La economía fácil de Krugman para un mundo complejo...

Hay gente que quiere complicar la discusión sobre el mercado petrolero, dice Paul Krugman en una entrada de su blog. La suya es una explicación sencilla que prueba una de las hipótesis sobre el alza de los precios, la de la existencia de una burbuja. La burbuja es una situación de desequilibrio con precios altos, de modo tal que hay una sobreoferta. Krugman argumenta "una de dos": o te consumes el excedente, o lo guardas. Los datos no indican acumulación de inventarios por ningún lado, dice Krugman, por lo que hay que rechazar la hipótesis de la burbuja petrolera... Reproducimos aquí la breve entrada:
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More on oil and speculation

One of the things I find puzzling about the whole oil market discussion is how complicated people seem to make it. They get all wrapped up in stuff about forward markets, hedge funds, etc., and lose sight of the fundamental fact that there are only two things you can do with the world’s oil production: consume it, or store it.

Here’s my picture:

INSERT DESCRIPTIONIt’s not complicated

If the price is above the level at which the demand from end-users is equal to production, there’s an excess supply — and that supply has to be going into inventories. End of story. If oil isn’t building up in inventories, there can’t be a bubble in the spot price.

Now it’s true that oil supply responds very little to price, and that empirical estimates of the short-run price elasticity of demand, like this one, suggest that it’s low — say -.06. But even so, the math of a sustained, large bubble quickly becomes daunting. Say the demand elasticity is -.06, and that you believe that the current price is 40% above the level at which end-use demand equals supply. Then you have to believe that 2 million barrels a day is disappearing into secret hoards somewhere — secret, because it’s not showing up in the OECD inventory data. That’s a lot of oil. And bear in mind that people have been claiming that there’s an oil bubble for years.

So my challenge to people who say there’s an oil bubble is this: let’s get physical. Tell me where you think the excess supply of crude is going.

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Buen modo de intervenir en la discusión (sencillo, y con un argumento analítico simple y que sirve como buen vehículo para llevar el mensaje). Si la hipótesis de Krugman tiene relevancia (la de la no-existencia de la burbuja petrolera) entonces el reto que lanza es díficil y, en efecto, tendría que ser atendido por los que sugieren que sí hay burbuja. Sin embargo, Krugman parece basar su argumento suponiendo que el precio "spot" del crudo depende únicamente de los fundamentales clásicos del mercado (es decir, precios y cantidades corrientes), sin abrir la posibilidad de que dicho precio pueda estar influído también por los futuros del mercado. Los comentaristas de la entrada de Krugman parecen argumentar este punto.

En su columna en El Universal se ofrece el argumento. Esta vez en español, y lo reproducimos aquí:

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Mirada al mundo
Paul Krugman
22 de mayo de 2008

La no burbuja petrolera

“¿Está a punto de estallar la burbuja petrolera?” Este fue el encabezado de un reportaje de octubre de 2004 en la revista National Review, que sostenía que los precios del petróleo, entonces en 50 dólares el barril, pronto se derrumbarían

Diez meses después, el petróleo se cotizaba en 70 dólares el barril. “Es una enorme burbuja”, declaró Steve Forbes, el editor, que advirtió que el próximo hundimiento de los precios petroleros haría que el estallido de la burbuja tecnológica “parezca un día de campo”.

A lo largo de los cinco años que lleva el repunte petrolero, que ha llevado el precio de 25 a 125 dólares el barril la semana pasada, han surgido muchas voces que declaran que se trata de una burbuja sin respaldo en los fundamentos de la oferta y la demanda.

Ante esta posición existen dos preguntas: ¿son los especuladores los principales responsables de los precios del petróleo? Y si no es así, ¿por qué tantos comentaristas han insistido, año tras año, en que existe una burbuja petrolera?

Es cierto que los especuladores en ocasiones empujan los precios de las materias primas muy por encima del nivel justificado por los fundamentos. Pero cuando eso sucede, existen indicios que simplemente no se ven en el mercado petrolero actual.

Imagine qué pasaría si el mercado petrolero registrara, con la oferta y la demanda en equilibrio, un precio de 25 dólares el barril y entonces un grupo de especuladores lo manipulara para llevar el precio a los 100 dólares.

Incluso si fuera una intervención puramente financiera de los especuladores, tendría serias consecuencias en el mundo material. Ante el alza de los precios, los conductores usarían menos el auto, los propietarios de casas le bajarían a su termostato, y los dueños de pozos casi agotados volverían a explotarlos.

Como resultado, el balance inicial entre oferta y demanda se desmoronaría y sería sustituido por una situación en la que la oferta rebasaría a la demanda. A su vez, este exceso de oferta empujaría los precios a la baja nuevamente, a menos que alguien estuviera dispuesto a comprar el exceso y sacarlo del mercado.

Por lo tanto, la única forma en que la especulación puede tener un efecto persistente sobre los precios petroleros es si provoca una acumulación física, esto es, un aumento en los inventarios privados de oro negro. Esto de hecho sucedió a finales de los 70, cuando los efectos de la interrupción del abastecimiento iraní fueron amplificados por la acumulación de reservas causada por el pánico.

