materia oscura, sunspot equilibria, puntos focales, teoría del valor... y luego dicen que la economía no es la "dismal science"


imagen: de aquí.

[advertencia: entrada medio etérea que contiene nociones que han estado rondado la cabeza, y que pueden sonar --y estar, a decir verdad-- muy disparatadas, y que salen ahora a propósito de la hipótesis de la materia oscura en economía]

durante mucho tiempo los macroeconomistas se preguntaban por qué el sistema financiero mundial no había
colapsado de la manera en que cabía esperarse dado el desequilibrio en la balanza de pagos de eua. Estados
Unidos tiene tal déficit en cuenta corriente que en algún momento, se pensaba, tendría que colapsar. El asunto es que la balanza de pagos reporta ingresos financieros del resto del mundo que no se empataban con la situación deudora de su cuenta corriente. en otras palabras, un poco imprecisas, eua es gran deudor, y en lugar de pagar intereses de su deuda, los ganaba. ¿por qué? los economistas pusieron la hipótesis de la materia oscura: activos financieros que realmente se exportaban al resto del mundo pero que no se contabilizaban en la balanza de pagos. es decir que las cuentas nacionales daban una imagen incompleta de las transacciones de eua con el resto del mundo, poniendo muchas menos salidas que entradas. de ahí el déficit aparente...

pues bien, recientemente el blog de Hamilton y Chinn, econbrowser, declaró el fin de la hipótesis de la materia oscura como resultado de la crisis... sin duda asunto interesante...[ver los vínculos y los documentos que allí
ponen para una breve explicación de la hipótesis de la materia oscura...ver aquí para un paper más en
forma...]

esta cuestión, no obstante, me lleva a pensar en otros conceptos un tanto raritos, los "sunspot equilibria" y los puntos focales.
imagen: de aquí.

Los sunspot equilibria [aquí la versión wikipedia] son equilibrios del sistema económico (pensemos en un equilibrio de nash, o algún otro derivado del comportamiento estratégico) en los que intervienen variables
que nada tienen que ver con los fundamentales del sistema económico. Potentísimo concepto. ¿Por qué?
porque elimina de tajo la versión ingenieril que intenta explicar concluyentemente a la economía como un sistema impersonal de válvulas y tuberías cuyos equilibrios son determinados por la forma y naturaleza mismas del sistema. Es decir, no hay mucho lugar para que el comportamiento estratégico influya en los equilibrios. Sin duda que las válvulas y las tuberias del sistema económico importan [determinan, para
empezar, el conjunto de soluciones factibles y los trade-offs, cuando los hay], pero los equilibrios pueden depender de otras cosas, como de las variables sunspot... (un mal ejemplo algo extremo: considere un campo de fútbol, con sus 22 jugadores, sus 4 árbitros, las bancas, porterias, y todo lo demás en su sitio. este sistema tiene en su conjunto factible al menos un juego normal de fútbol de 90 minutos, etc etc. pero imágine que existe una variable sunspot, dígamos que pase un avión encima del campo, ante la cual todos los actores deciden un comportamiento "atípico", como ponerse a bailar... si dicha variable no se presenta, podría esperarse un "equilibrio normal" -un partido de 90 mins... pero si se presenta, los jugadores bailarán --y serán
felices...este sería el sunspot equilibrium)

algo similar, pero no igual, pasa con los puntos focales [aquí la versión wikipedia, aquí un guayabazo a una breve explicación que hice para economía informa]: soluciones que la gente toma ante la ausencia de comunicación... (si una familia va al estadio y se pierden a la salida, es muy probable que todos vayan al auto
(o a la entrada de metro, o a la casa) para reencontrarse... el auto (o el metro, o la casa) sería el punto focal).

ahora bien, regresando, supongamos que la hipótesis de la materia oscura tiene sentido: que hay flujos de recursos (muchos los definen como know-how y demás cosas intangibles que van con la inversión extranjera directa que eua hace en otros países, y que tienen en ellos un rendimiento muy por encima al que tendrían en eua) que no estaban contabilizados en la balanza de pagos. esto quiere decir que en las tuberías y válvulas del sistema en verdad existían los recursos que sostenían el déficit en cta corriente de eua: que el déficit no era
tal. si es así, a pesar de que los macroeconomistas veían un sistema cuyo colapso tendría que venir por el lado del déficit en cta. corriente, este nunca se presentaría porque en verdad ese déficit nunca existía...

se sugiere entonces una suerte de balance entre dos concepciones (complementarias, no sustitutas), la que ve al sistema económico como la compleja red sistémica de tuberías y válvulas, y la que lo ve como resultado del
comportamiento estratégico. Si sólo la primera fuera cierta, la crisis de cta corriente en eua tendría probabilidad cero: no importa lo que piensen los agentes, el sistema económico está -o estaba- balanceado. Si sólo la segunda fuera cierta, sería irrelevante la hipótesis de la materia oscura: sólo importa lo que creen y esperen los agentes, fuera de que eso que creen sea cierto o no (una suerte de relaciones sociales determinadas más por convención que por necesidad)... Por ello, al ver los agentes las estadísticas de cta corriente, ellos debieron de haber esperado la inminencia de la crisis de balanza de pagos. ¿cuál es el lugar
entonces de los puntos focales y los sunspot en esta historia? que el comportamiento de los agentes
económicos realmente importa en el sistema económico. que una explicación más realista ubica al sistema económico en un punto intermedio del espectro ente las versiones estructural y de comportamiento. si los agentes observan únicamente el déficit en cta corriente, domo dijimos, entonces podrían esperar una caída del sistema -un tanto inevitable- y actuar en consecuencia (tal vez desatando auto-validaciones varias)...pero dicha caída no se presentó -a final de cuentas, la crisis actual no fue crisis de balanza de pagos-..¿por qué?
porque tal vez la materia oscura se manifestaba aquí y allá -tal vez en variables aparentemente sunspot- en fenómentos que llevaban a los agentes a no esperar, al final del día, un desplome de cta corriente... ¿hay un equilibrio sunspot? posiblemente. aunque no intentaré responder... [una respuesta formal llevaría a definir "sistema económico", para entonces ver, primero, si las manifestaciones de la materia oscura son o no variables sunspot y ver si toda la interpretación tiene sentido... no obstante esta advertencia, la noción sirve bien para pensar el asunto de por qué la crisis de balanza de pagos no se presentó en eua...aún :o)

esta especie de dicotomía entre la versión sistémica y la versión de comportamiento también puede servir para pensar la transición entre las teorías del valor del siglo XIX y las contemporáneas. la teorías del valor del siglo XIX (Ricardo, Marx), a pesar de sus diferencias, tenían algo en común: buscaban el establecimiento del "valor" como algo objetivo, determinado por la naturaleza del sistema. Es decir, estas teorías del valor partían
únicamente de una concepción estructural del sistema económico (i.e., ¿cuánto tiempo de trabajo -social- se requiere para producir x,y,z bienes?)... El valor económico sería una cuestión externa, objetiva, no influíble por mis creencias o expectativas sobre el mismo sistema, sólo influíble a través de mis acciones económicas (comprar, vender, innovar,) y sus consecuencias en el desarrollo tecnológico etc etc etc.... Esta versión de la teoría del valor contrasta con la contemporánea --según mi interpretación--, que más bien entiende al valor económico como resultado de procesos de interacción social y estratégica en la búsqueda de algún objetivo, y que se deriva, a final de cuentas, del trabajo de Debreu en la Cowles Commission a finales de los 50. Lucas lo ha dicho ya:
El valor económico, se desprendería, deja de ser objetivo, y depender incluso de la modelación con la que se represente la economía. El valor económico de algo podría ser más la contribución de ese algo al bien común (cualquiera que sea este bien común y que se representaría en la función objetivo de esos modelos de optimización dinámica) que algo que sea determinístico --pensemos en la diferencia entre el precio de mercado y el precio sombra de algún bien: en la presencia de externalidades, y demás cuestiones agrupadas en las famosas fallas de mercado, los precios observables serían desviaciones del precio sombra del bien en cuestión. El precio sombra mide la contribución de bien en cuestión a la función objetivo, por lo que el valor, en esta interpretación, es "goal-dependent", por así decir. El agua, para seguir con la tradición que la incluye en las discusiones sobre el valor, puede tener un precio nulo pero un valor elevado: eliminemos el agua de los modelos, y veámos cómo cambia el valor de la función objetivo, sea este el PIB, el bienestar social, o
cualquier otra función obetivo.

La versión que se basa en el comportamiento la ha expuesto muy bien Hanemann, precisamente en el contexto de la discusión del agua:
¿Cómo se relaciona el tradicional concepto del excedente del consumidor -utilizado generalmente en contextos de equilibrio parcial- con las versiones de arriba? mmnnff! nada trivial (integrability theory entremedio?) bueno, basta!

Microeconomía: algunos recursos en la web I

Un número importante de visitas a esta bitácora se motivan por algún interés en la microeconomía.
En respuesta, intentaremos atender más la cuestión microeconómica discutiendo temas diversos y ofreciendo, cuando se pueda, vínculos a materiales que ya andan por allí.

