La regulacion...Un asunto sucio...

Esa es la idea de Cooley y Ohanan en "Obamanomics". Aqui un extracto potente:


"The lesson here: be careful what you wish for. There is a familiar urge to restrict those who got us into this mess, but regulation is a nasty business—nasty because the law of unintended consequences is always there to show us how we got it wrong."


La ley de las consecuencias imprevistas de la accion regulatoria. Muy buena nocion para pensar el problema regulatorio. Con ella se puede abordar la actual crisis: los congresistas (democratas) que relajaron el sistema de credito a traves de Fannie Mae y Freddy Mac no se percataron de que esto creaba incentivos para que el sistema bancario creara activos "basura" (toda vez que dichas firmas los compraban si o si). Esa generacion de activos significaba vivienda para los que no accedian al mercado convencional (vivienda que ahora estan a punto de perder, por cierto).

Ahora, esas posibles consecuencias no eran secreto escondido: congresistas (republicanos) quisieron aumentar la regulacion en el mercado hipotecario (lease regular la intervencion publica en el), pero los democratas se opusieron. Por que no regular a los bancos en lugar de a Fannie Mae y Freddie Mac? Probablemente porque si se regula la actuacion de los bancos comerciales en las hipotecas se pierde eficiencia en otras areas (se pueden crear, por ejemplo, incentivos perversos que pueden contagiar el conjunto de la accion financiera bancaria)... Por eso los republicanos, acorde ademas con su vision de la economia, no proponian regular al mercado, sino al gobierno que opera en el mercado. Los democratas pudieron haber pensado que esa regulacion era una limitacion del actuar publico, y por tanto oponerse a ella.

Como sea, los incentivos perversos estaban alli: si yo soy un banco comercial y tu te llamas Fannie o Freddie, se que me compras cualquier activo que genere respaldado en deuda hipotecaria, independiente de su calidad. Entonces encuentro motivos para generar activos de mucho riesgo, rapidamente tu me los compras, y yo hago ganancias muy buenas.

Esta idea de las consecuencias imprevistas, sin embargo, estimo que tambien se aplica a la ausencia de regulacion, aunque es cierto que hay mas estudios sobre las consecuencias del "libre mercado" que sobre las de la regulacion.

Como sea, los autores no hablan en el aire: proveen evidencias. El asunto esta, entonces, en la refutabilidad de las evidencias.

Concuerdo con ellos cuando dicen que, en el fondo, el asunto no es "regular o no regular", sino "buena regulacion o mala regulacion". Alli donde se identifiquen consecuencias no intencionadas por la actuacion del mercado, una buena regulacion puede mejorar la situacion. Cuestion muy simple y nada novedosa (se incluye, por ejemplo, en los manuales modernos de microeconomia y economia publica)...

Dos materiales sobre la crisis...

1) Frydman y Goldberg abonan sobre la hipotesis de la existencia de conocimiento imperfecto en el mercado financiero. Via EconomistView
2) Paul Romer habla sobre el gremio y aventura la hipotesis de que la ruptura fundamental respecto a la crisis se explica en actitudes diferenciadas respecto a la modelacion en economia. Via El Blog de Mankiw.

¡Es simplemente al revés!

José Blanco escribe:

..."Sume a ello el sector de origen de la crisis, el inmobiliario, otro sector fuertemente multiplicador, a la positiva o a la negativa, originado a su vez en la “burbuja financiera” (léase en adelante estúpida irresponsabilidad desregulatoria) que originara el robo en despoblado que significó el surgimiento del mercado subprime."

Veáse aquí y aquí.

Si no le quieren creer a esos dos vínculos, vean el sitio de Fannie Mae (empresa "patrocinada" por el gobierno) y vean este discurso de su presidente sobre su "cuidadosa" entrada en el mercado subprime. No es ninguna falta de regulación. Sino todo lo contrario.

sobre la crisis financiera internacional...segunda nota de discusión

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Crisis financiera internacional

Una (muy) breve radiografía de la crisis

Carlos A. López Morales*


Quisiera decirles algo a Milton y a Anna con respecto a la Gran Depresión:

Ustedes estaban bien. Nosotros la creamos. Lo lamentamos mucho,

pero gracias a ustedes, no lo haremos de nuevo.”

Ben Bernanke, 2002.


Los economistas que han hecho pública su opinión ante la crisis se pueden clasificar en dos vertientes: aquellos que intentar dar una explicación más o menos detallada de lo ocurrido y aquellos que ofrecen explicaciones más generales sobre lo que puede significar. La primera parte de esta nota se basa en algunas reacciones del gremio para atender el primer objetivo. La segunda plantea brevemente una reflexión para aproximarse al segundo.

