Huella hídrica de cadenas de suministro y patrones de consumo en México

Va un borrador sobre huella hídrica en cadenas de suministro en México preparado para el blog de materiales de difusión del IGS.


Sobre huella hídrica en cadenas de suministro  y patrones de consumo en México

Carlos A. López-Morales
Investigador postdoctoral
Instituto Global para la Sostenibilidad
EGADE Business School
Tecnológico de Monterrey

El concepto de huella hídrica mide el volumen de agua utilizado directa o indirectamente en el ciclo de vida de un bien de consumo particular. El ciclo de vida se refiere, en términos generales, a las etapas de producción, consumo y disposición final no sólo del bien de consumo en cuestión, sino también las correspondientes a los insumos necesarios para su producción. Debido a su complejidad técnica, es común la elaboración de estudios de huella hídrica de diferente alcance, por ejemplo enfocándose únicamente en las fases de producción. Esta tarea puede llevarse a cabo, además, con herramientas económicas relativamente sencillas y de bajo costo de aplicación, como de hecho sucede con las de la economía insumo-producto.  Estas herramientas dependen de una base de datos, llamada matriz insumo-producto, que suelen ser publicadas por las dependencias estadísticas oficiales.

En el caso de México, el INEGI ha publicado periódicamente dichas matrices desde los años setenta, aunque con una larga interrupción de veinte años. Las últimas dos matrices oficiales corresponden a los años 2003 y 2008.  Las herramientas insumo-producto permiten el cálculo de los requerimientos directos e indirectos de insumos producidos o no-producidos para la satisfacción de un patrón determinado de consumo. Por esta razón, es posible probar en principio que las técnicas basadas en la economía insumo-producto arrojan resultados idénticos a las metodologías tradicionales del análisis de ciclo de vida, por lo general basadas en la elaboración de surveys exhaustivos y que tienen costos de implementación mucho mayores.  Así pues, este documento exhibe cómo mediante algunos cálculos es posible aproximar la huella hídrica asociada a los patrones de consumo observados en la economía mexicana.

Patrón de consumo en México

¿Cómo se distribuye el gasto de la economía entre los diferentes bienes de consumo en México?[1] Para responder esta pregunta de forma sencilla podemos agregar los bienes y servicios de consumo final en 15 categorías generales, y luego medir su participación porcentual en el total de demanda final. La Tabla 1 muestra el resultado a partir de la información económica disponible. Como se ve, la mayor participación de demanda final se agrupa en los servicios (sectores 11-15), con un 56% dominado, a su vez, por los sectores de Comercio y Servicios Sociales. La industria manufacturera (sectores 7-10) es responsable por un 24% de los bienes de consumo final, dominada por los Alimentos Procesados y la Manufactura Pesada. La industria de la construcción representa el 13% de la demanda final y agrupa buena parte del gasto en inversión física de la economía. Por último, como se ve, el sector agropecuario, a la sazón el mayor demandante de recursos hídricos, apenas satisface el 2.5% de la demanda final mexicana.

Tabla 1. Participación de los sectores económicos en el patrón de consumo mexicano

Sector
% en la demanda final
1
Agricultura
1.1
2
Pecuario
1.3
3
Petróleo y gas
2.6
4
Mineria no petrolera
0.8
5
Generación eléctrica
1.4
6
Construcción
13.0
7
Alimentos procesados
11.4
8
Manufactura ligera
2.9
9
Química y plásticos
0.0
10
Manufactura pesada
9.6
11
Comercio
13.6
12
Transporte
8.8
13
Servicios no-financieros
2.8
14
Servicios financieros
11.7
15
Servicios sociales
19.4
Fuente: Elaboración propia con datos de INEGI (2014).

¿Cuál sector económico tiene la mayor huella hídrica en México?

Haciendo uso de las técnicas insumo-producto es posible realizar dos cálculos de interés. Primero, se puede estimar la huella hídrica en la que incurren los 15 sectores económicos para satisfacer el patrón de consumo mexicano. Esta huella hídrica se mide en volumen de agua (hectómetros cúbicos, por ejemplo, Hm3)  utilizado por la economía para satisfacer un millón de pesos de demanda final ponderado por las participaciones sectoriales mostradas en la Tabla 1. Segundo, se puede medir la distribución de la huella hídrica de algún sector particular en su cadena de suministro, aquí representada por los 15 sectores en los que se ha agregado a la economía mexicana. Esta distribución mide el volumen de agua utilizado por cada sector para satisfacer un millón de pesos de demanda final del sector de interés. La Tabla 2 muestra precisamente estos dos cálculos.