Así que aquí una lista de recursos (la iremos ampliando en posts posteriores, por eso pusimos el "I" en el título)

  1. Econ PhD. Una lista de documentos (la mayoría de literatura gris) abordando los temas siguientes. El enfoque es intermedio y avanzado:

    Equilibrio general, consumidores y empresas

    Teoría de juegos y diseño de mecanismos

    Comercio internacional

    Micro aplicada y computacional

  2. Las presentaciones de clase de Jeff Ely, con el siguiente syllabus [vía cheap talk, vía algorithmic game theory]

    Economía del bienestar

    Utilitarismo

    Teoría de juegos e incentivos

  3. Un texto de Mankiw en defensa de su Club de Pigou. Da una idea platicada y resumida sobre la microeconomía


  4. El texto del colectivo editor de intervenciones sobre la enseñanza de la microeconomía en la FE-UNAM

  5. Wikipedia

  6. Presentación Power Point 1

  7. Presentación Power Point 2

  8. Vínculos a materiales de clase con los siguientes tópicos:

    La economía de la competencia: una visión global

    Lecturas de economía industrial

    Teoría de la decisión bajo incertidumbre

    Microeconomía para políticas públicas

    Precios y mercados

    El valor temporal del dinero

    Análisis microeconómico

    Materiales de la London School sobre gravamen al ingreso


Mercado de permisos de emisión (Cap-and-trade) vs impuesto pigouviano: "es la pendiente de las curvas marginales, estúpidos!"


"Es la economía, estúpidos" La clintoniana frase para llamar la atención sobre el verdadero debate se hizo un
clásico. La tomamos prestada para llamar la atención sobre aspectos de un debate en economía del cambio climático sobre el que no se presta la suficiente atención. Hay debate en la literatura de economía ambiental y del cambio climático sobre qué preferir: un sistema de permisos (cap&trade) o un impuesto pigouviano. Como muchos (si no todos) los debates en economía, éste desata pasiones y, a veces (por fortuna no siempre), posiciones irreductibles.

Muestra del debate en línea:
El asunto, como veremos, no es ver cuál es mejor que otro: todo depende de la relación de los costos marginales de abatimiento y del daño marginal de las emisiones. Más precisamente, todo depende de la forma de las curvas que relacionan cómo cambian unos y otro a diferentes niveles de emisiones. Es decir, la cuestión depende de las pendientes de las curvas de daño marginal y de ahorro marginal (ahorro derivado de abatimiento evitado)... Veamos:

Hay una suerte de consenso aparente en el gremio que favorece la implantanción de un impuesto verde en lugar de la implantación de un sistema "cap&trade" para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En dicho sistema, el gobierno define el volumen de emisiones que tolera (en toneladas o en partes por millón) y otorga un número determinado de permisos de emisión. Las empresas emisoras competirán por adquirir
tales permisos de acuerdo a un balance entre su disponibilidad a pagar y los costos de abatimiento ahorrados por emitir una unidad adicional de dichos gases. Se cree que un sistema tal ayuda a re-asignar el abatimiento de emisiones de acuerdo a un criterio de minimización de costos.

Un asunto adicional que suele preocupar se relaciona con la manera en la que las empresas adquieren los permisos la primera vez, cómo se fijan las dotaciones iniciales de permisos. Una opción es que el gobierno distribuya equitativamente y gratis los permisos entre las empresas que entrarán en el nuevo mercado, y luego ellas comercien entre sí (opción conocida como "grandfathering"). Otra opción es que el gobierno subaste los permisos, caso llamado cap-auction-trade y que permitiría capturar recursos que luego se podrían usar para promover programas públicos etc.

En lugar de un cap-action-trade, la opción es la implantación de un impuesto pigouviano a las emisiones
. Las emisiones, y en general el problema del cambio climático, son un problema de externalidades negativas, es decir, una situación en la que el costo marginal social de la última unidad (de cualquier bien en cuyo proceso se generen las emisiones) es mayor al costo marginal privado. Un impuesto que capture la diferencia (un impuesto pigouviano) hace que sea el costo marginal social, y no únicamente el privado, el que se tome en cuenta en el examen de costos-beneficios para determinal el nivel de producto. Por esa razón se dice que el impuesto "internaliza la externalidad".

El consenso aparente en el gremio es el de preferir el impuesto pigouviano sobre el cap-and-trade por potenciales pérdidas menores de eficiencia. Esa razón, entre otras, ha llevado a Mankiw a tener su "club de Pigou" y a llamar recientemente al cap-and-trade un sistema feo, bueno por lo menos el que se quiere aprobar en el Congreso de EUA. Lo cierto es que hay casos analíticos en los que un sistema cap-and-trade se prefiere a
un impuesto y casos en que ocurre lo contrario. El debate, parece, está lejos de aclararse, y el consenso, a final de cuentas, lejos de alcanzarse (por eso es aparente...)

Vayamos a ejemplificar la cosa. Primero veamos cómo funciona un cap-and-trade.

[La autoría de los ejemplos es de Dan Shawhan, de RPI. La traducción del enunciado y la explicación de la solución es de quien escribe esta entrada]

Hay dos firmas cada una emitiendo 20 unidades de un contaminante (que se combina uniformemente en el ambiente -por lo que las externalidades no están focalizadas, son para todos). El gobierno establece un límite de emisión de 20 unidades. Las funciones de costos de abatimiento (CTA, costos totales de abatimiento, A) son las siguientes:

CTA1=10+0.75(A1^2)
CTA2=5+0.5(A2^2)

Pregunta: Si el gobierno usa un sistema cap-and-trade (una unidad de emisión=un permiso), ¿cuántos permisos terminará teniendo cada firma? ¿Cuál es el precio de los permisos?

Para encontrar la respuesta, consideremos el caso hipotético en que una de las firmas, dígamos la 1, tiene todos los permisos de emisión. Dado que se requiere abatir 20 unidades, y hay equivalencia "una" emisión = un permiso, la firma 1 tiene 20 permisos. Así que todo el abatimiento tiene que lograrse por la firma 2 -que tendría que salirse del mercado, no producir, y así abatir sus 20 unidades de emisión. En la situación original A1=0 y A2=20, por lo que CTA2>CTA1. El costo marginal de abatimiento de cada firma es CMA1
=0; CMA2=20. Si el precio del permiso cayera en el intervalo (0,20), se dejan fuera los casos de indiferencia, la firma 2 estaría con seguridad dispuesta a pagar por él y a abatir una unidad. Recordemos que el CMA de la firma 2 para esa unidad es 20. Si paga, digamos, 15, entonces emite esa unidad y se ahorra 5. La firma 1 tiene originalmente CMA1=0, por lo que estaría dispuesta a vender un permiso de emisión y a emitir en consecuencia esa unidad. Si el precio fue 15, la firma uno gana esos 15, dado que su CMA es cero. La transacción se lleva a cabo y ambas firmas ganan. Una mejora de Pareto. Después de esta transacción, A1=1 y A2=19. Sigue ocurriendo que CMA2>CMA1, por lo que hay incentivos a seguir comerciando permisos a precios que caen en (1.5, 19). Siguiendo con la iteración, se puede ver que ésta termina cuando CMA2=CMA1=precio del permiso. Con sumitas y restitas se puede ver que A1=8, A2=12 y p=12.

Respuesta: La firma 1 vendió 8 permisos de los 20 que tenía, por lo que se queda con 12, mientras que la firma 2 termina con los 8 que compró. El precio del permiso es 12.

[La misma solución se obtiene analíticamente resolviendo el sistema de ecuaciones que resulta de combinar las condiciones de primer orden del siguiente par de programas: min {CTAi-pAi}, para i=1,2, en el que p es el precio de los permisos, con la condición de factibilidad A1+A2=20.]

Si en lugar del cap-and-trade el gobierno buscara un impuesto que indujera el abatimiento buscado al menor costo posible, tendría que resolver min {CTA1+CTA2} sujeto a A1+A2=20.
Ocurre que el impuesto es igual el precio sombra del abatimiento requerido, es decir, el impuesto equivale al valor del multiplicador de lagrange en el óptimo. Ocurre, cosa interesante, que en el óptimo CMA1=CMA2, igual que en el sistema de permisos. El impuesto óptimo es igual a 12, equivalente al precio de equilibrio en el mercado de permisos y equivalente, como decíamos, al precio sombra de las emisiones --si el gobierno
modificara el objetivo en una unidad (dígamos a 19 o 21 unidades), el costo total (CTA1+CTA2) cambiaría en 12. [De allí la importancia en economía ambiental y ecológica de los precios sombra...]

¡¡Qué cosa!! ¡No hay diferencia entre un cap-and-trade y un impuesto! ¿Por qué, entonces, hay una aparente preferencia al impuesto? ¿Por qué Mankiw tiene su club de Pigou incluso cuando reconoce, en el documento al que se vincula más arriba, que el sistema cap&trade y el impuesto son equivalentes?