La burbuja hipotecaria. Si bien es cierto que ha habido un proceso desregulatorio en la economía estadounidense, también es cierto que éste se ha materializado en áreas especificas de la economía (telecomunicaciones, transportes, etc.). El sector financiero, en ese sentido, se encuentra rezagado. Los economistas suelen comenzar el recuento de la crisis actual mencionando la historia de intervenciones públicas en el sistema financiero, en especial a través de la dupla Fannie Mae y Freddie Mac (FyF). Como se sabe, ambas instituciones hipotecarias, aunque nominalmente privadas, se encuentran “patrocinadas” por el gobierno desde los años setenta. Durante la década de los noventa fueron obligadas por el gobierno a relajar los requerimientos de crédito para poder llegar a clientes marginales. En 1995, por ejemplo, el gobierno dio permiso a la dupla para que entraran en el mercado hipotecario llamado “subprime”, que aglutina a clientes con baja probabilidad de pago. El marco político de dicho mandato era el de un programa del Congreso que buscaba ampliar la disponibilidad de vivienda de bajo costo a sectores de la población que no calificaban normalmente al crédito en el mercado convencional.

La expansión resultante en el mercado de bienes raíces comenzó a operar frente a otro tipo de regulaciones, como la del uso del suelo en algunas ciudades (que hacían la oferta de lotes muy inelástica), provocando un aumento de los precios demasiado rápido (ver Figura 1). La sofisticación financiera permitió que aquellos cuya propiedad valiera más que la hipoteca generaran instrumentos financieros (llamados “equity”) que contribuyeron a la ola de recursos que inundaba el mercado. Mas aún, a la luz del “éxito” del programa, y como castigo ante algunas malas prácticas contables, en 2004 y 2005 el Congreso expandió la política de préstamos de FyF en un contexto de crédito de bajo costo, lo que elevo el riesgo y, por tanto, elevó los rendimientos. El sector bancario tuvo entonces incentivos para expandir el crédito hipotecario sabiendo que la dupla FyF adquiriría los activos así generados y sabiendo que existía una promesa implícita de rescate publico ante cualquier situación de colapso.

La diversificación de los portafolios hizo posible que el sector financiero estadounidense, y aun el internacional, se contagiara rápidamente. Dentro de poco, las instituciones financieras tuvieron muchos activos respaldados en promesas de pagos hipotecarios. Además, como consecuencia de la política financiera en FyF y de otras practicas de las calificadores, dichos activos solían ser calificados como “triple-A”, es decir, activos con un flujo de pagos estable y un riesgo mínimo de default. La buena calificación permitía que los activos se pudieran vender al valor presente del flujo prometido, lo que les otorgo liquidez. Con todo, esta situación representaba un negocio redondo para los bancos y los intermediarios. No obstante, con el tiempo surgieron dudas sobre la calidad de los activos respaldados con deudas hipotecarias, y con ellas comenzaba a operar un fallo de mercado elemental, el de la información asimétrica. Simplemente resultaba muy difícil discriminar los portafolios de acuerdo a su solvencia. Robert Shimer, de la Universidad de Chicago, ha notado que se trata del viejo problema de los “limones” del mercado de autos usados: los compradores no tienen información completa sobre la calidad de los productos que adquieren, mientras que los vendedores tienen incentivos para no revelarla. Cuando la desconfianza sobre la calidad de los activos se generalizó, lo cual ocurrió relativamente rápido, los precios de los activos se vinieron abajo alimentando los temores de que la calidad era mala por todos lados (ver Figura 1). Cuando la insolvencia y las pérdidas comenzaron a asomar la cabeza, la quiebra se veía en el horizonte. Y a pesar de que el gobierno dejó quebrar a Lehman Brothers, y de que “el mercado” se ocupó de Merrill Lynch, permitir la quiebra generalizada simplemente equivalía al colapso.

Figura 1

Fuente: Smith (2008).