Pero eso no ha sucedido esta vez: durante todo el periodo de la supuesta burbuja, los inventarios han permanecido más o menos en sus niveles normales. Esto nos dice que el alza de los precios petroleros no es resultado de una especulación desenfrenada, sino de la situación de los factores fundamentales, en especial la creciente dificultad para encontrar petróleo y el rápido crecimiento de economías emergentes como China. El aumento de los precios petroleros de los últimos años tenía que presentarse para evitar que el crecimiento de la demanda superara el aumento de la oferta.

Decir que los altos precios del petróleo no son una burbuja no implica que éstos nunca van a descender; no me sorprendería que un retroceso en la demanda, impulsado por los efectos retrasados de los altos precios, enviara los precios de regreso a un nivel inferior a los 100 dólares por un rato. Pero sí significa que los especuladores no son los únicos protagonistas de esta historia. ¿Por qué, entonces, seguimos escuchando declaraciones de que sí lo son?

Parte de la respuesta podría ser el incontrovertible hecho de que muchas personas están invirtiendo ahora en contratos a futuro de petróleo, lo cual alimenta la sospecha de que son especuladores los que deciden el rumbo de la situación, aun cuando no hay evidencia convincente de que los precios se han salido de control.

Pero también hay un componente político.

Tradicionalmente, las denuncias contra los especuladores proceden del lado izquierdo del espectro político.

En el caso de los precios del petróleo, empero, los más vociferantes promotores de la opinión de que todo es culpa de los especuladores han sido conservadores, gente de la que normalmente no se esperaría que lanzara advertencias sobre las funestas actividades de los bancos de inversión y fondos de cobertura.

La explicación de esta aparente paradoja es que los buenos deseos han destronado a la ideología de mercado.

Después de todo, una lectura realista de lo sucedido en los últimos años sugiere que nos dirigimos a una época de petróleo cada vez más costoso y escaso.

Las consecuencias de esa escasez probablemente no serán apocalípticas: Francia consume solamente la mitad de petróleo per cápita que Estados Unidos y sin embargo la última vez que estuve ahí París no era un yermo desolado.

Pero lo más probable es que en el futuro la conservación de energía sea cada vez más importante y mucha gente incluso utilice el transporte público para ir al trabajo.

Esta visión no me parece particularmente aborrecible, pero para mucha gente, especialmente de la derecha, sí lo es y por lo tanto quiere creer que si solamente Goldman Sachs abandonara esa actitud tan negativa, rápidamente volveríamos a los viejos y buenos días del petróleo abundante.

Nuevamente, no me sorprendería que los precios del petróleo bajaran en el futuro cercano, aunque tomo seriamente la reciente advertencia de Goldman de que el precio podría alcanzar los 200 dólares.

Pero hagamos a un lado esa idea de la burbuja petrolera. (Traducción: Gregorio Narváez)

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Lo que sugiere Krugman es que los precios elevados en el mercado petrolero no se deben a la especulación sobre los futuros, sino a desplazamientos convencionales de las curvas de oferta y de demanda: la de oferta al noroeste debido a la presumida escasez en las reservas (Cantarell, por ejemplo), la de demanda al sureste por el empuje chino... Mientras que poco se puede decir sobre si estos desplazamientos provocan una reducción o un aumento en la cantidad de equilibrio (pues eso dependerá de la magnitud de los desplazamientos), no hay lugar a la ambigüedad en cuanto al precio: éste subirá.


A Core of Practical Macroeconomics

A Core of Practical Macroeconomics
JOHN B. TAYLOR

The American Economic Review, Vol. 87, No. 2, Papers and Proceedings of the Hundred and Fourth Annual Meeting of the American Economic Association, (May, 1997), pp. 233-235

Macroeconomics-the part of economics that focuses on economic growth and economic fluctuations-has always been an area of great controversy and debate. Over 150 years ago David Ricardo argued with Thomas Malthus over the importance of supply versus demand in growth and fluctuations, much as real-business-cycle economists have argued with monetarists and Keynesians in recent years. The Keynesian revolution of the 1930's and the rational-expectations revolution of the 1970's, both questioning macroeconomic ideas of the time, were two of the most contentious episodes in the history of economic thought. Some view recent macroeconomic debates as so intense that they see macroeconomics as nothing more than competing camps of economists with no common set of core principles.

I welcomed the opportunity to appear on this panel because, in my view, there is a set of key principles -a core -of macroeconomics about which there is wide agreement. This core is the outgrowth of the many recent debates about Keynesianism, monetarism, neoclassical growth theory, real-business-cycle theory, and rational expectations. The core is practical in the sense that it is having a beneficial effect on macroeconomic policy, especially monetary policy, and has resulted in improvements in policy in the last 15 years. In fact, new econometric models recently put in operation at the Fed largely reflect this core. This core is increasingly evident in undergraduate economics texts, and it also appears in graduate training, though in most Ph.D. programs there is much more emphasis on the newer and more controversial parts.
Although there are different ways to characterize this core, I would list five key principles. I would start with the most basic and least controversial principle, focusing on longterm economic growth and the supply side of the economy. Over the long term, labor productivity growth depends on the growth of capital per hour of work and on the growth of technology or, more precisely, on movements along as well as shifts of a production function, as Robert Solow pointed out many years ago. If one adds to this labor productivity growth an estimate of labor-force growth, one gets an estimate of the long-run growth rate of real GDP, or what is typically referred to as potential GDP growth. This principle, the essence of neoclassical growth theory, provides a way to estimate and discuss the sources of long-term economic growth within the organizing structure of the growth accounting formula. Key policy questions to address within this framework, of course, are why potencial GDP growth has declined and what can be done to raise it again.
Is this first principle practical? Yes. Public policy economists at the Fed and the Congressional Budget Office and private industry economists regularly use this approach to get estimates of potential GDP growth. Most now estimate this growth to be about 2-2.5 percent per year. Of course there are debates about how to apply this principle: Are there diminishing returns to information capital? How much would fundamental tax reform raise the capital-labor ratio? How much does a reducción in marginal tax rates increase labor supply? But these are more quantitative issues, concerning the size of elasticities, rather than matters of principle.

