Como sabemos, ayer un avión de Aeroméxico fue secuestrado por un pastor cristiano de nacionalidad boliviana. (Realmente, a decir del pastor, lo acompañaban tres en la intercepción -el padre, el hijo y el espíritu santo). Ya aparecen las versiones del complot:
- Porfirio Muñoz Ledo dice que todo es una faramalla
- Ricardo Monreal dice que se "desnuda" la inseguridad del país
- Fernández Noroña dice que es un señuelo que distrae la atención de lo verdaderamente importante...
- Guillermo Sheridan entrega su humor característico
Hay dos posiciones: creer que es un montaje, o creer que es un evento "auténtico", por así decir. La creencia del montaje no se sostiene por lo siguiente:
- Si todo fue armado, si el gobierno federal tiene suficiente poder organizativo para simular exitosamente un secuestro, ¿por qué elegir un pastor cristiano y no un verdadero grupo terrorista?
- Si todo fue armado, ¿por qué no poner una bomba de verdad, para ganar credibilidad?
- Si todo fue distracción, ¿Qué hubiera pasado, ausente el secuestro, ante el anuncio de los nuevos impuestos y del "violento" paquete económico? ¿Se hubieran lanzado las masas a las calles, levantado barricadas, clausurado el congreso de la unión y marchado hacia Los Pinos? Pues no. No hubiera pasado nada. No hay caso. No hay motivo para distraer una opinión pública que de por sí no pone mucha atención...
- El señalamiento de que es inverosímil que con un par de latas de jugo "puedas secuestrar un avión" pierde el punto y se deja llevar, como Muñoz Ledo, por lo mediático del asunto. Es irrelevante. Seguramente se puede hacer lo mismo sin latas de jugo de por medio (ante lo cual no hay falla de seguridad posible, y la tesis de Monreal se desmorona: la seguridad en Cancún no pudo detectar una bomba que no existe. Tal vez en el monitor sólo se veían latas de jugo Júmex, y "¿qué daño pueden hacer?") Un secuestro puede ser con demostración de fuerza osténsible (mostrándo las pistolas, las metralletas y demás), o jugando un juego de credibilidad. Éste fue un juego de credibilidad. El cantante cristiano le dijo a la azafata que tenía bomba. ¿Qué debe hacer la azafata? ¿Decirle "ah sí? a verla!"? Pues no. Tiene que creerle. No hay otra opción. La respuesta fue la adecuada. Es irrelevante si había o no bomba. Lo mismo, exactamente lo mismo, pudo haber ocurrido sin latas de jugo de por medio. La respuesta policial, ahora ridiculizada, fue la correcta: qué tal si todo era cierto? qué tal si se trataba de un grupo terrorista? que tal si la bomba existía? Pero bueno. Tal vez por decir que la respuesta policial parece la adecuada ante un evento auténtico me arriesgo a que ante "la izquierda" sea un calderonista... Así se las gastan...
- El montaje desestima resultados posibilitados por el folclore latinoamericano. La posición que defiende el montaje tiene la carga de probar que tiene mayor probabilidad una situación en la que un gobierno puede orquestar exitosamente un evento como ese que una situación en que todo el asunto sea auténtico.
Pero es políticamente cómodo dejar de buscar explicaciones factibles de un mundo muy complejo (que por tanto hacen poco trivial el proceso de fijar posiciones) para imaginarse mejor mundos facilitos en los que el enemigo, en este caso Calderón y el neoliberalismo, tienen la culpa de todo, desde el virus H1N1 hasta el secuestro por fanatismo religioso...