El programa de rescate aprobado por el Congreso, que asciende a 700 mil millones de dolares (mmdd), busca resolver el problema en el balance de las empresas financieras inyectando liquidez en el sistema. Estos 700 mmdd, cabe decir, son adicionales a los 85 mmdd que el gobierno inyectó en el gigante de los seguros AIG para evitar su quiebra.1 Mientras que el rescate (que tuvo que sobrevivir dos rondas de discusiones en el Congreso, y una metamorfosis fundamental entremedio) ha detenido y controlado relativamente el aspecto financiero y de corto plazo de la crisis, todavía queda mucha incertidumbre respecto a sus resultados. El plan original de Henry Paulson, secretario del Tesoro, utilizaba los recursos públicos para comprar directamente los activos tóxicos y de esa forma eliminarlos de la hoja de balance de las firmas afectadas. No obstante, después de la enmienda en el Congreso, la Fed ahora tiene que llevar a cabo un proceso que se entiende mejor como una subasta convencional pero al revés. La Fed compra activos financieros (no necesariamente tóxicos) y los agentes financieros compiten por esos recursos sanos. Shimer, por ejemplo, no cree que esta subasta inversa resuelva el problema de los limones discutido arriba: ante la nueva demanda, el precio de los activos comenzara a subir, y las firmas tienen incentivos para vender primero los activos de la peor calidad y quedarse para ellas los mejores activos para venderlos en el futuro a precios más elevados. Por eso se ha señalado que el programa de rescate lleva un fuerte componente de riesgo, aunque esta vez se perciba por los contribuyentes, quienes no han tenido mucho que ver directamente con las malas prácticas financieras.2 En el mismo sentido, Anna Schwartz, coautora en muchas ocasiones de Milton Friedman, criticó el cambio en el plan de rescate: La Fed cambió el enfoque, y en lugar de salvar al sistema bancario está salvando bancos que deberían ser cerrados por malas prácticas. Schwartz concluye que Bernanke “esta peleando la última guerra” con la historia, sugiriendo que las medidas aplicadas ahora eran las adecuadas en la crisis de los treinta, de la que Bernanke mismo es reconocido estudioso. No obstante, dice Schwartz, es claro que esta crisis está muy lejos de parecerse a aquella.

¿Cómo aproximarse a la crisis? Todavía hay muchas dudas sobre la efectividad de mediano y largo plazo del rescate financiero, y la atención del gremio esta puesta en la pericia de las autoridades monetarias para implementarlo. Como es normal, la opinión suele dividirse conforme se van observando los fenómenos. Muchos economistas hacen pública su confianza en Ben Bernanke respecto a la administración de la crisis, y prefieren esperar a ver los primeros resultados. Otros, como ya vimos con los casos de Shimer y Schwartz, se aventuran un poco y emiten su juicio al considerar que el plan a implementar ha nacido con fallas fundamentales. Con todo, para decirlo rápido, el gremio esta dividido, lo que per se no es ninguna sorpresa. Es público, por ejemplo, que unos 300 economistas mandaron cartas abiertas dirigidas al Congreso apoyando o rechazando el plan de rescate (230 rechazando el plan,75 apoyándolo). Un mensaje importante de dichas cartas, y que trasciende un poco sus contenidos (que, si se ven de cerca, no son excluyentes ni necesariamente opuestos), es el reconocimiento de unos y otros en el contexto de la crisis con la mira puesta en debates más profundos y, si se quiere, más fundamentales, como el de la intervención del estado en la economía. Pero ese es un tema que requiere mayor atención que el que esta breve nota puede brindar.

Intentar ofrecer una explicación comprensiva de la crisis, o una reflexión sobre lo que puede significar, no es, a final de cuentas, tarea fácil. La diversidad de fuentes informativas, la complejidad de los contenidos y la pluralidad intrínseca del gremio eleva los costos de transacción y alimenta los incentivos para presentar historias convincentes de acuerdo al público al que están dirigidas. Habrá que llevar mucho cuidado y evitar congraciarse cuando uno ha escuchado de su economista favorito precisamente lo que quería oír. Una mejor actitud es reconocer que ante la crisis, como ante todo, nadie esta perfectamente informado. Schimer mismo sugiere en este sentido que si bien Ben Bernanke puede tener más información que cualquier otro economista individual que observa los hechos desde la comodidad de su cubículo, es muy difícil que tenga más información que el grueso del gremio. Es decir, ya no se está (tal vez nunca se ha estado) en situaciones en las que el conocimiento se centraliza en gurús a los que se podía acudir en busca de la explicación final. Hay que reconocer ahora que el conocimiento se distribuye en colectivos con cierto grado de dispersión, como el es caso del de los economistas. Eso lleva consigo mayores costos de transacción, como decíamos, pero también eleva la calidad del debate y de los argumentos.


*Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. Estudiante del programa doctoral en economía ecológica impartido en Rensselaer Polytechnic Institute, Estados Unidos. El autor agradece los valiosos comentarios de Carlos Faviel y de Hugo Contreras y los exime, como es natural, de cualquier responsabilidad sobre las opiniones y los posibles errores contenidos en esta nota.

1Adicionalmente, el gobierno estadounidense contempla un programa de rescate hipotecario a tres millones de familias que podria ascender hasta los 600 mmdd, y que comenzaría a operar utilizando recursos del plan original.

2Aunque la historia de rescates que les generan ganancias a los contribuyentes no está vacía. Un ejemplo es el rescate de 30 mmdd que el gobierno de W. Clinton le hizo a México en lo más álgido de la crisis de 94-95. Tres años después de recibir los recursos, México pagó generándo una ganancia a los contribuyentes estadounidenses de alrededor de 600 mdd, como el mismo W. Clinton reconoció recientemente.


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pongámonos de acuerdo...

...aunque sea tarea imposible....