A second key macroeconomic principle is that there is no long-term trade-off between the rate of inflation and the rate of unemployment; a corollary is that a shift by the central bank to a higher rate of money growth will simply result in more inflation in the long run, with the unemployment rate remaining unchanged. Although controversial at one time, this does not appear to be controversial anymore; empirical and theoretical research provides strong support. In the 1960's inflación was low, and unemployment was between 5 percent and 6 percent; in the 1970's inflation was high, and unemployment was no lower; and in the 1990's inflation is low again, and unemployment has not increased. There are two qualifications to this principle: (i) inter-national evidence from different countries in-dicates that high rates of inflation appear to reduce the growth of potential GDP, and (ii) very low rates of inflation, in particular defla-tion, may be an impediment to the smooth op-eration of markets, both because of a lower bound on the nominal interest rate and because of the stickiness of prices and wages.

This second principle has already had a majorpractical impact on policy. It implies that central banks should pick a long-run target range for inflation and stick with it. Many central banks around the world are doing just that either explicitly as with New Zealand and the United Kingdom or implicitly as with the United States and Germany. A third principle is that there is a short-run trade-off between inflation and unemployment. In my view this trade-off is best described as one between the variability of inflation and the variability of unemployment. There is still debate about the reason for this trade-off. One rationale is the sticky-price/staggered-wage theory which I favor; but there is also the information-based theory put forth by Robert Lucas. There is also an Chongoing debate about the monetary transmission mechanism: does monetary policy work through a money channel, a credit channel, or through a financial price channel (interest rates and exchange rates)?

Despite these debatable underpinnings, the existence of a short-run trade-off has practical implications for policy: monetary policy should keep the growth of aggregate demand stable in order to prevent fluctuations in real output and inflation. In fact, the improvements of monetary policy during the last 15 years have led to much more stable macroeconomic conditions. The United States is now experiencing, back-to-back, the two longest peacetime expansions ( 1982-1990 and 1991-1997) in U.S. history, separated by one of the mildest recessions in U.S. history (1990- 1991 ). A greater stability of monetary policy, including explicit discussions and actions consistent with the goal of keeping inflation low, is largely responsible for this record-brea King macroeconomic stability. Every recession since the 1950's has been preceded by a run up of inflation; by keeping inflation from ricino in the first place, the chances of such recessions are diminished. A fourth macroeconomic principle is that peoples' expectations are highly responsive to policy, and thus, expectations matter for assessing the impact of monetary and fiscal policy. The most feasible empirical way to model this response or endogeneity of expectations is the rational-expectations approach, though modifications to take account of differing degrees of credibility are necessary. By introducing rational expectations into fully estimated econometric models and then simulating the models for different policies, the response of expectations to changes in policy can be reasonably approximated (see Taylor, 1993).

Is this fourth principle having an impact on practice? Yes. For example, macroeconomic models with rational expectations now in use at the Fed are able to estimate the effects on interest rates of a multiyear plan to reduce the future budget deficit (see Flint Brayton et al., 1997). These models can help guide monetary decisions about interest rates when a plan for budget deficit reduction (like that in 1990 or 1993 in the United States) is being considered. Additional evidence for the practical relevance of this principle is the great emphasis placed on credibility by central banks today. According to rational-expectations models, there are advantages to credibility in both monetary policy and fiscal policy. For example, a disinflation will have lower short-run costs if policy is credible. Similarly, a plan to reduce the budget deficit will have a smaller short-run contractionary effect if it is credible. A fifth principle is that when evaluating monetary and fiscal policy one should not think in terms of a one-time isolated change in the instruments of policy, but rather as a series of changes linked by a systematic process or a policy rule. This fifth principle follows from many of the other principles. It is very evidente in academic policy-evaluation research during the past 15 years, where virtually all formal policy evaluation has been done in terms ofpolicy rules. To be sure there is debate about the form of the policy rules: Should the interest rate or the money supply be the instruments in the rule? Should the instrument react to the exchange rate or solely to inflation and real output? How large should the reaction of pol-icy be to inflation? Is the rule a guideline or should it be legislated and used to add ac-countability to policy-making?