Una razón es que hemos estado hablando de situaciones de cierta forma idílicas. Los problemas aparecen cuando uno se separa de las situaciones idílicas. Cuando los permisos no se subastan sino que se transfieren sin costo a las empresas, se transfiere el poder de mercado existente en las industrias relevantes al mercado de permisos, lo que, además de operar en contra de la eficiencia social, hace que el gobierno renuncie al ingreso que podría obtener si ocurriera subasta, o que podría obtener en el caso del impuesto.
Este mismo problema ha sido señalado por Tol, en un documento que se discutió en la entrada previa a esta, al señalar que el sistema europeo de permisos se convirtió en un esquema de subsidios cruzados que redujo la eficiencia. Tol opta sin ambages por la implantación de un impuesto. Otra razón de Mankiw para preferir el impuesto al sistema de permisos es que con el impuesto se vuelve posible el doble-dividendo, es decir, una ganancia en eficiencia adicional a la internalización de externalidades originada en un potencial "reciclaje" de ingreso público. Este reciclaje no es otra cosa que la sustitución de impuestos distorsionadores por el impuesto pigouviano. El ingreso público se mantiene constante mientras las distorsiones se eliminan. Miel sobre hojuelas. (Una ganancia similar al doble dividendo sólo es posible cuando las dotaciones iniciales de los permisos se venden en una subasta...) Aunque bueno, estaríamos pensando también en el caso en el que todos los planificadores serían benevolentes, interesados por tanto en fijar impuestos que maximizen el bienestar social...

Pero Mankiw mismo reconoce que transmite lo que él entiende como el consenso en el gremio, y que él no es ningún experto en el tema. Cuando se mira más de cerca, el debate se complejiza al identificar casos en los que es preferible el cap-and-trade y casos en los que es preferible el impuesto. Casos en los que no hay equivalencia entre una y otra opciones (incluso asumiendo que los problemas que menciona Mankiw no existen), sino que sin ambigüedades se prefiere una o la otra. Veamos esto otra vez con ejemplos sencillos. [Los ejemplos siguen basados en Shawhan, y en Kolstad y Weitzman]

Consideremos para ello lo que ocurre con el daño marginal y el ahorro marginal asociados a las emisiones. El daño marginal estima monetariamente los daños totales que ocurren por la última unidad emitida. El ahorro marginal es lo que la industría deja de gastar en abatimiento por el hecho de emitir la última unidad. El daño marginal es creciente con la cantidad de emisiones, el ahorro marginal es decreciente, lo que se relaciona con el costo marginal del abatimiento creciente del ejemplo de arriba: el costo marginal crece conforme se abate más -se emite menos-. A poco abatimiento (=muchas emisiones) los costos son bajos, y el ahorro también.
A mucho abatimiento (= pocas emisiones) el costo es alto, y el ahorro también. Para ir al punto más rápido nos ahorramos el caso determinístico y consideramos el caso con incertidumbre y el caso en que la pendiente de la curva de daño marginal es menor -en valor absoluto- a la de ahorro marginal. Los resultados del asunto dependen, como veremos, de la incertidumbre y la relación entre las pendientes de ambas curvas. Supongamos que hay incertidumbre sobre el comportamiento de la función de ahorro de las industrias relevantes (tal vez porque la política se diseña para el futuro, o porque el regulador que formula la política no conoce las funciones de costo de las firmas). La figura de abajo recoje el caso inicial:
MD= daño marginal; E[MS]=ahorro marginal esperado. El monto óptimo de emisiones es q, mientras que la equivalencia con el impuesto ocurre cuando éste es igual a t. En el caso de certidumbre (como en el del ejemplo numérico de arriba), el cap&trade y el impuesto logran un resultado equivalente (haciendo caso omiso a los problemas señalados por Mankiw). Veamos sólo un caso. ¿Qué pasa cuando la verdadera curva
MS está a la derecha de la esperada? ¿Cuál esquema de política es mejor?
Si se implantó un cap&trade, las emisiones permitidas son q (que son las que el regulador determinó con base en la curva MS esperada). El precio que alcanzan los permisos es P* (pues las empresas intercambiarán permisos hasta que el precio sea equivalente a lo que podrían ahorrar por emitir y no abatir -como en el ejemplo numérico de arriba). No obstante, la situación primero-mejor es aquella en la que se cruzan MS
_H y MD. En las emisiones mas allá de q el ahorro marginal por no abatirlas es mayor al daño que provocan. Hay dinero sobre la mesa que no se reclama. El triángulo A es la pérdida social asociada a este caso.

¿Qué pasa si en lugar del cap&trade se hubiera elegido el impuesto?
El impuesto se hubiera fijado igual a t. Pero como MS_H resultó ser distinta a la esperada, las empresas, enfrentando ese impuesto, emiten hasta qfee, que es cuando se iguala el impuesto al ahorro marginal por abatir. De nueva cuenta, la solución primero mejor es la instersección de MS_H y MD. Se ve que se emite un poco más de lo que es óptimo, generando emisiones cuyo daño marginal es mayor al ahorro marginal. No obstante, la pérdida social es bastante menor que en el caso anterior. (No confundirse: las emisiones en exceso no son qfee-q*, sino las que hay entre qfee y las asociadas a la intersección entre MS_H y MD).

Jugando con los casos posibles (MS a la izquierda de la esperada, MD con mayor pendiente absoluta que MS) llegamos a la proposición de Weitzman, que se traduce libremente de la expuesta por Kolstad:

"Con incertidumbre sobre los costos marginales de las emisiones, las regulaciones sobre la cantidad son preferibles si la curva de daño marginal tiene pendiente más pronunciada que el ahorro marginal de emitir. En cambio, los impuestos a las emisiones se prefieren si ocurre lo contrario."

El ejemplo gráfico confirma el caso en el que el impuesto es preferible al sistema de permisos. Pero si cambiaramos la relación entre las pendientes, si la pendiente de la curva de daños fuera mayor -en valor absoluto- a la de ahorro marginal, entonces la pérdida social sería mayor con el impuesto que con el sistema de permisos. En ese caso, el cap&trade sería sin ambigüedades preferido. Mankiw y buena parte del gremio discuten sólo sobre el caso determinístico en el que los sistemas son idílicamente equivalentes.
Prefieren el impuesto por asuntos de economía política: el sistema de permisos importa poder de mercado existente en otros lados hacia el mercado de permisos, por lo que se pierde eficiencia. El impuesto no importa dicho poder, logra el mismo resultado, y posibilita el doble dividendeo. Todo eso es cierto mientras no nos movamos del caso determinístico, caso también idílico. En un ambiente con incertidumbre sobre la curva de costos de abatimiento, el asunto no es tan en automático. El debate, como se ve, debiera dedicarse a ver la relación entre dichas curvas marginales en casos e industrias específicas, y dejar de hacer nubes de polvo poniéndose a decidir, casi a priori, cual sistema es mejor...

La cuestión también puede mejorar con la implantación de los sistemas híbridos (sistema de permisos e impuestos, al mismo tiempo), como veremos en una entrada posterior. También es interesante añadir incertidumbre en la curva de daño marginal, sobre la que la incertidumbre es más profunda de hecho que sobre la de costos. En la literatura de cambio climático se suele tratar a la incertidumbre sobre la curva de costos como mero asunto de ingenieria, de estimación y de cálculo (es decir, se sabe que se puede saber dicha estructura), mientras que la incertidumbre sobre los daños es estructural (se sabe que no se puede saber). Se puede hacer como si se supiera (así ha trabajado la economía del cambio climático a la Nordhaus hasta ahora). Pero la cosa se pone peluda cuando se ven casos en los que la incertidumbre no es sólo riesgo, sino desconocimiento (Dasgupta y Weitzman, de nuevo, son los que han avanzado esta noción). Así que, puestos a atar cabos, podría ser el caso que no se puede saber en abstracto qué sistema es mejor, y todo dependería
de la particularidad de los casos. La teoría general, abstracta, sería útil para transmitir el mensaje de su poca aplicabilidad...Pedir modelos que sean válidos en todos los casos equivaldría a pedir mapas de escala 1:1...


Actualización:
Aquí una imagen de lo que piensa el gremio. En su excelente blog "environmental economics", John Whitehead publicó un gráfico que muestra resultados de una encuesta con 203 observaciones (~20% en la tasa de respuesta).
Parece que hay evidencia de una preferencia del impuesto sobre el cap-and-trade.
Whinehead tiene varias entradas sobre el cap-and-trade y el impuesto [en una de ellas también menciona el paper de Weitzman...]

¿Hay que preocuparse por el cambio climático? Parte 2...


En una entrada previa habíamos puesto el vínculo a un texto de Richard Tol. Dijimos que valía la pena comentarse. Ahora comentamos. Reproducimos el texto con comentarios entremedio...

Richard S.J. Tol*
Economic and Social Research Institute, Dublin, Ireland
Vrije Universiteit, Amsterdam, The Netherlands

Ireland is subject to strict greenhouse gas emission reductions under EU climate policy. Part of the target will be met by buying offsets abroad, but the remainder will have to be realised domestically. The current economic crisis is reducing greenhouse gas emissions. This may get us close to compliance with our targets under the Kyoto Protocol. However, recession cannot be treated as a long-term answer to climate change problems.

[Visión muy distinta al cacareo ecologista asociado a la crisis. Por ejemplo Martínez Alier, aquí y aquí.]

Policies aimed at keeping the growth of greenhouse gas emissions in check are needed. Such policies mean higher taxes and more expensive energy, transport and food. How can this be justified? Carbon dioxide and methane are the two most important greenhouse gases, resulting from the burning of oil, coal and gas, and the
production of dairy and beef, respectively. Greenhouse gases change the energy balance of the atmosphere, trapping more energy on the planet, and heating up the atmosphere. This is elementary physics, established in the early 19th century by among others John Tyndall from Co. Carlow. Although there are still people who argue that there are other processes in the atmosphere that will cancel out the enhanced greenhouse effect, the science is well-established and future global warming is beyond reasonable doubt.
For some people, this is sufficient reason for action. The planet is warming. This is humankind’s fault. It has to stop. Such reasoning is wrong. Just because something is new and different does not make it wrong. Climate change will take us into uncharted territory, but so do many other things.