La industria cosmetica del metrosexual. Una perspectiva microeconomica



La industria cosmética del metrosexual. Una perspectiva microeconómica

Javier Galán Figueroa*

En este trabajo se pretende busca dar una breve explicación sobre el comportamiento de los hombres metrosexuales como entes económicos a partir de la teoría económica y de esta manera no caer en perjuicios morales sobre las personas que integran este grupo social. Para lograr lo anterior el trabajo se compone en tres secciones; en la primera se describe al metrosexual como un ser social que busca encontrar un nivel de bienestar que vaya acorde a su vida cotidiana; en la segunda sección se explica el comportamiento de los hombres metrosexuales a partir de la teoría del consumidor haciendo hincapié que sus decisiones se basan en sus preferencias; en la tercera sección se proporcionan algunas cifras sobre el desempeño del mercado mexicano mostrando su importancia en la economía. Finalmente se dan algunos comentarios de tipo general.

I. El perfil del metrosexual

El arquetipo metrosexual es introducido por las agencias de publicidad y estudios de mercado para los hombres que quieren verse bien y que representan un sector de alto consumo para la industria cosmética. El hombre metrosexual, es metro porque en general se concentran alrededor de las grandes ciudades y sexual porque viven armoniosamente y sin complejos con su lado femenino.

El termino metrosexual se utilizó por vez primera por el ingles Mark Simpson[1] en el año de 1994, quien definió a este grupo social como los hombres del sigo xxi, más tarde, escribió un libro que lo tituló Meet the metrosexual donde describió las características y conducta del metrosexual definiéndola como el “narcisista que esta saliendo del closet”. Simpson recalca en su libro que la conducta sexual es muy independiente de esta clasificación, lo importante es el gusto de si mismo y de que los demás lo noten.

Entre las características más notables que definen a un hombre metrosexual estándar están: a) el gusto por la ropa o productos de firmas reconocidas, b) la preocupación por tratamientos para el cuidado de la piel o del cabello, c) uso de maquillaje para hombre, d) un cuerpo ejercitado, e) tener conocimiento de las tendencias actuales de moda, y f) originalidad y buen gusto. Con estas características se puede definir al metrosexual como el hombre de un nivel socio económico alto y que además resulta atractivo para las mujeres.

II. El comportamiento económico del hombre metrosexual

La conducta e influencia de la ola metrosexual en los hombres ha sido marcada por figuras públicas de gran impacto publicitario y de marketing, como es el caso del futbolista británico David Beckham, quien es considerado como el arquetipo del dandy contemporáneo, con una imagen que proyecta virilidad, seguridad, éxito, pero sobre todo, sin pena alguna por mejorar su apariencia rompiendo el tabú de que los tratamientos cosméticos son exclusivos para las mujeres.

Para la revista The Economist, en Estados Unidos aproximadamente entre el 30 y 35 por ciento de los hombres de entre 25 y 45 años tienen tendencias metrosexuales, mientras para la revista Mundo Ejecutivo, alrededor del 40 por ciento de los varones mexicanos de entre 20 y 40 años de edad utiliza al menos un producto cosmético.

El comportamiento del metrosexual como agente económico puede ser explicado a partir de la teoría del consumidor, donde se considera que todo individuo es racional en sus elecciones y de esta forma obtener la máxima utilidad de su función de utilidad, u(x), (ecuación 1) a partir de su restricción presupuestal (ecuación 2).

1)


donde 0 < θi <>iθi = 1 y i = 1, 2, …, n

2)

donde se supone que hay n productos en el mercado, por lo que i = 1, 2, …, n; p, es el precio del bien x, mientras m es el nivel de ingreso que tiene el consumidor. Lo anterior se puede expresar mediante la Figura 1a, donde se muestra la restricción presupuestal, mientras la Figura 1b indica el punto óptimo donde el consumidor elige la mejor opción que maximiza su función de utilidad.

Para ejemplificar la Figura 1a y el concepto de restricción presupuestal se considera la existencia de tres casos: el primero se ejemplifica con el Cuadro 1, donde se muestra el costo promedio que incurre un metrosexual mexicano para mantener su rostro “saludable” es alrededor de dos mil trescientos pesos ($2,300.00). Un segundo caso es aquel individuo que prefiere pagar un tratamiento básico trimestral que va desde los seiscientos pesos ($600.00) hasta los mil cien pesos ($1,100.00). Por ultimo sería el caso de un metrosexual que desea un tratamiento con productos especializados, entonces el costo va desde los mil quinientos pesos ($1,500.00) hasta los dos mil quinientos pesos ($2,500.00).

Cuadro 1

Precios promedio de los principales productos para el cuidado de la piel masculina

Producto

Precios en pesos

Crema o jabón limpiador

200

Gel hidratante

400

Exfoliante facial

350

Crema de día

480

Crema contorno de ojos

360

Crema antiarrugas

500

Total

2,290.00

Fuente: revista Mundo Ejecutivo (2006).