Recently there has been increased practicali nterest in policy rules. For example, in recent speeches, Federal Reserve Board Governors Laurence Meyer ( 1996) and Janet Yellen (1996) have described in detail how policy rules can be helpful in the formulation of monetary policy. Speaking about her practical experience on the Federal Reserve Board, Yellen states (p. 10) that "... rules provide a simple but useful benchmark to assess the setting of monetary policy in a very complex and uncertain economic environment." The Federal Reserve Board staff now regularly does stochastic simulation of alternative policy rules. And many private-sector business economists have noted the similarity between the actions of the Fed and many other central banks to the outcomes implied by certain policy rules.

In conclusion, let me emphasize that this characterization of a core of practical macroeconomics is not meant to imply that everything is settled in macroeconomics. On the contrary, there are still great debates going on over the size of elasticities, the role of credit in the monetary transmission mechanism, the empirical relevance of "endogenous" growth models, whether staggered price-setting models with rational expectations fit satisfactorily the dynamic correlations that characterize the process of inflation in the United States, and many other issues. One question that will continue to be debated for many years is how much formal optimization is appropriate in order to provide a solid underpinning to macroeconomics. Many of the macroeconomic models I referred to in this discussion are economy-wide generalequilibrium models which have sticky-price equations as part of their structure; but there is still much more work to be done to fully establish the optimization basis for many of these sticky price structures. The current effort to incorporate money and sticky prices into real-business-cycle models will hasten the day when models with a more fully articulated optimization structure are used in practice for policy-making. I believe that this work will add much to economists' understanding of the macroeconomic principles summarized in this discussion, but in the meantime, there is a solid core of macroeconomic principles which is useful in practical policy work and which has already improved macroeconomic policymaking in the United States and other countries.

REFERENCES

Brayton, Flint; Levin, Andrew; Tryon, Ralph andWilliams, John. "The Evolution of MacroModels at the Federal Reserve Board." Carnegie Rochester Series on Public Policy, 1997 (forthcoming).

Meyer, Laurence H. "Monetary Policy Objectives and Strategy." Remarks before the National Association of Business Economists 38th Annual Meeting, Board of Governors of the Federal Reserve System, Washington, DC, 8 September 1996.

Taylor, John B. Macroeconomic policy in a world economy. New York: Norton, 1993.


Yellen, Janet. "Monetary Policy: Goals and Strategy." Remarks before the National Association of Business Economists, Board of Governors of the Federal Reserve System, Washington, DC, 13 March 1996.

La economia mexicana de dos decadas...

A raiz del "regreso" de CSG, Macario Schettino comenta en su blog que tanto Zedillo como Salinas tienen razon en echarse la culpa de la crisis (vinculo al blog de Macario S. en la columna de la derecha). Uno por "dejar a la economia muy fragil", el otro por el famoso error de diciembre. Salida salomonica diriamos, como la de las mamas que castigan a los dos hermanos que insisten, cada uno, que "el empezo"... Como buen analista, Schettino fundamenta su opinion, que comentamos aqui en rojo: (Nota la figura de abajo la importamos del blog de MS)

Macario Schettino. Errores y regreso (extracto). Entrada del 12 de mayo de 2008 de su blog Economia 2.0.

"En pocas palabras: Salinas tiene razón al acusar a Zedillo de haber devaluado muy mal. Pero Zedillo tiene razón en culpar a Salinas de haber dejado la economía en una situación muy vulnerable. [Me parece que Schettino no ha leido el otro libro de CSG, en el que detalla el asunto de el error de diciembre. Segun la tesis de CSG -por cierto, sin replica puntual en 8 anios- el dejaba "un problema en balanza de pagos" que EZPL transformo en "una crisis de balanza de pagos". Los documentos que fundamentan esa tesis estan en el otro libro de CSG] Para ejemplificar, permítame utilizar una gráfica. En ella aparece el déficit en la cuenta corriente de nuestro país. La cuenta corriente mide todas las transacciones de bienes y servicios de un país con el resto del mundo. Cuando un país tiene un déficit en cuenta corriente, significa que el resto del mundo lo está financiando. Cuando ese déficit es grande, el resto del mundo deja de financiarlo, y no queda más remedio que devaluar. En nuestro caso, “grande” significa 5% del PIB. Cada vez que hemos tenido un déficit de ese tamaño, el resto del mundo ha dejado de financiarnos, y hemos tenido que devaluar. Como puede ver en la gráfica, esto ocurrió en 1976, en 1982 y en 1994… [Me parece que es una conclusion apresurada. No se trata de decir que no se pueden establecer relaciones causales como Schettino hace ahora, sino que me parece que en este caso la conclusion olvida algo crucial: el regimen cambiario. Si la devaluacion ocurre cuando el deficit alcanza 5 puntos me parece, en principio, casualidad antes que causalidad. Eso depende del regimen cambiario, que en ese entonces era fijo -en los ochenta- y con bandas moviles -o semifijo, si se permite el abuso del lenguaje, en los noventa con CSG-. Para aceptar la hipotesis se requiere informacion sobre el regimen cambiario, que es precisamente la que hay que ver cuando de devaluaciones se habla. CSG hace precisamente eso, lo que es normal en tanto analisis economico, y parece que cuando la historia se presenta viendo las reservas internacionales resulta mas convincente. Esto no quita que hay relaciones causales obvias entre las reservas internacionales y el deficit en cuenta corriente cuando hay tipo de cambio fijo, o incluso cuando el regimen es de flotacion sucia. El asunto es que ver nada mas al deficit olvida mirar el importante paso intermedio de las reservas. Asi, en principio, con reservas internacionales suficientes, un deficit del 5%, o del 10%, es financiable, por lo que la frase causal "deficit del 5%=devalacion" pierde validez. Si al analisis le metemos el asunto de la cuenta de capital, entonces un deficit del 10%, por ejemplo, se puede asociar analiticamente con un equilibrio de balanza de pagos, toda vez que la cuenta de capital tenga un superavit de magnitud comparable, dejando las reservas intactas. Esa fue, entre otras, la apuesta de la politica heterodoxa de CSG]