[Creo que tiene razón cuando dice que cuando algo es "nuevo y diferente" no implica que sea "malo". El cambio climático nos pone en condiciones distintas con el ambiente... como lo han hecho muchas cosas. Últimamente me ha cruzado por la mente que los ecologistas medio irracionales que andan por ahí
oponiéndose a todo -a la construcción de presas para aumentar la oferta de agua dulce, a los transgénicos, a cualquier obra de infraestructura, etc.- se hubieran opuesto al desarrollo mismo de la agricultura debido a los impactos ambientales potenciales que tenía -muchos de los cuales se acabaron cumpliendo, aunque varios miles de años después de su surgimiento... Como lo hemos mencionado antes, el ecologismo tiene que ser antropocéntrico para tener sentido, pues no hay razón alguna en ponerse a defender equilibrios ecosistémicos no sólo inexistentes sino imposibles..]

Other people emphasise the worst case scenario. That is just scaremongering. One can easily paint a dramatic picture of the impact of climate change. [...del mismo modo en que se podría pintar una imagen dramática, no menos cierta, del desarrollo de la agricultura...] Sea level rise is a good example (Tol et al., 2006). If
Greenland melts and West Antarctica slides, sea level would rise by 15 metres. All the deltas would go under, including the coastal plains of Bangladesh and the Netherlands. Hundreds of millions of people would have to flee. This is scary – until one realises that this would happen, if at all, over a time scale of 1,000 years. [primera exageración de Tol. Si no, que le pregunte a la gente de Madives Islands] The likely scenario for this century is a sea level rise of 50 cm – that is, half a centimetre per year. Coastal engineers should be able to keep up with that.

The solution to the climate problem is not costless (Tol et al., 2008). Climate policy will hurt the poor, it will hurt farmers, and it will hurt energy producers. [Sorprende un poco la certeza de las afirmaciones, como si fueran conocimiento establecido. Es cierto que eso es lo que informan varios modelos económicos de cambio climático. Pero también es cierto que esos resultados dependen mucho del espacio paramétrico, de los valores de parámetros éticos sobre los que no hay consenso... Aquí hemos dicho al respecto]Economists are
able to design policies that would minimise costs, and even turn a small benefit. Engineers are even more optimistic about the costs of greenhouse gas emission reduction, pointing to the potential for substantial gains in energy efficiency at low cost. Unfortunately, such proposals work under ideal circumstances only. Because of political constraints, actual policies are never as sophisticated and smart as academics would like – and the costs to society are invariably higher than necessary. [Cierto...Es interesante entonces que la teoría no haya empezado el análisis de las políticas segundo mejor, o tercero- o cuarto-mejor... al menos no con la frecuencia con la que sería deseable]

The costs of climate policy are real and immediate. The exchequer has reserved €270 million for the period 2008-12 to finance greenhouse gas emission reduction abroad.

[Footnote: Under the provisions of the Kyoto Protocol of the United Nations, countries are allowed to finance projects that reduce emissions in other countries and count these as their own emission reductions. In the Irish media, such payments are regularly portrayed as Kyoto fines. This is incorrect, first, because this is a normal market transaction and second, because there are no fines for non-compliance with targets of the Kyoto Protocol.]

The forced growth of wind power is driving up the price of electricity in Ireland. How do these costs compare to the benefits of climate policy? Can these benefits be measured? Can they be compared to the cost? Such
research has now been carried out for over 30 years, and the first robust insights are emerging.
Estimating the impact of climate change is a daunting task, first of all because climate has such a wide range of effects. Sea level rise is mentioned above, but climate change also affects the demand for winter heating, the demand for summer cooling, the supply of wind and water power, river floods, surface and groundwater resources, the demand for water, crop yields, agricultural pests and pathogens, farm animal welfare and productivity, and tourism flows. Climate change also affects human health, through heat and cold stress that enhance cardiovascular and respiratory problem, and through water-, food-, and vector-borne diseases such as salmonellosis and malaria. And climate change would have profound impacts on nature and biodiversity.
Estimating the impact of climate change is also difficult because climate change is so uncertain. The uncertainty begins with the future number of people, their wealth, their energy and their emissions, continues with the response of the atmosphere and oceans to greenhouse gas emissions, includes the vulnerability of future societies to climate change, and ends with the uncertainty about the impacts themselves. [Excelente
párrafo que resume décadas de trabajo en el área...]
The impacts of climate change are uncertain and vary between sectors, between countries, and over time. [Precisamente por eso extrañan las certezas de las afirmaciones de hace un párrafo...] Depending on the impact, place, time, and study, one can find large or small impacts, and positive or negative ones. In order to provide an overall estimate of the seriousness of climate change, economists have aggregated all impacts, using money as the numeraire. For some impacts, e.g., the cost of dyke building, money is the natural metric. For other impacts, e.g., the impact on human health, the methods of monetary valuation have to be used. This introduces additional uncertainty and even controversy into the analysis (Pearce et al., 1996).
The following insights emerge from the economic literature on the impact of climate change (Tol, 2009):
  1. The impact of climate change is relatively small. The average impact on welfare is equivalent to losing a few per cent of income. That is, the impact of a century worth of climate change is comparable to the impact of one or two years of economic growth. [Excelente proposición. Sería interesante ver, puestos a hacer equivalencias, a cuántos cambios climáticos equivale la actual crisis y la pérdida de crecimiento de estos uno o dos años....Aunque claro: Tol hace caso omiso a los eventos catastróficos de baja probabilidad. Es decir, parece poner atención solamente al 95% del área de alguna curva de distribución de probabilidad -ej. la normal; mientras que hay excelente literatura sobre las consecuencias de tener "colas gordas" -fat tails- en las curvas de distribución de eventos catastróficos --ver aquí, aquí y aquí... tales colas gordas elevan la probabilidad de catástrofe y por tanto el costo estimado del cambio climático -ademas de generar casos en los que no hay política óptima posible para hacer frente a eso, como en el modelillo sencillo de Dasgupta... ]
  2. Although the impact of climate change may be small, it is real and it is negative. Climate change is likely to have a positive impact in the first half of the 21st century, and impacts turn negative later. The initial positive impacts are irrelevant for policy. The workings of the climate system are so slow that they cannot be avoided even if emissions were to fall to zero tomorrow. The part of climate change that can be influenced by climate change, has net negative impacts.
  3. Impacts are much more negative in poor countries than in rich ones. This is because poor countries tend to be in hotter places already, poor countries have a greater share of their economic activity in exposed sectors such as agriculture, and because poor countries have greater difficulty in successfully adapting to climate change.
Figure 1 illustrates these points. It depicts the total economic impact of climate change. The impact on Ireland is small, but this hides large positive impacts on winter mortality and heating, and large negative impacts on summer cooling and biodiversity, particularly coastal wetlands. For Ireland, the turning point is around 2035 – that is, incremental impacts are negative. For the world average, incremental impacts turn negative by 2020 already, and total impacts are negative as of 2060. Note that impacts do not exceed 1.3 per cent of GDP in the 21st century. The world average hides large differences between countries.

Figure 1 also displays the impact on the best-off country (Canada) and the worst-off country (the Maldives in the first half of the century, and the Congo in the second half). The world average economic impact is positive at first because rich countries in the temperate zone dominate the world economy. The majority of the people on the planet are already negatively affected by climate change. Estimates of the total economic impact of climate change are interesting, but not particularly relevant. Climate change cannot be altogether avoided, so the benefits of climate policy are but a fraction of the impact of climate change. In fact, any policy decision has only a miniscule effect on climate change. Therefore, the marginal impact of emissions is a more appropriate indicator for policy evaluation. This is commonly referred to as the social cost of carbon. It equals the net present value of the incremental impacts caused by a small increase in emissions.
There are many estimates of the social cost of carbon in the economic literature. A number of insights emerge from this literature (Tol, 2005):