Nota: La duración aproximada de los productos es de tres meses en presentación estándar.

Para ejemplificar la Figura 1b, se considera que todo consumidor elige de acuerdo a sus preferencias la opción que maximice su función de utilidad con el menor costo posible, esto quiere decir, que un metrosexual elegirá aquel punto donde su elección le proporcione el mayor bienestar, por lo que en la Figura 1b, la intersección de la curva de indiferencia y de la restricción presupuestal representa la elección óptima.

III. La industria de los cosméticos en cifras

La explicación del porque el fenómeno metrosexual por el lado de la oferta se podría resumir como un verdadero negocio que genera grandes utilidades a las empresas que participan en este mercado. Por ejemplo, según cnnexpansión, la marca Biotherm quien produce productos para el cuidado de la piel (cremas anti-edad, geles hidratantes, correctores de imperfecciones, exfoliantes y limpiadores faciales, entre otras) sus ventas en México se pronostican en 2.6 mil millones de dólares para 2009, ya que el mercado mexicano representa 30 millones de hombres entre 20 y 75 años, 40 por ciento de ellos gastan 50 dólares mensuales en productos para su cuidado personal. Por otro lado, los hombres entre 25 a 45 años de edad que incurren al consumo de cosméticos para mejorar su apariencia personal son en promedio trabajadores, empresarios, de espíritu joven y dinámicos[2].

Para el cierre del año 2000 el valor mercado mexicano era alrededor de 3,700 millones de dólares y daba empleo directo a 27 mil personas, siendo el mercado metrosexual el más dinámico al crecer del 1996 al 2000 en un 55 por ciento y cuyas ventas pasaron de 176 millones a 273 millones de dólares, según datos de la Cámara Nacional de la Industria de la Perfumería, Cosmética y Artículos de Tocador e Higiene (canipec) y de Euromonitor International En el cuadro 2 se muestra la evolución del mercado de cosméticos y productos en México, en el cual es evidente su expansión y se puede afirmar que su evolución futura es de grandes expectativas.

Comentarios finales

El arquetipo metrosexual surge por la necesidad de la industria de la cosmetología para incrementar sus ganancias mediante la diversificación de sus productos, así como desarrollar nuevos mercados. El éxito de la moda metrosexual ha consistido en crear en la población objetivo (hombres de nivel intelectual y económico relativamente alto) una imagen de éxito profesional, seguridad varonil, pero sobre todo de una persona que ha dejado a un lado el tabú de que los cosméticos son exclusivos para las mujeres.

A nivel industrial, representa un mercado altamente lucrativo que podría generar más ganancias que el de las mujeres en el futuro, si se considera que las propias marcas ven al hombre tener más disciplina en iniciar y concluir tratamientos para mantenerse atractivos que las propias mujeres, entonces ante este supuesto, es de esperarse que el impacto publicitario de la industria tarde o temprano logre sacar al metrosexual que todo hombre lleva adentro.

Referencias

Varian, Harl (2006)/ Microeconomía Intermedia, Ed. Bosch, Barcelona, 7ª Edición.

Garcia de León, Veronica (2007)/ “El negocio de los metrosexuales”, revista cnnexpansión.com mayo, México.

Sandoval, Felipe (2004)/ “El negocio de los metrosexuales”, revista Denegocios, abril, México.

Yáñez, Roberto (2006)/ “Metrosexuales: de la cultura a los negocios”, revista Mundo Ejecutivo núm. 327, año XXVI, vol. XLIII, julio, México.


* El autor es profesor y miembro del Seminario de Credibilidad Macroeconómica de la División de Estudios de Posgrado de fe-unam.

[1] Mark Simpson fue quien acuño el término en un artículo publicado en el diario londinense The Independent en 1994.

[2] Hay hombres que consumen cremas denominadas “para el día después”, que prometen borrar todos los signos de una borrachera; también gotas que son utilizadas para borrar los síntomas de fumar marihuana u otra sustancia toxica.

Crisis financiera internacional: ¿Buenos días, Mr. Keynes?


Aquí la captura de una primera versión de nota mía que saldría en la próxima edición de Cuartilla, publicación de la Facultad de Economía. 

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Crisis financiera internacional


¿Buenos días, Mr. Keynes?