Se puede argumentar que no necesariamente un déficit tan grande lleva a una devaluación, poniendo como ejemplo a otros países [la "no-necesidad" no es nada mas por casos, sino analitica, como veiamos arriba] . Ciertamente, para cada país el nivel de déficit que lleva a que el resto del mundo deje de financiar es diferente, pero la evidencia de que en nuestro caso este nivel es 5% del PIB parece bastante fuerte. Es decir que Carlos Salinas sostuvo, durante la segunda mitad de su sexenio, un nivel muy peligroso, que sólo podía mantener con su acostumbrada “fuga hacia adelante”. Pero en algún momento eso podía fallar. Y falló cuando, efectivamente, un equipo menos capaz tomó las riendas.

Como puede usted ver, ni Salinas ni Zedillo son inocentes en esta crisis que envió a millones a la pobreza, y que hizo que miles perdieran sus negocios, sus empleos o sus casas. Sin embargo, a mí me sigue pareciendo que en el fondo, hay más culpables: todos los que a fines de 1993 insistían en que Salinas era el mejor presidente de la historia y que un año después lo acusaron de ser el peor villano. Porque vivimos tres años al borde de la crisis, pero prácticamente nadie criticó al gobierno, ni cuidó sus decisiones. [Hipotesis politica no muy solida, a mi juicio. Si CSG tuvo tanta culpa de la crisis como EZPL, entonces los analistas politicos y economicos debieron ver que estaba pasando. Me parece que, despues de ver muchas opiniones, incluida la de CSG (y excluida la de EZPL, a quien no le conozco una sola replica a 8 anios de las primeras acusaciones de CSG), la historia que resenia el mismo CSG tiene mas fundamentos. Esa conclusion puede resultar "politicamente incorrecta" para los "politicamente correctos", incapaces de ir en contra de la psique colectiva. Pero si eso da el analisis razonado, pues eso da. Ahora, el analisis economico no es totalmente concluyente, ni sus conclusiones unicas y atemporales. Pero eso es lo que tenemos...]

Por cierto, reitero mi aviso de que sin reforma energética llegaremos a tener un déficit en cuenta corriente de ese tamaño, 5% del PIB, para fines de 2010. [Aviso ante el cual tomamos nota. Esto no necesariamente provoca devaluacion, como se lee entre lineas en la entrada de Schettino, pues primero estamos en flotacion (sucia, pero flotacion al fin), y segunda, las reservas internacionales estan en maximos historicos, lo mismo que la cuenta de capital, que tiene un dinamismo mucho mayor que en 1994]

¿Quién es más culpable: Salinas o Zedillo? ¿Qué tanto somos culpables los mexicanos por no cuidar de nosotros mismos? ¿Qué tanto seremos culpables de posponer decisiones en Pemex? ¿A quién culparemos ahora? [Preguntas, esas si, muy relevantes]

Ustedes dirán…

Sobre el debate...

Comenzo el debate... Los de La Jornada (muy cercanos de la posicion de Izquierda Unida, es decir, muy cercanos de la posicion de AMLO) andan victoriosos. La Rayuela receta lo siguiente:

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Rayuela (del 14 de mayo, 2008)

Quienes antes se desgarraban las vestiduras por el secuestro del Congreso ayer elogiaban el debate que, sin él, nunca se habría dado.

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Asi que en la bronca partidista toman partido. En la cobertura informa que domina el "no a la privatizacion", y hace referencia a algunos comentarios de Ortiz Pinchetti, consecuencia de la linea editorial de La Jornada, que quieren ver complot alli donde no necesariamente lo hay. Carlos Elizondo dio sus opiniones, favorables a la reforma, y favorables a la entrada de la iniciativa privada. Ortiz Pinchetti dijo que “por fin vemos surgir en su intervención con toda crudeza la vocación por la privatización, es decir, finalmente se nos dice lo que está pasando en forma oscura, confusa, en las iniciativas de Calderón”, a lo que Elizondo respondio “Yo vengo en nombre propio, no estoy acostumbrado a leer textos de otros; entonces estoy aquí describiendo lo que yo pienso; no tiene nada que ver con la política del gobierno; no saque usted conclusiones que no debe sacar”.

En otra nota, se ve que torpezas las hay en todos lados... Cardenas en su intervencion dice el asunto de la violacion de la constitucion. Un "asesor de los panistas", como le llama el reportero, dice que no se pretende reformar la constitucion. Se pone de a pechito, pues Cardenas le revira con un "precisamente"..."por eso se violaria la constitucion"... En fin. Probablemente se vera de todo, y habra en todos los bandos quienes vean victorias por todos lados...