  • The social cost of carbon depends strongly on a number of ethical assumptions, particularly how much one cares about risk, about impact on other countries, and about the future. This is no surprise, as climate change is a long-term, global, and uncertain problem. However, decisions are made every day that reflect how much we care about the future, foreign lands, and risk. If one uses revealed preferences to set the value of these ethical assumptions, then one finds that the social cost of carbon is roughly equal to the current price of emission permits in the EU Emissions Trading Scheme. [Pero Dasgupta tiene una crítica a esto de andar importando parámetros de un estudio a otro...el vínculo anda por allí arriba...]
  • Studies that have been subject to peer-review tend to be more optimistic about climate change than studies that have had noquality control. That is, a lot of the scaremongering is not based on sound science. The Stern Review is the best-known example of pseudo-scientific exaggeration (Yohe and Tol, 2007). [Tremendo. Pero es erróneo. El hecho de igualar estudios que no se han sometido a arbitraje con ciencia poco sólida puede ser peligroso. Tol se apoya en convenciones. Este hecho ("ciencia sólida"=estudios con arbitraje) tiene tantos contraejemplos... A manera de broma, Xavier Sala-i-Martin cuenta varias anécdotas. Además, cualquier estudio post-arbitraje -y por tanto, siguiendo la fórmula de Tol, cientificamante sólido, pasó por una etapa, el pre-arbitraje, en la que no estaba revisado por pares -y por tanto, no era ciencia sólida... El arbitraje no da la solidez científica. Sólo la rectifica, cuando la hay. El arbitraje es necesario, sin duda, pero no suficiente... El arbitraje está lleno de problemas...el paper de Einstein estuvo a punto de pasar desapercibido precisamente por los peligros del arbitraje... Hay demasiada estrategia en el arbitraje como para pensar que se guía estrictamente por meros preceptos científicos... hay ejemplos, también, en los que meras tomadas de pelo han sido publicadas en journals de prestigio a pesar del arbitraje... El punto que quiere hacer Tol (que la proposición "el cambio climático es costoso" se basa en pseudo ciencia) se tambalea por eso... Es cierto que los estudios arbitrados son, en promedio, de mejor calidad que los estudios no-arbitrados. Pero esa es una característica del agregado, de todo el conjunto, que no necesariamente se traslada a todos los individuos que lo integran. Tol opera con la ley de los grandes números y con el teorema del límite central, pero al revés ---equiparando la media poblacional a la media de cualquier muestra, por pequeña que sea...- Por todo esto, si bien es cierto que el Reporte Stern se fue sin arbitraje, decir que por eso es pseudo-ciencia es demasiado exagerado, es querer aparecer como los chicos cool en bata de laboratorio que descalifican el conocimiento convencional -tal vez sólo por que no los invitaron a ellos-. Si, es cierto, hay muchas cosas que andan por ahí sin arbitraje. Pero no es lo mismo la llamada "gray literature" (el conjunto de working papers y discussion papers, los reportes oficiales, etc) que los artículos de las revistas pseudo-científicas. Poner a todas las papas en el mismo saco es un error...]
  • Estimates have become less pessimistic over time. [Eso depende del conjunto de la literatura que se mire...]
  • Uncertainties are large and negative surprises are more likely than positive surprises. That is, the risk premium is a large share of the estimated social cost of carbon cited above.

What does this all mean for Ireland? To date, Ireland’s climate policy was determined by the European Union. This was one of the “grand bargains” of Europe, in which countries like Germany and the Netherlands set the environmental policy for the whole union in return for funding the agricultural and regional policies. No longer. Unless the current recession is worse than feared, Ireland will become a net contributor to the European Union, and Ireland can and should demand a greater say in the decisions made in Brussels. The estimates of the social cost of carbon cited above suggest that actual European climate policy is roughly on the right track – but note that the rhetoric in Brussels calls for much more stringent action.

As argued above, Ireland has little to fear from climate change. Climate policy in Ireland can only be justified by the moral obligation not to harm others. At the same time, Ireland can contribute only very little to international climate policy. Our emissions are too small to register. It is unlikely that carbon-free electricity or transport will be invented or commercialised on Irish soil. That implies that we in Ireland should do our bit for climate policy. Not more, because that would hurt the competitiveness of our industry, and not less, because that would be immoral. [Es interesante que acabe situando el asunto de la política del cambio climático en una especie de capricho moral: no hay que hacer mucho porque sale demasiado caro. no hay que hacer poco porque nos veríamos muy mal. pero de cualquier forma, lo que hagamos no importará para evitar/modificar los patrones climáticos...]

“Doing our bit for climate” should be done in as simple, as cheap, and as effective a way as possible. This implies a carbon tax, and a carbon tax only. For as yet unregulated emissions, a carbon tax can be introduced in the next budget. It would bring welcome revenue. A carbon tax should not come on top of existing climate policy. A carbon tax should replace it. This would bring welcome savings in the government budget.

At the European level, Ireland should argue for a uniform carbon tax in all Member States. The success of this argument may be furthered by the double shock effect of Ireland taking the lead on climate policy, and Ireland proposing a harmonised tax. Eventually, a carbon tax should replace emissions trade. To date, emissions trade has been about hidden subsidies to selected companies rather than about emission reduction. The volatility of the permit price creates uncertainty and deters financiers from investing in research and development. A tax does not suffer that drawback.

Climate change is a real problem. The impact of climate change on Ireland is moderate. The effect of greenhouse gas emission reduction in Ireland on climate change is minor. Nonetheless, as a responsible nation, Ireland should make a constructive contribution to international climate policy. A carbon tax, and a carbon tax only, would be a simple, cheap and effective way to reduce emissions and demonstrate good will.

REFERENCES

PEARCE, D.W., A.N. ACHANTA, W.R. CLINE, S. FANKHAUSER, R. PACHAURI, R.S.J. TOL and P. VELLINGA,1995. “The Social Costs of Climate Change: Greenhouse Damage and the Benefits of Control” in J.P. Bruce, H. Lee, and E.F. Haites (eds.), Climate Change 1995: Economic and Social Dimensions of Climate Change – Contribution of Working Group III to the Second Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change, pp. 179-224 (Chapter 6), Cambridge: University Press Cambridge.

TOL, R.S.J., 2002a. “New Estimates of the Damage Costs of Climate Change, Part I: Benchmark Estimates”, Environmental and Resource Economics, Vol. 21, No. 1, pp. 47-73.

TOL, R.S.J., 2002b. “New Estimates of the Damage Costs of Climate Change, Part II: Dynamic Estimates”, Environmental and Resource Economics, Vol. 21, No. 1, pp. 135-160.

TOL, R.S.J., 2005. ‘The Marginal Damage Costs of Carbon Dioxide Emissions: An Assessment of the Uncertainties”, Energy Policy, Vol. 33, No. 16, pp. 2064-2074.

TOL, R.S.J. (forthcoming), “The Economic Impact of Climate Change”, Journal of Economic Perspectives.

TOL, R.S.J., M. BOHN, T.E. DOWNING, M.-L. GUILLERMINET, E. HIZSNYIK, R. KASPERSON, K. LONSDALE, C. MAYS, R.J. NICHOLLS, A.A. OLSTHOORN, G. PFEIFLE, M. POUMADERE, F.L. TOTH, A.T. VAFEIDIS, P.E. VAN DER WERFF and I.H. YETKINER, 2006. “Adaptation to Five Metres of Sea Level Rise”, Journal of Risk Research, Vol. 9, No. 5, pp. 467-482.

TOL, R.S.J., T. CALLAN, T. CONEFREY, J.D. FITZ GERALD, S. LYONS, L. MALAGUZZI VALERI and S. SCOTT, 2008. A Carbon Tax for Ireland, Working Paper 246, Dublin: Economic and Social Research Institute.

YOHE, G.W. and R.S.J. TOL, 2007. “The Stern Review: Implications for Climate Change”, Environment, Vol. 49, No. 2, pp. 36-42.

Agua, economía y proyecciones globales.

De este excelente paper, el siguiente pasaje:
El documento está fechado en el 2000. Ahora, de acuerdo a datos del Pacific Institute, en promedio 60% del agua que se retira del sistema hidrológico (lagos, ríos, presas, acuíferos, etc., también denominada "agua azul" para diferenciarse del agua contenida en la biomasa, denominada "agua verde") se utiliza en irrigación, 18% en industria y ya un 22% en servicio público.

A pesar de que la tendencia parece cumplirse hasta ahora cabe preguntarse si es posible que el servicio público llegue al 27% en detrimento del agua usada en irrigación. El pasaje sugiere básicamente que con el tiempo el agua se trasladará de la agricultura para usarse en las ciudades. Un supuesto implícito en esa sugerencia es que los precios (del agua, de la tierra, del trabajo, de los alimentos) se mantendrían constantes ¿Puede haber factores endógenos (esto es, no originados en políticas) que frenen esa tendencia?

Primero hay que hacer notar una obviedad: el crecimiento urbano del siglo XX ha sido posible debido a la existencia de incentivos que hacen atractiva la vida urbana sobre la rural. Parte de esos atractivos es la ausencia de señales que informen de la escasez relativa del agua, de la tierra, y la abundancia relativa del factor trabajo. Por decirlo de otro modo, la estructura de precios (incluidos los del agua, los salarios, los de la tierra, etc) era tal que promovía el crecimiento urbano mucho más allá del punto en que un análisis costo-beneficio que evaluara el saldo neto social podría aconsejar en contra. Varios de esos precios (precisamente los del agua, los salarios, la tierra) se encuentran regulados en todos lados. Las tendencias señaladas en el pasaje se podrían mantener si estos incentivos no se revierten. Pero podrían frenarse si los incentivos vuelven menos atractiva la vida urbana sobre la rural, como en muchos casos ya es. Para ello hay que hacer que los precios de la tierra y del agua reflejen su escasez relativa (los salarios no, pues en ocasiones son muy bajos, y si se ponen a reflejar la abundancia relativa es probable que caigan cerca de cero...).

Se estima que la población mundial llegará a los 9 mil millones de habitantes en una generación, y que el crecimiento económico de largo plazo modifique las dietas globales en favor de productos más intensivos en agua (cárnicos, sobre todo). Esto no es otra cosa más que un aumento de la demanda de alimentos, que se traduce en un aumento de la demanda intermedia por insumos (forraje, tierra y agua). En la medida en que esta presión sea mayor al crecimiento tendencial de la productividad que reduce costos es posible esperarse un aumento en el precio tanto de los alimentos como de los insumos (una probadita de eso fue el periodo de principios de 2007 en el que el precio de los alimentos dio un brinquito de aviso).