Carlos A. López Morales*


En el portal del semanario británico The Economist apareció hace unos días una fotografía en la que Ben Bernanke pareciera estar rezando para que el reciente recorte en la tasa de los bonos federales, que la dejó en su valor nominal más bajo en 5 años, tenga resultados mejores a los esperados. Paul Krugman, apenas galardonado con el Premio Nobel en economía, ha sugerido que eso es ya indicio de ocurrencia de la trampa de liquidez. En otra imagen que seguramente será explotada hasta el hastío, Alan Greenspan, el antecesor de Bernanke, aparece acongojado ante el Congreso de Estados Unidos al reconocer que su visión del funcionamiento de la economía, arraigada por décadas de experiencia profesional en el diseño de la política monetaria de la primera potencia económica mundial, ha estado fundamentada, según dice, en una “creencia fallida” en la capacidad auto-reguladora de los mercados, en especial los financieros. Como en avalancha, la opinión pública internacional ha señalado al “Maestro” como el responsable de promover política monetaria (y de regulación financiera) muy laxa en el primer quinquenio de la presente década, en parte como respuesta ante la perspectiva de recesión después de los eventos de septiembre de 2001. La soltura en el crédito de bajo costo y la poca regulación, entre otros factores, pudieron contribuir al surgimiento de burbujas financieras (como la de bienes raíces, caracterizada por la multiplicación de “activos tóxicos”, como se le denominaron en el argot) que, ahora se ve, acabarían por desinflarse llevándose consigo la relativa estabilidad financiera internacional y ampliando las posibilidades de una recesión global para algunos comparable a la de la Gran Depresión.

Algunos académicos, como Dani Rodrik y Jeffrey Sachs, consideran que la situación financiera en Estados Unidos ya ha tocado fondo. Pero eso no es nada alentador: las repercusiones en la economía real apenas comienzan, y ya el diario español El País se ha aventurado a pronosticar una caída en el producto interno estadounidense de aquí al primer trimestre de 2009 que podría significar un aumento de la tasa de desempleo para ubicarse hasta en 8%. En el sentido de amortiguar el impacto en la economía real, el gobierno de Estados Unidos acaba de anunciar el diseño de un plan de apoyo hipotecario mediante transferencias que casi equipara en monto al rescate financiero mismo: 600 mil millones de dólares (mmdd). Pero el mayor riesgo no se corre en la mayor economía del mundo. Claudi Pérez, periodista de aquél diario español, lo resumió bien: “la globalización es para lo bueno y lo malo, y ha llegado la hora de lo malo.” Como si todo lo que se ha visto en septiembre y octubre fuera poco, tanto Rodrik como Sachs han advertido que, en efecto, lo peor aún puede estar por venir, pero manifestándose no en el epicentro de la debacle, sino en la periferia, sea esta desarrollada o no. Alemania, por ejemplo, anunció un plan de rescate y de apoyo a sus empresas que asciende a 50 mil millones de euros.1 Tres países ya han quebrado, y algunos más albergan crisis esperando ocurrir. El Fondo Monetario Internacional (FMI) otorgó en los últimos días de octubre 2 mmdd a Islandia, no necesariamente una economía en desarrollo, después de que sus autoridades económicas declararan la bancarrota (los préstamos bancarios ascendían a 9 veces el producto interno islandés). Días después, el parlamento ucraniano aceptó la recepción de 16.5 mmdd provenientes del organismo multilateral “con el fin de superar el escenario de la crisis”, según las palabras del presidente del parlamento. Casi al mismo tiempo, Hungría acreditaba la recepción de 25 mmdd con acreedores varios (15 mmdd provenientes del FMI, 8.5 mmdd de la Unión Europea y 1.5 mmdd del Banco Mundial).

A la hora de redactar esta nota, Turquía y Pakistán figuraban en la lista de próximos receptores. Las cosas con el FMI han cambiado, según asegura el mismo Fondo y algunos comentaristas, aunque no para todos los países. Para aquellos considerados bajo “buena administración” el FMI ofrece un nuevo producto: un préstamo de corto plazo con condiciones mínimas que asciende a 5 veces el monto de la cuota nacional. México figura dentro de la lista de países que podrían beneficiarse con esta nueva línea de crédito, y ya el gobierno mexicano ha anunciado que se encuentra analizándola. Para algunos, como Rodrik, la mínima condicionalidad de esta línea de crédito es algo positivo, pues muestra que el Fondo ahora sí asumió el carácter de prestamista de última instancia que el sistema internacional requiere en estos días aciagos. Aunado a éste nuevo producto financiero, la Reserva Federal estadounidense (Fed) ha anunciado la creación de una línea swap para contribuir a la disponibilidad de dólares para aquéllos países también considerados bajo buena administración. México, junto con Brasil, Corea del Sur y Singapur, aparece en la lista corta de Washington. Con todo, el mes de octubre culmina para México con una fuente potencial de recursos que ascienden a 50 mmdd (20 mmdd de la línea del Fondo, 30 mmdd de la línea de la Fed) y que equivalen a un 70% del volumen de reservas observado después de la intervención cambiaria.