Me parecen mas plausibles las conjeturas de Ricardo Aleman, el de El Universal, quien dice lo siguiente en su columna de hoy:

"...decíamos que son muchos los que aventuran, con razones suficientes, que el debate no servirá de nada —porque las posturas ya están perfiladas, los acuerdos amarrados y planchados los términos de la reforma—, en tanto que otros con un candor propio de bisoños creen que estará en juego la habilidad de tirios y troyanos para vencer y convencer a los adversarios.

"Lo cierto, sin embargo, es que ganaría todas las apuestas quien ponga sus fichas en la ruta crítica que ya ha trazado de manera pública “el movimiento soy yo”. Es decir, que pase lo que pase, se acuerde lo que se acuerde, el legítimo siempre dirá que no sirvió de nada el debate y que lo siguiente es una consulta nacional. “Ganar tiempo” es el nombre del juego; “reventar a Calderón”, el de la estrategia. Para “el movimiento soy yo”, el debate es “una payasada”, y por eso mandó a Ortiz Pinchetti en su nombre. Bueno, ya en el extremo, si diputados y senadores llegaran a la conclusión de que la propuesta del PRD es la mejor de todas, con toda seguridad esa propuesta sería impugnada por “el movimiento soy yo”. ¿Por qué? Porque la reforma petrolera no es más que vagón para llegar con vida al 2012. Lo demás, en efecto, “es una payasada”."


La "ciudad de las prohibiciones" de Araujo...

Comentarios en el correo ilustrado...

Octavio Rodríguez Araujo, columnista de La Jornada, tiene ya la manía de exponer su opinión no sólo en su columna del diario, sino en el correo ilustrado. Veámos qué dice hoy:


Contradicción en la ciudad de las prohibiciones

Leo en los periódicos, vía Internet, de este domingo que el Gobierno del Distrito Federal promocionará la ciudad como destino de fin de semana. Al mismo tiempo, leo que los que vivimos en provincia no podemos entrar al DF porque hay precontingencia y no contamos con calcomanía cero ni doble cero. ¿No es contradictorio? Si vivimos fuera del DF ¿por qué somos culpables de la contaminación? Si no somos culpables ¿por qué nos tratan como tales, al mismo tiempo que nos invitan a visitar esa ciudad de prohibiciones, algunas extremas, como la del tabaco? ¿Qué más absurdos veremos?

Octavio Rodríguez Araujo


El hombre parece que está indignado (y en su indignación, pues echará línea a quien quiera tomarla) por el asunto de recientes reformas en el distrito federal. La que más le indignó, es la prohibición a fumar en espacios públicos. No le importa que la industria del tabaco sea uno de los mecanismos más eficientes para trasladar recursos públicos a manos privadas (las de las tabacaleras) -"privatizando" porciones del presupuesto, para usar la palabra y estar "a la moda"...-, no le importa que el tabaco cause daños a terceros, para él, gran parte del mundo vive en "prohibiciones extremas"... Pero ahora su queja es hasta un poco, digamos, inocente... Araujo ve inconsistencias entre la política turística del DF (que invita a los paseantes a visitarlo en fin de semana), y al hecho de que hubo precontingencia ambiental el fin de semana... y eso le es suficiente para indignarse tanto tanto como para escribir una carta a su diario de preferencia y exponer públicamente su indignación... Ojala el diario hubiera publicado igual de pronto algunas cartas de indignación ante su línea editorial que envié hace algunos años...


La Rayuela del día de hoy

La Jornada. Mayo 12, 2008

Rayuela

Los precios de los alimentos, por la nubes. Lo mismo pasa con las medicinas, con la gasolina, con la electricidad, con...
¿Creerán los que mandan que no hay límites?

Como si los precios fueran variables de decisión de "los que mandan" antes que resultado de la interacción colectiva, de naturaleza más sistémica...¿Creerán en el diario que no hay límite a su manera de deformar la realidad?



Del 5 de marzo de 2006...

Heberto Castillo criticando a AMLO por pactar con "gobiernos neoliberales", el de Zedillo. En su itinerario político de ese día, Ricardo Alemán da cuenta de la alianza entre el PRD de AMLO y la presidencia de Zedillo que, muy similar al caso del PAN con CSG en la anterior administración, vendía gobernabilidad a cambio de apertura política (léase, tal o cuál estado, tal o cual reforma política... sí, muy al estilo de las famosas "concertasesiones", o como se escriban esas figuras raras de la política mexicana)...

