Luz y Fuerza del Centro 2a parte

Ayer aprendí que parte de los argumentos en contra de la desaparición de LyFC es porque se piensa que el ejecutivo está atacando los derechos laborales. Esparza pone la cosa como si se estuvieran atacando sus "privilegios" por el simple hecho de tenerlos. Se puede decir, cierto, que esos "privilegios", muchos o pocos, son producto de la lucha sindical, y que conviene a las izquierdas asumirse de ese lado, defendiendo los productos de la lucha sindical. Hasta aquí muy natural. Luego viene a consideración que el patrón no es el capital privado, sino el público. Seguro que tendrá sentido mantener un sindicato entre los empleados públicos. Pero seguro su lucha, y sus conquistas, no se leen iguales (no deben leerse iguales) a que si son empleados del capital privado. Si su patrón fuera el capital privado, hace mucho tiempo que la empresa ya no existiría, por lo que esos "privilegios" simplemente no exisitrían.

Su existencia es artificial, con cargo a los contribuyentes, y así sus "privilegios", y es así no desde el periodo llamado "neoliberal", sino desde Echeverría (quien quiso desaparecer a LyFC), por lo que he visto en la fragmentada historia disponible en la red. Aunque con dirigencia distinta (y probablemente pudo haberse visto entonces como sindicato distinto), el SME mutó para apoyar a Salinas en el 88 a cambio de que no cumpliera el proceso de extinción. Salinas les cumplió, al final de su mandato, no liquidando a LyFC. Según lo que he visto, al líder de entonces lo expulsaron por corrupto. Con todo, al SME hay que aplaudirle sus constancia par asegurar su sobrevivencia. Seguro se requieren talentos para sobrevivir tantas presidencias que han querido desaparecer a la compañía (sufriendo "las de Caín", como decía un trabajador entrevistado ayer en las pantallas del Milenio).

El asunto, no hay que olvidar, es que la existencia de la misma empresa es artificial casi desde que surgió, con cargo al erario. No se debe a la "incompetencia" de la administración (incompetencias que, de ser ciertas, harían pensar más de dos veces cualquier intención de expandir el dominio del capital público), ni a que Telmex o presidencia no paguen la luz, sino a que la empresa estaba destinada, diseñada, para funcionar así. Ahora comparan los sueldos y salarios de los trabajadores de LyFC con los de los funcionarios públicos. Está bien. Qué lo hagan. Que a nadie se le olvide la desigualdad imperante en el país. Pero no hay que olvidar que LyFC debiera ser una compañía que funcione a propio derecho, con sus propios recursos, en números negros. Creo que todo se debe al contexto. Si el SME tuviera los "privilegios" que tiene, pero si LyFC funcionara en números negros, etc., si la repartición de utilidades fuera una en que el SME gana lo que gana, no tendría ningún problema con ello. El asunto es que no hay utilidad, todo es con cargo al erario, con los impuestos del resto de los mexicanos. La igualdad ha sido ideal de izquierdas. Los programas políticos se contrastan contra ese ideal para evaluarse. ¿Por qué ellos sí y los demás no?

Luz y Fuerza del Centro

Patear el pesebre, pegarle al perro, molestar el enjambre. Así parece el decreto que desaparece LyFC. Ya las autodenominadas izquierdas se han lanzado a la defensa del SME para impedir el "arrebato", como muy bien dice el sindicato mismo. Les arrebatan la gallina de oro, una gallina mantenida con dinero público y muy muy costosa. Denisse Dresser sacó un artículo que merece leerse (no lo pongo pues los gachos del Refo piden contraseña, así que no puedo poner el vínculo).

Ante el riesgo que supone en esas izquierdas decir "la medida lleva razón" (y que implica el señalamiento de la intolerancia enraizada), me parece que el contenido del mensaje que acaba de dar FCH es prácticamente incontestable. Los que defienden al SME (que, a su vez, se había convertido en la práctica en un defensor de ese status quo) tienen que argumentar por qué razón habría que dar a la CLyFC casi todo lo que se destina a Oportunidades, y por qué hay que darle 1.5 veces el presupuesto a la UNAM... Si bien puede estar FCH sobredimensionando la cuestión de que las empresas no se situaban en el centro del país (cosa que se puede deber a otras ineficiencias de infraestuctura), el asunto de la luz no ayudó, por lo que el argumento no es falso (en otras palabras un tanto estiradas, el mal servicio de CLyfC fue condición necesaria, más no suficiente, para que dichas empresas no se situaran en el centro)... La decisión política se puede criticar por "inoportuna", como hace Gerardo Esquivel pero eso es muy fácil, pues la decisión siempre se puede juzgar así. ¿Cuándo, pues, si no ahora?


Por cierto, en los comentarios a esa entrada del blog de GE está el siguiente video:

Pero dar el primer paso no garantiza el éxito. Bien puede pasar que otra empresa suplante a LyFC manteniendo las mismas ineficiencias estructurales. La cuestión puede tardar muchos años, los beneficios de esta medida, si la secuencia de eventos es adecuada, pueden comenzar a sentirse en 5 años, por decir una cifra. Sería muy bueno que fuera antes, pero no creo. ¿Cómo debe verse el mercado de electricidad entonces? Una imagen no tan descabellada sería la de contar con unos 4 o 5 productores descentralizados (con capital nacional, para evitar la palabra maldita, o en partnership con otras empresas, si acaso mucho) que compitan en la generación y la comercialización (la distribución podría estar a cargo de CFE, quien sería el titular de la red de transmisión, etapa del proceso donde hay condiciones de monopolio natural) con un regulador que haga las veces de "despachador" para asignar cuotas de producción al menor costo, incluso cubriendo algunas cuotas de producción fijas. Es decir, las unidades productoras tendrían cuotas de producción (dividiéndose, por ejemplo, la demanda mínima) que las mantienen operando, pero luego compiten por los picos de demanda tanto cotidianos como estacionales.

Es de notar que las izquierdas de hoy mantienen una suerte de fetiche por el régimen de propiedad del capital. Parece que el capital privado es el malo y el público el bueno. Así quieren pintarse el mundo. Sencillito y facilón, pa' no tener que pensarle mucho a la hora de fijar posiciones y actuar colectivamente. Analíticamente las cuestiones son más complejas (hay situaciones en que el privado es más eficiente, hay otras en que el público lo es)...