Las razones que motivan la disponibilidad de dichos recursos son relativamente claras: la probabilidad de que las autoridades de economías emergentes tengan que implementar planes de rescate de índole varia (ya al sistema financiero en su conjunto o a empresas identificadas, ya a la moneda doméstica) no es cercana a cero. Y a diferencia de Estados Unidos o de la Unión Europea, las economías emergentes no cuentan ni con la estabilidad financiera ni con la capacidad fiscal para hacer frente a la turbulencia aún cuando, por esta vez, no lleve el sello de la casa. Por ejemplo, en el caso mexicano ya se sabe que, por un lado, el banco central gastó en pocos días el 10% de sus reservas (unos 8 mmdd) en intervenciones en el mercado cambiario que evitaron, según la institución, que el dólar llegara a subastarse hasta en 20 pesos. También se sabe, por otro lado, que Nacional Financiera otorgó a Comercial Mexicana una línea de crédito de unos 3 mil millones de pesos para que pueda hacer frente a sus compromisos de corto plazo. Otros corporativos, como Cementos Mexicanos y Grupo Soriana, podrían necesitar medidas similares para evitar el desencadenamiento de cualquier crisis en el sistema mexicano de pagos. Si los recursos domésticos para todo ello llegarán a faltar, el gobierno mexicano podrá acceder a los externos gozando de la mínima condicionalidad en las líneas disponibles. Argumentos similares pueden ser aplicables para los casos de otras economías latinoamericanas y de otras regiones del mundo. Sin embargo, como resulta natural, el impacto potencial no es el mismo para las economías emergentes, y acaso se pueda defender la aparente paradoja de que aquellas que tengan índices de integración mayor con la economía global (medidos, por ejemplo, por el cociente de comercio exterior a producto interno, por la diversificación de dicho comercio, o por el acceso a los mercados de capitales) estén en mejor situación para hacer frente a la crisis global.2

De la gran depresión a la gran moderación ¿y viceversa?

La serie de rescates financieros alrededor del mundo, incluyendo los que se pueden vislumbrar en algunos países en desarrollo, ha llevado a la opinión pública internacional a atizar el viejo debate sobre la intervención del estado en la economía. Los presidentes de Iberoamérica, por ejemplo, han anunciado en San Salvador el fin del pensamiento neoliberal, para usar las palabras de Rodríguez Zapatero, y el regreso del estado a la economía, como en las palabras de Lula da Silva. En el mismo tono polémico, pero del otro lado, el influyente semanario británico The Economist, si bien reconoce la necesidad de socializar la pérdida privada cuando de ello depende la sobrevivencia del sistema, se opone a que la crisis derive en una ola global de nacionalizaciones. Pero la posición es mucho más compleja: el semanario sugiere también que los gobiernos, para combatir la recesión que se avecina, tendrán que mostrar un “coraje fiscal”, en forma de estímulos, recortes de impuestos, etc., similar al “coraje financiero” mostrado para evitar el colapso. En una posición similar, y también sin oponerse a la existencia de rescates pagados por los contribuyentes, Kenneth Rogoff, ex-economista del FMI y ahora profesor en Harvard, sugiere que la mejor política posible es la de no bloquear con la intervención una “dinámica saludable y normal” de consolidación y poda en el mercado financiero, pero insiste en que una mejor regulación es parte de la solución de largo plazo.

Incluso el contenido de la campaña presidencial en Estados Unidos (que sitúa a unos, los republicanos, como anti-intervencionistas y pro-mercado y a otros, los demócratas, como regulacionistas y centralistas) alimentó el debate, aunque no necesariamente proveyendo argumentos sólidos.3 Paul Krugman, en uno de sus primeros textos sobre la crisis, concluye tajante que “las tomas de control estatal pueden ser la única vía para hacer funcionar al sistema financiero.” Veamos: control estatal, supervivencia del sistema, estímulo fiscal, regulación e intervención pública, fracaso del “neoliberalismo”, etc. No son pocos los que podrían pensar que todo esto es un nuevo día para el keynesianismo, sobre todo aquellos que gustarían de asegurar que estamos frente a una nueva Gran Depresión. Pero en el detalle se ve que no hay mucho sentido en todo ello, pues mientras el origen de la Gran Depresión se suele ubicar en la operación del sistema económico de entonces, a la sazón muy diferente al actual, tanto tirios como troyanos sitúan el origen de la crisis actual en la esfera del diseño de política económica. Incluso Paul Samuelson, a quien también le tocó observar la Gran Depresión, incluye la errada política monetaria que dio lugar a la crisis actual junto a otras pifias de la política pública estadounidense (como el “asegurar” la victoria militar en Afganistán y en Iraq, o como la misma guerra de Vietnam). La crisis financiera es, en su opinión, un caso más de ese patrón (de éxitos seguidos de fracasos aún peores): al éxito en evitar la recesión después de septiembre de 2001 le sigue el fracaso asociado a la crisis actual.