Los dos procesos combinados implican que el agua, la tierra, etc., tendrían un costo de oportunidad mucho mayor en el uso agrícola que en el uso urbano, y en la medida en que dicho costo de oportunidad se traslade a precios observables pues se podría frenar la tendencia. El pasaje afirma que el traslado de agua de la agricultura a la ciudad es "casi seguro," y que eso, obviamente, tiene repercusiones en la habilidad para satisfacer la demanda alimentaria. Me parece mas bien que la historia es al revés: que lo que suceda con dicha habilidad puede dejar de incentivar el crecimiento urbano y volver menos probable el mencionado cambio en la composición de los usos del agua. Es decir, si la sociedad cada vez se vuelve "menos hábil" para satisfacer la demanda alimentaria, entonces cabría observar un aumento muy considerable de los precios (tanto finales como intermedios) involucrados en la producción de alimentos. Dicho aumento podría significar tal cambio en la estructura relativa de precios que podría frenar la tendencia. Con todo, yo no diría "casi seguro", sino "probablemente". Además, el pasaje habla solamente de un intercambio entre agricultura y uso público, sin tocar el uso industrial. Yo no vería razones para que un cambio en el valor económico del agua (asociado a las modificaciones demográficas ya mencionadas) no afecte también el uso industrial....

Con todo, es urgente un cambio sustancial en la política pública respecto al agua (incluída, desde luego, la mexicana) que implique tanto modificaciones al precio del agua urbana como al precio del agua de irrigación e industrial. Habrá quien diga que esa modificación sería parte de la "enésima avalancha neoliberal-tecnocráta y malévola," habrá quien esté preocupado, con razón, de los efectos distributivos de cambiar la política de precios. Lo malo es que tal preocupación no se ocupa de ver los efectos distributivos de la actual política de precios (que regala el agua en irrigación), que pueden ser bastante regresivos...

¿Hay que preocuparse sobre el cambio climático?

No, según Richard Tol, uno de los más prolíficos de la ciencia social del cambio climático...

¿Qué tiene que decir sobre el Reporte Stern? (del que ya hemos dicho cosas...)

Tol: "Es el mejor ejemplo de exageración pseudo-científica."

Aquí el texto. Como diríamos domingueramente "tiene carnita"... así que ya volveremos a comentarlo...

Why Worry About Climate Change?
(en inglés)

Ecologismo igualitarista y decrecimiento sostenible: la economía ecológica de Martínez Alier


Con decir "la economía ecológica de Mtz. Alier" se pretende dar a entender que, a diferencia de otras disciplinas sociales, como la misma economía mainstream, tan odiada por aquí y por allá pero tan poco estudiada, sobre la economía ecológica hay muchas visiones divergentes. La economía ecológica de Martínez es distinta a la de Daly mismo, por ejemplo, y acaso sin mucho que ver con la que se practica y publica en la Journal de la Sociedad Int'l de Economía Ecológica.
Esto es producto de la vocación multidisciplinaria que la caracteriza: fuera de la llamada visión pre-analítica dibujada por Georgescu-Roegen y Daly, fecunda a grado tal de hacer surgir campos de investigación por entero, no hay modelos estándar en economía ecológica (no hay un par, por ejemplo, del modelo intencional del homo economicus mainstream, sobre el que gravita el grueso de la investigación y docencia de la economía contemporánea).

Sin duda, JMA lleva razón cuando clama que él ha sido y es uno de los protagonistas de la historia de economía ecológica. Sus manuales de finales de los 80 y de los 90 son clásicos, por lo menos en lengua castellana. La economía ecológica de JMA, que comparte la visión general de la relación entre economía y medio ambiente dibujada por Daly, Georgescu y compañía, se separa rápido para comenzar a ser ecología política, lo que es en sí muy bueno, pues contribuye a la diversidad del campo ofreciendo una entrada a cuestiones que no necesariamente ocupan un lugar en el escritorio de los economistas ecológicos, ni qué decir de los economistas mainstream.

Pero la separación lleva riesgos. Algunos se hacen explícitos con el avance de la noción, por demás opinable, del decrecimiento sostenible. En este caso, los riesgos son los de la desinformación sobre lo que ocurre en el corazón de la teoría económica contemporánea en la actual crisis económica global. También los hay por la poca atención que se presta a la vinculación existente en la economía global como fruto de la famosa globalización. En una entrada anterior, habíamos reproducido y comentado un texto reciente de JMA sobre esa noción. La entrevista que se reproduce a continuación, y que se comenta más abajo, da más información sobre la trastienda de la visión política de la economía ecológica de JMA y contextualiza su apoyo al decrecimiento sostenible.

La entrevista se reproduce de rebelion.org,... se han corregido en esta reproducción muchos errores de dedo que desviaban la atención sobre los contenidos. La redacción original, no obstante, se mantiene intacta...

Entrevista a Joan Martínez Alier
“El ecologismo igualitarista enraizará sobre todo entre los desposeídos del mundo”

CIP-Ecosocial


A partir de una primera pregunta de carácter general sobre la crisis de nuestro tiempo, esta entrevista recorre la formación y el trabajo de un académico, de un ecologista, de un ecosocialista que ha hecho confluir economía política, ecología, antropología social y termodinámica en el desarrollo de una crítica ecológica de la economía, y en la construcción de una ecología política que sirva de apoyo a los movimientos sociales del sur del mundo que luchan contra la degradación del medio ambiente. Joan Martinez Alier es catedrático del Departamento de Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona, ex-presidente de la Sociedad Internacional de Economía Ecológica (International Society for Ecological Economics) y autor de numerosos libros y artículos de carácter transdiciplinar de reconocido prestigio internacional.

Pregunta: Los discursos más avanzados de la izquierda social culpan al capitalismo de la situación en la que nos encontramos, una situación injusta desde el punto de vista socio-económico y ecológico, y señalan el socialismo como la alternativa para alcanzar una situación distinta. Sin embargo, los experimentos de carácter socialista llevados hasta ahora no se han caracterizado precisamente por su unión entre aspectos ambientales y sociales. ¿Qué cree Vd. que la izquierda está haciendo mal en este sentido? ¿En qué medida un ecosocialismo es posible en nuestra sociedad?

Respuesta: Me parece bien el ecosocialismo, y también el eco-feminismo, pero será un socialismo sin referencia alguna a los partidos leninistas del pasado. Me interesa más bien algo que se base en el gran movimiento por la justicia ambiental y social que hay en el mundo. El sistema de mercado no garantiza que la economía encaje en los ecosistemas, ya que los mercados no valoran las necesidades futuras ni los perjuicios externos a las transacciones mercantiles, como ya senaló Otto Neurath contra Von Mises y Hayek en el famoso debate sobre el cálculo económico en una economía socialista en la Viena de 1920. El conflicto entre economía y medio ambiente no puede solucionarse tampoco con jaculatorias tales como “desarrollo sostenible”, “eco-eficiencia” o “modernización ecológica”. Ahora bien, si el mercado daña a la naturaleza, ¿qué ocurrió en las economías planificadas? No sólo explotaron a los trabajadores en beneficio de una capa burocrática de la sociedad, sino que preconizaron el crecimiento económico a toda costa, y además les faltó la posibilidad, por ausencia de libertades, de tener grupos ecologistas que protestasen. Hay que inventar algo nuevo, pero eso no lo hará un partido, sino una suma de movimientos sociales.

P: ¿Cuáles son los momentos fundamentales que han influido sobre el desarrollo de esta posición, desde la perspectiva que nos ha expuesto, a lo largo de su rica experiencia intelectual y humana?

R: Desde mis estudios en economía en la Universidad de Barcelona y mi posterior especialización en economía agraria en Oxford, he ido madurando una cierta sensibilidad política en relación con la autonomía de las comunidades, un tipo de sensibilidad “populista” al estilo ruso, por decirlo de otra forma. Aunque al principio de los años 70 mis posiciones sobre la cuestión de las comunidades eran todavía las de un marxista abierto a las influencias de la antropología social y también sensible a las influencias del científico social Karl Polanyi, ya no estaba de acuerdo con la posición que defendía, por ejemplo, Hobsbawm en su libro Primitive Rebels (1959) según el cual los agricultores eran los rebeldes “primitivos” y la verdadera vanguardia sólo podía ser el proletariado industrial y el partido del proletariado. Digamos que en rigor no fui un anarquista, pero estaba muy influido por la historia de Cataluña, y también por los intelectuales antifranquistas y libertarios del Ruedo Ibérico, exiliados en Francia. Todas estas contaminaciones fueron determinantes a la hora de desarrollar esta sensibilidad anti-leninista. También tengo que subrayar la importancia que tuvo, en este sentido, mi experiencia andina donde trabajé no sólo la cuestión de la antropología ecológica, sino que también fui testigo de la resistencia “anti-moderna” de las comunidades indígenas, como en Ecuador, los huasipungueros, o en Perú, los huacchilleros, que vivían en haciendas: ellos no eran siervos a la manera feudal, sino campesinos que resistían a la “modernización” capitalista.

