"...el miedo a la verdad, a la manifestación de la realidad, es uno de los sentimientos más extendidos entre los sectarios, igual si son de derechas que si son de izquierdas..."
Manuel Sacristán Luzón, 1978
En este 2025 se cumple el centenario del natalicio de Manuel Sacristán.
Para el día 5 de septiembre, el mero día, se publicaron una serie de videos y textos de reflexión sobre la vida y obra de Sacristán.
Como aquí le tenemos mucho aprecio, y le hemos dedicado algún trabajo a lo largo de los años (ver la etiqueta Sacristán de esta misma bitácora), preparamos video y texto, que se incluyen a continuación.
Ecología y política en el centenario de Manuel Sacristán
Carlos A. López Morales*
“¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI?” se preguntaba Manuel Sacristán en 1983, en el centenario de la muerte del autor alemán.1 En aquella breve exposición contempló algunas de las posibilidades y adelantó alguna lectura preferida: la de la perspectiva política ante las tensiones entre creación y destrucción del desarrollo capitalista y entre los aparatos culturales que lo acompañan. Dicha lectura, dice Sacristán, sería la más fiel al sistema de Marx “y a su estilo intelectual”, como gustaba llamarle, aunque alerta sobre una importante laguna: la resolución de dichas tensiones es asunto abierto y libre de cualquier determinismo que equipare realidad con racionalidad o se apegue a inevitables evoluciones de la historia. Como resultado de esa ausencia, la perspectiva política debe conformarse con la búsqueda constante del porqué y del cómo es que dichas tensiones dejarán de serlo “cuando se viva otra cosa”, para usar su bonita fórmula, lo que además se lleva bien con la praxeología como género literario.
Ya bien pasado un cuarto del dicho siglo podemos parafrasear la pregunta, ahora para el propio autor español, a propósito del centenario de su natalicio: ¿qué Sacristán se lee (y se leerá) en el siglo XXI? Esta breve intervención, claro está, no puede tener como objetivo brindar definitividad en ese sentido sobre la obra de Sacristán. Alcanza, más bien, para plantear la pregunta y dejarla abierta, al tiempo de sugerir un elemento sin el que cualquier reflexión al respecto quedaría muy incompleta, a saber: la identificación de “los atisbos político-ecológicos” de Marx (y de Engels).2 Reconstruir a Sacristán sin ecología no solamente deja sin reconocer la peligrosidad con la que el cruce ya mencionado entre creación y destrucción se manifiesta cuatro décadas después de publicados aquellos “atisbos…”, sino que sería mal reflejo de sus preocupaciones más sentidas, a decir de los diversos materiales que preparó a partir de la década de 1970.3 En éstos se puede ver que a Sacristán le preocupaba la problemática ecológica no solo por mera curiosidad intelectual o de cultura general, sino por representar crisis civilizatoria con implicaciones fundamentales para la tradición política inspirada en aquellos clásicos.
En tiempos en los que son evidentes las implicaciones geológicas de la “especie exagerada”, hay que decir que la lectura sacristaniana tiene la virtud de notar que las preocupaciones ecológicas de Marx y Engels van mucho más allá de ser algunos “atisbos” más bien sueltos, sino que integran una visión de sistema con implicaciones políticas profundas. Enunciamos tres elementos que acaso puedan bastar para ver esto último. Primero, las preocupaciones de Marx y Engels sobre las condiciones adversas de vivienda y de alimentación de la clase obrera inglesa integran lo que Sacristán llama “ecología humana en condiciones capitalistas tempranas”. Marx ha de ser el primer científico social, dice Sacristán, en analizar la alimentación a escala demográfica desde una perspectiva política (i.e., el proceso de abaratamiento de la fuerza de trabajo). Segundo, el hallazgo de Marx, auxiliado por la entonces incipiente agronomía, sobre el impacto combinado que la industrialización agrícola y las crecientes concentraciones urbanas tiene en el agotamiento de la fertilidad del suelo destinado a la producción de alimentos. Este hallazgo, dice Sacristán, obliga a Marx a tomar cautela respecto del “avance por el lado malo” del desarrollo histórico del modo de producción, dado que aquí se hace evidente que la explotación capitalista “dificulta el intercambio entre el ser humano y la naturaleza, [y] perturba la condición de una fecundidad duradera de la tierra”.4