Una cosa dijo AMLO que sigue siendo consistente 10 años después: "queremos acceder al poder"... Mi opinión es que esa siempre ha sido la regla política: el acceso al poder. Ese es el verdadero objetivo. Ya en este 2008 Alemán opina (documentadamente, por cierto) que a AMLO Pemex no le importa nada: "Que se hunda Pemex", "Ya lo rescataremos nosotros desde la presidencia", pero no está dispuesto a darle nada, nada de nada, al "espurio", lo que fortalece su hipótesis (con la que concuerdo) de que al FAP y a AMLO lo único que les interesa es el acceso al poder (no Pemex, no un plan de desarrollo nacional, no el "proyecto alternativo", sino el poder...) Así dicho suena simplista. Puede haber matices. Pero esa hipótesis refleja, a mi juicio, gran parte del asunto... Veámos un extracto, comentado en rojo:

Ricardo Alemán
Itinerario Político
5 de marzo 2006
El universal [vínculo]
(extracto)

Alianza AMLO-Zedillo

En una gira por Estados Unidos, y luego del primer informe de gobierno de Zedillo, el 10 de agosto de 1995, el presidente Zedillo fue sorprendido por la pregunta de un periodista mexicano sobre los rumores de golpe de Estado. Molesto, el presidente mexicano pidió no hacer caso de rumores, al tiempo que la pregunta y la respuesta fueron censuradas de la versión estenográfica. El periodista, por cierto, fue despedido de su medio. Pero en el ambiente flotaba la especie del golpe de Estado, de la renuncia de Zedillo. El PAN, junto con el PRI, cerraron filas en torno al presidente, en tanto que en el PRD se insistía, ya sin mucha intensidad, en la erección de un gobierno de salvación nacional.

Pero no todos pensaban lo mismo en el PRD. Desde dos flancos de esa izquierda institucional se calculaban las grietas que se abrían en la institución presidencial, a causa de la debilidad mostrada por los rumores de golpe de Estado. Los grupos políticos de Jesús Ortega -tribu conocida como Los Chuchos y que tenía una fuerte influencia en la Cámara de Diputados-, y el de Andrés Manuel López Obrador, quien pretendía la presidencia del PRD, se aproximaron al presidente para reeditar con Ernesto Zedillo el pacto político que en 1988 realizó el PAN con el gobierno de Salinas. Es decir, legitimar el gobierno de Zedillo a cambio de un acuerdo político.

El 2 de junio de 1996, en Misantla, Veracruz, el entonces candidato a la presidencia del PRD, Andrés Manuel López Obrador, lanzó un claro mensaje en ese sentido: "Por encima de todo condenamos cualquier rumor, cualquier acción cuyo propósito sea debilitar las instituciones nacionales, porque no sólo saldrá del poder el presidente (Zedillo), sino que perderíamos toda la nación... [ahora parece que ha elevado la apuesta... no importa si se "pierde la nación"... "al diablo con las instituciones"...] No queremos alianzas con el presidente Zedillo. Deseamos acuerdos donde él se comprometa con el pueblo y con la nación, con nosotros (con Andrés Manuel López Obrador como presidente del PRD) a construir una verdadera transición democrática. Queremos acceder al poder, pero no sobre el cadáver de la República [ahora no importa... sobre el cádaver incluso... "que se hunda Pemex"]. Queremos un nuevo proyecto nacional, pero ello sería imposible si perdemos la nación... Le reitero al presidente un ´acuerdo de unidad y apoyo político´".

El repentino e inexplicable cambio estratégico que proponía a Ernesto Zedillo el aún candidato a presidir el PRD le valió a López Obrador una severa crítica del otro contendiente a ese cargo, Heberto Castillo, quien comparó a AMLO con Vicente Lombardo Toledano. Visionario, Heberto Castillo dijo el 10 de junio de 1996 que el PRD no buscaba alianzas con quienes impulsan la política neoliberal, sino que pretendía cambiar esa política neoliberal. Y luego reprochó el cambio de discurso de Andrés Manuel López Obrador, que primero impulsó con Cárdenas la erección de un gobierno de salvación nacional, sin Zedillo, y que ahora impulsaba un acuerdo político, con Zedillo, para acceder al poder.

Heberto Castillo ya no vivió para ver que se cumplió su pronóstico. López Obrador se hizo presidente del PRD, llevó como su operador político a Jesús Ortega, en la secretaría general del partido, y muy pronto empezaron los cambios. No sólo el periódico La Jornada dejó de criticar a Zedillo [zaz!!! habría que documentar este asunto, pues es muy interesante que el diario "independiente" se comporte muy acorde con determinados intereses políticos... a ver si ya empezamos a comprender que no hay tal cosa como diarios "independientes"...], sino que lo convirtió casi en un héroe nacional, en tanto que se repitió el fenómeno idéntico al ocurrido en la alianza del PAN con Salinas -entre 1988 y 1989-, ya que entre 1996 y 2000 aparecieron claros signos de la alianza Zedillo-AMLO.

El PRD al poder

¿Pero cuáles fueron esos signos? Los únicos que valen en política, los del poder. Así, Zedillo incorporó al PRD, junto con el PAN y el PRI, a dar los primeros pasos hacia una nueva reforma política que, al final del sexenio, dejaría al gobierno fuera del control de las elecciones federales [lo que hace palidecer los análisis de los "intelectuales", tanto "neutrales" como "de izquierdas", que le asignan al PRD parte de ese "éxito", el de la reforma política. No señor. Todo fue acuerdo político, no resultado de la "lucha democrática"]. La reforma era, sin duda, mucho más avanzada que la conseguida por el PAN en 1989-1990, pero el método empleado por el PRD para legitimar al gobierno de Zedillo y para rechazar la amenaza del golpe de Estado había sido el mismo utilizado por el PAN entre 89-90; el de dar apoyo al gobierno a cambio de poder. Así, en julio de 1997, y contra lo que había ocurrido en 1988, en donde le fue desconocido el triunfo al Frente Democrático Nacional, Cuauhtémoc gana en el DF la Jefatura de Gobierno, en tanto que el PRI perdió en esa misma elección la mayoría en la Cámara de Diputados.