P: De esa manera, uno de sus temas principales de investigación y trabajo ha llegado a ser el así denominado ecologismo popular, la ecología de los pobres, especialmente en los países del Sur del mundo. Todo esto, siempre ha ido unido al afán de indagar la relación entre la economía y el medio ambiente no sólo en términos monetarios sino sobre todo en términos físicos, analizando las incertidumbres resultantes, los problemas de inconmensurabilidad de valores, el problema de los lenguajes de valoración, etc. llegando a ser uno de los pioneros en el campo de la economía ecológica. ¿Podría explicarnos estos dos diferentes planos de investigación y cómo se relacionan?

R: He sido, durante los últimos veinte años, uno de los principales actores en los demorados nacimientos de la economía ecológica y de la ecología política, así como en explicar cómo el enfrentamiento inevitable entre economía y medio ambiente (estudiado por la primera de las dos disciplinas) abría el espacio para el ecologismo de los pobres (estudiado por la segunda), potencialmente la corriente más fuerte del ecologismo. En este sentido, siempre he tenido la idea de que la economía ecológica tenía que servir principalmente de apoyo a los movimientos sociales en el sur del mundo que están luchando contra la degradación del medio ambiente, lo que me hace estar convencido de que el ecologismo igualitarista, y no el socialdarwinista,[1] enraizará sobre todo entre los desposeídos del mundo. Por ejemplo, los activistas de Vía Campesina que incorporan temas de economía ecológica, como la eficiencia energética, la pérdida de biodiversidad, la contaminación química, etc., aunque a veces sin conocer todos los supuestos teóricos de esta disciplina. Y también el fuerte papel de las mujeres, que están a menudo a la vanguardia de las luchas populares ecologistas. Es sobre todo la aparición de ese formidable grupo de ecologistas de carácter popular, así como la fuerza y potencialidad que reconozco en ellos lo que me mantiene activo políticamente, con una serie de viajes en América Latina, en la India, etc.

P: ¿Entonces se puede hablar de conciencia ecologista dentro de esos movimientos populares o sencillamente se trata de una lucha básica por la supervivencia?

R: Para entender el asunto, el libro de Ramachandra Guha, acerca del movimiento Chipko es muy importante. Él demuestra cómo un movimiento campesino, muy similar a otros movimientos de esta región del Himalaya, pero también de otras partes de la India, lucha contra la nacionalización de los bosques, ya iniciada por la administración colonial británica, con el pretexto de realizar una gestión racional. Obviamente, esto significaba que los pueblos indígenas perdían el acceso a los bosques, y de ahí las protestas. También hubo luchas contra un proyecto de plantaciones, porque la comunidad prefería el roble nativo en lugar de las plantaciones de árboles de crecimiento rápido como el pino, por ejemplo. Como se puede ver, estas luchas eran en realidad una forma de lucha por la biodiversidad, aunque se correspondían con los intereses de supervivencia de los que vivían allí. Pero, el movimiento Chipko, que comenzó en la década de 1970 constituye sólo un ejemplo típico de este tipo de movimientos. Algo muy similar pasa con el movimiento de Chico Mendes en Brasil: un sindicalista que había aprendido a leer con la ayuda de un superviviente de la guerrilla comunista refugiado en el Amazonas, en la frontera con Bolivia. Mendes comienza como un defensor de los seringueiros, los recolectores de caucho de la selva amazónica, y posteriormente se da cuenta de la importancia de reclamarse como ambientalista, ecologista, quizás como una forma de protección. Definitivamente, el ecologismo popular es un ecologismo que no sabe que es ecologista hasta la década de 1970 o 1980, es decir, cuando ya era complicado no darse cuenta.

P: Pero en muchos de los sectores más populares de los países del sur del mundo es innegable que existe una fuerte atracción y aspiración a copiar los modelos de consumo y los estilos de vida del norte, de la parte enriquecida del mundo desde un punto de vista monetario. Muchos de sus líderes no esconden una perspectiva muy modernizadora, que hablan de la ecología como de un lujo del mundo rico. También hay que reconocer que las sociedades pre-industriales o pre-capitalistas no siempre han protegido sus ecosistemas y sus servicios. Teniendo presente esto, ¿cuál cree Vd. que pueda ser la verdadera fuerza del ecologismo popular?

R: La teoría del ecologismo popular no dice que todos los pobres del mundo son ecologistas porque, por supuesto, eso es falso. Lo que remarca, simplemente, es que en muchos conflictos ambientales, los pobres se alinean al lado de la preservación de los recursos naturales, no por ideología ecologista, sino en virtud de sus propias necesidades de supervivencia, de preservar los medios de vida, a veces expresadas en un idioma culturalmente específico, como la idea de la santidad de las fuerzas de la naturaleza de algunos grupos indígenas. Por el momento, en América Latina, Perú, Argentina, en particular, pero no sólo, hay decenas de conflictos en torno a la minería, por ejemplo, ahora mismo en Orissa (en India) por la minería de bauxita, enormes conflictos entre grupos indígenas como los Dongria Kondh que defienden la montaña sagrada de Niyamgiri y las empresas extranjeras del aluminio. En este enero del 2009 he estado allí unos días. Y habrá más y más conflictos, porque el metabolismo de nuestra sociedad, la cantidad de energía y materiales utilizados en el carrusel de la producción y el consumo, sigue aumentando más y más. No hay crecimiento económico desmaterializado y la idea de “crecimiento económico angelical”, como Herman Daly dijo irónicamente, es una utopía. Lo que sí es posible es que la intensidad material de la economía baje un poco en los países ricos, pero seguirá creciendo en términos absolutos. En Europa, por ejemplo, ya no producimos el aluminio y el acero, pero lo importamos, como el petróleo, el gas, etc. Las economías en apariencia más “limpias”, funcionan sobre la base de importaciones “baratas”, y son tan limpias porque trasladan hacia fuera el coste ambiental relacionado con la producción.

P: Hacemos un pequeno paréntesis justo en relación a la última idea que acaba de desarrollar. Cada vez más se escucha que hace falta un verdadero cambio del sistema, un cambio que muchos intelectuales cómo Vd., cómo Serge Latouche en Francia, llaman decrecimiento. ¿Cuáles son, entonces, los puntos que debería de incluir cualquier programa de decrecimiento?

R: El decrecimiento económico ya lo tenemos aquí, en la crisis del 2007-2008 del mundo rico. Este ano bajarán las emisiones de dióxido de carbono en España, en Estados Unidos, etc. Se juntó la crisis financiera (por el exceso de hipotecas y de la construcción de viviendas) con una crisis económica. Todo eso ayudado por el precio del petróleo (por el oligopolio de la OPEP, que se mantiene por la escasez de petróleo a la larga). El coste energético de conseguir energía está aumentando. Este decrecimiento económico debería ser socialmente sostenible, hacen falta nuevas instituciones, redistribuir la producción, redefinir el trabajo para incluir el trabajo del voluntariado, también el trabajo doméstico no remunerado, etc. Entender que estamos a un nivel muy alto de ingreso, y que si bajamos un poco no pasa nada. Instituir la renta básica. Evitar el racismo con los inmigrantes. Estamos viendo lo que yo llamo “la Segunda Muerte de Friedrich von Hayek”. Estos días vuelve Keynes, hasta los bancos piden que el Estado los nacionalice porque están temerosos de que los clientes pidan su dinero. Hace falta pues un cambio del sistema financiero. Así que este decrecimiento necesario hay que medirlo no tanto en términos de PIB, sino con indicadores físicos (menor uso de materiales, menor producción de gases con efecto invernadero, etc.) y aplicando el principio de precaución a las tecnologías. Mientras que en los países ricos debe ocurrir esto, en los países más pobres hay que aumentar el uso de energía porque todavía es muy bajo.

P: Acerca de ese nuevo juego de equilibrios entre Norte y Sur, Vd. en muchas ocasiones ha hablado también del problema de la “deuda ecológica”. ¿Qué consideraciones haría al respecto?

R: Hay una gran injusticia en el mundo, el Norte tiene una deuda ecológica hacía el Sur, existe una deuda de carbono, además de todas las deudas colonial y postcolonial que los europeos han contraído en el Tercer Mundo. Se deberá evaluar el importe de dichas deudas, que podría resolverse mediante la eliminación de la totalidad o parte de la deuda externa de los países del Sur, por ejemplo, y desarrollando mecanismos institucionales para garantizar la reinversión del dinero ahorrado en los programas contra la pobreza y la promoción de energías alternativas en el Sur.

P: Volviendo a sus investigaciones en el seno de la economía ecológica y de la relación con la economía crematística, la ortodoxia dominante dentro del mundo académico. En lo que se refiere a estas disciplinas, 'por qué y de dónde nace esta dicotomía, y cuáles son los autores que han sabido expresarla con mayor lucidez y rigor científico?