Estas incursiones en la ecología humana y en la agronomía contextualizan la conclusión de Marx sobre que el capitalismo como sistema “no desarrolla la técnica y la combinación del proceso crucial de la producción más que minando al mismo tiempo las fuentes de las que mana toda riqueza, la tierra y el trabajador”.5 Las implicaciones sistémicas de esta destrucción se integran en el tercer elemento identificado por Sacristán: la hipótesis de Marx según la cual “el capitalismo no se extinguirá hasta haber destruido antes totalmente el metabolismo duradero entre la especie humana y la naturaleza”. Las implicaciones políticas de esta hipótesis son profundas, pues para “vivir otra cosa” se tendrá que reconstruir sistemáticamente dicho metabolismo, pues en ello se va la viabilidad ecológica de la especie. Hay otras exploraciones programáticas asociadas a este resultado que se pueden discutir más propiamente a la luz de su mérito argumentativo o de su factibilidad corriente, como aquellas especulaciones de Engels sobre que esa reconstitución pasa por la desaparición de las ciudades y la dispersión homogénea de la población en el territorio.6 Por ahora basta notar la relevancia del uso por Sacristán del concepto “metabolismo duradero” con el que denota a la “relación correcta” de la especie humana con el resto de la naturaleza, entendida como la adecuada para el sostenimiento de la especie. Con ello, Sacristán anticipa por casi dos décadas el descubrimiento más extendido de la ecología de Marx y que se agrupa ahora en la noción de la ruptura metabólica.7
Sacristán acompañó la identificación de “los atisbos…” y sus implicaciones políticas con exploraciones sobre su significado metodológico y disciplinario, sobre el que cabe enunciar tres elementos de mucho interés, aunque sea a modo de agenda para reflexiones venideras. Primero, su alerta para no caer en la condena irracional de la ciencia positiva que impida su valoración por su calidad epistemológica.8 Segundo, su insistencia en la no irreductibilidad de los procesos sociales a sus elementos estrictamente biofísicos (por ejemplo, a propósito de la sociobiología, que por entonces atraía su interés). Y, por último, su apreciación positiva sobre la teoría de sistemas por el valor de conocimiento en el ejercicio de integración de la dinámica ecológica planetaria a partir de elementos disciplinarios. Así pues, la lectura de un Sacristán tempranamente ecologista y redondamente marxista y radical (en el sentido de buscar la raíz de los problemas) no sólo se presenta como muy factible, sino que contiene lecciones de novedad y pertinencia por el enfoque multifacético y multidisciplinario para abordar problemáticas complejas y no menos urgentes.
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* Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales. El Colegio de México. calopez@colmex.mx. El autor agradece a Hugo Contreras Sosa por la motivación y las sugerencias para elaborar esta nota.
1Sacristán, M. (1983), “¿Qué Marx se leerá en el siglo XXI? mientras tanto núm. doble (16/17), 127-132.
2 Sacristán, M. (1984), “Algunos atisbos político-ecológicos de Marx”, mientras tanto núm. 21, 39-49.
3 Las intervenciones ecológicas de Sacristán se materializan tanto en redacciones ex profeso como en
transcripciones de pláticas o de conferencias variadas. La mayor parte de ellas se encuentra disponible en
compilaciones publicadas en diversos momentos: Pacifismo, ecologismo y política alternativa(1987),
De la Primavera de Praga al marxismo ecologista (2004) y, más recientemente, Ecología y ciencia social.
Reflexiones sobre la crisis de la sociedad industrial (2021).
6 Pues habrá que ver los requerimientos territoriales de dicha dispersión y su impacto en las coberturas forestales,
de por sí ya bastante degradadas, y sobre todo cuando la población de 8.2 mil millones en 2025 (5 veces más que
a finales del siglo XIX) es mayoritariamente urbana a escala global.
7Dicho descubrimiento es ya muy visible a finales de la década de 1990, con Natural Causes de
James O’Connor (1997), Marx and Nature de Paul Burkett (1999), o Marx’s Ecologyde John Bellamy-Foster (2000).
8 Se trata de no confundir “los planos de la bondad o maldad práctica con la epistemológica”. Sacristán (1981), “La relación entre la sociedad y la naturaleza en la filosofía de las ciencias sociales”, mientras tanto núm. 10, 23-34