Tabla 2. Huella hídrica de los sectores económicos y distribución sectorial de la huella hídrica del sector Alimentos Procesados
Huella hídrica
Distribución sectorial de la huella hídrica de Alimentos Procesados
Sector
Hm3/millón pesos 1
Hm3/millón de pesos 2
1
Agricultura
4.8
44.6
2
Pecuario
1.8
0.7
3
Petróleo y gas
0.1
0.0
4
Mineria no petrolera
0.1
0.0
5
Generación eléctrica
0.7
0.5
6
Construcción
1.3
0.0
7
Alimentos procesados
11.8
1.4
8
Manufactura ligera
0.5
0.1
9
Química y plásticos
0.0
0.1
10
Manufactura pesada
1.4
0.1
11
Comercio
1.4
0.8
12
Transporte
1.1
0.3
13
Servicios no-financieros
0.4
0.1
14
Servicios financieros
1.0
0.2
15
Servicios sociales
2.0
0.4





















Fuente: Elaboración propia con datos de INEGI (2014).
Notas: 1) Mide hectómetros cúbicos utilizados por la economía para satisfacer las participaciones de cada sector en la demanda final, mostradas en la Tabla 1. 2) Mide hectómetros cúbicos utilizados por los sectores económicos para satisfacer un millón de pesos de demanda final del sector de Alimentos Procesados.

La primer columna muestra el volumen de agua utilizado por la economía para satisfacer un millón de pesos de demanda final ponderado por las participaciones de cada sector en el patrón de consumo mexicano. Como se ve, el sector económico que tiene la mayor huella hídrica es el de Alimentos Procesados, seguido lejanamente por los sectores agrícola y de servicios. Hubiera sido esperable que el sector agropecuario mostrara la mayor huella hídrica, dado que reclama el 77% de las concesiones de agua en el país. La razón de su poca participación en la huella hídrica radica en el hecho de que dicho sector apenas representa el 2.4% de la demanda final, como se puede ver en la Tabla 1. Esto sugiere que los hogares mexicanos satisfacen las necesidades de alimentación adquiriendo productos procesados más frecuentemente que adquiriendo directamente productos agropecuarios, lo que a su vez explica el dominio del sector de alimentos procesados en la huella hídrica nacional.

La segunda columna desagrega la huella hídrica del sector de alimentos procesados en su cadena de suministro, y mide el volumen de agua utilizado por cada sector de la economía por cada millón de pesos de demanda final sectorial. Resaltan dos hechos relacionados: la industria de alimentos procesados es responsable directamente de sólo el 3% de la huella hídrica propia, mientras que el 97% restante se distribuye en su cadena de suministro; además, el 90% de la huella hídrica de este sector radica en los proveedores pertenecientes al sector agrícola. Estos cálculos permiten concluir, primero, que el sector económico con la mayor huella hídrica nacional asociada al patrón de consumo observado es el de alimentos procesados y, segundo, que dicha huella hídrica se distribuye en su mayor parte en sus proveedores agrícolas.

Administración de cadenas de suministro y eficiencia en el uso del agua

El cálculo recién mostrado ilustra cómo la huella hídrica asociada al patrón de consumo ayuda a identificar las actividades económicas que resultan clave para promover el manejo sustentable del agua en el país. Además, dicho cálculo permite ubicar las etapas en las cadenas de suministro que ofrecen las mayores oportunidades para mejorar la eficiencia en el uso del agua. En este caso, la producción necesaria para satisfacer la demanda por alimentos procesados exhibe la mayor huella hídrica en México, y dicha huella hídrica reside en su mayor parte en la cadena de suministro respectiva, en particular en los proveedores agrícolas. Esta conclusión permite sugerir que la aplicación de medidas de eficiencia en el uso del agua en los establecimientos de la industria de alimentos procesados sería, si bien deseable, claramente insuficiente: dichos establecimientos son responsables por sólo el 3% de la huella hídrica del sector. En cambio, serían muy útiles las medidas que dichos establecimientos implementen para elevar la eficiencia en el uso del agua de sus proveedores agrícolas principales, que son responsables por el 90% de la huella hídrica asociada al patrón de consumo mexicano.  



[1] Recordemos que el gasto lo realizan tres agentes, tanto domésticos como foráneos: hogares, empresas y gobierno. 