Pero no era todo, en septiembre de 1998 el PRD gana Zacatecas, con el ex priísta Ricardo Monreal; en enero de 1999 el PRD gana Tlaxcala con el ex priísta Alfonso Sánchez Anaya; en abril del mismo año, el Partido de la Revolución Democrática gana Baja California Sur con el ex priísta Leonel Cota Montaño, y en diciembre de 2000 una coalición de todos los partidos contra el PRI, incluido el PRD, gana Chiapas, con Pablo Salazar. López Obrador jugó en esa alianza del PRD con Zedillo el mismo papel que Diego Fernández en las alianzas del PAN con Salinas. La única diferencia es que Diego presumía su influencia y AMLO la escondía. Pero la cereza del pastel fue en el año 2000, cuando López Obrador se postuló como candidato a jefe de Gobierno del Distrito Federal.

Todos saben que Andrés Manuel López Obrador no cumplía los requisitos legales, que el PRI y el PAN lo impugnaban, pero también todos saben -y algunos como Liébano Sáenz lo niegan en público- que la solución vino de la casa presidencial. Zedillo contuvo al PRI y Vicente Fox al PAN. ¿Por qué Vicente Fox? Porque desde 1999 Vicente Fox hizo una alianza con Zedillo para sacar adelante el Fobaproa. Para ello intramuros del Partido Acción Nacional debieron echar, literalmente, a Felipe Calderón, quien era el presidente de ese partido, quien se oponía a la candidatura presidencial de Fox, quien se oponía a que el PAN avalara, como lo hizo, el caso Fobaproa, quien se oponía a validar la candidatura ilegal de AMLO, y quien pretendía la reelección al frente de Acción Nacional. Felipe Calderón fue echado -y hasta se fue del país-, y en su lugar fue impuesto Luis Felipe Bravo Mena. En la elección presidencial de 2000, Vicente Fox derrotó al Partido Revolucionario Institucional, y López Obrador ganó la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Zedillo con AMLO

Esa fue la "Presidencia moderna", la que hizo posible la alternancia en el poder presidencial, aun a costa del propio PRI, partido del que Zedillo se decía militante. Pero esa presidencia no ha sido comprendida, porque su labor no ha terminado. ¿Quién va a terminar esa labor? No lo hará una hipotética presidencia de Roberto Madrazo, quien al contrario, perseguiría a Zedillo. Tampoco lo hará una eventual presidencia de Felipe Calderón, quien fue echado del PAN con la ayuda de Zedillo. [Por eso tiene sentido el reciente "espaldarazo" de CSG a FCH...]¿Quién entonces? El ex priísta, luego perredista, que en 1996 dejó atrás la tesis de quitar a Zedillo de Los Pinos para pactar con Zedillo el reparto del poder, la reforma electoral, los triunfos del PRD y al final de cuentas la alternancia. Esa presidencia, según Zedillo, sería la de Andrés Manuel López Obrador.

En realidad Liébano Sáenz es el mensajero de Zedillo, el ex presidente que no sólo reclama la paternidad de la "Presidencia moderna", sino que recomienda los pasos a seguir para concluir con su obra. ¿Qué es lo que sigue? Una mirada al capítulo octavo de La Presidencia moderna permite ver que el paso siguiente es la reforma al Poder Legislativo. Es moneda corriente que en julio de 2006 los electores volverán a propiciar un Congreso dividido, lo que supone las mismas dificultades que tiene Fox, pero para el presidente en turno. ¿Y qué hacer frente a esa dificultad? Dice Liébano Sáenz: "El régimen debe dotar al mandatario de las facultades y atribuciones que le permitan cumplir sus responsabilidades frente a un Poder Legislativo independiente, activo, riguroso en el cumplimiento de sus funciones, pero a su vez responsable de la buena marcha de los asuntos públicos y sujeto a una ética de responsabilidad". El paso siguiente en la transición de Zedillo y Andrés Manuel López Obrador es el legislativo, con todos lo riesgos de crear un gobierno autócrata. Pero la discusión apenas empieza. Al tiempo.

Contribuyendo al misticismo y la mentira...

El Fisgón
Mayo 9
La Jornada
Amenaza de Hambruna


Las conclusiones que la gente saca a partir de este cartón son: el TLC provocó la ruina del campo. Y no es que a la larga el TLC haya contribuído a una eventual mejora del campo. No. No es esa la tesis que aquí presento... La tesis que presento va en el rollo de pensar que la ruina del campo está presente desde antes del TLC, y que tiene un carácter más sistémico, no tan dependiente de un tratado comercial... ¿A poco el Fisgón se cree el rollo que presenta? ¿A poco realmente piensan que antes del TLC los campesinos vivían felices y contentos, como el campesino del cartón? ¿A poco espera que la banda se lo crea? ¿No cree usted que este cuate miente en sus cartones, y que contribuye al engaño colectivo que La Jornada sistemáticamente promueve?