Pero Samuelson está muy lejos de afirmar que las crisis no se presentan si el sistema funcionara en su forma “pura”, es decir, en ausencia de regulaciones e intervenciones públicas de índole variada. Samuelson dice que dos de las lecciones que obtuvo de la Gran Depresión son, por un lado, que “el capitalismo no puede evitar los ciclos económicos” y, por otro, que “no puede contarse con que los mercados curen por sí solos sus males.” Hay que decir que ambas cosas son ya muy sabidas en macroeconomía contempóranea. De hecho, después de décadas de experiencia de administración macroeconómica, y a la luz del éxito de la misma en muchos sentidos, Samuelson rescata la noción de la “Gran Moderación”, presente en la literatura desde hace ya algún tiempo y entendida como un amortiguamiento del ciclo de negocios (de suerte tal que sus altibajos “son menos pronunciados.”) Ben Bernanke mismo ha sostenido la hipótesis de que dicha moderación se debe a la pericia en el diseño de la política macroeconómica, en especial la fiscal y la monetaria, cuyo análisis y teoría se han exactificado enormemente en las últimas décadas. El debate del gremio, por tanto, no es únicamente sobre términos generales (“intervención o no intervención”), sino sobre la naturaleza concreta de la relación de la entidad pública con los agentes privados (que ahora simula más un juego dinámico de estrategia que un sistema determinista de operación mecánica). Así, viendo las características de las tuberías del sistema económico contemporáneo, por así decir, en las que la interacción entre estado y mercado se encuentra ya enraizada, se puede avanzar la hipótesis de que esta crisis, por cierto ya bajo control relativo, no significa tanto una regresión paradigmática hacia esquemas relativamente superados (tanto teórica como históricamente) como la reafirmación de la vigencia de la analítica particular con la que se analizan dichas características.

De esta forma, por ejemplo, la crisis se hace mas entendible con la hipótesis que Kenneth Rogoff ha presentado recientemente, que da por descontada la importancia de la regulación publica y enfatiza su problemática en ambientes estratégicos. Rogoff, siguiendo a su vez al economista ingles Willem Buiter, sugiere que el caso de la crisis del sistema financiero estadounidense se puede caracterizar por exhibir “captura reguladora”, es decir, una situación en la que la agencia que regula (la Fed) establece reglas que atienden los intereses no del conjunto del sistema, sino de algún grupo particular (los bancos de inversión). Una vez reconocida la importancia de la interacción entre economía y política ya mencionada, el análisis resulta más rico, más potente y más preciso si se enfoca a la filigrana de los fenómenos observados y se trasciende por tanto el ámbito de las generalidades poco concretas, siempre imprecisas, de las campanadas de la historia.


*Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM. Estudiante del programa doctoral en economía ecológica impartido en Rensselaer Polytechnic Institute, Estados Unidos. El autor agradece los valiosos comentarios de Carlos Faviel y de Hugo Contreras y los exime de cualquier responsabilidad sobre las opiniones y los posibles errores contenidos en esta nota.

1Aunque algunas de esas empresas no quieren tocar esos recursos públicos, por ser estos “fuente” de comportamientos ineficientes que puedan dañar su reputación, según la opinión de algunos de sus directivos. No obstante, con el paso de los días, uno a uno los bancos alemanes comenzaban a acceder a los recursos disponibles: a principios de noviembre, el Commerzbank, segundo en importancia, solicitó 8.2 mmde del fondo de rescate. Al mismo tiempo, se espera que el BayernLB reciba 5 mmde, y recién se hizo publico que el HSN Nordbank ha solicitado a las autoridades fondos de hasta 30 mmde.

2Casos de mayor vulnerabilidad relativa en la región latinoamericana son los de Venezuela, Bolivia y Argentina. Los primeros dos tienen enfrente un panorama nada alentador, pues las previsibles caídas en precios y cantidades de bienes primarios (dependientes, esos sí, del mercado internacional) afectarán a los ingresos por exportaciones y, por el régimen de propiedad, a los ingresos públicos. El caso argentino enfrenta tanto problemas por el lado de los precios de bienes primarios (que representan sus exportaciones principales y de las que depende gran parte de sus ingresos públicos) como problemas de acceso a los mercados de capital. En el contexto de acceso limitado a los flujos financieros internacionales, diversos analistas critican la intención del gobierno de Kirchner de nacionalizar el fondo de pensiones debido a que consideran que se utilizaría para hacer frente a las obligaciones de deuda de los próximos años.

3Aunque la contradicción discursiva de la campaña republicana, favoreciendo la no-intervención en el contexto de un rescate público de magnitudes épicas, no ayudó a contrarrestar el deterioro de las preferencias electorales por la dupla McCain-Palin en las semanas previas a la votación.


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