Activismo ambiental en México

Pocas dudas caben: la defensa de los bosques y las selvas es subversiva en este país. La reacción no respeta a nadie, ni a quien fue secretaria de medio ambiente, la primera. http://www.elfinanciero.com.mx/politica/indignacion-tras-retencion-de-activista-en-chiapas.html El activismo ambiental es, tal vez, el resquicio más combativo entre quienes buscan un mundo distinto. Como decía Sacristán: una tierra justa y habitable en vez de este estercolero químico y ruidoso que se autopromociona como desarrollo y progreso.

Sobre la huella hídrica de México y su dependencia a la importación de agua virtual

Con el ánimo de desempolvar de una vez por todas esta bitácora (ha pasado un año entero desde la última entrada), y con más ánimo por iniciarle el año 6 (7 cronológico, pero uno no cuenta por no escribir nada), reproduzco esta pieza sobre el agua virtual que apareciera en el blog del IGS, donde ando estos días... Va tal cual, sin cambios ni adiciones. Que sirva para destapar algunos temas pendientes desde el año pasado y poner algunos nuevos... CALM

Sobre la huella hídrica de México y su dependencia a la importación de agua virtual
Carlos A. López-Morales

John Anthony Allan, geógrafo británico y profesor en King’s College en Londres, acuñó en la década de 1990 el término “agua virtual” para referirse al volumen de agua necesario en la producción de bienes de consumo final, en particular de los alimentos (ver Allan, 1996 y 1998). En su formulación original el concepto tenía la función de identificar una estrategia de seguridad alimentaria para regiones que sufren escasez de agua: éstas deberían importar bienes agua-intensivos, en su mayoría alimentos, de las regiones abundantes en agua y liberar con ello los escasos recursos hídricos para usos industriales y de suministro público, que son menos intensivos en agua y que generan, por lo general, mayor valor económico por metro cúbico utilizado. Esta noción ha sido criticada desde el punto de vista económico, pues la determinación de los patrones de comercio internacional no sólo dependen de las dotaciones de recursos, sino de las ventajas comparativas (ver Wilchens 2004, o Duchin y López-Morales 2012 para la discusión conceptual) o de los arreglos comerciales (ver Ramírez-Vallejo y Rogers 2010 para una discusión sobre el caso mexicano).
No obstante, el concepto se sigue explorando cuantitativamente por sus virtudes de ofrecer a los tomadores de decisiones, sean éstos públicos o privados, de valiosa información sobre el impacto ambiental de los patrones de producción y de consumo. Así, además de merecerle a Allan el Stockholm Water Prize en 2008, el concepto de agua virtual se ha propagado en la literatura en las últimas dos décadas. Actualmente existe un abanico importante de estudios que han precisado el concepto (por ejemplo incorporando los bienes industriales y distinguiendo entre agua azul, agua verde y agua gris[1]) y que lo han cuantificado en escalas globales, multinacionales o nacionales. Además, la investigación reciente lo vincula de un modo más claro con la noción de la huella hídrica de las naciones, o el volumen de agua utilizada en el mundo para soportar los patrones de consumo y de producción de una nación (ver Hoekstra 2003 y Hoekstra y Hung 2002 para los conceptos básicos, y Arreguín-Cortéz 2007 para una estimación del caso mexicano).
Una metodología sencilla para estimar la huella hídrica de un país consiste en sumar el flujo neto de agua virtual, asociado al comercio internacional, al consumo interno (Arreguín-Cortéz 2007). De acuerdo con datos de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA, 2011), en México se concesionaron en 2009 (último año para el que hay datos oficiales) 80.6 km3 de agua (77% para uso agrícola, 14% en la red pública para usos domésticos e industriales, 4% para industria autoabastecida y 5% para termoeléctricas)[2]. Al mismo tiempo, el país importó en ese año 28.2 km3 de agua por el saldo neto de sus flujos comerciales (44% en productos agrícolas, 38% en productos animales y 18% en productos industriales) es decir, un volumen equivalente al 35% del total de las concesiones nacionales. Estos datos implican que la huella hídrica nacional fue en 2009 de 109 km3, 74% proveniente de fuentes domésticas y 26% proveniente de fuentes externas. La distribución por productos implica que alrededor de 23 km3/año se importan por productos agropecuarios, un volumen poco menor al 40% de la concesión doméstica para el mismo fin.