R: La diferencia entre economía y crematística fue explicada por Aristóteles en su libro Política. Digamos que la primera es el estudio del abastecimiento del oikos o de la polis, mientras que la segunda es el estudio de la formación de los precios en los mercados. La Economía Ecológica critica el “imperialismo” crematístico en dos casos: las extracciones de recursos energéticos y materiales agotables o lentamente renovables, y las inserciones en el medio ambiente. Y en este sentido la crítica ecológica va a tocar un tema ante el cual la ciencia económica no tiene ninguna respuesta convincente: la inconmensurabilidad de los elementos que componen la economía. La Economía Ecológica empieza, pues, poniendo en solfa con mucho gusto buena parte del instrumental de la economía ortodoxa, y a continuación trata de explicar el uso de energía y materiales en ecosistemas humanos. Este punto de vista ha existido por lo menos desde hace unos 120 anos (con Frederick Soddy, Patrick Geddes), pero pocos de los autores de la segunda mitad del siglo XX como Paul Ehrlich, Herman Daly, Barry Commoner, Howard y Eugene Odum, David Pimentel, René Passet, Kenneth Boulding o Nicholas Georgescu-Roegen, han conocido a sus predecesores, cuyas obras yo estudié en mi libro de 1987, Ecological Economics. En este libro expliqué que Podolinsky en 1880, según reconoce Vernadsky en 1925 en su libro Geoquímica, estudió la economía agraria como un sistema abierto a los flujos de energía. Y eso le hace un importante precursor de la Economía Ecológica.

P: Unos de los indiscutidos padres de la economía ecológica del siglo XX fue el ya citado Nicholas Georgescu-Roegen. ¿Cómo se acercó a él y qué obra destacaría del economista rumano?

R: Georgescu-Roegen es muy importante. En 1971 publicó su gran texto, La Ley de Entropía y el Proceso Económico, y uno de mis grandes amigos, José Manuel Naredo, un joven economista que trabajaba por aquel entonces en la OCDE en París, me lo senaló. Ya sabía un poco acerca de él, porque fue también un experto en economía agraria, y en 1960 había publicado un artículo sobre la economía campesina en Europa Oriental, donde todavía no explicita el análisis de la economía en términos del flujo metabólico de energía. Su libro de 1971 que, como un poco toda su obra, resulta bastante difícil de leer, representa un texto fundamental de la Economía Ecológica. El supo investigar de manera atrevida pero brillante sobre los asuntos de la bioeconomía, cómo la denomina él, sabiendo tender, gracias a su enfoque transdisciplinar, puentes fundamentales entre economía, termodinámica y ecología a la hora de explicar cómo el proceso económico se da dentro de un sistema abierto a la entrada de materia y energía y a la salida de residuos.

P: Las preocupaciones por tender puentes entre las ciencias de la naturaleza y la ciencia económica seguramente representan un aspecto fundamental para los economistas ecológicos, y en Georgescu todo esto estaba relacionado con la aplicación de la segunda ley de la termodinámica a la teoría de la producción. ¿Podría comentar algo más acerca de esta ley y su importancia dentro de la Economía Ecológica?

R: La teoría económica neoclásica describe la economía como un sistema cerrado en el que las mercancías se intercambian a través de un sistema de precios regulados por el mecanismo de la oferta y la demanda. Esto tiene alguna utilidad en la medida en que ha desarrollado una serie de ideas relativamente interesantes, pero en última instancia se trata de una visión ontológica equivocada, aún cuando puede ser metodológicamente aprovechable. En realidad, la economía es un sistema abierto que no puede funcionar sin los insumos de energía y materiales, comenzando con la energía del sol a través de la fotosíntesis, o el carbón y el petróleo, que son acumulados, almacenados gracias justo a la fotosíntesis. Pero este sistema produce también residuos. En volumen, el residuo más importante es el dióxido de carbono, pero también cadmio, residuos radiactivos, que son prácticamente imposibles de reciclar. Hay gráficos para ilustrar la naturaleza abierta de un sistema como el económico, como los publicados por René Passet, en su libro Principios de Bioeconomía (traducción al castellano de su obra L’économique et le vivant de 1979). Creo que Passet fue el primero en mostrar gráficamente la economía como un subsistema de un sistema más amplio. Así que en este sistema, no todo es reciclable. Esto es lo que la economía neoclásica denomina “externalidades”, y que pretende “internalizar” por medio del sistema de precios, como si fuera sólo una cuestión de detalle. En general, los economistas hablan de energía y materiales sin preocuparse por las leyes que gobiernan la “gestión” de esos recursos. En concreto, el economista rumano decía que las dos leyes eran la limitación física a la expansión del sistema económico, y que la nueva ciencia de la termodinámica representaba la física del valor económico.

P: Para concluir esta entrevista. Lo que se deduce de lo que ha mencionado anteriormente es que el tema de los flujos de materia y energía, así como la importancia de las leyes físicas en los procesos económicos, son cuestiones fundamentales en la reflexión que se está llevando desde hace algunas décadas a nivel académico. ¿Piensa Vd. que en algunos autores existe la clara intención de elaborar una teoría puramente energética del valor económico?

R: No, pienso que ya no hay tales autores. Yo creo que una teoría del valor energético es equivocada. La importancia del segundo principio de la termodinámica para la economía es que la energía no se puede reciclar. Quemamos petróleo, y se acabó, la energía se “disipa”, ya no sirve para mover el automóvil. Y el petróleo tiene un stock limitado, estamos llegando al pico de la curva de Hubbert. Y además al quemarlo, el petróleo produce dióxido de carbo- no y por tanto aumenta el efecto invernadero. Esos aspectos quedan ocultos en la economía convencional. Los precios están mal puestos. Pero no creo que podamos o debamos contar todo en unidades de energía con la intención de servir de guía para decisiones sociales.

[1] El socialdarwinismo es la creencia de que el concepto de selección natural entre las diferentes especies mediante la lucha por la existencia, y el consecuente triunfo de las más adaptadas, resulta también aplicable a distintos grupos humanos (J. Martínez Alier y K. Schlüpmann, La ecología y la economía, FCE, México, 1992, p. 25).

Monica Di Donato es responsable del Área de Sostenibilidad del CIP-Ecosocial

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Comentarios a la entrevista:

  • Sobre el ecologismo de los pobres: Con todo respeto, se me hace una actitud un tanto alzada hablar con tanta extrañeza de los "pobres." La ecuación grupos indígenas=pobreza que valida JMA no sólo es falsa (ahí están los seminoles), sino políticamente indeseable. JMA parece abrazar el papel del intelectual que desarrolla "teoría" que luego abrazan los pobres en sus luchas políticas "aunque no entiendan los principios teóricos." ¿Es ese el papel de los intelectuales? ¿Andar diciendole a la gente cómo vivir? Considero mejor la vocación de promover el acercamiento entre los movimientos sociales y el conocimiento científico (incluído, claro está el de las economías estándar y ecológica) y que sean ellos, y no los intelectuales, quienes enriquezcan con la ciencia su programa político. La economía ecológica, dice JMA, tiene que servir a los movimientos sociales. Bueno, obvio. Pero también la matemática, la ciencia política y, seguro, la economía estándar. Si no fuera así, ¿Qué hace tan especiales a los economistas ecológicos? ¿No se estarán subiendo a su ladrillito? El papel de la economía ecológica, aun siendo ecología política, para integrarse en programa político de movimientos sociales es no distinto ni más importante que el papel del resto de las disciplinas científicas. Para decirlo domingueramente, en lugar de decir "aquí esta la neta", me parece que cabría seguir explorando el terreno en común entre la vocación sistémica y multidisciplinaria de la economía ecológica y las tradiciones políticas de izquierda, incluyendo desde luego aquellas que tienen la posición, muy defendible, de que el sujeto "revolucionario", si es que sigue existiendo, ya no está en el proletariado industrial... Sin menospreciar un centímetro la excelente obra de fundación y divulgación de JMA, me parecen más fecundas las ideas a este respecto de Fco. Fernández Buey en "Nuestro Marx," aunque Fernández Buey no se haya puesto a hacer economía ecológica (no que sepamos).

  • JMA dice que el sistema de mercado no hace que la economía encaje en los ecosistemas. Considero este un reclamo con cierta necedad: la sociedad humana misma no encaja en los ecosistemas. La tecnología humana no encaja en los ecosistemas. La ciencia humana no encaja en los ecosistemas. ¿Qué hay de extraño en que "el mercado" hace que la economía no encaje en los ecosistemas? La pregunta sería ¿qué hay en la sociedad humana que sí encaja?

  • ¿Qué es un anarquista "en rigor"? No hay que olvidar que JMA defendió la posición anarquista en un famoso intercambio epistolar con Sacristán y Daniel Lacalle.

  • Tengo la noción de que el ecologismo que JMA defiende, aquél que los pueblos pobres cultivan para defender sus propios medios de vida, se asocia con una situación (la de depender tan directamente del medio natural local, que a su vez se asocia en promedio con tener ingresos per capita muy bajos) que los pueblos mismos quisieran dejar atrás. Basta comparar la calidad de vida (con la medida convencional, es decir, la occidental) entre la vida urbana en general y la vida rural de los ecologistas pobres. A riesgo de ser grosero, me parece que el asunto no es ir a estudiar cómo es que dichos grupos se vuelven ecologistas "sin quererlo," o cómo pueden esgrimir tal o cual concepto que los intelectuales de la economía ecológica ahora ofrecen. El asunto es estudiar cómo es posible lograr, si acaso, que el sistema social asegure calidad de vida para todos, incluidos, claro está los 3 mil millones de personas que aún hacen falta antes que la población mundial se estabilice.

  • La idea del decrecimiento sostenible ya la comentamos antes.
Ha habido oportunidad de discutir otras nociones sobre ecología política, que por mala fortuna no se conocen tanto en los ámbitos de la economía ecológica en castellano...