mercado petrolero y las opiniones de que los elevados precios no se deben a una burbuja. Ahora hay señales de los impactos estructurales de lo que está ocurriendo y de las previsiones.
Aquí la nota de La Jornada. Las 4 plantas de GM son las de Toluca (aunque no está confirmado el cierre 100%), la de Ontario, la de Wisconsin y la de Ohio. Toluca, por ejemplo, está aterrada.