No obstante, las diferencias tecnológicas y por ventajas comparativas entre México y Estados Unidos (país origen de la mayor parte de los productos agropecuarios que México importa) implican que el comercio de alimentos deja ahorros de agua adicionales equivalentes a 21 km3/año (Mekkonen y Hoekstra 2011).[3] Es decir que si México buscara producir internamente el total de productos agropecuarios que consume requeriría un volumen aproximado de 106 km3 anuales, compuestos por los 62km3 que se concesionan domésticamente, los 23km3 de importación neta, y los 21km3 que se ahorran por eficiencias productivas,[4] volumen que resulta muy superior a la concesión actual y que incrementaría las presiones sobre los recursos hídricos del país, a la sazón ya caracterizado por indicadores de escasez de moderados a críticos.
Los datos de huella hídrica pueden ser más sorprendentes al añadir el agua verde y el agua gris a la estimación. De acuerdo con Mekkonnen y Hoekstra (2011), la huella hídrica per capita del patrón de consumo mexicano es de 1,978 m3/año,[5] 57% de los cuales provienen de fuentes domésticas y 43% de fuentes externas. México toma el lugar 50 (de un total de 174 países) por el tamaño de su huella hídrica, y se ubica por encima del promedio global, de 1,385m3/año.  La tabla 1 desagrega la huella hídrica per capita por origen (interno o externo) y por tipo de agua (azul, verde o gris). Como se ve, de acuerdo a esta estimación, la mayor parte de la huella hídrica (un 76%) es atribuible a productos agrícolas de temporal (dependientes del agua verde), mientras que la dependencia a fuentes externas de agua azul (89 m3/hab/año) es muy similar a la dependencia a fuentes internas (102 m3/hab/año), mostrando consistencia con los cálculos previos. Por último, la mayor participación del agua gris en la huella interna (de 17%) respecto a su participación en la externa (10%) puede asociarse a prácticas deficientes en el país respecto a tanto la eficiencia general del uso del agua cuanto a su tratamiento.
Tabla 1. Huella hídrica nacional del patrón de consumo. Datos en m3/año
Fuente: Mekkonnen y Hoekstra (2011).
Referencias
Allan, J Anthony. “Policy responses to the closure of water resources: Regional and global issues.” Water policy: Allocation and management in practice (1996): 228-234.
Allan, J Anthony. “Virtual water: A strategic resource global solutions to regional deficits.”Groundwater 36.4 (1998): 545-546.
Arreguín-Cortés, Felipe et al. “Agua virtual en México.” Ingeniería hidráulica en México 22.4 (2007): 121-132.
Comisión Nacional del Agua. Estadística del agua en México. Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales, 2011.
Duchin, Faye, and Carlos López-Morales. “Do Water-Rich Regions Have A Comparative Advantage In Food Production? Improving The Representation Of Water For Agriculture In Economic Models.” Economic Systems Research 24.4 (2012): 371-389.
Hoekstra, A. “Virtual water trade: Proceedings of the International Expert Meeting on Virtual Water Trade, Delft, The Netherlands, 12-13 December 2002, Value of Water Research Report Series No. 12.” Value of Water Research Report Series 12 (2003).
Hoekstra, Arjen Y, and PQ Hung. “Virtual water trade.” A quantification of virtual water flows between nations in relation to international crop trade. Value of water research report series 11 (2002): 166.
Mekonnen, M.M. and Hoekstra, A.Y. (2011) National water footprint accounts: the green, blue and grey water footprint of production and consumption, Value of Water Research Report Series No.50, UNESCO-IHE, Delft, the Netherlands.
Ramirez-Vallejo, Jorge, and Peter Rogers. “Failure of the virtual water argument: Possible explanations using the case study of Mexico and NAFTA.” Global Change: Impacts on Water and food Security (2010): 113-126.
Wichelns, Dennis. “The policy relevance of virtual water can be enhanced by considering comparative advantages.” Agricultural Water Management 66.1 (2004): 49-63.

[1] El “agua verde” es el agua almacenada como humedad en el suelo, incluyendo el agrícola. El “agua azul” es agua en forma líquida que o bien fluye en la superficie o en la recarga de acuíferos, o bien se almacena en lagos, presas y mantos freáticos. La distinción entre estos tipos de agua no sólo es hidrológica, sino económica: el agua azul exhibe costos de oportunidad positivos, lo que alienta la competencia entre usos alternativos, mientras que el agua verde, al no tener usos alternativos, no tiene costo de oportunidad. El “agua gris”, por último, se refiere al volumen generado de aguas residuales.
[2] Estas estimaciones sólo incluyen concesiones por el uso de agua azul.
[3] Para hacerlos comparables, los datos de ahorro por comercio de agua virtual se muestran sólo para el agua azul asociada a productos agropecuarios.
[4] Como es normal en este tipo de comparaciones, los datos que provienen de diferentes fuentes con metodologías distintas añaden grados de incertidumbre y llaman a tomar con cautela las cifras.
[5] Estimaciones con datos para el periodo 1996-2005.